La Revolución irrumpió como inopinada brisa fresca en
un ámbito pestilente y se inició la refundación de la sociedad cubana. Bajo los uniformes verde olivo de Fidel
Castro y sus colaboradores se agrupaban progresistas, comunistas, socialistas o
izquierdistas sin etiqueta. En los primeros momentos contaban con el apoyo de
todo el pueblo, con la natural excepción de los
fieles del tirano puesto en fuga.
El propósito requería un modelo y el que más se le
acercaba era el socialismo soviético. El hostigamiento del Establishment
norteamericano actuó como catalizador en su adopción. El enemigo de mi
enemigo es mi amigo y, en consecuencia, la URSS se convirtió en la aliada
natural de los revolucionarios recién arribados al poder. Suplantó las
relativas ventajas económicas retiradas por EEUU e incluso las mejoró. Su ayuda
se manifestó en todas las esferas. Cuba adoptó el satanizado marxismo como
filosofía y se acogieron a ella muchos para los cuales era algo inopinado.
Fueron aceptadas las reglas del comunismo soviético y su liturgia partidista,
el monopartidismo incluido. Todo ello, unido a medidas concretas que afectaban
intereses creados, provocó una merma paulatina en la masa que apoyaba a la
Revolución, pero sus seguidores continuaron siendo mayoría.
Según una agudeza popular de aquellos tiempos, los
rebeldes son como los melones: verdes por fuera, rojos por dentro.
Fidel
Durante el medio siglo analizado destaca la figura de
Fidel Castro en su condición de dirigente máximo, pero también en su dimensión
internacional. Se trata
de la personalidad más relevante del siglo XX en América. Se caracterizó por su naturaleza
voluntariosa, absorbente, implacable y tenaz. Era voz, no eco, y poco proclive a asimilar criterios
opuestos. Sus atributos y don de mando le
conferían una autoridad extraordinaria que se imponía en las actividades colegiadas de gobierno.
Roma locuta
causa finita.
Durante su mandato afirmó la preeminencia de la política
sobre la economía y de los estímulos morales sobre los materiales; sintió
aversión por los mecanismos de mercado y rechazó las actividades particulares
contrapuestas a las estatales. Le agradaba desarrollar planes y actividades
propias en paralelo con las
instituciones establecidas. En la práctica mostró inclinación por los
operativos económicos y políticos de grandes proporciones; le atraían las
actividades multitudinarias. Consideraba que su ideología representaba una
síntesis de las ideas marxista-leninistas y martianas.
Para muchos cubanos es un líder mesiánico. Algunos lo
consideran infalible y trasvasan sus eventuales desaciertos a terceros, o a
causas externas: nuestro invencible comandante. La propaganda oficial
colabora a consolidar esta imagen mística.
En el medio siglo analizado
la figura de Fidel ha tenido resonancia mundial. El vertical enfrentamiento al
imperialismo norteamericano es su
postura política más notable y le ha valido el odio visceral de las
administraciones que se han sucedido en Washington desde 1959.
Fidel logró la soberanía de
Cuba, con las limitaciones a que está sometido un Estado pequeño de economía
débil. Su inclinación hacía el bloque soviético, probablemente, más que de una
premeditación partió de una natural empatía, pero sobre todo de la coyuntura
favorable que se le presentó en contraposición
a la coerción norteamericana.
Internacionalmente ha
desempeñado el más largo mandato de gobierno en la Edad Contemporánea (los 47 años que van de 1959 a 2006. excluyendo
las actuales monarquías por razones obvias). Durante ese período ha coincidido con 9 presidentes en Estados
Unidos. Una buena parte de los 634
intentos de asesinato que lo han
amenazado partieron de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Como dato curioso puede señalarse que el 29 de
septiembre de 1960 pronunció el más
largo discurso escuchado en Naciones Unidas; se extendió durante 4 horas y 29
minutos[1]. Su formación
adolescente fue católica y destacó como educando en el habanero Colegio de
Belén en el cual, según piensan algunos, asimiló la impronta jesuítica. Pero es
ateo y en diciembre 2 de 1961 se
proclamó marxista leninista a los cuatro vientos. Su característica imagen
saboreando un habano perdió vigencia en 1985 cuando dejó de fumar y encabezó la
lucha contra el hábito.
En determinados momentos y
lugares la ayuda solidaria cubana propiciada por Fidel revistió un carácter
militar. En otras ocasiones se proyectó hacia lo social, particularmente
vinculado a la medicina, la educación y el deporte.
La actual marea renovadora que
se produce en América Latina se inspira en el ejemplo antiimperialista de
Fidel. Pero los países involucrados en tal refundación no siguen al pie de la
letra el modelo cubano, ni el político ni el económico. Cada cual tiene su
propia concepción de los cambios a efectuar.
Dentro de Cuba se
llevó a cabo un proceso de
alfabetización que liquidó este mal en un periodo récord. La salud, la
educación, la cultura y el deporte llegaron a todos los rincones de la isla. La electricidad también. Fueron erradicadas
los prejuicios raciales y de género. Se instrumentó un Estado afirmado en una
sólida defensa interna y externa, indispensable ante los poderosos enemigos que
afrontaba. En general la acción de
gobierno propició beneficios para los más humildes.
En un momento dado acuñó la
frase convertir el revés en victoria. La ha hecho valer y en
ocasiones ha transformado en éxitos lo que fueron fracasos.
Raúl
Razones de salud condicionaron que Fidel fuese
sustituido por Raúl. Los vínculos de
sangre entre ambos no pasan de ser un accidente pues comparten una misma
vocación revolucionaria, valor, capacidad y
lealtad. Los diferencian sus respectivos temperamentos. Al primero le
embriaga el olor de multitudes y peca de una locuacidad desbordada; su ángel
político y enorme prestigio lo hacen parecer egocéntrico. Raúl, por el
contrario, es sobrio, lacónico, consciente de su condición de
lugarteniente y con un carisma menos
acusado. Todo indica que tiene sentido práctico.
En los documentos del VI Congreso referidos a los
Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido aparecen dos citas,
una de Fidel y otra de Raúl. Se muestran en lugar destacado ocupando toda una
plana, como para no pasar desapercibidas. Pudieran ser simplemente alusivas al
momento o insinuar deliberadamente un mensaje sutil. Suspicacias aparte,
talmente parece que reflejen dos posiciones ante la vida. La llamada de Fidel
define el concepto de Revolución, es extensa, doctrinaria, con regusto de
homilía y emplea 140 palabras. La de Raúl, con sólo 32 vocablos, es tan breve,
explícita y, sobre todo oportuna, que
merece ser citada íntegramente[2]:
"La batalla económica constituye hoy, más que nunca, la
tarea principal y el centro del trabajo ideológico de los cuadros, porque de
ella depende la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social".
La historia me absolverá
En La Historia me Absolverá, título del programa que esgrimió durante el juicio que le siguieron en 1953, Fidel planteó las aspiraciones del Movimiento que encabezaba. Los graves problemas a resolver incluidos en aquel desiderátum político recibieron atención. Algunos fueron superados, otros lo hicieron de modo formal o perdieron sentido y no faltan los que no alcanzaron solución plena. El programa constaba de seis puntos a los que se hubieran encaminado los esfuerzos de los rebeldes ante una eventual toma del poder[3].
Se referían a la vivienda, la industrialización, la tierra, la educación,
la salud y el desempleo. A partir de enero de 1959, el poder
revolucionario comenzó el intento. La nueva generación en el poder desplegó una
honestidad inusitada hasta entonces. Fueron
los años primeros e irrepetibles de la magia revolucionaria
alimentada por la euforia popular.
Mundialmente las agencias y
órganos de prensa dependientes o comprometidos con Washington mantienen una
sistemática campaña de descrédito contra el proceso cubano y su líder. Son mayoría dentro del
elenco de la mass media. No obstante, los hechos son obstinados y la
ejecutoria de Fidel Castro le abre un espacio indiscutible en la historia, ya
se simpatice o antagonice con él. Su ejecutoria sentó pautas que marcaron puntos de inflexión en el cosmos
neocolonial. Como estadista dio a Cuba un lugar en el acontecer mundial. En estos
aspectos, sin dudas, la Historia
lo absolverá.
[1]
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[2] Tabloide divulgativo de los
Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido Comunista de Cuba.
Periódico Granma. Abril de 2011.
[3] Castro, Fidel. La
Historia me absolverá. Imprenta Nacional de Cuba. La Habana 1961. Pág. 60
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