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domingo, 25 de septiembre de 2016

La Macroeconomía nos dice que se puede reducir la pobreza y la desigualdad y crecer.


Aurora Martínez – ATTAC Madrid / Plataforma por una Banca Pública

Hay una historia muy bien contada por el profesor David Anisi en “La Economía, la pretensión de una ciencia”. En ella explica el abandono del objetivo del pleno empleo por los gobiernos y su sustitución por la lucha contra la inflación. Poner en primer lugar la lucha contra la pobreza y la desigualdad no puede esperar.

Tras la segunda guerra mundial, el objetivo de todos los políticos fue la consecución del pleno empleo, y al aplicarse la política monetaria y fiscal adecuadas, la tasa de desempleo pasó a ser casi despreciable. Había miedo de que la revolución de la URSS se extendiera. En el periodo 1973 – 83 los políticos dejaron de considerar prioritario la consecución del pleno empleo y decidieron acabar con la inflación. Y la inflación se redujo tanto en Europa como en EEUU (pero el paro subió, claro). Anisi, en el documento citado, lanza una hipótesis sobre la causa de este cambio: la crisis profunda que tuvo la Unión Soviética, que hacía de contrapoder, y su posterior desaparición. Y en la actualidad, ¿por qué no se lucha contra el aumento de la desigualdad y la eliminación de la pobreza? Nuestra hipótesis es que los poderosos tienen otra prioridad (aumentar su tasa de beneficios) y no hay suficientes ciudadanos que se lo exijan. Pero soluciones si las hay.

Una solución sería repartir el pastel. En Europa y en España hay una renta per cápita muy superior a la media mundial, que se puede repartir mejor. Otra sería cambiar el pastel. Para explicarlo vamos a echar mano de dos principios básicos de la Macroeconomía.

El primero dice que en un país hay coincidencia entre tres variables: la producción, las rentas derivadas de esa producción y el gasto o demanda de bienes y servicios originadas por esas rentas . El segundo explica que la demanda , es decir el gasto en bienes y servicios (incluyendo los bienes de inversión) que hacen las familias, las empresas y el sector público va a ser la variable que va a determinar si una economía se pone a crecer o entra en recesión. Porque si aumenta la demanda (el gasto en bienes y servicios) de las familias, de las empresas y del sector público, aumenta la producción de ese país: las empresas y el sector público empezarán a producir bienes y servicios. Y si disminuye la demanda de ese país, su producción disminuirá y su renta nacional caerá.

Es mentira que si se reparte mejor el pastel disminuirá la renta de un país. Al contrario. La renta aumentará porque aumentará el gasto de las personas con pocos recursos, sin bajar apenas el gasto de los muy ricos (que son pocos) y eso hará subir la producción de ese país, lo que llamamos el PIB.

Y es mentira, también, que los gobiernos no puedan gastar más de lo que ingresan con los impuestos, porque eso supondría volver a la crisis y a una terrible inflación. Al contrario. Si en un país hay paro y recursos sin utilizar, el gobierno debe aumentar su presupuesto de gasto. El gasto en pagar a los parados un sueldo por hacer un trabajo necesario para la comunidad; el gasto para hacer nuevas inversiones y el gasto para mejorar los servicios públicos harán crecer la producción y la renta del país. Lo necesario, para ello, es tener un banco central que cree ese dinero para dárselo al gobierno. Un banco central puede y debe hacerlo siempre que el país esté lejos del pleno empleo. ¡Porque ya no tenemos un patrón oro! Nuestro dinero es fiduciario. Y esto es importante: ¡los bancos centrales como creadores del dinero legal deben financiar a los Estados! Pero el Banco Central Europeo financia a los bancos y no financia a los ciudadanos. Se calcula que las ayudas del Banco Central Europeo a los bancos y a las corporaciones, las ayudas llamadas de expansión cuantitativa, van a suponer el 17% del producto interior bruto (PIB) de la Zona Euro.

Por todo ello exijamos a Europa, saliendo a las calles, el fin de los recortes y que deje de ayudar a los bancos y ayude a los ciudadanos; y a nuestro gobierno de turno, que haga políticas de reparto y que exija a los Organismos Europeos que cambien las normas del Banco Central Europeo que le impiden financiar directamente a los Estados. Si no quieren que nos salgamos del Euro.

¡Las personas y el Planeta por encima de las multinacionales!

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