Por: Gladys Cecilia Hernández Pedraza
Consciente del papel histórico que las empresas transnacionales han jugado en la concepción y aplicación de las políticas neoliberales a partir de la década de los años setenta, la voz de Fidel se ha elevado para reflejar la esencia de tales manipulaciones y dedicar al estudio de estas expresiones del sistema capitalista importantes análisis, indispensables a la hora de desentrañar las causas que provocan tales fenómenos y discutir sobre las políticas alternativas para impulsar otro mundo posible.
Fidel y las empresas transnacionales en los primeros años de la revolución
En los últimos cien años, en la misma medida que el sistema capitalista ha continuado avanzando y los Estados-nación han venido cediendo parte de su soberanía en cuanto a las decisiones socioeconómicas, las empresas transnacionales han logrado consolidarse y ampliar su control sobre incontables recursos, tanto naturales como humanos. Cuba también experimentó la explotación de las empresas transnacionales radicadas en Cuba. Sobre este proceso Fidel destaca: “Pero el hecho fue que los yankis se apoderaron de nuestra economía. Y si en 1898 poseían inversiones en Cuba por valor de 50 millones, en 1906 unos 160 millones en inversiones, y 1 450 millones de pesos en inversiones en 1927”. (Castro Ruz, Fidel, 1968)
“No creo que haya otro país donde se haya producido en forma tan increíblemente rápida semejante penetración económica, que condujo a que los imperialistas se apoderaran de nuestras mejores tierras, de todas nuestras minas, nuestros recursos naturales; que explotaran los servicios públicos, se apoderaran de la mayor parte de la industria azucarera, de las industrias más eficientes, de la industria eléctrica, de los teléfonos, de los ferrocarriles, de los negocios más importantes, y también de los bancos”. (Castro Ruz, Fidel, 1968)
En los primeros años de la Revolución se organizarían nuevas estrategias para favorecer al pueblo que entraban en contradicción directamente con los intereses de tales empresas extranjeras, fundamentalmente norteamericanas. Estas acciones desembocaron en una guerra mediática y otra que implicaba ataques directos a los bienes económicos y sociales del país con las que se pretendía acabar con el gobierno revolucionario. Sobre estos acontecimientos, Fidel declararía: No se puede llamar democracia al gobierno de las oligarquías; democracia es el gobierno del pueblo, como dijo Lincoln, para el pueblo y por el pueblo, y aquí sí hay democracia porque aquí ya las oligarquías no gobiernan, aquí gobierna el pueblo”. (Castro Ruz, Fidel, 1959a)
“Estamos haciendo una revolución profunda. Esta Revolución tiene por objetivo llevar a los sectores más humildes y necesitados del país los beneficios de las medidas revolucionarias, y aun cuando esas medidas perjudiquen algunos intereses nacionales toda la nación marcha detrás de las medidas revolucionarias, y marcha más unida tras las medidas del Gobierno Revolucionario mientras más evidente se hace la actitud de los intereses extranjeros lesionados por nuestra Revolución ; porque, en definitiva, ¿qué problemas tenemos en Cuba y qué problemas tiene nuestra Revolución que no sean problemas con intereses extranjeros? ¿Y qué tienen que ver los intereses extranjeros con nuestra Revolución?” (Castro Ruz, Fidel, 1959b)
En opinión del intelectual Atilio Borón, refiriéndose a la importancia histórica de la Segunda Declaración de la Habana: “Si hoy esta región no es la misma que hace medio siglo atrás; si aquí se ha derrotado al ALCA, si hay gobiernos y pueblos que resisten y luchan contra el imperialismo, si el centro de gravedad de la política latinoamericana se ha corrido hacia la izquierda, todo eso se lo debemos, en una medida mucho mayor de lo que habitualmente se reconoce, a ese grito lanzado por Fidel desde La Habana, plantando una semilla que germinaría en mil flores. Un texto de enorme valor histórico y de también rigurosa actualidad que las nuevas generaciones de luchadores anti-imperialistas y anticapitalistas deben leer, estudiar y, lo más importante, llevarlo a la práctica”. (Borón, A, 2012)
Este documento marca, sin dudas, un legado histórico, reflejo fiel de una etapa, de su coyuntura internacional, y simultáneamente ofrece un escenario sobre los problemas que todavía hoy enfrentan los países subdesarrollados, fundamentalmente la región latinoamericana
“¿De dónde salieron las colosales sumas de recursos que permitieron a un puñado de monopolistas acumular miles de millones de dólares? Sencillamente, de la explotación del trabajo humano. Millones de hombres, obligados a trabajar por un salario de subsistencia, produjeron con su esfuerzo los gigantescos capitales de los monopolios. Los trabajadores acumularon las fortunas de las clases privilegiadas, cada vez más ricas, cada vez más poderosas. A través de las instituciones bancarias llegaron a disponer estas no solo de su propio dinero, sino también del dinero de toda la sociedad. Así se produjo la fusión de los bancos con la gran industria y nació el capital financiero. ¿Qué hacer entonces con los grandes excedentes de capital que en cantidades mayores se iba acumulando? Invadir con ellos el mundo. Siempre en pos de la ganancia, comenzaron a apoderarse de las riquezas naturales de todos los países económicamente débiles y a explotar el trabajo humano de sus pobladores con salarios mucho más míseros que los que se veían obligados a pagar a los obreros de la propia metrópoli. Se inició así el reparto territorial y económico del mundo. (Castro Ruz, Fidel, 1962)
Estos mensajes también despertaron la conciencia de los pueblos latinoamericanos y del Tercer Mundo acerca de la necesidad de iniciar la lucha por la justicia, la dignidad, la democracia; palabras capaces de movilizar a las masas en la búsqueda de la verdadera satisfacción de las necesidades de los pueblos.
Fidel Castro y el tratamiento del tema de las transnacionales en el período de años 70 y 80: El estallido de la crisis de la deuda externa en la región latinoamericana
Fidel Castro retoma el recrudecimiento de la crisis a inicios de los 70 vinculando sus impactos al deterioro de la situación económica, social y ambiental, en los países capitalistas desarrollados.
“A fines de la pasada década, arrastrada por el peso de sus propias contradicciones y, sobre todo, por el apetito insaciable de ganancias de los grandes monopolios, la economía capitalista entró en un período de conmociones y sacudidas de insólita fuerza. Tras diferentes altibajos e infructuosos intentos de los gobiernos burgueses por estabilizar y controlar la situación, desde la primera mitad del año pasado los índices de la economía capitalista señalan un descenso acentuado de la producción, acompañado por el agravamiento de todos los demás factores que componen la crisis. (Castro Ruz, Fidel, 1974)
El análisis realizado por Fidel Castro en el contexto de la crisis petrolera de este período confiere, ya desde esta etapa, un papel preponderante a los manejos de los monopolios en el contexto global, que se acrecentará con los años: “No es de extrañarse, pues, que las siete mayores compañías petroleras declarasen en 1973 beneficios del orden de los 8 000 millones de dólares, un 77% más que el año anterior, y que esperen para el presente año ganancias por 17 500 millones”. (Castro Ruz, Fidel, 1974)
El período comprendido entre los años setenta y principios de los ochenta, resultó particularmente difícil para el Tercer Mundo. Los impactos de la recesión en los EE.UU que comenzó en el período 1969-1971, se extendieron hasta los primeros meses de 1984, sacudiendo a la economía norteamericana y a las demás regiones. El tema de la deuda externa comenzaría a ser abordado por Fidel ya desde esta etapa: “Las deudas de los pueblos de América Latina después de la Alianza para el progreso aumentaron a más de 20 000 millones de dólares. Y como explicó en las Naciones Unidas el compañero Salvador Allende, los monopolios extraen de la América Latina más de 1 000 millones de dólares al año, y en los últimos la años han extraído 10 000 millones más de lo que han invertido en este continente”. (Castro Ruz, Fidel, 1972a)
El Comandante Fidel Castro se referirá también a todos estos elemento que fueron conformando el caldo de cultivo para la crisis de los 70: “El problema más serio que tiene hoy ante sí el Movimiento de los Países No Alineados es la actual crisis económica internacional. Esta crisis se inició con la inflación galopante en el mundo capitalista desarrollado, a la cual se le suma ahora una grave recesión económica. Para los estudiosos de Marx, Engels y Lenin tal hecho no constituye una sorpresa ni un misterio. La crisis económica es consustancial al sistema capitalista, agravada en este caso por la política de guerra fría, la carrera armamentista y la represión del movimiento de liberación nacional que propició el imperialismo norteamericano después de la Segunda Guerra Mundial; por el intercambio desigual y el feroz saqueo a que las sociedades capitalistas desarrolladas sometieron a los recursos naturales de los países subdesarrollados del mundo”. (Castro Ruz, Fidel, 1975)
Ya desde esta etapa comienza Fidel a señalar la conjunción de múltiples factores que establecen elementos clave para la actual crisis sistémica en la que se verá envuelta la humanidad en la décadas de los 2000. Con aguda certeza apuntan sus ideas hacia el papel jugado por los monopolios y el capital transnacional.
En el Informe a la VII Cumbre de los Países No alineados, en 1983 Fidel Castro analizaba la naturaleza compleja de las políticas aplicadas por las transnacionales; “Ante todo es necesario apreciar el impresionante grado de control ejercido por las transnacionales sobre la comercialización de productos básicos. Este hecho fundamental, pese a ser bastante conocido, no siempre es lo bastante destacado. La realidad es que, “de hecho, todo el comercio internacional de los productos primarios exportados por los países en desarrollo sigue estando dominado por las empresas transnacionales”. (Castro Ruz, Fidel, 1983).
Fidel Castro y el tratamiento del tema de las transnacionales en las décadas de los 90 y los 2000.
La década de los 90 será testigo excepcional del avance de las políticas neoliberales, de la profundización de los procesos de financierización económica y de la concentración cada vez más profunda de los capitales en manos de las transnacionales. En las tres últimas décadas del siglo pasado y en los años transcurridos del actual, la expansión a escala global del neoliberalismo ha recreado un entramado político, económico, jurídico y cultural, que ha beneficiado directamente, en primer lugar a las transnacionales.
“Si se quiere discutir sobre el tema, discútase, y que cada cual se enfrente, según su conciencia, a las cifras irrebatibles y las realidades palpables que demuestran el desarrollo acelerado de una especulación financiera universal e insostenible, la vulnerabilidad creciente de las economías, la destrucción de la naturaleza, el porvenir incierto y el abismo sin fondo a que nos conducen el neoliberalismo ciego e incontrolable y un globalismo aplastante y brutal, bajo la égida de la potencia más poderosa y egoísta de la historia. No hay que esperar a que las monedas pierdan su valor y las bolsas se desplomen” (Castro Ruz, Fidel, 1997)
Ya en el Informe a la VII Cumbre de los Países No alineados, en 1983 Fidel Castro se refería al evidente poder que, en términos económicos, tienen las corporaciones transnacionales. Un estudio sobre fuentes estadísticas disponibles situaba la “producción transnacional” a finales de los años noventa en torno al 10% del producto mundial (Glyn, Andrew y Sutcliffe, Bob, 1999). Las empresas transnacionales o multinacionales han pasado de ser unas 7.000 en la segunda mitad de los años sesenta a 80.000 en el 2010, y controlaban 810.000 compañías filiales. A pesar de que existen miles de transnacionales en el mercado global, apenas unos cientos de ellas controlan a las demás: 737 multinacionales monopolizan el valor accionarial del 80% de total de las grandes compañías del mundo, y solo 147 controlan el 40% de todas ellas. (Ramiro P. et Al, 2012)
Las enormes ganancias que acumulan las empresas transnacionales tienen su origen en mecanismos de explotación y apropiación de la riqueza económica que constituyen la esencia misma del sistema capitalista. La creciente explotación de los obreros y campesinos y la permanente introducción de políticas que reducen salarios , las presiones sin límites para garantizar el control de las materias primas y recursos naturales, la especulación financiera tanto con el excedente obtenido como con todo aquello que pueda ser comprado y vendido, la mercantilización de cada vez más esferas de las actividades humanas y la absoluta prioridad de la que gozan los mecanismos de reproducción del capital frente a los procesos que permiten el sostenimiento de la vida han servido, efectivamente, para que los principales directivos y accionistas de las grandes corporaciones se conviertan en multimillonarios.
“Le presentan al mundo como algo ideal esos desarrollos a través de las empresas transnacionales y de las medidas que imponen los organismos internacionales de finanzas. Van a acabar de destrozar lo que queda de la naturaleza. La concepción globalista neoliberal y capitalista significa la suspensión de todas las barreras y regulaciones que dificulten la transferencia de grandes masas de capital de un país a otro, de una región a otra, el desarrollo máximo del mercado mundial en manos de las transnacionales y en beneficio de las potencias más ricas y desarrolladas” (Castro Ruz, Fidel, 1997a)
Hoy las compañías multinacionales controlan sectores estratégicos en la economía mundial tales como energético, financiero, telecomunicaciones, servicios de salud básicos, agricultura y alimentación, desarrollo de infraestructuras, agua, recursos de la biodiversidad, medios de comunicación, e industrias bélicas.
La crisis capitalista actual ha fortalecido el accionar económico y la capacidad de influencia política de las grandes transnacionales que simultáneamente realizan negocios en diversos sectores tales como los recursos naturales, los servicios públicos y la especulación inmobiliaria, o se establecen y adueñan de los mercados de futuros de energía y alimentos, las patentes sobre la vida o el acaparamiento de tierras. La actual crisis sistémica abarca ya no solo el sector económico sino que se extiende al medioambiente, a la cultura, a la sociedad.
En su discurso ante Informe a la VII Cumbre de los Países No alineados, en 1983 Fidel Castro introducía algunos temas que perfectamente constituyen los antecedentes para la refacturación de mercancías, uno de los mecanismos empleados por las empresas transnacionales para sacar provecho de los paraísos fiscales.
“Otro procedimiento consisten en inflar los costos de las mercancías importadas desde sus sucursales, para burlar los controles gubernamentales tendentes a impedir que los márgenes de venta al por menor excedan de cierto porcentaje de los precios de las mercancías importadas o de los costos de producción. También se manipulan los precios de transferencia para retirar las ganancias y los saldos de tesorería de los países de moneda débil y eludir las restricciones en materia de extracción de divisas”. (Castro Ruz, Fidel, 1983)
En opinión del Informe sobre Integridad Financiera Mundial, la refacturación comercial es la manera más común de cambiar de lugar reservas ilícitamente de países subdesarrollados. Esta organización ha calculado que la refacturación se duplicó en el período entre 2004 y 2012, representando más de 80% de todos los flujos ilícitos, aproximadamente unos 655 mil millones de dólares promedio anual. Asimismo, el volumen global de los flujos financieros ilícitos provenientes de los países subdesarrollados, de los cuales la refacturación constituye mayoría, resultaba superior al valor combinado de la AOD y la inversión directa extranjera (IED) recibida por estos países. (Spanjers Joseph y Frede Foss Håkon, 2015)
“El resultado de todo esto, es un comercio internacional distorsionado, precios de transferencia que actúan como piezas en el mecanismo de explotación comercial e intercambio desigual, una menor capacidad nacional para dirigir las economías y orientar el desarrollo, una dependencia de nuevo cuño e inalterable sustancia, estadísticas internacionales engañosas que sugieren un curso positivo, allí donde las tendencias reales indican un ahondamiento del subdesarrollo y creciente saqueo”. (Castro Ruz, Fidel, 1983)
También en este período, y como consecuencia de las pérdidas económicas experimentadas por Cuba a raíz de la desaparición del campo socialista, se inició un proceso de transformaciones en el cual se abrió paulatinamente la posibilidad de atracción de inversiones extranjeras al país. Sobre estas tendencias que resultaban controvertidas, el Comandante Fidel Castro comenta y aclara las motivaciones, las causas que predominaron en la adopción de tales políticas así como el enfoque totalmente social que recibiría la redistribución de las ganancias y recursos obtenidos a partir de dichas inversiones.
“Aunque antes del derrumbe del campo socialista habíamos pensado en ciertas formas de inversión extranjera para sociedades mixtas en ciertas ramas donde no había otra solución, estamos bien conscientes de que durante muchos años combatimos la inversión extranjera, estamos bien conscientes de que durante muchos años nos sentíamos orgullosos de que el pueblo fuera dueño de todos sus recursos, de todas sus industrias y de todos los bienes del país; sin embargo, en las condiciones actuales no podíamos prescindir de la inversión extranjera en un grado mayor porque necesitábamos capital, tecnología y mercados. Son los factores determinantes, lo contrario sería la parálisis, el estancamiento durante mucho tiempo. (Castro Ruz, Fidel 1995)
“Cualquier ingreso que obtenga el país por cualquiera de esas vías no es para enriquecer a nadie ni para ir a parar a los bolsillos de nadie, es para el pueblo hasta el último centavo para comprar alimentos, para comprar medicamentos, para comprar combustible para que hubiera luz eléctrica, para comprar materias primas indispensables para la producción, para que el país marche. Y el país, cualesquiera que sean las dificultades, marcha, y marcha ordenadamente; y el pueblo, cualesquiera que sean los sacrificios, comprende que ese era el camino correcto, que ese era el camino revolucionario; y, desde luego, sin el bloqueo, aquí en este país se habrían invertido grandes cantidades”. (Castro Ruz, Fidel 1995)
Conclusiones
El pensamiento de Fidel Castro sobre el accionar de las transnacionales resulta hoy transcendente y oportuno. En la medida que estas empresas asumen nuevas formas de explotación, los impactos que generan abarcan simultáneamente múltiples sectores y provocan enormes violaciones de los derechos humanos.
“El neoliberalismo, la globalización de la economía, la política hegemónica, el egoísmo y el monopolio de todos los recursos son cuestiones incompatibles con cualquier medida de desarrollo social” (Castro Ruz, Fidel, 1996)
Resulta urgente la necesidad de analizar y promover políticas racionales que controlen el accionar de las empresas transnacionales. En todo el planeta se observa el avance de las ETNs sobre los recursos naturales, los bienes comunes a partir de mecanismos que promueven el acaparamiento de los recursos. Tales acciones se realizan con una impunidad flagrante ya que cuentan con el apoyo de las élites ricas en los países donde se establecen.
Las actuales negociaciones internacionales sobre los tratados bilaterales de libre comercio y protección de las inversiones, tales como el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP), el Tratado de Comercio Transpacífico (TTP) y el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TISA), proponen consolidar y profundizar el poder de las transnacionales.
Nunca como hoy se eleva con tal nitidez el mensaje de Fidel Castro, su denuncia por los abusos cometidos por las empresas transnacionales, así como la necesidad de mantener aquellos procesos de movilización y resistencias que permitan construir alternativas al dominio de las grandes corporaciones
Lejos de debilitarse con la actual crisis económica y financiera, el hecho es que las grandes trasnacionales continúan fortaleciendo su poder e influencia en el mundo gracias a sus renovadas estrategias corporativas y a la constante aplicación de nuevos modelos de negocio constituye un reto para las fuerza progresistas.
La obra Marxista–Leninista está presente en la obra de Fidel concerniente a las transnacionales, su papel determinante en el contexto del sistema capitalista. Los principios teóricos y metodológicos marxistas aparecen en cada uno de los análisis que realiza; ya sea explícitamente por las causas históricas, políticas, económicas, tecnológicas y científicas del surgimiento y desarrollo de las empresas transnacionales, así como de manera implícita, en sus análisis sobre la intervinculación de los problemas globales que amenazan a la civilización.
El pensamiento de la Revolución cubana, de Martí a Fidel, ha revelado como “trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedras”. El contenido humanista del pensamiento económico de Fidel, constituye expresión reveladora del ideario martiano, y se presenta a través de sus incontables discursos, entrevistas, libros, declaraciones publicadas a lo largo de más de 5 décadas de lucha revolucionaria por Cuba y por la humanidad. Su ideario constituye fuente inagotable para las nuevas generaciones de cubanos.
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