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martes, 18 de julio de 2017

El presupuesto de Cuba: entre la excelencia social y el saco roto empresarial

Por Pedro Monreal, El Estado como tal.

Dos estadísticas muy positivas se destacan entre las reveladas durante la reciente sesión del parlamento cubano: el crecimiento de 1,1% del Producto Interno Bruto (PIB), que indica la contención de la recesión, y el formidable apoyo presupuestario a la educación, la salud pública y la asistencia social, que abarcan el 50% de los gastos correspondientes a las funciones del gobierno.

No es necesario abundar en el hecho de que los recientes datos presupuestarios vigorizan la presencia de Cuba en el selecto grupo de países que encabezan a nivel mundial dos componentes claves del desarrollo como son la educación y la salud. De hecho, muchos especialistas no consideran la educación y la salud como “gastos” sino como “inversiones” para el desarrollo.


Fuente: Ministerio de Finanzas y Precios de Cuba. Informe de Liquidación del Presupuesto estatal correspondiente a 2016. Discurso de Lina Pedraza, ministra de Finanzas y Precios durante la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular. 14 de julio de 2017. Ver aquí

Sin embargo, existe otro componente del presupuesto nacional que es preocupante: los casi 10 mil millones de pesos que se prevén gastar como subsidios a las empresas estatales en 2017.

Ese subsidio –por un valor de 9 mil 657 millones de pesos- se presenta formalmente como “financiamientos a las producciones que sustituyen importaciones o se exportan”, pero en la práctica ello significa dedicar algo más del 15% del presupuesto nacional a apuntalar empresas estatales que no son capaces de funcionar como empresas. (“Gastos sociales, la prioridad del presupuesto del estado”. Cubadebate, 17 de enero de 2017. Ver aquí)

El presupuesto que va a emplearse para subsidiar empresas estatales en 2017 es mayor que el dedicado a la educación (8278,4 mil millones de pesos) y muy próximo al de salud pública y asistencia social (10206,2 mil millones de pesos).


Fuente: “Gastos sociales, la prioridad del presupuesto del estado”. Cubadebate, 17 de enero de 2017. Ver aquí

Obviamente, el subsidio empresarial es una función legitima del presupuesto, tanto para apoyar la sustitución de importaciones como la promoción de exportaciones, pero ello es racional cuando se hace de manera limitada y con horizontes temporales definidos. Plantearse un subsidio estatal con una escala descomunal y sin fijación precisa de su duración puede ser un pesado lastre para el desarrollo nacional.

Cuando se observa el tipo de las principales producciones que se subsidian – “arroz, frijol, leche fresca de vaca, azúcar y carne de cerdo”- se refuerzan las dudas acerca de la racionalidad de ese subsidio, o cuando menos la racionalidad de una buena parte de este- desde una perspectiva del desarrollo nacional. No estamos hablando de subsidiar la producción de satélites ni de trenes de alta velocidad.

Lejos de apoyar producciones tecnológicamente complejas o claves para la transformación productiva del país, lo que mayormente se les subsidia a las empresas estatales son, por tanto, producciones bastante comunes, que de hecho otro tipo de entidades que hoy existen en el país –por ejemplo, cooperativas y campesinos privados- normalmente producen sin necesidad de subsidios.

Si se me permite la expresión, ese gasto en subsidios a las empresas estatales, pudiera equivaler a echar en saco roto 1 de cada 7 de pesos del presupuesto nacional.

Es un desperdicio de recursos presupuestarios que lejos de contenerse va en aumento, como sucedió en 2017, cuando el subsidio planificado creció en 2 mil 700 millones de pesos. (Cubadebate, 17 de enero de 2017. Ver aquí)

¿Qué cosas pudieran hacerse si se dejan de emplear esos casi 10 mil millones de pesos en subsidios a las empresas estatales y se dedicasen a otros fines?
  • Duplicar el salario de los 543 mil trabajadores de la educación conjuntamente con la duplicación del salario de los 516 trabajadores de la salud, y todavía sobrarían más de mil millones de pesos.
  • Duplicar el gasto nacional de educación
  • Incrementar en 94% el gasto de salud
  • Duplicar el nivel de inversión que se financia con el presupuesto
  • Multiplicar en más de cinco veces el gasto en cultura y deportes
¿Pudieran servir estos datos como la evidencia concreta que justificase la necesidad de emprender cuanto antes una reforma empresarial que permita eliminar el carácter parasitario de entidades estatales que se supone que no sean una carga presupuestaria?

¿Qué tipo de noción es la que impide atacar de frente el enorme freno que representa para el desarrollo nacional el vasto subsidio empresarial estatal que hoy existe en el país?

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