Otras Paginas WEB

domingo, 21 de junio de 2015

Los cuatro grandes bancos de Wall Street y las ocho familias que gobiernan el mundo

Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

A los multimedia rusos les ha dado por expurgar y señalar en forma específica a los cuatro oligopolios financieristas –los cuatro grandes megabancos– que controlan el mundo, como es el caso de una perturbadora investigación de Russia Today: Black Rock, State Street Corp., FMR (Fidelity), Vanguard Group (http://goo.gl/UjlfE3). 

Resulta también que la privatización global del agua es desplegada por los mismos megabancos de Wall Street, al unísono del Banco Mundial (http://goo.gl/DG6d3d), lo cual beneficia en su conjunto al nepotismo dinástico de los Bush que buscan controlar el Acuífero Guaraní en Sudamérica, uno de los mayores de agua dulce del planeta (http://goo.gl/yROqaW).

Ya desde 2012 el anterior legislador texano Ron Paul –padre del candidato presidencial Rand, uno de los creadores del apóstata Partido del Te, venido a menos, pero uno de los mejores fiscalistas de EEUU– había señalado que “los Rothschild poseen acciones de las principales 500 trasnacionales de la revista Fortune (http://goo.gl/D71NjX)” que son controladas por “los cuatro grandes (The Big Four)”: Black Rock, State Street, FMR (Fidelity) y Vanguard Group.

Ahora Lisa Karpova, de Pravda.ru, penetra los dédalos de las finanzas globales y comenta que se trata de “seis, ocho o quizá 12 familias las que verdaderamente dominan el mundo, a sabiendas de que es un misterio difícil de descifrar (http://goo.gl/jSYc84)”. 

¿Cómo puede existir en el siglo XXI ultratecnificado y transparentemente democrático, como pregonan sus turiferarios también y tan bien controlados, tanta opacidad para conocer quiénes son los plutocráticos megabanqueros oligopólicos/oligárquicos que controlan las finanzas del planeta?

Karpova sentencia que las ocho reducidas familias, que han sido ampliamente citadas en la literatura, no se encuentran lejos de la realidad: Goldman Sachs, Rockefeller, Loeb Kuhn y Lehman (en Nueva York), los Rothschild (de París/Londres), los War­burg (de Hamburgo), los Lazard (de París), e Israel Moses Seifs (de Roma). ¡Vaya lista polémica donde, a mi juicio, ni son todos los que están, ni están todos los que son!

Karpova emprendió el inventario de los mayores bancos del mundo y se percató de la identidad de sus principales accionistas, así como de quienes toman las decisiones. Alguien podrá criticar, no sin razón, que el inventario de Karpova no alcanza la sofisticación de Andy Coghlan y Debora MacKenzie, de la revista New Scientist, quienes develan la plutocracia bancaria y sus redes financieristas –el uno por ciento que gobierna el mundo–, basados en una investigación de tres teóricos de los sistemas complejos (http://goo.gl/AHSRWb), pero que al final de cuentas coincide en forma sorprendente, pese a su sencillez indagatoria.

Karpova descubrió que los siete megabancos de Wall Street controladores de las principales trasnacionales globales son: Bank of America, JP Morgan, Citigroup/Banamex, Wells Fargo, Goldman Sachs, Bank of New York Mellon y Morgan Stanley. Karpova encuentra que los megabancos de marras son controlados a su vez por el núcleo de “cuatro grandes (the big four)”: Black Rock, State Street Corp., FMR (Fidelity) y Vanguard Group. Estos son sus hallazgos de los controladores de cada uno de los siete megabancos: 1) Bank of America: State Street Corp., Vanguard Group, Black Rock, FMR (Fidelity), Paulson, JP Morgan, T. Rowe, Capital World Investors, AXA, Bank of NY Mellon; 2) JP Morgan: State Street Corp., Vanguard Group, FMR (Fidelity), Black Rock, T. Rowe, AXA, Capital World Investor, Capital Research Global Investor, Northern Trust Corp., y Bank of Mellon; 3) Citigroup/Banamex: State Street Corp., Vanguard Group, Black Rock, Paulson, FMR (Fidelity), Capital World Investor, JP Morgan, Northern Trust Corporation, Fairhome Capital Mgmt y Bank of NY Mellon; 4) Wells Fargo: Berkshire Hathaway, FMR (Fidelity), State Street, Vanguard Group, Capital World Investors, Black Rock, Wellington Mgmt, AXA, T. Rowe y Davis Selected Advisers; 5) Goldman Sachs: los cuatro grandes, Wellington, Capital World Investors, AXA, Massachusetts Financial Service y T. Rowe; 6) Morgan Stanley: los cuatro grandes, Mitsubishi UFJ, Franklin Resources, AXA, T. Rowe, Bank of NY Mellon e Jennison Associates, y y 7) Bank of NY Mellon: Davis Selected, Massachusetts Financial Services, Capital Research Global Investor, Dodge, Cox, Southeatern Asset Mgmt. y los cuatro grandes.

De los cuatro grandes que dominan a los siete megabancos y gozan de traslapes e interacciones solamente desglosa a quienes controlan State Street y Black Rock.

A) State Street: Massachusetts Financial Services, Capital Research Global Investor, Barrow Hanley, GE, Putnam Investment y … los cuatro grandes (¡ellos mismos son accionistas!), y B) Black Rock: PNC, Barclays e CIC. Da el ejemplo de traslapes/interacciones, como PNC, que es controlado por tres de los cuatro grandes: Black Rock, State Street y FMR (Fidelity).

En su libro Guerra de divisas, el autor chino Song Hongbing (http://goo.gl/kg27vS), en ese entonces catalogaba a los Rothschild como la familia más rica del planeta, con un descomunal capital de 5 billones de dólares (http://goo.gl/oXKTds). Si los Rothschild fueran país, habrían tenido entonces, el quinto sitial del ranking global detrás del PIB de 7.3 billones de dólares de India (cuarto lugar) y mayor que Japón de 4.8 billones de dólares (quinto) y antes que Alemania (sexto), Rusia (séptimo), Brasil (octavo) y Francia (noveno).

Ya había citado (http://goo.gl/T56NYH) un artículo del mismo The Economist –también propiedad, como The Financial Times, del grupo Pearson–: todos controlados por la matriz Black Rock, uno de los cuatro grandes –en el que se demostraba a las trasnacionales que controla Black Rock (http://goo.gl/LTmC6O): principal accionista de Apple, Exxon Mobil, Microsoft, GE, Chevron, JP Morgan, P&G, Shell, Nestlé (http://goo.gl/G0NLuj), sin contar su tenencia de 9 por ciento de acciones de Televisa. Según Karpova, los cuatro grandes controlan además a las mayores trasnacionales anglosajonas: Alcoa; Altria; AIG; AT&T; Boeing; Caterpillar; Coca-Cola; DuPont; GM; H-P; Home Depot; Honeywell; Intel; IBVM; Johnson&Johnson; McDonald’s; Merck; 3M; Pfizer; United Technologies; Verizon; Wal-Mart; Time Warner; Walt Disney; Viacom;Rupert Murdoch’s News; CBS; NBC Universal. ¡Los dueños del mundo!

Como si lo anterior fuera poco, Karpova comenta que la Reserva Federal (la Fed) comprende 12 bancos, representados por un consejo de siete personas, y representantes de los cuatro grandes. Al final del día la Fed está controlada por los cuatro grandes privados: Black Rock, State Street, FMR (Fidelity) y Vanguard Group. A mi juicio, es muy probable que existan imprecisiones que serían producto de la propia opacidad de los megabanqueros.

En la fase de la “guerra geofinanciera (http://goo.gl/mJJLYn)”, lo que cuenta es la percepción de los analistas financieros de China y Rusia que sentencian la existencia de cuatro grandes y ocho familias, entre las que destacan los banqueros esclavistas Rothschild: controladores en su conjunto de otro tanto de megabancos y de la Fed.

¡Los amos del universo!

La propuesta final de Grecia para poner fin a la crisis: Mi intervención en la reunión del Eurogrupo del viernes

Yanis Varoufakis · · · · ·
21/06/15



“En esta hora penúltima de las negociaciones, inmediatamente antes de que ganen la mano sucesos incontrolables, todos nosotros tenemos una deuda moral, y no digamos una deuda política y económica, que es superar este impasse. No es hora de recriminaciones ni de acusaciones. Los ciudadanos europeos nos harán colectivamente responsables a todos nosotros por haber fracasado en la búsqueda de una solución viable. Aunque algunos, desorientados por los rumores de que una salida de Grecia no sería tan terrible y aun resultaría beneficiosa para el resto de la Eurozona, están resignados a ello, lo cierto es que una salida de Grecia desencadenaría fuerzas destructivas que nadie podría dominar. Los ciudadanos de toda Europa no apuntarán a las instituciones, sino a sus ministros de finanzas electos, a sus primeros ministros electos y a sus presidentes electos. Después de todo, nos han elegido a todos nosotros para promover la prosperidad compartida de Europa y para evitar escollos que puedan abrir vías de agua en Europa.”

El único antídoto a la propaganda y a las “filtraciones” maliciosas es la transparencia. Tras tanta desinformación respecto de mi presentación ante el Eurogrupo de la posición del gobierno griego, la única respuesta es publicar en su tenor literal las palabras que allí pronuncié. Leedlas y juzgad por vosotros mismos si las propuestas del gobierno griego constituyen una buena base de acuerdo:

“Colegas:

Hace cinco meses, en mi primera intervención ante el Eurogrupo, les manifesté que el nuevo gobierno griego se enfrentaba a una tarea dual:

Teníamos que conseguir ganarnos una divisa preciosa sin malbaratar un importante bien de capital.

Esa divisa preciosa que tendríamos que ganarnos era la confianza, aquí, entre nuestros socios europeos, y en el marco de las instituciones. Para acuñar esa divisa preciosa necesitaríamos un paquete de reformas significativas y un plan de consolidación fiscal creíble.

El importante bien de capital que no podríamos permitirnos malbaratar era la confianza del pueblo griego, que tendría que arrostrar las consecuencias de cualquier programa de reformas acordado para poner fin a la crisis griega. El requisito básico para no malbaratar ese capital era, y sigue siendo, uno. A saber: la esperanza tangible de que el acuerdo que traigamos con nosotros a Atenas:

  • sea el que menos tengamos que lamentar en las presentes condiciones de crisis;
  • incluya un paquete de reformas que ponga fin a esta ininterrumpida recesión de seis años;
  • no golpee salvajemente a los pobres como hicieron las anteriores reformas;
  • haga sostenible nuestra deuda creando genuinas perspectivas del regreso de Grecia a los mercados monetarios y poniendo fin a la indigna dependencia de nuestros socios en punto a devolver los préstamos de ellos recibidos.
Han pasado 5 meses, el fin del camino está a ya a la vista, pero nada de eso ha logrado materializarse. Es verdad: hemos acercado posiciones en el Grupo de Bruselas. ¿Hasta qué punto? En materia fiscal las posiciones están muy cerca, especialmente en lo atinente a 2015. Para 2016 las diferencias subsistentes montan un 0,5% del PIB. Nosotros hemos propuesto medidas paramétricas del 2% frente al 2,5% en el que insisten las instituciones. Déjenme decirles que sería un error mayúsculo permitir que una ínfima diferencia de este tipo llegara a causar daños gigantescos a la integridad de la Eurozona. También se ha logrado converger en un amplio abanico de asuntos.

Sin embargo, tengo que reconocer que nuestras propuestas no han logrado inspirar en ustedes la confianza necesaria. Y al propio tiempo, las propuestas de las instituciones que el Sr. Juncker trasladó al primer ministro Tsipras no pueden generar la esperanza que nuestros ciudadanos necesitan. Así pues, hemos llegado a un impasse.

En esta hora penúltima de las negociaciones, inmediatamente antes de que ganen la mano sucesos incontrolables, todos nosotros tenemos una deuda moral, y no digamos una deuda política y económica, que es superar este impasse. No es hora de recriminaciones ni de acusaciones. Los ciudadanos europeos nos harán colectivamente responsables a todos nosotros por haber fracasado en la búsqueda de una solución viable.

Aunque algunos, desorientados por los rumores de que una salida de Grecia no sería tan terrible y aun resultaría beneficiosa para el resto de la Eurozona, están resignados a ello, lo cierto es que una salida de Grecia desencadenaría fuerzas destructivas que nadie podría dominar. Los ciudadanos de toda Europa no apuntarán a las instituciones, sino a sus ministros de finanzas electos, a sus primeros ministros electos y a sus presidentes electos. Después de todo, nos han elegido a todos nosotros para promover la prosperidad compartida de Europa y para evitar escollos que puedan abrir vías de agua en Europa.

Nuestro mandato político es el de encontrar un compromiso honorable y factible. ¿Tan difícil es eso? Nosotros creemos que no. Hace unos días, Oliver Blanchard, el economista jefe del FMI, publicó un artículo titulado “Grecia: un acuerdo creíble requerirá decisiones difíciles por parte de todos”. Lleva razón. Las cuatro palabras operativas son: “por parte de todos”. El Dr. Blanchard observa que: “En el núcleo de las negociaciones se halla una simple cuestión. ¿Cuánto ajuste debe realizar Grecia, cuánto ajuste deben realizar sus acreedores oficiales?”.

Que Grecia necesita ajuste, está fuera de duda. La cuestión, sin embargo, no es cuánto ajuste necesita hacer Grecia. Es más bien qué tipo de ajuste. Si por “ajuste” entendemos consolidación fiscal, recortes de salarios y pensiones e incrementos de tipos impositivos, es claro que hemos hecho más que ningún otro país en tiempos de paz.

El déficit fiscal estructural –o cíclicamente ajustado— del sector público trocó en superávit a lomos de un ajuste del 20% que “batió todos los récords mundiales”.
  • Los salarios cayeron un 37%.
  • Las pensiones experimentaron una reducción del 48%.
  • El empleo público disminuyó un 30%.
  • El gasto de consumo se recortó un 33%.
  • Incluso el crónico déficit griego por cuenta corriente cayó un 16%.
Nadie puede decir que Grecia no se ajustado a sus nuevas circunstancias luego de 2008. Pero lo que sí podemos decir es que ese ajuste gigantesco, necesario o no, ha producido más problemas que los que ha resuelto:

  • El PIB real agregado cayó un 27%, mientras que el PIB nominal siguió cayendo trimestre tras trimestre durante 18 trimestres seguidos, y sigue cayendo.
  • El desempleo se disparó hasta el 27%.
  • El empleo sumergido llegó al 34%.
  • Los bancos están trabajando con créditos no rentables y la morosidad ronda el 40%. 
  • La deuda pública rebasa el 180% del PIB.
  • Los jóvenes laboralmente calificados están abandonado Grecia en tropel.
  • La pobreza, el hambre y la privación energética han registrado incrementos normalmente ligados a situaciones de guerra.
  • La inversión en capacidad productiva se ha evaporado.
Así pues, la primera parte de la cuestión planteada por el Dr. Blanchard –“¿cuánto ajuste necesita hacer Grecia?”— ha de contestarse así: Grecia necesita mucho ajuste; pero no el mismo tipo de ajuste que hemos tenido en el pasado. Necesitamos más reformas, no más recortes. Por ejemplo:

Necesitamos ajustarnos a una nueva cultura de pago de impuestos, no a unos tipos más altos de IVA, que lo único que consiguen es robustecer los incentivos al fraude y acarrear mayor pobreza a los ciudadanos que observan la ley.
Necesitamos hacer sostenible el sistema de pensiones erradicando el trabajo sin paga, minimizando las jubilaciones anticipadas, eliminando el fraude de los fondos de pensiones, favoreciendo el empleo, no –como piden las instituciones— erradicando el tramo de solidaridad de los más humildes entre los que perciben pensiones bajas, lo que no haría sino hundir aún más en la pobreza a los más pobres entre los pobres despertando la hostilidad popular masiva contra otros conjuntos de medidas de las llamadas reformas.

En nuestras propuestas a las instituciones, hemos ofrecido: 

  • Una amplia (pero optimizada) agenda de privatización que abarca el período 2015-2025.
  • La creación de una Autoridad Fiscal y Aduanera plenamente independiente (bajo la égida y el control del Parlamento). 
  • Un Consejo Fiscal que supervise el presupuesto público.
  • Un programa a corto plazo para limitar las ejecuciones hipotecarias y gestionar el crédito moroso.
  • Reformas judiciales y del código procesal civil.
  • La liberalización de muchos mercados de productos y servicios (con protecciones para los valores de las clases medias y los profesionales que son parte constituyente de la urdimbre de la vida social). 
  • La eliminación de muchas tasas perjudiciales.
  • Reformas de la administración pública (introducción de sistemas de evaluación del personal, reducción de costes no salariales, modernización y unificación de las remuneraciones en el sector público). 
Además de esas reformas, las autoridades griegas han solicitado asesoramiento a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para ayudar a diseñar, llevar a cabo y controlar una segunda serie de reformas. Ayer mismo, me reuní con el Secretario Gneral de la OCDE, el señor Ángel Gurría, y su equipo para anunciar ese programa conjunto de reforma completado con un itinerario específico:

  • Un gran Mecanismo Anticorrupción e instituciones efectivas para sostenerlo (especialmente en el ámbito de las contrataciones).
  • Liberalización del sector de la construcción, incluido el mercado y las regulaciones de los materiales de construcción.
  • Liberalización del comercio mayorista.
  • Código de prácticas para los medios de comunicación (electrónicos e impresos) 
  • Centros de ventanilla única que erradiquen los estorbos burocráticos para hacer negocios en Grecia.
  • Reforma del sistema de pensiones, con el énfasis puesto en un estudio actuarial propiamente dicho y a largo plazo, en la reducción progresiva de las jubilaciones anticipadas, la reducción de los costes operativos de los fondos de pensiones y la consolidación del fondo de pensión, en vez de un mero recorte de pensiones. 
Sí, colegas, los griegos necesitan ulteriores ajustes. Necesitamos desesperadamente reformas profundas. Pero yo les urjo a tomar seriamente en consideración esta importante diferencia entre: 

reformas que atacan comportamientos parasitarios, buscadores de renta, o ineficiencias, y cambios paramétricos que aumentan los tipos fiscales y reducen las prestaciones a los más débiles.

Necesitamos muchas más reformas reales y muchas menos reformas de tipo paramétrico.

Mucho se ha dicho y escrito sobre nuestro “retroceso” en la reforma del mercado laboral y nuestra determinación de reintroducir protección para los trabajadores asalariados a través de acurdos logrados con negociaciones colectivas. ¿Se trata de una obsesión izquierdista nuestra que pone en riesgo la eficiencia? Pues no, colegas, no es así. Tomemos el ejemplo del rimero de jóvenes trabajadores en muchas cadenas comerciales que son despedidos cuando están a punto de cumplir 24 años para que el empleador pueda contratar en su puesto a trabajadores más jóvenes y evitarse pagar el salario mínimo normal, que es mayor para empleados de más de 24 años. O el ejemplo de los empleados a tiempo parcial por 300 euros al mes a los que se obliga a trabajado a jornada completa bajo amenaza de despido. Sin negociación colectiva, ese tipo de abusos proliferan, con pésimos efectos para la competición (puesto que los empleadores decentes están en posición de desventaja frente a los que carecen de escrúpulos), pero también con pésimos efectos en los fondos de pensiones y en los ingresos públicos. ¿Puede alguien pensar seriamente que la introducción de una negociación colectiva bien concebida, en colaboración con la OIT y la OCDE, constituye una “reversión de la reforma”, un ejemplo de “retroceso”?

Para volver brevemente a las pensiones, se ha hecho mucho ruido con el hecho de que las pensiones monta ahora más que en el pasado: representan un 16% del PIB. Pero consideren esto: las pensiones han encogido un 40%, y el número de pensionistas se ha mantenido estable. De manera que el gasto en pensiones ha bajado, no subido. Ese 16% es debido no a un gasto mayor en pensiones, sino –todo lo contrario— a una espectacular caída del PIB, que trajo consigo una igualmente drástica reducción de las contribuciones a causa de la caída del empleo y el acelerado crecimiento del trabajo sumergido.

Nuestro supuesto retroceso en las reformas de las pensiones consiste en que hemos suspendido ulteriores reducciones en unas pensiones que ya han perdido el 40% de su valor mientras los precios de los bienes y servicios que los pensionistas necesitan, por ejemplo, los medicamentos, apenas se han movido. Consideren este hecho relativamente desconocido: alrededor de 1 millón de familias sobreviven hoy de la magra pensión de un abuelo o de una abuela, mientras el resto de la familia se halla en el paro: y eso, en un país en el que sólo el 9% de los parados está cubierto por las prestaciones de desempleo. Recorten esta solitaria y modesta pensión, lanzarán a la calle a toda una familia.

Por eso no dejamos de decir a las instituciones que sí, que necesitamos una reforma de las pensiones, pero que no pueden ustedes sacar un 1% del PIB de las pensiones sin causar una viva y masiva miseria y una viva ola recesiva, en la medida en que esos mil ochocientos millones de euros multiplicados por un gran multiplicador fiscal (rayano en el 1,5) se sustraerían al flujo circular de ingresos. Si todavía existieran pensiones generosas, cuyo recorte tuviera impacto fiscal significativo, lo haríamos. Pero la distribución de las pensiones está tan comprimida, que para lograr un ahorro de esa magnitud habría que tocar las pensiones de los más pobres. Esa es la razón, supongo yo, de que las instituciones nos pidan eliminar de las pensiones el suplemento de solidaridad a los más pobres entre los pobres. Y es por esa misma razón que nosotros contraproponemos a eso reformas propiamente dichas: una drástica reducción –rayana en la eliminación— de las jubilaciones anticipadas, la consolidación del fondo de pensiones e intervención en el mercado laboral para reducir el volumen de trabajo sumergido.

Las reformas estructurales promueven el potencial de crecimiento. Pero los meros recortes en una economía como la griega lo que promueven es la recesión. Grecia debe ajustarse introduciendo reformas genuinas. Pero al mismo tiempo, y para volver a la respuesta del Dr. Blanchard, las instituciones necesitan ajustar su definición de lo que constituyen reformas generadoras de crecimiento: necesitan reconocer que los recortes paramétricos y las subidas de impuestos no son reformas, y que, al menos en el caso de Grecia, lo que han hecho es socavar el crecimiento.

Los colegas han venido repitiendo en el pasado, y tal vez lo vuelvan a repetir, que nuestras pensiones son demasiado altas en comparación con las de su población mayor retirada, y que resulta inaceptable que el gobierno griego espere de ellos que sostengan la factura de nuestros jubilados. Permítanme que sea particularmente claro en este punto: jamás les hemos pedido que subsidien nuestro Estado, nuestros salarios, nuestras pensiones o nuestro gasto público. El Estado griego vive en la medida de su posibilidades. En los pasados cinco meses, y a pesar de tener acceso cero a los mercados y de haber hecho cero reembolsos, hemos logrado devolver en plazo el dinero a nuestros acreedores. Y pretendemos seguir haciéndolo.

Yo comprendo que despierte preocupación la posibilidad de que nuestro gobierno recaiga en el déficit primario: y esa es la razón de que las instituciones nos urjan a aceptar mayores incrementos del IVA y mayores recortes de pensiones. Aunque nuestra opinión es que bastará el anuncio de un acuerdo viable para disparar la actividad económica y generar un superávit primario sano, comprendo perfectamente bien que nuestros acreedores y socios tienen motivos para ser escépticos y exigir garantías, una especie de póliza de seguros contra una posible deriva manirrota por parte de nuestro gobierno. Eso es lo que anda por detrás del llamamiento del Dr. Blanchard al gobierno griego para que ofrezca “medidas verdaderamente creíbles”. Muy bien; pues ahí va la idea de una “medida verdaderamente creíble”:

En vez de discutirnos por medio punto porcentual de medidas (o por si esas medidas fiscales serán todas de tipo paramétrico o no), ¿por qué no consideramos una reforma permanente más amplia y más profunda? Un sistema de frenos automáticos del déficit legislado y controlado por el Consejo Fiscal independiente que hemos acordado ya con las instituciones? El Consejo Fiscal controlaría la ejecución presupuestaria del Estado semanalmente, emitiría alertas si pareciera que se viola el objetivo mínimo de superávit primario y, llegado el caso, dispararía reducciones automáticas generalizadas, horizontales a todos los niveles, a fin de prevenir una caída por debajo del umbral preacordado. Por esta vía se pone por obra un sistema a prueba de fallos que garantiza la solvencia del Estado griego, al tiempo que el gobierno griego conserva el espacio político necesario para seguir siendo soberano y capaz de gobernar en un contexto democrático. Consideren esto una propuesta en firme que nuestro gobierno pondrá en ejecución inmediatamente después del acuerdo.

Dado que nuestro gobierno nunca más volverá a tener necesidad de tomar préstamos de los contribuyentes de ustedes o de los contribuyentes que más mediatamente están detrás del FMI, no tiene sentido un debate entre Estados miembros que compiten sobre qué pensionistas sobre más pobres, instigando una carrera hacia el abismo. El debate debe versar, en cambio, sobre la devolución de la deuda. ¿Qué volumen deben tener nuestros superávits primarios? ¿Crea alguien seriamente que la tasa de crecimiento es independiente del objetivo primario fijado? El FMI entiende cabalmente que ambas cifras están vinculadas endógenamente, razón por la cual debe considerar al mismo tiempo la deuda pública de Grecia.

Nuestro gran gasto de deuda debe considerarse como un enorme pasivo fiscal no financiado. Aunque es verdad que las fragmentaciones de nuestra deuda acometidas por Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFFE, por sus siglas en ingles) y por el Servicio Griego de Préstamos (GLF, por sus siglas en inglés) son a largo plazo y la tasa de interés no es elevada, lo cierto es que el pasivo fiscal sin financiación del Estado griego, nuestra deuda, es como un componente grumoso que impide ahora mismo la inversión y la recuperación. Me refiero aquí a los 27 mil millones en bonos del Programa de Compra de Valores (SMP, por sus siglas en inglés) de que es tenedor el BCE. Se trata de un pasivo no financiado a corto plazo al que los potenciales inversores en Grecia miran con el rabillo del ojo y se retraen, porque advierten que ese hiato de 27 mil millones en los libros del BCE impiden a Grecia aprovecharse de las ventajas de la flexibilización cuantitativa del BCE en el preciso momento en que ese programa se pone por obra y está alcanzado su máxima capacidad en punto a ayudar a los países que sufren el azote de la deflación. ¡Es una cruel ironía que el país más castigado por la deflación sea el único excluido del remedio antideflacionario proporcionado por el BCE! Y está excluido a causa de ese hiato de 27 mil millones.

Nuestra propuesta en este frente es simple, eficiente y mutuamente ventajosa. No proponemos más fondos, ni un solo euro nuevo más, para nuestro Estado. Imaginemos el siguiente acuerdo en tres partes que podría anunciarse en los próximos días:

Parte 1: Reformas profundas, incluido el sistema de frenos automáticos del déficit que he mencionado.

Parte 2: Una racionalización del esquema de devolución de la deuda griega conforme a las líneas que siguen. Primero, para efectuar una recompra al SMP, Grecia adquiere un nuevo préstamo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM, por sus siglas en inglés), luego recompra los bonos del SMP al BCE y los retira. Para garantizar ese préstamo, estamos de acuerdo en que la agenda de reformas profundas sea la común condicionalidad para el cumplimiento con éxito del actual programa y para asegurar el nuevo arreglo con el ESM que entraría en acción inmediatamente después y que discurriría en paralelo con la continuación del programa del FMI hasta fines de 2016. La financiación a corto plazo en el gran desembolso procedente del actual programa, y la financiación a corto y largo plazo, que se completa con la restitución de los beneficios del SMP –unos 9 mil millones de los restantes 27 mil—, que van a parar a una cuenta de garantía que se usará para honrar los pagos de Grecia al FMI.

Parte 3: Un programa de inversiones para relanzar la economía griega financiado por el Plan Juncker, el Banco Europeo de Inversión –con el que estamos ya en conversaciones—, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y otros socios que serán invitados a participar, también en relación con nuestro programa de privatización y con el establecimiento de un banco de desarrollo concebido para desarrollar, reformar y colateralizar los activos públicos, incluidos los bienes raíces.

¿Puede alguien realmente dudar de que este anuncio en tres partes alteraría espectacularmente el estado de ánimo; de que animaría a los griegos a trabajar arduamente con la esperanza de un futuro mejor; de que invitaría a los inversores a invertir en un país, los precios de cuyos activos han caído tan drásticamente; de que daría, en fin, confianza a los europeos de que Europa puede hacer, ya sea en la penúltima hora, lo correcto?

Colegas: en este momento crítico es peligrosamente fácil pensar que nada puede hacerse. No caigamos presas de ese estado mental. Podemos forjar un buen acuerdo. Nuestro gobierno se atendrá al mismo. Con ideas. Y resuelto a cultivar las dos formas de confianza necesarias para poner fin al drama griego: vuestra confianza en nosotros y la confianza de nuestro pueblo en la capacidad de Europa para desarrollar políticas que funcionen para él, y ya no contra él.”

Yanis Varoufakis, ministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Fue recientemente profesor invitado en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.



Traducción para www.sinpermiso.info: Antoni Domènech



sinpermiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo de subvención pública ni privada, y su existencia sólo es posible gracias al trabajo voluntario de sus colaboradores y a las donaciones altruistas de sus lectores.


El arma secreta del crecimiento: Los pobres y la clase media

Publicado en 

(Versión en English)
El tamaño actual de la brecha entre ricos y pobres es el más grande que se ha registrado en décadas en los países avanzados, y la desigualdad también está en aumento en los principales mercados emergentes (gráfico 1). Cada vez está más claro que estas circunstancias tienen profundas implicaciones económicas.
Según investigaciones previas del FMI, la desigualdad del ingreso es perjudicial para el crecimiento y su sostenibilidad. Nuestro nuevo estudio demuestra que lo que incide en el crecimiento no es solo la mera desigualdad del ingreso, sino la propia distribución del ingreso.
En concreto, se observa que si en un país los ricos se enriquecen un punto porcentual, eso reduce el crecimiento del PIB del país a lo largo de los cinco años siguientes 0,08 puntos porcentuales, mientras que si los pobres y la clase media se enriquecen un punto porcentual, eso puede elevar crecimiento del PIB hasta 0,38 puntos porcentuales (gráfico 2). Dicho de forma sencilla, al elevar los ingresos de los pobres y la clase media se puede ayudar a mejorar las perspectivas de crecimiento para todos.
¿Por qué sucede esto?
Una posible explicación es que los pobres y la clase media tienden a consumir una mayor fracción de su ingreso que los ricos. Si fluye más dinero a estos segmentos de la sociedad, estos consumirán en lugar de ahorrar, elevando así la demanda y dando un impulso al crecimiento agregado a corto plazo. Es decir, los pobres y la clase media son los motores fundamentales del crecimiento. Pero como la desigualdad está en aumento, esos motores están perdiendo potencia.
A más largo plazo, una desigualdad persistente significa que los pobres y la clase media tendrán menos oportunidades para instruirse, reforzar sus aptitudes e ir en busca de sus sueños empresariales, y el resultado, la productividad de la mano de obra y el crecimiento se ven mermados.
Factores en juego
La desigualdad ha estado reduciéndose en ciertos focos de prosperidad en América Latina, África subsahariana, Oriente Medio y el Norte de África. Pero incluso en estas regiones no hay mucho margen para ser complacientes, dada la desigualdad generalizada en lo que se refiere a acceso a la educación, servicios de salud y finanzas. En África subsahariana y el mundo árabe, por ejemplo, alrededor de la mitad de los segmentos más pobres de la población tienen menos de cuatro años de instrucción (gráfico 3). En términos más generales, en los países en desarrollo los pobres tienen escaso acceso a servicios de salud y financieros.
Además de analizar las consecuencias de la desigualdad, nuestro estudio también examina algunas de las causas. Los resultados indican que la creciente desigualdad del ingreso obedece a muchos factores comunes, que van más allá del grado de desarrollo económico del país. Uno de esos factores es el cambio tecnológico, que puede elevar la demanda de mano de obra calificada a costa de la menos calificada, en vista de la eliminación de puestos de trabajo debido a la automatización o al hacer necesarias aptitudes más avanzadas para conservar ciertos empleos. Otro factor es el menoscabo de ciertas instituciones del mercado laboral (como por ejemplo el menor poder de los sindicatos).
Estos factores fomentan el crecimiento y la productividad en términos generales, pero también tienden a incrementar la desigualdad, al menos si no se adoptan medidas compensatorias. Aunque en menor medida, la globalización también ha contribuido al aumento de la desigualdad.
Se observa que el aumento de la prima por aptitud —es decir, la diferencia salarial entre los trabajadores calificados y los no calificados— está vinculada a una disparidad cada vez mayor del ingreso en los países avanzados. La profundización financiera —o la expansión del crédito bancario y de los mercados financieros— está ligada a un aumento de la desigualdad en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Esto es especialmente cierto en las primeras etapas de la profundización financiera, ya que el segmento de la población con acceso a servicios financieros es reducido, si bien los beneficios se van ampliando a medida que las economías se desarrollan.
Políticas que ayuden a los pobres
Lamentablemente, no hay una poción mágica para hacer frente a la desigualdad; las políticas adecuadas dependen de la capacidad de cada país, de sus instituciones, y, desde luego, del nivel de desarrollo y de su compromiso político.
En los países emergentes y en desarrollo, los gobiernos tienen que prestar más atención a la inclusión financiera, o garantizar que todos los segmentos de la población dispongan de acceso al crédito, de manera que todos tengan oportunidad de convertirse en empresarios o de obtener una educación. Obviamente, se deberán adoptar salvaguardias adecuadas para la estabilidad financiera. Pero dado que menos de un tercio de los pobres a escala mundial tiene acceso a una cuenta bancaria, la ampliación de la inclusión financiera encierra un enorme potencial para impulsar la igualdad del ingreso.
También hay políticas que ayudan a incrementar la distribución del ingreso de los pobres y la clase media en todos los países; por ejemplo, medidas que fomentan la calidad de la educación y los servicios de salud de manera inclusiva y equitativa. Las políticas sociales bien focalizadas, respaldadas por sistemas tributarios eficientes, podrían ayudar a disminuir la desigualdad, así como también lo harían instituciones del mercado laboral que no penalicen demasiado a los pobres y que más bien promuevan el pleno empleo productivo y trabajos dignos para todos.
Si se implementan bien, estas medidas rinden fruto. Y de eso da fe la reducción de la desigualdad del ingreso registrada en América Latina a lo largo de la última década, debido en parte a la ejecución de un gasto más inteligente en educación. De forma similar, en ciertos países nórdicos algo que también ha ayudado ha sido la tributación progresiva.
La reducción de la desigualdad y la pobreza es sin duda una tarea complicada, pero puede realmente marcar una diferencia: el crecimiento inclusivo y la reducción de la pobreza implican un crecimiento más sólido y duradero.

El final de juego en Grecia

By Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development, Professor of Health Policy and Management, and Director of the Earth Institute at Columbia University, is also Special Adviser to the United Nations Secretary

PARÍS – Después de meses de discusiones, la hora de la verdad entre Grecia y sus acreedores europeos se estancó en una deliberación sobre pensiones e impuestos. Grecia se niega a ceder a las demandas de sus acreedores de un recorte de los pagos a los pensionados y un aumento del impuesto al valor agregado sobre sus medicamentos y electricidad.

Las demandas de Europa -ostensiblemente destinadas a asegurar que Grecia pueda pagar su deuda externa- son petulantes, ingenuas y fundamentalmente autodestructivas. Al rechazarlas, los griegos no están jugando; están intentando sobrevivir.

No importa lo que se pueda decir sobre las políticas económicas pasadas de Grecia, su economía poco competitiva, su decisión de unirse a la eurozona o los errores que cometieron los bancos europeos cuando le otorgaron a su gobierno un crédito excesivo, la situación económica del país es sombría. El desempleo se mantiene en el 25%. La desocupación entre los jóvenes está en un 50%.

Es más, el PIB de Grecia se ha achicado un 25% desde el inicio de la crisis en 2009. Su gobierno es insolvente. Muchos de sus ciudadanos sufren hambre.

Las condiciones en Grecia hoy se asemejan a las de Alemania en 1933. Por supuesto, la Unión Europea no tiene que temer el ascenso de un Hitler griego, no sólo porque podría fácilmente aplastar un régimen de esas características, sino también -y más importante- porque la democracia de Grecia demostró ser extraordinariamente madura durante la crisis. Pero hay algo a lo que la UE sí debería tenerle miedo: la indigencia al interior de sus fronteras y las consecuencias perniciosas para la política y la sociedad del continente.

Desafortunadamente, el continente sigue dividido por líneas tribales. Los alemanes, finlandeses, eslovacos y holandeses -entre otros- no tienen tiempo para el sufrimiento de los griegos. Sus líderes políticos se ocupan de los suyos, no de Europa en ningún sentido verdadero. El alivio para Grecia es una cuestión especialmente tensa en países donde partidos de extrema derecha están en ascenso o los gobiernos de centroderecha enfrentan una oposición popular de izquierda.

Sin duda, los políticos europeos no son ciegos a lo que está sucediendo en Grecia. Tampoco han adoptado una actitud completamente pasiva. Al inicio de la crisis, los acreedores europeos de Grecia rechazaban el alivio de la deuda y cobraban tasas de interés punitivas sobre los fondos de rescate. Pero, conforme se intensificó el sufrimiento de los griegos, los responsables de las políticas económicas presionaron a los bancos del sector privado y otros tenedores de bonos para dar por perdidos la mayoría de sus reclamos. En cada etapa de la crisis, hicieron solamente lo que creían que toleraría su política nacional -no más.

En particular, los políticos de Europa se oponen a medidas que involucren directamente a los contribuyentes. El gobierno griego le ha pedido a Europa que cambie las deudas existentes por deudas nuevas para fijar tasas de interés bajas y vencimientos a más largo plazo. También ha solicitado que los pagos de intereses estén asociados al crecimiento económico. (Curiosamente no ha exigido recortes en el valor nominal de su deuda).

Pero un alivio de la deuda de estas características frente a los gobiernos europeos o el Banco Central Europeo siempre se mantuvo fuera de la mesa de conversaciones. Estas medidas probablemente requerirían votaciones parlamentarias en países de la eurozona, donde muchos gobiernos enfrentarían una intensa oposición pública -no importa cuán obvia sea la necesidad.

En lugar de confrontar los obstáculos políticos, los líderes de Europa se esconden detrás de una montaña de retórica beata y absurda. Algunos insisten con que Grecia termine su programa de pago, sin importar las consecuencias humanitarias y económicas -para no mencionar el fracaso de todos los gobiernos griegos anteriores a la hora de cumplir con sus términos-. Otros pretenden preocuparse por los posibles daños morales causados por el alivio de la deuda, a pesar del hecho de que la deuda del sector privado del país ha sido cancelada ante la insistencia de la UE, y de que hay decenas, si no cientos, de antecedentes para reestructurar las deudas de los países soberanos insolventes.

Hace casi un siglo, al final de la Primera Guerra Mundial, John Maynard Keynes pronunció una advertencia que todavía sigue siendo sumamente relevante hoy. Entonces, como ahora, los países acreedores (principalmente Estados Unidos) exigían que los países altamente endeudados saldaran sus deudas. Keynes sabía que una tragedia estaba en ciernes.

"¿Querrán los pueblos descontentos de Europa, en la generación venidera, ordenar sus vidas en tal forma que una parte apreciable de su producción diaria se dedique a hacer un pago externo?", preguntaba en Las consecuencias económicas de la paz. "En una palabra, no creo que ninguno de estos tributos se siga pagando más que, en el mejor de los casos, unos pocos años".

Varios países europeos ahora parecen contentos de obligar a Grecia a entrar en default y provocar su salida del euro. Creen que los efectos colaterales se pueden contener sin pánico o contagio. Esta es una expresión de deseo típica entre los políticos. De hecho, es el tipo de imprudencia que llevó al secretario del Tesoro de Estados Unidos Hank Paulson a permitir que Lehman Brothers quebrara en septiembre de 2008, ostensiblemente para enseñarle al mercado una "lección". Alguna lección; todavía estamos intentando recuperarnos del error garrafal de Paulson.

De la misma manera, Keynes observaba con horror cómo los responsables de las políticas económicas se equivocaban una y otra vez en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, durante los levantamientos de los años 1920 y en la Gran Depresión de los años 1930. En 1925, Keynes criticó la indiferencia de aquellos "que están sentados en el escalón superior de la máquina". Sostenía "que son inmensamente imprudentes en su desconsideración, en su vago optimismo y su cómodo convencimiento de que realmente nada grave va a suceder. Nueve de cada diez veces, nada grave realmente va a suceder -apenas una leve aflicción de algunos individuos o grupos-. Pero corremos el riesgo de la décima vez…"

Hoy, los acreedores europeos de Grecia parecen dispuestos a abandonar sus promesas solemnes sobre la irrevocabilidad del euro para insistir en recoger algunas migajas de los pensionados del país. Si logran avanzar con sus demandas, forzando una salida de Grecia, el mundo nunca más volverá a confiar en la longevidad del euro. Como mínimo, los miembros más débiles de la eurozona sufrirán mayores presiones del mercado. En el peor escenario, se verán afectados por un nuevo círculo vicioso de pánico y corridas bancarias, arruinando a la vez la incipiente recuperación europea. En un momento en que Rusia pone a prueba la decisión de Europa de resolver los conflictos del este, el momento elegido por Europa para hacer apuestas no podría ser peor.

El gobierno griego tiene razón en poner límites. Es responsable frente a sus ciudadanos. La verdadera elección, después de todo, no está en manos de Grecia, sino de Europa.



Read more at http://www.project-syndicate.org/commentary/greece-endgame-eurozone-default-by-jeffrey-d-sachs-2015-06/spanish#o0cKW9P5aGifrjyH.99

El sueño de un buzo: los prístinos arrecifes coralinos protegidos de Cuba

Chris Gillette • 21 de junio, 2015


MARÍA LA GORDA, Cuba — Los arrecifes coralinos y las aguas claras como ginebra frente a la costa de Cuba ofrecen algo del mejor buceo en el Caribe y algunos de los arrecifes mejor preservados del mundo.

Y si las restricciones de viajes al turismo norteamericano son eliminadas algún día, la remota península de Guanahacabibes bien pudiera convertirse en un destino popular entre los buzos norteamericanos.

La reserva terrestre y marina incluye unos 518 kilómetros cuadrados en el extremo más occidental de Cuba, a unos 217 kilómetros de La Habana. Penetra en el Caribe con bosques protegidos en tierra, un mar color aguamarina que lamen playas de arenas blancas, y prístinos lechos coralinos hirvientes de una colorida variedad de peces cerca de la costa.

De alguna forma, la península está tan congelada en el tiempo como otros aspectos de la vida en Cuba, donde autos de 50 años son comunes y la Wi-Fi es escasa.

Pero la ausencia de cambio ha tenido aquí un aspecto positivo resguardando a los arrecifes de Cuba de la degradación evidente en lechos coralinos de otras partes. La ausencia de residuos agrícolas, poco desarrollo costero y estrictas leyes en defensa del medio ambiente han ayudado a mantener saludables los arrecifes de Cuba.

Dicho esto, varios factores impiden que Guanahacabibes se convierta en una importante atracción turística a corto plazo.

Por una parte, aunque el presidente Barack Obama ha relajado los límites de los viajes a Cuba, ir a Cuba desde EE.UU. por razones puramente turísticas sigue estando prohibido por la ley norteamericana. La administración Obama ha dicho que cree que más visitas de norteamericanos a Cuba acelerarán las reformas en la Isla. Pero los críticos de Obama dicen que el turismo de EE.UU. sencillamente alimenta con efectivo los cofres de agencias gubernamentales, como la compañía de turismo dirigida por militares que organiza el buceo en María La Gorda, el destino dentro de la reserve de Guanahacabibes.

Sin embargo, a pesar de la prohibición de viajar, miles de norteamericanos visitan a Cuba, algunos volando desde terceros países como México y Bahamas, otros certificando que sus viajes cumplen las normas para categorías permitidas como los viajes educacionales o culturales.

Otro impedimento al turismo aquí en Guanahacabibes está el viaje por carretera de cinco horas desde La Habana por caminos tortuosos para llegar a María La Gorda.

Por último, aunque viajeros internacionales y cubanos adinerados se recrean en la zona, disfrutando con entusiasmo de las vistas submarinas, no ofrece el tipo de confort al que están acostumbrados los norteamericanos.

“No, no hay manera de que vayan a estar preparados para ellos”, dijo el buzo norteamericano Tony Dorland, de 51 años, un contratista de Chicago que ha visitado la Isla numerosas veces para bucear. Dorland dijo que a los norteamericanos les gusta tener toda la parafernalia cuando viajan, pero va a ser para la gente que sabe que esta es la forma en que los europeos viajan, no la manera en que viajan los norteamericanos”.

El centro de buceo tiene la atmósfera de un campamento de verano: escasas habitaciones hoteleras (aunque al menos tienen aire acondicionado) y un buffet que sirve comida nada imaginativa de arroz, frijoles y pollo, carne de res o el ubicuo cerdo por el que Cuba es famosa. Y como está situado en el borde de una reserva protegida, no hay otras opciones para los visitantes en kilómetros a la redonda.

A pesar de la ausencia de lujos, las atracciones del mar satisfacen hasta a los buzos más exigentes: aguas claras, espectaculares cabezas coralinas de 18 metros de alto y abundancia de vida marina.

Manuel Mons, de 55 años, un gerente de marketing de una agencia de turismo operada por el gobierno cubano, dice que Cuba es singularmente apropiada para el ecoturismo debido a su ausencia de desarrollo y estrictas leyes de protección al medio ambiente.

“Se bucea en un área protegida, así que no hay áreas bajo presión de actividades humanas”, dijo Mons. “Por el contrario, la política es de conservación, así que se supone que bajo esta política de conservación se mantendrá de esta manera durante mucho tiempo”.

Pero reconoció que si la zona quiere atraer y satisfacer a los turistas norteamericanos en el futuro, “necesitamos mejorar nuestra infraestructura”.

(Tomado de The Washington Post)

Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.

Progreso Semanal/ Weekly autoriza la reproducción total o parcial de los artículos de nuestros periodistas siempre y cuando se identifique la fuente y el autor.