Por Diego Castañeda - 20:02 - 23/02/2017
Kennet Arrow (Foto: Archivo)
El 21 de febrero falleció Kenneth Arrow uno de los más grandes economistas y científicos sociales de la segunda mitad del siglo XX. Su trabajo sirvió para inaugurar muchas áreas dentro de la economía y la ciencia política, entre ellas la elección social, el campo de la economía del bienestar y la economía de la información.
Para la mayoría de los economistas y politólogos el primer encuentro con el trabajo de Arrow es estudiando los sistemas de votación, los medios por los cuales las sociedades pueden agregar sus preferencias y elegir. En este terreno surgió el primer gran aporte de Arrow en su libro de 1951 Elección Social y Valores Individuales. Este trabajo marcó el origen de lo que habría de conocerse bajo el nombre de "teorema de imposibilidad de Arrow" y con él la idea de que no existe un sistema de votación perfecto.
Sólo existen sistemas imperfectos y por tanto con esa idea nació el estudio de los sistemas de votación en búsqueda del menos fallido. Si bien estas ideas pueden trazarse desde los tiempos de Condorcet en el siglo XVIII, fue Arrow el que logro traducir las intuiciones de esos tiempos en formalismos matemáticos que pudieran ser estudiados de forma generalizada.
El otro gran punto donde los economistas de todo el mundo encuentran con su trabajo es en el campo de la economía del bienestar y más precisamente con lo que se conoce como el primer y segundo teorema fundamental del bienestar, también llamados "los teoremas de la mano invisible".
Estos postulados lograron por primera vez formalizar la idea de Adam Smith de una economía que funciona mejor sin un planificador central. La demostración de los teoremas del bienestar permitió que se formulara de forma plena la idea de un equilibrio general en la economía, es decir que se pudiera mapear las interacciones de todos los mercados existentes para analizar su comportamiento.
Los teoremas de bienestar sólo funcionan bajo condiciones muy específicas, la existencia de información perfecta, de mercados completos, la no existencia de externalidades, etc. En ese sentido, el aporte de Arrow no es el más aplicable al mundo real, sin embargo, sí es una pieza analítica importante para formular modelos que si bien simplifican demasiado la realidad, nos ayudan a entender en cierta medida la lógica de lo que sucede en el mercado.
Simplemente estos dos aportes hicieron de Kenneth Arrow más que merecedor del premio Nobel de economía que ganó en 1972. Su trabajo abrió tanto espacio de investigación que muchos de sus alumnos eventualmente ganaron también el premio Nobel, como Joseph Stiglitz, por citar quizá al más famoso de ellos. Su aporte en los campos de la economía de la salud y al debate de asuntos distributivos, sobre todo en lo relacionado a la desigualdad de oportunidades fue notable.
Dicho lo anterior, yo soy quizá un caso atípico en la forma en que llegué a conocer el trabajo de Arrow. Su trabajo llegó de forma inicial a través de la teoría del crecimiento económico. Arrow fue un entusiasta de la economía de la información, de cómo la difusión del conocimiento ocurría en la economía y sus efectos, en especial la innovación.
Arrow tuvo influencia a través de lo que se conoce como la teoría del crecimiento endógeno. La idea detrás de esta teoría del crecimiento económico es que el cambio tecnológico impacta el crecimiento al ser interiorizado por la economía. Al depender de la velocidad en la que se acumula capital humano y se mejora el progreso técnico. Las ideas de Arrow sobre la información influyeron de forma notable la formulación de la teoría del crecimiento endógeno y de la economía de la innovación.
Arrow fue el primero en reconocer que la información es un bien público, su difusión no causa rivalidad, ni exclusión. Su difusión por lo tanto enriquece a la sociedad y se vuelve una fuente de crecimiento económico. En el fondo Arrow fue un pionero de la idea que las ideas pueden producir crecimiento económico, que son un recurso inagotable para el mismo.
Entre las grandes luminarias intelectuales de la segunda mitad del siglo XX es difícil encontrar en las ciencias sociales y en especial en la economía alguien con más influencia en tantos campos, que ayudara a abrir otros tantos o revolucionara de diversas maneras a la disciplina. Quizá sólo Paul Samuelson, Nicholas Kaldor y Gary Becker entre los economistas pueden compartir tal lugar. Fernand Braudel, entre los historiadores y John Rawls en el campo de la filosofía política son algunos de los titanes de la época que pueden compararse en impacto e influencia.
Su trabajo sigue siendo relevante porque ayudó a producir las herramientas con las que la economía moderna se enseña y se practica a distintos niveles. Desde los bancos centrales o los ministerios de hacienda con los modelos de equilibrio general a la economía de la salud, en el estudio de la innovación y la difusión del conocimiento o en la forma en que elegimos a nuestros representantes. La muerte de Kenneth Arrow deja un gran hueco en la economía moderna pero también un gran legado con impacto profundo en el funcionamiento de la sociedad y su estudio.
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