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lunes, 3 de julio de 2017

El crecimiento económico deseado




Recién terminado el primer semestre del año, nuevamente la meta de crecimiento (2 por ciento) se convierte en un punto focal. En la sesión ordinaria del Parlamento se despejará la incógnita. Adelanto algunas ideas sobre aquellos factores que pudieran impactar positivamente en el crecimiento económico.
Crecer un 2 por ciento sobre un decrecimiento del 0,9 por ciento del año anterior y en condiciones tan difíciles es realmente una meta muy optimista, tomando en cuenta la situación coyuntural de la economía cubana y también la persistencia de fallas estructurales de larga data que no han podido ser resueltas.
A ello habría que agregar un entorno internacional que no ayuda. Me refiero tanto a las características del crecimiento de la economía mundial, como a la incertidumbre que genera el actual gobierno estadounidense hacia el mundo y en especial hacia Cuba. Nuestro país sigue –y parece que seguirá– siendo un país bloqueado, sujeto a vaivenes de la política interna de los Estados Unidos (Mr. Trump es la demostración palpable), pero esa amenaza debe ser convertida en la oportunidad de poder diversificar nuestras relaciones económicas y lograr una situación externa más balanceada. Ello significa mayor apertura a la inversión extranjera, modernizar radicalmente el sector estatal y expandir el no estatal.
Existen resortes que pueden ser utilizados y que no necesitan ni un centavo más de los disponibles. Influyen en todos lo sectores de la economía por igual. Mucho de lo que diré es el resultado de una mente colectiva que durante años ha estudiado la economía cubana, se ha plasmado en decenas de trabajos, ponencias, tesis de diploma, maestrías y doctorados, y libros algunos de los cuales han sido premiados por nuestra Academia de Ciencias. En estos últimos años ha existido además una fluida relación  entre las organizaciones encargadas de producir estos documentos y las universidades cubanas. Muchas de estas ideas de hecho están plasmadas en los documentos recientemente aprobados.
El primero es modernizar nuestras instituciones (o sea, las reglas del juego) y hacerlas más adecuadas a las necesidades de crecimiento de Cuba. Explico:
– Cambiar desde el concepto hasta el estilo de planificación, pasando por tomar decisiones sobre qué debe ser objeto de un plan centralizado y qué no. Ya tuvimos una experiencia al respecto a inicios de los 90 y funcionó. En aquellos momentos se hizo énfasis en la planificación financiera y las empresas tuvieron más espacio y poder de decisión. Esto permitió ganancias de eficiencia que impulsaron el crecimiento a pesar de la difícil situación.
– Desburocratizar el procedimiento para la aprobación de las propuestas de inversión extranjera y otorgar poderes de decisión, dentro de marcos explícitos de tipos de negocios y montos de inversión, a las empresas y a los gobiernos provinciales.
– Otorgar mayores niveles de decisión a las empresas estatales (no solo las OSDE’s) y hacer efectiva la separación de los Ministerios y las empresas estatales. Quien es responsable por algo debe tener la facultad de tomar decisiones al respecto, sin estar obligado a constantes consultas.
– Revisar y eliminar la duplicidad de funciones entre las OSDE’s y las Empresas. Convertir nuevamente en empresas a una parte significativa de las actuales UEB.
– Admitir e instaurar con prácticas y sistemas legales adecuados el derecho a tomar riesgos y a equivocarse que deben tener los empresarios cubanos.
– Erradicar o disminuir los monopolios que hoy existen. La propiedad estatal sobre los medios de producción fundamentales no significa ni tiene por qué ser identificada con la proliferación de situaciones de monopolio. El monopolio es nocivo para cualquier economía, afecta la productividad del trabajo, pero sobre todo es enemigo de la innovación. Lo que digo funciona también para las empresas extranjeras, hay que ponerlas a competir por nuestro mercado.
– Continuar la reducción sistemática del aparato burocrático del Estado y promover la modernización de este.
– Desembarazar al Estado de la gestión del comercio minorista en todas las monedas. La práctica de más de 50 años ha demostrado que el Estado no es eficiente en esta actividad, le genera costos excesivos en términos monetarios y financieros, pero también en prestigio.
– Unificar todas las tasas de cambio y convertidores que existen hoy en el segmento empresarial estatal. Esto permitiría hacer transparente y comprensible la situación real de las empresas y sobre todo mejorar significativamente la asignación de recursos y los sistemas de incentivos e ir desbrozando el camino para la necesaria unificación cambiaria cuando las condiciones lo permitan.
– Reducir –y si es posible eliminar– la dispersión y diversidad de los sistemas de pagos existentes y dejar en manos de la empresa estatal las decisiones al respecto, a partir de instaurar una tarifa horaria mínima para todo tipo de trabajo y en todos los sectores (estatal, no estatal, mixto, etcétera).
– Agilizar el proceso de aprobación de las cooperativas industriales y de servicios.
– Ampliar el ejercicio del trabajo por cuenta propia, crear y aprobar lo antes posible las bases legales mínimas para el funcionamiento transparente de la pequeña y mediana empresa y para su relación con el sector estatal de la economía.
Ninguna de estas medidas es simple, todas requieren un significativo esfuerzo normativo y profundos cambios en las “reglas del juego”. Pero todas están, de una forma u otra, en los documentos aprobados por el Parlamento; algunas aparecían en los primeros lineamientos.
De aquellas otras medidas que sí cuestan –y más de un centavo– y demoran mucho más de un año en implementarse, estarían:
– La modernización de la infraestructura, en especial energética, de Telecomunicaciones (que debe además disminuir precios y tarifas) y alcanzar en un corto plazo las tendencias tecnológicas que caracterizan al sector y de las cuales estamos aún muy alejados. Agilizar la modernización de la infraestructura aeroportuaria y de los servicios asociados, incluyendo lógicamente los vuelos regulares nacionales. La infraestructura ferroviaria y los servicios asociados. Modernizar y mejorar los servicios del transporte urbano público. En todos estos temas de infraestructura la dotación está muy por debajo de las necesidades de desarrollo que tiene Cuba y que comparativamente sitúa a la Isla lejos de sus pares en América Latina. Ya existen varios proyectos dirigidos a estos objetivos, algunos de ellos con inversión extranjera, solo llamo la atención sobre la urgencia de estos.
– Hay varios sectores decisivos. El energético, por ejemplo, donde desde mi perspectiva hay que avanzar más rápido y expandir el uso de tecnologías para el uso de fuentes renovables (siguen sin producirse suficientes calentadores de agua solares y sin promoverse el uso en las casas de paneles solares, así que desperdiciamos nuestra mayor y más barata fuente de energía. Incluso puede ser promovida con planes de crédito a las familias, que serían pagados por el aporte de la generación desde los hogares al sistema nacional de electricidad).
– El sector agroalimentario, tanto la agricultura como la industria de transformación de alimentos. Pienso que el esfuerzo fundamental estará en romper los compartimientos estancos que existen entre ellos y que está asociado a esa debilidad histórica de asociar y asignar empresas a Ministerios, lo que convierte a estos últimos en juez y parte y les inculca, aun cuando no se quiera, una cultura nociva a los propósitos del proceso de transformaciones que vive Cuba. Un buen ejemplo: ¡intente organizar un “negocio” a ciclo completo para la producción de carne de res! ¿Qué hubiera pasado si la biotecnología hubiera nacido bajo aquella filosofía del síndrome ministerial?
– Nuestras industria manufacturera se encuentra en una situación crítica. Desde mi desconocimiento, creo que sin fuertes proyectos de inversión extranjera directa será muy difícil poder avanzar en esta industria a la velocidad necesaria, y Cuba necesita industrias, eso no hay que discutirlo.
Sin duda el sector de los servicios debe continuar expandiéndose, tanto en el corto como en el largo plazo. Hoy hay un esfuerzo desde la comercialización de los servicios médicos que debe seguir siendo apoyado, pero también debe ser mejor entendida. En especial los sistemas de incentivos de este sector deberían ser mejorados sustancialmente.

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