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sábado, 5 de diciembre de 2015

Nuevos pozos de petróleo en Cuba se perforarán dentro de un año

"Tanto los inversionistas extranjeros como los especialistas cubanos están muy esperanzados con los resultados de esta segunda campaña de perforación", afirma Manuel Marrero, asesor para temas petroleros del Ministerio de Energía y Minas


En diciembre de 2016 compañías angolanas y venezolanas comenzarán a perforar pozos de petróleo, a más de 2 500 metros de profundidad de tirante de agua, en la Zona Económica Exclusiva de Cuba (ZEE), en el Golfo de México.

"Tanto los inversionistas extranjeros como los especialistas cubanos están muy esperanzados con los resultados de esta segunda campaña de perforación", afirmó Manuel Marrero Faz, asesor para temas petroleros del Ministerio de Energía y Minas (Minem).

El funcionario comentó que en estos momentos se excavan pozos horizontales que comienzan en tierra y llegan hasta distancias récords dentro de las aguas territoriales. "Estamos perforando un pozo en la zona de Varadero, hacia la Bahía de Matanzas, que tiene una longitud en proyecto de unos ocho kilómetros. El futuro de la exploración petrolera en nuestro país está en el mar, tanto en aguas profundas y ultraprofundas de la ZEE, como en el mar territorial".

Actualmente existen ocho bloques en tierra contratados con compañías extranjeras, y otros tres en proceso de negociación. En las labores están implicadas empresas de diversos países, como Canadá, Rusia, Venezuela, Australia, Vietnam y Colombia.

En cuanto a la Zona Económica Exclusiva, Marrero Faz explicó que allí se han realizado 32 000 kilómetros lineales y 12 200 kilómetros cuadrados de estudios sísmicos. De igual forma han tenido lugar investigaciones electromagnéticas y aeromagnéticas en el mar, donde la profundidad oscila entre 1 200 y 3 000 metros.

Los cuatro pozos perforados hasta ahora, aunque resultaron secos, han brindado mucha información geológica que ha servido para la firma de presentes y futuros contratos con Cuba para nuevas excavaciones de exploración, argumentó el directivo.

Recuento

El inicio de la exploración petrolera en la Isla data de 1881, cuando ya habían algunas empresas de energía operando en el país. En esa primera etapa el objetivo no era el petróleo tal cual, sino el asfalto, que se explota en superficie, como una mina a cielo abierto.

Se trata de la destrucción de un campo petrolero: el crudo fluye hacia la superficie, allí se combina con el oxígeno y pierde propiedades, se hace más viscoso, más denso. A finales del siglo XIX y principios del XX se exportaban anualmente millones de toneladas de asfalto cubano hacia Estados Unidos.

Según los escasos registros que se conservan, el primer pozo, perforado en Motembo, al este de Villa Clara, ofreció un crudo de mucha calidad, sin embargo las producciones eran muy bajas, solo algunas decenas de barriles por día.

Luego se realizaron perforaciones en las inmediaciones de Villa Clara, en Matanzas y en Sancti Spíritus. Se descubrieron campos petroleros en Catalina, Cristales, Jarahueca, entre otros, en la región central. Entre las décadas de 1940 y 1950 se excavaron los pozos de Bacuranao y Cruz Verde, que también generaron producción. 

A partir de los años 60 empiezan a gestarse convenios con la URSS y el antiguo Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Comenzaron a realizarse muchos trabajos geológicos, no solo petroleros sino también regionales, de mapeo, de áreas con determinado riesgo sísmico, estudios de suelos, búsquedas de minerales no metálicos y sales… que realmente incrementaron muchísimo el conocimiento científico en Cuba.

Se llevaron a cabo campañas de perforación a nivel nacional, y a principio de los 70 se descubren los campos de Boca de Jaruco y de Varadero. Estos constituyen los dos yacimientos tipo de la franja petrolera cubana, los más estudiados y donde está la mayor densidad de pozos perforados.

En 1992 la actividad petrolera en la Mayor de las Antillas se abre a la inversión extranjera. A mediados de los 90 se transforma el paradigma de perforación de pozos verticales o ligeramente inclinados. En 1996 la firma canadiense Sherrit decide hacer la primera perforación de terminación horizontal, en el yacimiento de Puerto Escondido, que ya se conocía pero se explotaba mediante pozos verticales, que no producían mucho. En esa excavación horizontal los volúmenes de crudo se multiplicaron por 10, hasta alcanzar 1 000, 2 000 barriles diarios.

Ello se debe a la geometría de los campos petroleros cubanos, que tienen formas similares a cúpulas, donde la mayor densidad de petróleo está en la parte alta. Se rompió un esquema de manera tan positiva, que hoy todos los pozos de la franja petrolera del norte del país tienen terminación horizontal. En estos momentos se están perforando pozos cercanos a los 7 000 metros de largo. O sea, que de cierta manera ya estamos produciendo petróleo costa afuera, pero desde tierra, porque los equipos de exploración se ponen muy cercanos a la línea del litoral, y los pozos terminan a cinco o seis kilómetros.

Esta práctica abarata notablemente las operaciones, pues así un pozo puede costar entre 15 y 20 millones de dólares, en cambio, en el mar, el valor sería de 150 y hasta 200 millones de dólares, para extraer el mismo crudo. Por lo tanto, la estrategia de Cuba es tratar de explotar todo lo que podamos desde tierra, para que el proceso sea más rentable.

Alrededor del 97 % de la producción petrolera cubana se concentra en la llamada Franja Norte de Crudo Pesado, entre La Habana y Matanzas. Aquí un buen pozo puede brindar más de 2 000 barriles diarios. El otro porciento proviene de pequeños depósitos en Ciego de Ávila y Sancti Spíritus, algunos de estos explotados hace más de 60 años.

Hoy día la Isla extrae alrededor de cuatro millones de toneladas de petróleo por año, volumen que se utiliza en su totalidad para generar electricidad, y satisface aproximadamente la mitad de la demanda energética nacional.

La negación del cambio climático de los republicanos

Nos enfrentamos a gente que le ha dado la espalda a la ciencia cuando esa actitud pone en peligro nada menos que el futuro de la civilización

PAUL KRUGMAN 5 DIC 2015 - 00:00 CET


El presidente francés Francois Hollande (izquierda), saluda a Barack Obama durante la cumbre del clima. / IAN LANGSDON (AFP)

Los historiadores futuros —si es que hay historiadores en el futuro— casi con seguridad dirán que el hecho más importante sucedido en el mundo en diciembre de 2015 fueron las conversaciones sobre el clima en París. Es cierto que nada de lo acordado allí bastará, por sí solo, para resolver el problema del calentamiento global. Pero las conversaciones podrían señalar un punto de inflexión, el principio de la clase de intervención internacional que se necesita para evitar la catástrofe. Claro que, podría no ser así; y estaríamos condenados. Y si lo estuviésemos, sabemos quién es el responsable: el Partido Republicano.

Sí, ya sé cómo reaccionarán muchos lectores: ¡qué partidista! ¡Qué exagerado! Pero lo que acabo de decir es una verdad evidente. Y la incapacidad de nuestros medios de comunicación, nuestros expertos y nuestro sistema político en general para afrontar esa verdad es un factor que contribuye de manera importante al peligro al que nos enfrentamos. Cualquiera que siga los debates políticos de EE UU sobre el medio ambiente sabe que los políticos republicanos, en su inmensa mayoría, se oponen a toda medida destinada a restringir las emisiones de gases de efecto invernadero, y que la mayoría rechaza el consenso científico sobre el cambio climático. El año pasado,PolitiFact solo fue capaz de encontrar ocho republicanos en el Congreso, de los 278 que componen la asamblea, que hubiesen hecho comentarios en público aceptando la realidad del calentamiento global provocado por el hombre. Y la mayoría de los aspirantes a la candidatura republicana a la presidencia están bien afianzados en el terreno anticientífico.

Sin embargo, puede que la gente no se dé cuenta de lo enorme que es el muro de negación del Partido Republicano, tanto en el ámbito de EE UU como en el mundo entero. A menudo oigo decir que la izquierda estadounidense es tan mala como la derecha en lo tocante a la ciencia, y menciona, por ejemplo, la histeria ante los alimentos genéticamente modificados o ante la energía nuclear. Pero, aunque crean que esas opiniones son comparables a la negación del cambio climático (que no lo son), no son más que puntos de vista defendidos por algunos miembros de la izquierda, no una ortodoxia impuesta a todo un partido por aquellos a quienes incluso mi compañero conservador David Brooks llama "policía del pensamiento".

Y la ortodoxia de la negación del cambio climático no se limita a afirmar que el consenso científico está en un error. Los congresistas republicanos de más rango se dejan llevar con frecuencia por extravagantes teorías conspirativas, y sostienen que las pruebas sobre el cambio climático son el producto de un engaño perpetrado por miles de científicos de todo el mundo. Y hacen todo lo posible por acosar e intimidar a los profesionales científicos.

Es algo que forma parte de una larga tradición: el famoso ensayo de Richard Hofstadter The Paranoid Style in American Politics [El estilo paranoico en la política estadounidense] se publicó hace medio siglo. Pero que ese estilo se apodere de uno de los dos grandes partidos es algo nuevo. También es algo sin parangón en el extranjero. Es cierto que los partidos conservadores de Occidente tienden a ser menos partidarios de actuar contra el cambio climático que los partidos de izquierdas. Pero en la mayoría de los países —de hecho, en todos salvo EE UU y Australia— esos partidos respaldan las medidas destinadas a restringir las emisiones. Y los republicanos de EE UU son los únicos que se niegan a admitir que haya siquiera un problema. Por desgracia, dada la importancia de EE UU, el extremismo de un partido en un país tiene unas consecuencias mundiales enormes.

En justicia, las elecciones de 2016 deberían considerarse un referéndum sobre ese extremismo. Pero es probable que no las presenten de ese modo. Lo que me lleva a algo que podríamos llamar 'el problema de la negación de la negación del cambio climático'. Parte de esta negación proviene de los republicanos moderados, que todavía los hay (solo que no ocupan cargos elegidos por votación). Estos moderados tal vez admitan que su partido ha perdido la noción de la realidad en lo tocante al clima, pero tienden a sostener que no será siempre así, que el partido recobrará la sensatez en cualquier momento. (Y, por supuesto, encontrarán motivos para apoyar a cualquier negacionista climático que el Partido Republicano elija como candidato presidencial).

Todo lo que sabemos del proceso que ha llevado a los republicanos hasta este punto nos dice que eso es fantasía. Pero es una fantasía que nublará la percepción de los ciudadanos. Más importante sea la negación inherente a las convenciones del periodismo político, que dictan que siempre se debe describir a los partidos de forma simétrica (que toda información sobre las posturas extremas adoptadas por una parte deben presentarse de tal modo que parezca que ambas partes actúan así). Lo hemos visto en el asunto de los presupuestos, donde algunos analistas que se autodenominan centristas criticaban a los republicanos por negarse en redondo a pensar en subidas de impuestos, pero, al mismo tiempo, hacían hincapié en sus críticas hacia el presidente Obama por oponerse a unos recortes del gasto que, de hecho, ha apoyado. Mi hipótesis es que las discusiones sobre el clima recibirán el mismo tratamiento.

Pero espero equivocarme, e insto a todos los que están fuera de la burbuja de la negación del cambio climático a que admitan con sinceridad la asombrosa y aterradora realidad. Tenemos delante a un partido que le ha dado la espalda a la ciencia en un momento en el que esa actitud pone en peligro nada menos que el futuro de la civilización. Esa es la verdad, y hay que afrontarla sin rodeos.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía de 2008.

© The New York Times Company, 2015.

Traducción de News Clips

ONG entiende a la sequía como asunto humanitario

El III Foro Humanitario Oxfam Latinoamérica y El Caribe enfatizó en la actual situación del Corredor Seco de Centroamérica.

En Cuba, la confederación apoya desde 1993 a comunidades como el municipio Jesús Menéndez, que apuestan al desarrollo local y la seguridad alimentaria.
En Cuba, la confederación apoya desde 1993 a comunidades como el municipio Jesús Menéndez, que apuestan al desarrollo local y la seguridad alimentaria.
Foto: Jorge Luis Baños_IPS
La Habana, 5 dic.- De muy fuerte y prolongada, fue calificada la sequía que sufre el Caribe y Centroamérica, por las y los 40 participantes del III Foro Humanitario Oxfam Latinoamérica y El Caribe, que se celebró en esta capital del 30 de noviembre al 4 de diciembre.
Por ello, esta organización internacional centra su respuesta en las personas afectadas por la escasez de agua, cuya principal causa radica en los efectos del fenómeno climático Oscilación del Sur El Niño (ENOS).
El evento, que acontece sin una frecuencia fija, pudiera estar activo en esta ocasión hasta la entrada de 2016, según el estadounidense International Research Institute for Climate and Society.
“Los años ENOS, sean débiles o fuertes como este, siempre provocan bajos rendimientos agrícolas”, indicó el agro-meteorólogo cubano Eduardo Valdés, uno de los especialistas que aportó datos actualizados sobre su impacto en Cuba.
En el conocido como Corredor Seco de Centroamérica, se estima que más de 3,5 millones de personas han sido afectadas por la sequía y las consecuencias de El Niño.
Se presentaron varias experiencias apoyadas por Oxfam de respuesta en la región.
Algunas de ellas consisten en la dotación de fondos o canastas de alimentos a las familias, sobre todo de agricultores pequeños, que han perdido sus cosechas por la situación cambiante y extrema del clima.
Giulio Fuganti, oficial humanitario de Oxfam en Nicaragua, compartió una iniciativa entre este país y Ecuador, que benefició a 480 familias durante tres meses, cuando sus reservas económicas estaban agotadas.
Fuganti aseguró que el principal resultado de la entrega de pequeños fondos fue garantizar la seguridad alimentaria del hogar en un momento crítico, y capacitar a las y los productores para hacer labores alternativas cuando sus parcelas no podían rendir frutos.
“Todavía se desconoce cuál será el impacto de ENOS en el mercado mundial de alimentos”, alertó la cubana Cecilia Fonseca, investigadora del estatal Instituto de Meteorología.
Ya en el Caribe se reportan pérdidas en las cosechas debido a la falta de agua, mientras en América del Sur El Niño ya comenzó a afectar zonas de Colombia, Perú y Bolivia.
Para Cuba, Fonseca informó que el clima pudiera ser “muy adverso” para los meses venideros.
Tras la sequía prolongada desde finales de 2014, se prevé que el período poco lluvioso 2015-2016, comprendido entre noviembre y abril, puede estar marcado por precipitaciones “por encima de la norma”, con las consecuentes inundaciones.
En los debates, se habló de la necesidad de preparar al campesinado en la aplicación de la meteorología para planificar las cosechas; contribuir con la seguridad alimentaria en la franja campesina, encargada de dar comida al resto de la población; lograr la justicia de género en el espacio rural y mejorar las capacidades ante los desastres, entre otros.
A la cita, acudieron representantes de coordinación humanitaria regional, de la sede de Oxfam a nivel global, de las campañas latinoamericanas Iguales y Crece, oficiales de comunicación y otras personas de Guatemala, Honduras, El Salvador, México, República Dominicana, Haití, Perú, Bolivia, Colombia, Paraguay y Cuba.
Oxfam es una confederación internacional con presencia en más de 90 países, con énfasis en el sector productivo y la población femenina. Su objetivo general es acompañar la búsqueda de soluciones duraderas a la justicia y la pobreza. (2015)