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miércoles, 22 de junio de 2016

Libro "Cuba año 2025". Parte VIII


Juan M Ferran Oliva, 

El éxodo


El triunfo del Movimiento 26 de Julio  ocasionó una suerte de diáspora tropical. Durante muchos años los cubanos se escindieron en dos bandos bien definidos. Quienes se sintieron real, potencial o imaginariamente perjudicados, optaron por irse del país. Quedarse implicaba tácitamente una aprobación de los cambios revolucionarios. Era, por supuesto, una convención maniquea.

En los primeros años se lograron avances sociales pero algunos fueron espejismos prontamente  desvanecidos. Los desaciertos primeros estuvieron vinculados con el  infantilismo político. Después prevaleció un desdén contumaz hacia los mecanismos de mercado. En los años inmediatos a 1959, en medio de la ansiedad por introducir mejoras sociales, los dirigentes hablaron en verso. Cuando se impuso la realidad hubieron de apelar a la ruda prosa. Como reza un dicho criollo: una cosa es con guitarra y otra con violín.

El arrebato del triunfo convocó a prácticamente todos los cubanos, pero la inmensa masa comenzó a erosionarse con las transformaciones. En breve empezó un éxodo político que para muchos parecía temporal. Los primeros  que abandonaron el país fueron los seguidores de Batista que huían del castigo por crímenes o corrupción. Les siguieron los descalabrados por las nacionalizaciones y otras medidas revolucionarias, popularmente conocidos como siquitrillados[1]. Se les unieron los perjudicados sicológicos y los refractarios al  comunismo influidos por los  prejuicios sembrados por los medios de difusión masiva.  La disminución de adeptos revolucionarios corrió pareja con la radicalización del proceso.

Bajo todo hecho político subyace un motivo económico, a veces solapado. En medio de la naciente barahúnda ideológica la religión jugó un rol  sonado, aunque relativamente transitorio. La ansiada refundación social se basaba en la transformación de las  relaciones de producción. Se habló insistentemente  del hombre nuevo que debía surgir del Olimpo revolucionario en construcción. Quizás fue un atavismo religioso. Las expectativas de un dudoso más allá, fueron sustituidas por esperanzas terrenales. La  Tierra será el Paraíso bello de la humanidad, reza un verso de La Internacional.

Lo divino y lo terreno

La urna de cristal creó también una situación ética particular. Mientras se mantuvo el ateísmo oficial, imperaba una religión política impuesta por el Partido Único. La condición de militante equivalía a la de católico o musulmán en los países regidos por esas religiones. La recomendación del cura o del imán, según el caso, equivalía a la del Secretario del Partido y jugaba su papel a la hora de propiciar algún beneficio oficial. La fidelidad a la creencia tenía más peso que la idoneidad. Esta situación cesó con la apertura religiosa. La condición de militante del Partido ya no tiene la connotación de otrora, pero sigue pesando.


Entre 1959 y 1962 las clases pudientes llevaron  la voz cantante de los contestatarios. En medio de la pugna se acrecentó su religiosidad católica habitual, muchas veces formal y no pocas farisaica. Parte del clero le dio apoyo. Pero la vigorosa Iglesia Romana no se movilizó para defender los intereses capitalistas sino su supremacía en el ámbito espiritual[2]. El sociólogo Aurelio Alonso señala al respecto[3]

 Ningún argumento se esgrimió a lo largo del conflicto contra los sistemas de creencias, contra el dogma de fe, contra las devociones. Pero la institucionalidad cristiana quedaría intensamente lacerada, a partir de 1961, por varias reformas sociales, muy especialmente la creación de un sistema único de educación, pública, laica y gratuita, que excluía la enseñanza religiosa, junto a la prohibición de reproducir otra iniciativa paralela.

La posición anticomunista de la Iglesia la colocó de líder en su pugna con el Estado. El ateísmo se implantaría con relativa facilidad, pero ello  fue, quizás, más aparente que real. Desde antes abundaban los  anticlericales pero los sin Dios eran pocos y de repente se manifestaban en forma explosiva. Unos actuaron por contrición y otros por atrición, aplicando un símil teológico.

Soy ateo  ¡! gracias a dios !! 


Ilustración 3 Creencias religiosas en Cuba. 1989

El IV Congreso del PCC de 1991  y la consiguiente Reforma Constitucional de 1992 redefinieron al Estado como laico. Se proscribió la discriminación religiosa. En los alrededores de 1990 se desató un florecimiento  místico coincidente con la eclosión del Periodo Especial[4]. Asombrosamente la población actual parece ser tan creyente o más que antes. Ello constituye una frustración para quienes tienen concepciones científicas de la vida y esperaban otro resultado de la educación materialista impartida durante  años. Este autor entre ellos.

La fe criolla se congeló bajo los efectos de un  estatus discriminatorio. Cuando superó el letargo reaccionó como un boomerang, pero invirtió los términos. Lo vergonzante dejó de serlo y lo tradicional no recuperó vigencia. Según Ramírez Calzadilla[5], se inició  un proceso de desestigmatización social del creyente religioso.

Un estudio llevado a cabo en 1989 evaluó  las ideas místicas de los cubanos[6]. Un resumen de los  resultados obtenidos pudiera representarse estadísticamente como una distribución normal. En sus extremos, con un  15% de probabilidades en cada lado, aparecerían los grupos de los ateos consecuentes a la izquierda, y el de creyentes institucionalizados a la derecha. En el amplio centro, con algo más de 2/3 del total, se ubicarían los seguidores de creencias primitivas politeístas, animistas y similares[7]; también los agnósticos. El mayor peso lo acapara el subgrupo referido a creencias asociadas a la práctica: reflejan ideas imprecisas sobre la muerte, curaciones mágicas, la suerte, el contacto con espíritus, los rezos y ceremonias como vía para solucionar problemas [8]. Se está hablando de cultos de origen africano.

Según Alonso Tejada[9]
… la discriminación ateísta institucional duró hasta los 90. La pregunta “¿tiene usted creencias religiosas?” se convirtió en un instrumento burocrático de corte de posibilidades de acceso político, un signo tácito de limitación electiva……

Concluye este autor[10].

1) los años de dogma ateísta, y de discriminación práctica de la religiosidad y de la labor pastoral, no impidieron que prevaleciera una religiosidad muy extendida en la población cubana; 2) que esa religiosidad no es (no era a finales de los 80) mayoritariamente institucional o comprometida, sino que se mantenía en el rango definible como religiosidad popular; 3) que las dinámicas de recuperación demográfica de la espiritualidad religiosa habían obrado ya el cambio en las generaciones que se sucedieron entre los 60 y los 80; 4) que la proporción entre creyentes y no creyentes puede ser indicativa de un patrón relativamente estabilizado, pero que en las dos décadas siguientes es previsible que haya variado consistentemente la correlación entre los niveles de religiosidad antes establecidos; 5) que a simple vista no guarda relación la proporción de creyentes y no creyentes en la población y en las esferas de dirección política (o sea que parecería que vivimos en un país de creyentes dirigido por ateos).

El destape religioso fue tal que después de 1990 se permitió profesar creencias místicas  a los militantes comunistas. Conciliar el materialismo con el idealismo fue, seguramente, un ejercicio de malabarismo filosófico para los ideólogos del Partido.

Actualmente, y cediendo a una petición papal, ¡el Viernes Santo es día feriado!
Acerca de las emergidas creencias de raíz africana, argumenta una especialista[11]

---la vieja afirmación de que la santería era cosa de negros brutos, ignorantes y lujuriosos, ha cedido. Se pensaba que estas expresiones desaparecerían con la elevación del nivel de instrucción y quedarían sólo como folklore. Pero no ha sido así. La santería se ha revitalizado considerablemente y se ha extendido por todo el territorio, y aún fuera de las fronteras. Ya no es privativa de ningún sector social y tiene adeptos incluso entre profesionales y personas cultas.

La propia autora argumenta que esta creencia resulta atractiva, entre otras causas, debido a que ofrece soluciones a enfermedades, afectos,  desenvolvimiento económico y otras aspiraciones personales. Tales motivaciones emanan un tufillo individualista.

No faltan quienes atribuyen el renacimiento religioso al vacío ideológico provocado por la frustración política. Señala fray Betto[12]

… hay quienes reiteradamente aseguran que el hombre de hoy en día está necesitado de utopías y que se accede a una vuelta a la religión. Lo cierto es que como en otras ocasiones, la religión incrementa su importancia y su papel en momentos de crisis.

 Más adelante afirma

 …no cabe duda que insatisfacciones, desorientaciones, sentimientos de desprotección, que caracterizan las crisis sociales, potencian el recurso religioso como explicación, respaldo, esperanza y la búsqueda de protección en lo sobrenatural.

Del éxodo político a la emigración económica

Los resortes del éxodo inicial fueron el sentimiento de culpa de los personeros del régimen depuesto, las afectaciones económicas institucionales e individuales, los prejuicios políticos y los sentimientos religiosos presunta o realmente perturbados. Cuando ya no quedó nada por nacionalizar, ni acomodados por afectar o creencias que menguar, la diáspora dejó de tener justificaciones políticas. Entonces se convirtió en  un lugar tan común  como la emigración por razones económicas.

En general, los que marchaban definitivamente de Cuba hasta 1965 lo hicieron por motivos políticos, familiares o místicos. Muchos se iban convencidos de un pronto regreso motivado por la inminente caída de Castro.

Durante muchos años fue el gobierno de Cuba el que impuso obstáculos a la salida de sus ciudadanos del país. Era una decisión que, entre otros propósitos, intentaba limitar la migración de personal calificado. El 28 de septiembre de 1965 se anunció que el pequeño puerto de Camarioca, cercano a Varadero, se abriría para facilitar a cubanos residentes en el extranjero que viniesen a recoger parientes. El argumento era el reencuentro familiar. Fue un primer antecedente que años más tarde marcaría el fin de las restricciones internas a las salidas. La cala se mantuvo abierta hasta el 15 de noviembre y en esos 75 días más de 5.000 personas embarcaron hacia Miami. Otros estimados consignan cifras superiores. Un acuerdo entre gobiernos abrió una forma más ordenada de salida. Fueron los llamados vuelos de la libertad, que entre diciembre primero de 1965 y abril de 1973 transportaron 260.561 cubanos a Estados Unidos en 10 vuelos semanales[13]

El 15 de abril de 1980 un autobús irrumpió en la embajada del Perú de La Habana con 12 solicitantes de asilo a bordo. En el incidente murió un guarda cubano. Al quedar sin vigilancia, una multitud asaltó el edificio hasta abarrotarlo increíblemente con 10.000 personas variopintas. El suceso desembocó en una solución masiva similar a la de Camarioca. Fueron autorizados viajes de embarcaciones menores al puerto de Mariel y por esa vía, entre el 15 de abril y el 31 de octubre de aquel año, marcharon a Estados Unidos unos 125.000 cubanos. Allá fueron bautizados peyorativamente como marielitos.

Este brote estuvo marcada por la presencia delincuencial. Muchos que no tenían antecedentes los fingieron o exageraron con el propósito de lograr la salida. Puede decirse que este punto marca la frontera  entre las motivaciones políticas y las económicas.  En lo adelante prevalecieron estas últimas, a veces disfrazadas.

En pleno periodo especial – el 5 de agosto de 1994 – se produjeron diversos disturbios al calor de una fatiga política creciente. El propio Fidel Castro encabezó manifestaciones en contra de quienes impugnaban su gobierno. Uno de las acciones desembocó en tragedia cuando una embarcación apropiada por un grupo fugitivo colisionó con un remolcador que intentaba atajarlo. Con posterioridad el gobierno cubano anunció que en lo sucesivo las autoridades no actuarían ante los intentos de salidas clandestinas. Se permitiría irse a todo el que lo quisiera. La medida dio un vuelco a la anterior situación restrictiva y originó la llamada crisis de los balseros.  Se cuentan a miles los que apelaron a esta arriesgada vía. Se estima que unas 35.000 personas la emplearon con éxito. Una cantidad imprecisa se perdió en el mar. 

Más tarde se intentó oficializar la emigración hacia Estados Unidos mediante un convenio bilateral que aprobaba 20.000 salidas legales anuales. En 1998 había inscriptos 541.000 personas. Las cifras acordadas no se cumplieron y el gobierno norteamericano fomentó salidas irregulares con propósitos políticos. También hay emigración a través de otros países y España es uno de los más solicitados.

A lo largo de todo el periodo se produjo una modalidad escapatoria utilizada por algunos funcionarios, técnicos, artistas y deportistas que viajaban oficialmente al exterior. Aprovechaban la oportunidad para solicitar asilo político, argumento generalmente falso. Algunos, incluso, malversaron fondos que les habían sido confiados.  No fue un fenómeno masivo.

En un momento dado disminuyeron también las limitaciones internas a las visitas de aquellos que se habían marchado. Llegaban como hijos pródigos cargados de regalos, en su mayoría baratijas con las que encandilaban a quienes no tenían acceso a ellas, o ni siquiera las conocían. Venían en condición de turistas, algunos llenos de añoranza y otros de presunción. Comoquiera que sea aportaban divisas al país a través de sus gastos y regalos.

En Estados Unidos existe un lobby cubano anticastrista  pequeño y trasnochado, pero poderoso dentro de aquel corrompido mundo electoral. Sus lemas habituales son la democracia, la libertad y otros lugares comunes tan manipulados y falsos como algunas honras fúnebres. Sin embargo la actual mayoría de cubanos no son exiliados sino emigrantes. En conjunto suman unos 2 millones, la mayoría radicados en Estados Unidos.

La enorme masa de simpatizantes con que contaba el gobierno revolucionario en sus primeros años sufrió un proceso natural de erosión. No existen encuestas conocidas sobre el apoyo o rechazo que experimentan actualmente. Un estimado personal, totalmente subjetivo y más osado que audaz[14], sugiere que alrededor de un 15% de la población es fidelista incondicional y hace de ello un ejercicio de fe. Un 30% se muestra integrada pero con dudas racionales y desea cambios sustanciales. Un 40% es masa neutra o apolítica que sigue la corriente y puede oscilar hacia un lado u otro. El 15% restante estaría conformado por enemigos declarados.

Continuará



[1] La siquitrilla es un término criollo que denomina a un hueso del pollo en forma de “Y”.  Para los norteamericanos es el hueso de la suerte. En Cuba siquitrillar o romper la siquitrilla significa desposeer de sus bienes a alguien, que resulta un siquitriallado. Se aplica en sentido de nacionalizar o estatalizar.
[2] Girardi, Giulio.  Cuba después del derrumbe del comunismo. ¿Residuo del pasado o germen de un futuro nuevo?, Madrid, editorial Nueva Utopía, 1994, Pág. 109. Citado por Aurelio Alonso Tejada en OPINIONES: Religión y Revolución en Cuba. La Ventana - Religión y Revolución en Cuba.htm
[3] Señala Alonso Tejada que ello se puede constatar en los discursos de Fidel Castro de 10 de agosto, 10 de octubre y 27 de noviembre de 1960, en los cuales basa la defensa de sus posiciones en el ejemplo de los primeros cristianos bajo el imperio romano; en Fidel Castro: Revolución y religión. Encuentros, discursos y entrevistas, MINFAR, La Habana, 1997
[4] En 1996, Fidel Castro se convirtió en el primer mandatario caribeño recibido en Roma por la máxima figura católica. En diciembre de 1997 el gobierno cubano consideró feriado el Día de Navidad, tras más de 30 años sin que lo fuera. Entre el 21 y el 25 de enero de  1998, Juan Pablo II efectuó una histórica visita a Cuba, reconocida por todos como un éxito rotundo. El Papa condenó el neoliberalismo y sus males sociales así como el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, al que  calificó de ilegal e inmoral.
[5] Jorge Ramírez Calzadilla: El incremento del campo religioso: reactivamiento y significación social, resultados inéditos en archivo del Centro de Investigaciones Psicológicas y sociológicas (CIPS), La Habana, 1999.
[6] Realizado por el Departamento de Estudios Socio-Religiosos del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de Cuba. La encuesta abarcó todas las provincias y zonas urbanas y rurales, con una mesta estructurada de 4.485 personas.
[7]  Ferran Oliva, Joan M. La Moreneta a Cuba. Pagès Editors. Lleida 2013.  En rigor los ateos representan el 13,6% de la muestra total. Los seguidores fieles de religiones organizadas como el cristianismo y el judaísmo alcanzan un 14%. Como existe un 2,3% de personas que no dieron criterio, asumí convencionalmente que un 15% para cada uno de ambos casos. El resto referido a quienes profesan creencias más o menos organizadas, predominan aquellos con ideas de regusto mágico, prodigioso, supersticioso o milagrero.
[8] Ramírez Calzadilla, Jorge. Religión, cultura y sociedad en Cuba. Papers 52, 1997. Pag. 148. Localizado en Internet con las referencias señaladas. El autor es investigador del DESR del CIPS
[9] Alonso Tejada, Aurelio. OPINIONES: Religión y Revolución en Cuba. Obra citada
[10] Tomado de ¿DONDE SE ORIGINA LA MARCADA REANIMACIÓN DE LA PRÁCTICA RELIGIOSA EN CUBA? ¿QUE PESO TENDRÁ EN EL CONJUNTO DE LAS RELACIONES SOCIALES? Ponencia dell Dr. Aurelio Alonso Tejada presentada en el Seminario 50 Aniversario de la Revolución Cubana, organizado por la Universidad de La Habana y el Programa Martiano. Llevada a cabo entre el 14 y el 16 de julio de 2008. Publicada el 12 de marzo de 2009 en La Ventana, Portal Informativo de la Casa de las Américas.
[11] Gaguaga Iglesias, Maria Ileana, historiadora y etnóloga. De Cuba- Santería o Regla de Osha. htm.
[12] Betto. F. Mistica y socilsimo. Revista Casa de las Ameritas no. 185. oct. dic. La Habana 1991.
[13] El acuerdo inicial fue suscrito durante el gobierno de Lyndon B. Johnson. Richard Nixon canceló el programa en abril de 1973.
[14] Estimado por el autor del presente ensayo. JMFO

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