January 25, 2017
Por: Omar Everleny Pérez Villanueva
Este artículo forma parte del dossier La Letra de Temas: ¿Cómo viene el 2017 para Cuba?
En la última sesión de la Asamblea Nacional, el 27 de diciembre de 2016, el Ministro de Economía Ricardo Cabrisas explicó que:
En la evaluación del desempeño estimado de la economía del año 2016 y las perspectivas para el 2017, se ratifica la tensa situación existente con la disponibilidad de divisas, el incumplimiento de los ingresos previstos en el plan por exportaciones y fuertes limitaciones en el suministro de combustibles, que nos sitúa en un escenario que no podrá revertirse en el corto plazo, caracterizado por fuertes restricciones que obliga a un profundo análisis y atención priorizada a los asuntos de la economía nacional…
Lo que se desprende de sus palabras es que Cuba debe hacer grandes cambios en su economía para superar aceleradamente sus problemas estructurales a partir del 2017.
La presencia del retraso económico, derivada de la combinación de factores externos e internos, pone sobre el tapete la necesidad de buscar soluciones rápidas y acertadas. La economía cubana en el 2016 tuvo una recesión, ya que se decreció en un 0.9 %, la primera de la administración de Raúl desde el 2008. Indicadores económicos significativos se mantienen con valores no saludables, como el déficit fiscal, el mantenimiento de la dualidad monetaria y cambiaria en el país, el déficit de la balanza comercial del país –las exportaciones se mantienen rezagadas y se siguen importando bienes que pueden ser producidos en el país, como los agrícolas. Se ha producido la desaceleración de los ingresos por servicios profesionales, entre otros, lo que hace difícil enfrentarse al crecimiento que se aspira en el 2017. Los ingresos de los trabajadores cubanos todavía son bajos, y no han podido superar el poder adquisitivo de 27 años atrás.
Las autoridades cubanas siguen hablando de “trabajadores por cuenta propia”, pero en la práctica hay más de 535 000 personas que ejercen de forma privada su trabajo, en las añejas 201 actividades aprobadas desde el 2010, que se han mantenido creciendo, pero a un ritmo aún insuficiente para absorber al más del millón de trabajadores que aún engrosan las plantillas infladas de muchas instituciones, cifra reconocida por las instituciones oficiales.
El ritmo de las transformaciones claves emprendidas por la administración de Raúl Castro se mantiene marcado por la huella de tantos años de elevada centralización. ¿Por qué no se avanza al ritmo que se necesita para salir del estancamiento económico? ¿Qué ideas sustentan la inmovilidad? Está claro que el Estado cubano no está paralizado, sino que trabaja por cambiar la matriz energética del país, invierte en un desarrollo hidráulico potente, tiene planes de recuperación azucarera, construye hoteles, entre disímiles obras. Pero lo realizado no se palpa por el ciudadano común, ni las cifras macroeconómicas del país lo reflejan.
Papel de la Inversión extranjera directa (IED) en la economía cubana
Quienes se resisten a incentivar la inversión deberían conocer el papel que esta ha jugado hasta el momento; y comprobar la efectividad de su presencia en aquellas actividades donde hay negocios con capital externo.
En la casi totalidad de aquellas áreas productivas donde Cuba presenta sus mejores resultados económicos o de exportación, ha habido, de una forma u otra, presencia de capitales extranjeros. Esta señal permite considerar que, incluso en áreas sensibles para la población, como alimentos y productos de aseo, entre otros, podría existir una mayor presencia de la inversión extranjera directa.
Un gran número de los hoteles que acogen a los cuatro millones de turistas anuales que recibe Cuba se comercializa y gestiona mediante contratos de administración con reconocidas compañías extranjeras, con un total de 27 empresas mixtas y 76 contratos de administración con 17 grupos extranjeros.
Nuestro afamado ron Havana Club, se comercializa mediante una empresa mixta con Pernod Ricard, de Francia, uno de los mayores distribuidores de licores a nivel mundial.
Gran parte del tabaco habano cubano se comercializa internacionalmente por Habanos, una entidad mixta entre una empresa nacional e Imperial Tobacco del Reino Unido.
Los cigarrillos cubanos de calidad para el consumo nacional y la exportación se producen por Brascuba, una empresa mixta de Cuba con Souza Cruz de Brasil.
La energía eléctrica por gas es producida por la compañía Energas, una mixta de Cuba con la empresa canadiense Sherrit.
Una gran parte de la exploración y explotación petrolera se realiza por compañías extranjeras, entre las que sobresale Sherrit de Canadá, junto a otras de China y Rusia.
La mejor planta productora de níquel en Cuba es una empresa mixta con Sherrit, que lo produce y comercializa, en la empresa Pedro Soto Alba, de Moa.
Productos de aseo personal, limpieza, cosméticos, entre otros, se producen en asociación con capital extranjero.
Algo similar sucede con la producción y comercialización de refrescos, jugos, aguas, cervezas, embutidos, donde existen estos contratos entre empresas cubanas y algunas extranjeras de renombre internacional como Nestlé, entre otros.
En las telecomunicaciones se coopera con empresas de chinas.
En la construcción funcionan contratos con empresas francesas que construyen hoteles, y otras entidades.
En la modalidad mixta, es decir, de asociación con el Estado cubano hay 103 negocios. Los contratos de asociación económica internacional suman 102. Los principales resultados de las 214 empresas con modalidades de inversión extranjera que existían en el año 2015 alcanzaban un monto de ventas totales de 4500 millones de CUC, con unas exportaciones superiores a los 2 300 millones de CUC. Pero esa IED solo representaba 0.5 % del PIB cubano.
Según datos de noviembre 2016, ya estaban funcionando en Cuba más de 250 empresas extranjeras. En la Zona Económica Especial de Mariel, se contaba con 19 usuarios. Entre ellas, 10 eran de capital 100 % extranjero, 4 mixtas, 4 cubanas y un contrato de asociación económica internacional.
Según su origen nacional, estas eran:
- 2 de Bélgica. Una, la CMA CGM, dedicada a logística, transporte, mantenimiento y reparación de vehículos. La segunda, a la fabricación de paneles eléctricos y sensores de temperatura.
- 2 de México: Richmeat de Cuba S.A., procesadora de cárnicos, y Devox Caribe S.A., de pinturas y anticorrosivos.
- 2 de España: ProFood Service S.A., de jugos y dispensadores de bebidas y Teconsa dedicada a producir estructuras metálicas.
- 2 de Brasil: Brascuba, de producción de cigarrillos; y COI, de infraestructura.
- 2 de Holanda: Unilever, de productos de aseo, y Womy Equipment Rental, de alquiler de equipos.
- 1 de la República de Corea: Arco 33, de jeringuillas desechables y otros.
- 1 de Francia: Bouygues Construction, dedicada a la construcción.
- 1 de Vietnam: Thai Binh Corp, de almohadillas y culeros desechables.
- 1 de Singapur, asociada a un contrato internacional de administración de la terminal de contenedores.
Entre 2014 y 2016, Cuba ha presentado tres carteras de Oportunidades de Negocios para capitales externos. La más reciente incluye 395 negocios a desarrollar, por un valor de 9 500 millones de dólares. De ellos, 24 en la ZEDM y 371 en el resto del país. Al amparo de la ley 118, se han aprobado 54 negocios, con un valor de 1 300 millones de pesos, aunque el ritmo de las aprobaciones es muy lento y bastante agotador para los empresarios.
¿Qué (se podría) hacer?
Cuba debería acelerar el ritmo de las aprobaciones de los negocios con capital extranjero que se presenten; mejorar el clima de negocios vigente; y rebasar las tasas de crecimiento económico negativas, lo que desestimula la llegada de capitales externos. Podrían considerarse nuevas formas de IED, como las BOT (Construcción, Operación y Transferencia) y la utilización de franquicias en una escala significativa; así como flexibilizar la contratación centralizada de fuerza de trabajo; y utilizar lo que plantea la legislación vigente, en cuanto a acuerdos de IED con formas de producción no estatal, especialmente con las cooperativas urbanas.
El decrecimiento en el 2016 debería motivar al cambio en la tendencia del crecimiento económico. Esto podría lograrse si se aprobaran de forma acelerada las inversiones extranjeras que se presenten en el país, de cualquier origen, así como la nueva ley de empresas en el país; si se ampliaran los oficios aprobados para ejercer el trabajo privado y la creación de pequeñas y medianas empresas; si se les dieran más facilidades empresariales a la gran empresa estatal, que posee los activos más importantes de la nación; si se pusiera en marcha un real mercado mayorista, nacional o en franquicia con compañías de renombre; si se ampliaran los servicios de la banca móvil, donde se transparenten las operaciones de los entes económicos privados y con ello se mejorara el ingreso por impuestos al presupuesto de lo devengado por los privados.
Resulta estimulante escuchar la exhortación que ha hecho el presidente cubano a desterrar de una vez y para siempre los prejuicios sobre la inversión extranjera. Es importante captar plenamente el sentido de la importancia y de la urgencia de tal reclamo, y es crucial actuar en consecuencia.
Está demostrado que Cuba debe complementar su inversión nacional con más de 2 500 millones de dólares anuales provenientes de la inversión extranjera. Sin embargo, todavía en la pasada sesión de la Asamblea Nacional, el ministro de Economía expresaba: “En el proyecto de Plan 2017, la inversión extranjera continúa siendo muy baja en su participación respecto a la inversión total, representando solo el 6.5 % del plan.” Esto indica que tampoco en 2017 la inversión que se necesita en el país llegará en los montos requeridos.
A pesar de las leyes y decretos leyes relacionados con la inversión extranjera en la isla, en vigor desde hace 3 años, y del apoyo de las máximas autoridades del país, la velocidad de la aprobación de los negocios marcha a ritmos muy lentos, para salir de la situación económica de recesión en que se encuentra Cuba.
El impacto de la educación y la ciencia en la transformación estructural, la productividad y la eficiencia ha sido menor que su potencial, mientras que la expansión del gasto social está alejada de la capacidad productiva del país.
La participación del indicador Tasa de Formación Bruta de Capital en el PIB se ha movido, como promedio, alrededor de 10% a precios corrientes, la mitad de la que tiene América Latina, e incluso países similares en tamaño a Cuba, como República Dominicana, que invierte 27 % respecto al PIB. A eso se le suma que el país no ha superado todavía la persistencia de la baja efectividad del proceso de inversiones en el país.
Cuba es quizás única en su inversión acumulada en capital humano. Sin embargo, genera un muy limitado crecimiento económico, contrario a las experiencias de desarrollo que experimentaron otros países a partir de la década de los 60, como Japón, Corea del Sur, Singapur, Malasia o en aquellos más recientes, de rumbo socialista, como China y Vietnam.
En el 2017, urge un incremento salarial de los trabajadores cubanos, por su relación con el aumento del nivel de vida. Continuar postergándolo mantendrá la baja productividad y el desvío de recursos económicos de los trabajadores. Para lograrlo se requiere que al menos el sector manufacturero tenga un mayor margen de decisiones propias, que no sean influidas por las decisiones de los niveles superiores de las empresas.
En la pasada Asamblea Nacional del Poder Popular, el presidente cubano expresaba que a pesar de la desfavorable situación económica, el país se mantuvo cumpliendo con las deudas contraídas como resultado del reordenamiento de la deuda externa cubana, lo cual repercute positivamente en nuestra credibilidad externa. Los procesos de renegociación de las deudas han llevado a establecer compromisos de pagos recientes, por lo que se están erogando pagos por intereses y por el principal, derivados de esos acuerdos. Es necesario mantener esta política.
La propuesta de desarrollo de las pequeñas y medianas empresas cubanas debería ser imperiosa, porque solo la creación de riqueza potenciará la repartición de más riquezas.
En este escenario, sería oportuno aceptar las inversiones en cartera; e incluso estudiar la emisión de títulos de valor de renta fija (bonos) y de renta variable (acciones). La emisión de bonos es una posibilidad y una necesidad en la búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento interno, para financiar el déficit del presupuesto, y externo, para brindar garantías al prestatario de acuerdo a la práctica internacional.
¿Qué nos ha dejado la historia económica reciente? En primer lugar, que no se puede vivir de espaldas al mercado. En segundo, que los incentivos son necesarios, si se pretende tener incrementos de productividad y eficiencia económica. Tercero, es incorrecto pensar que, para construir el socialismo todo, lo predominante debe ser EL sector estatal. Cuarto, deben existir empresas con autonomía, no unidades de administración de recursos. La planificación realizada hasta hoy no ha conducido al desarrollo. Y el mercado no es sinónimo de propiedad privada.
Sin asumir la transformación de la economía cubana a partir de 2017, se alejarían las aspiraciones de los cubanos para vivir en una sociedad más próspera, inclusiva y participativa. No basta con cumplir la meta del 2% prevista, sino sostener la tasa de crecimiento que este país necesita para su transformación, no menor de 5-7 % anual, de forma sostenida durante un periodo largo, y siempre superior a 10 años. Para que eso suceda, debe haber un cambio institucional, un cambio en la forma en que se ha estructurado la producción nacional y cambios legislativos, entre otros elementos.
No obstante, persisten factores externos como el bloqueo. También concurren otros, como las bajas de precios internacionales de productos de exportación. Pero estos últimos afectan también al resto de los países, y sin embargo, muchos de ellos crecen –por ejemplo República Dominicana, creció a más del 6 % en el 2016.
Cuba tiene que hacer una transformación profunda. Pero las señales que el gobierno está ofreciendo podrían indicar que no está dispuesta a hacerlo por el momento. Mientras la percepción internacional acerca del país cambia de manera favorable, especialmente a partir del intento de normalización de relaciones con Estados Unidos, se mantiene un grupo de factores internos que se convierten en trabas objetivas y subjetivas al crecimiento económico que están esperando los cubanos, y que debe representarles el bienestar deseado.
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