Por: Elias Argudín
Obreros trabajan en la reparación de la Cuenca Sur para restaurar el servicio de agua a La Habana. Foto: Oilda Mon/ Tribuna de La Habana.
La avería hizo aparición como una desproporcionada tragedia, en la madrugada del pasado 25 de mayo. Había colapsado el conducto del principal aporte de agua a la capital. Desde entonces se está escribiendo una historia monumental. Y ya resulta de dominio público el esfuerzo de los trabajadores de Aguas de La Habana, Empresa de Mantenimiento y Rehabilitación de Obras Hidráulicas de Occidente (Emroho), y de los contingentes Blas Roca y Raúl Roa.
No es un secreto que estas fuerzas plantaron porfía al reloj, y en dos turnos de 12 horas cada uno, laboran sin tregua, por convicción y disciplina, pero sobre todo, conscientes de que —ahora mismo— en ellos los capitalinos depositan sus esperanzas.
La obra en su conjunto tendrá un costo aproximado de unos seis millones de pesos. Por otra parte, en circunstancias normales, empalmar y montar un kilómetro de conductora de tal magnitud (900 mm), clasifica como una inversión de consideración, que exige proyectos bien pensados y no menos de tres meses de laboreo intenso. En Cuenca Sur ya se va para el tercer kilómetro en solo 11 o 12 días, y se llegará a cuatro antes de las 20 jornadas.
Ah, y lo más asombroso, a pesar del sol, el calor abrasador, los insectos y la tierra colorada, quien se aventure por el lugar en condición de espectador, quedará recompensado con el entusiasmo y la disposición que reina en el colectivo, o las historias de vida que se esconden detrás del evidente agotamiento reflejado en el rostro de cada uno de sus integrantes.
A lo cubano
Para la reparación de la Cuenca Sur se han unido los trabajadores de Aguas de La Habana, Empresa de Mantenimiento y Rehabilitación de Obras Hidráulicas de Occidente (Emroho), y de los contingentes Blas Roca y Raúl Roa. Foto: Oilda Mon/ Tribuna de La Habana.
La sensación de placer embarga al hablar con la ingeniera Edelsy Ramos Guillarte, directora de Producción de la Emroho, la única mujer entre tantos hombres, con la misión de dirigir a un grupo de quienes se encargan de soldar los tubos, abrir las zanjas y del acople final.
Esta santiaguera no deja oír una queja, ni por los inconvenientes de la vida en campaña ni por el hecho de que sale de su casa antes del amanecer y regresa cuando el sol hace rato desapareció. Reconforta sí, porque a contrapelo de las adversidades, trabaja Alexander Concepción Molina, uno de los cinco operarios de las máquinas de termofusión, utilizadas para soldar las tubería de PAD.
Alexander no ve despierto a su pequeño hijo de cuatro años al llegar a su hogar, bien entrada la noche; los dolores de cabeza amagan, unas veces, y otras dicen aquí estamos “porque tantas horas de exposición al sol han empezado a hacer de las suyas”, pero él no hace caso, se sobrepone y piensa: “Entre los muchos perjudicados, también está mi familia; mañana cuando completemos la solución definitiva, estarán asimismo entre los beneficiados. Entonces, cuanto antes mejor”, afirma sonriente.
El desenfado de Mario Ernesto Ávila Delgado y la frescura que denota su rostro contrastan con lo áspero del paisaje. No es en modo alguno el único joven, le acompañan otros 60 que no sobrepasan los 30 años, pero él, con solo 18 años, es el de menor edad entre todos.
Mario Ernesto vive su estreno como trabajador después de haber sido desmovilizado del Servicio General Activo. Ocupa plaza como ayudante, asegura, y aprovecha para aclarar que el debut “ha resultado muy duro”.
Sin embargo, pronunciadas estas palabras, de inmediato él —que había estado sonriendo en todo momento—, cambió el rostro. Puso la cara muy seria y adoptó pose de buen catador, para apresurarse en aclarar:
“Probé en serio, incluso me saboreé y no me caben dudas que me gustó. No me arrepiento. Quiero seguir en estas lides, experimentar cuánto doy, superarme, llegar a ser un operario experimentado. El buen salario y la atención exquisita estimulan, ciertamente, pero no es solo eso. Creo, sinceramente, que nada es comparable con el goce que uno experimenta al saberse útil en grande”.
Esta semana concluirán las reparaciones para normalizar servicio de agua
El tercero de los cuatro tramos de la Cuenca Sur ya se terminó. Foto: Oilda Mon/ Tribuna de La Habana.
Aunque persisten algunas afectaciones, lo peor ya pasó.El tercero de los cuatro tramos de un kilómetro de tuberías de Polietileno de Alta Densidad (PAD) de 900 milímetros (mm) de diámetro quedó instalado en la conductora Cuenca Sur.
Tras siete jornadas de trabajo intenso e ininterrumpido durante el día y la noche, a partir del colapso de la tubería, quedaron listos y conectados al tubo original, los dos nuevos primeros tramos de PAD. Ello dio paso a las pruebas de carga cuyo resultado exitoso permitió un aumento paulatino de las presiones, hasta llegar a los mil 500 litros/segundo.
Está a punto de entrar en funcionamiento el penúltimo segmento de PAD previsto a instalar en función de tal propósito. Al mismo tiempo se trabaja las 24 horas en la soldadura y empalme de las piezas de 12 metros que conformarán el cuarto y último cauce artificial que, una vez en activo, quedará definitivamente compensado el caudal total del tramo de 78 pulgadas dañado.
Según apuntó el ingeniero Javier Toledo Tápanes, delegado del Instituto de Recursos Hidráulicos en la provincia, el servicio ha mejorado y continuará aún más tras cada nuevo avance; sin embargo, únicamente podrá retornarse al régimen establecido (en ciclos y horarios), cuando concluyan totalmente las labores, el jueves o viernes.
La conductora de Cuenca Sur clasifica como el principal aportador al Sistema Central, del cual resultan beneficiados los habitantes de los cinco municipios del centro (Plaza, Cerro, Habana Vieja, Centro Habana, y 10 de octubre) y parte de Boyeros. Esas son las noticias que llegan de Cuenca Sur, tan frescas, transparentes y halagüeñas como el agua misma.
Lea sobre este mismo tema:
Reportaje sobre la restauración del servicio de agua en La Habana
(Tomado de Tribuna de La Habana)
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