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viernes, 15 de julio de 2016

El dinero y la termodinámica



Uno de los resultados de la educación científica es la de crearnos una tozuda necesidad de encontrar una explicación aceptable para todo lo que nos rodea. A estas alturas del desarrollo de la humanidad ya ni siquiera recurrimos a la mística para explicar aquello que no llegamos a racionalizar. Siempre pensamos que al igual que los terremotos antes eran un misterio y ya no lo son, lo que ahora no entendamos tendrá inevitablemente una explicación racional en el futuro.

Por ello, cuando presenciamos los fenómenos económicos no podemos evitar relacionar, por ejemplo, al dinero con el calor. Al suministrar calor al agua en un recipiente aumentará su temperatura. De acuerdo con ciertas condiciones perfectamente asumibles, va a hervir o favorecer mayoritariamente la evaporación en las cercanías de los 100o Celsius. Entonces habrá acumulado una cantidad de energía obtenida en forma de calor que le permite ese cambio de estado físico. Un dinero parecido al calor haría lo mismo en la economía. Se guardaría mucho dinero, bien escondido en un colchón, y a la larga se podría disponer de una gran riqueza para hacer con ella lo que se desee. El error está en que las leyes son ciegas en la naturaleza. Siguen su camino independientemente de los hombres y el agua va a hervir siempre a esa temperatura (o cercana si nos elevamos sobre el nivel del mar). Pero en la economía interviene la voluntad de los seres humanos. Consecuentemente, el dinero guardado en un colchón puede perder casi completamente su valor y no pasar de ser un conjunto de hojas de papel si se aplica una devaluación o un cambio de denominación. No es seguro que la riqueza así acumulada se pueda realizar.

Sin embargo, ciertas definiciones y reglas del pensamiento científico nos ayudan a comprender o detectar fenómenos económicos cuando consideramos a la voluntad humana como uno de los factores a tener en cuenta y al dinero en su verdadera dimensión. Y de esa forma podemos encontrar las esencias y quizás formas de solucionar los posibles problemas.

El dinero se puede definir hoy en día como “un tópico cuyo registro sea verificable y que es generalmente aceptado como medio de pago de bienes y servicios y para la compensación de deudas en un país o contexto socieoeconómico dado, o algo que es fácilmente convertible en ello.” (Wikipedia, en inglés, 13/07/2016). Una definición tan general es prácticamente imbatible. Debemos observar que contiene un principio muy importante que le da al dinero cualidades particulares: es aceptable como medio de pago. Por ello, si se deseara pagar algo con él y no pudiera cumplir esa misión, ya no se trataría de dinero. Observemos además que se evita la definición de algún valor intrínseco.


Si lo que suministramos al agua para que hierva no cumple su cometido no debe ser calor. Las moléculas de agua necesitan su energía para romper las ataduras en el líquido y convertirse en libres navegantes gaseosas, evaporándose en el universo. Si le quitamos total o parcialmente el valor de cambio por algún bien o servicio al dinero, de cualquier forma, no cumple su función de mercancía universal, y deja de ser dinero. Decía Marx en el primer libro de “El Capital”: “La clase específica de mercancías con cuya forma natural se fusiona socialmente la forma de equivalente, deviene mercancía dineraria o funciona como dinero. Llega a ser su función social específica, y por lo tanto su monopolio social, desempeñar dentro del mundo de las mercancías el papel de equivalente general.”

Los primeros años de la Revolución Cubana fueron marcados por la necesidad de superar el robo de las reservas del estado cubano perpetrado por los jerarcas del sanguinario gobierno batistiano. Nuestra dirección de entonces se encontró angustiada conque podía emitir moneda nacional, pero no podía respaldar totalmente esa moneda cuando necesitaba pagar algo en el exterior. Surgió entonces la necesidad de resolver la situación, por demás común en este mundo, de que el balance de valores internos, medido en dinero, cambiara su relación con el externo. Se deduce claramente que solo quedó la opción de limitar o regular el cambio del dinero nacional por el de valor internacional. Y eso solo se hace quitándole valor a la moneda nacional adaptando su capacidad de compra mediante autorizaciones caso a caso o devaluándola para todos los casos.

La cantidad de calor medida en calorías para que el agua hierva no se puede cambiar. Sin embargo, podemos alterar el valor del dinero, porque al final es un invento que sirve solo para obtener algo a cambio. Pero si usamos un dinero para pagar algo que no le sirve al que lo cobra para lo que él desee, que no tiene “capacidad liberatoria ilimitada”, entonces sí que le hemos quitado la utilidad y razón de ser al dinero.

El propio Marx, al igual que los que lo precedieron, reconoció que la única fuente de riqueza es el trabajo humano. Lo que puede cambiar es su evaluación en dinero al convertirse en mercancía.

En estas condiciones de nuestro razonamiento podemos preguntarnos ¿Tendrá solución el problema de los precios al consumidor en nuestro país si el dinero que recibe una organización estatal por los bienes que vende o los servicios que presta no tiene valor para ella, porque lo que puede hacer con él está determinado por normas que llamamos “el plan”, siendo en realidad un esquema de racionamiento?¿Y qué ocurre si coexiste un sector privado que no está sometido a ese “plan” y que sí puede hacer con el dinero que recibe lo que quiera, incluso mediante la ruptura de normas legales?¿Y cuáles consecuencias económicas, demográficas, sociales y políticas implica que se pague al sector más calificado del país su salario en una moneda a la que se le mantiene un valor de cambio muy reducido y al sector privado en otra que tiene mucho más?¿Qué ocurre si un simple dólar americano, que alcanza apenas en este mundo para comprar un refresco frío, se puede cambiar en nuestro mercado interno por el trabajo de un maestro o un contador en todo un día?

Con estos ejemplos queda claro que la ciencia básica, en este caso la termodinámica, puede explicar por qué el agua hierve inevitablemente al suministrársele el calor requerido. Y también por qué la economía no se puede conceptualizar de la misma forma, pues tiene una alta dependencia de la voluntad de los hombres. El dinero debe serlo sin limitaciones. Y un sistema socialista quizás hasta estaría mejor preparado para usar esa formidable herramienta que el capitalista si la comprende bien.

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