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jueves, 13 de julio de 2017

El socialismo traicionado. Tras el colapso de la Unión Soviética

“La revolución (caída URSS) no fue consecuencia del bajo rendimiento económico del estado, de la presión nacionalista de las Repúblicas de la Unión o del descontento popular por la falta de libertad o bienes de consumo, ni siquiera del esfuerzo de liberalizar un régimen dictatorial (…), la clave del desenlace se encuentra en la cumbre del sistema político o “del estado”. (…) El problema no era la debilidad del estado como tal, si no el estado mental debilitado de quienes lo dirigían”

Jerry Hough. 1997

Brookings Institution
(uno de los grupos de estudio y presión liberal mas importantes de EEUU)

¿Cómo pudo sobrevivir el sistema socioeconómico de EEUU, que en 1929 conoció una crisis financiera que envió al paro al 40% de la población, y que aún hoy cuenta con millones de personas en la pobreza o sin seguro médico, y hundirse la URSS mientras sus ciudadanos tenían una protección social única en el mundo? ¿Cómo pueden perdurar sistemas altamente desiguales y corruptos en África y caer, sin apenas resistencia, un país que había pasado del semifeudalismo a tener la cuarta parte de los científicos mundiales en apenas 50 años? 

24 años después de la caída de la URSS, en 1991, persiste el debate sobre las causas del hundimiento del primer estado que intentó construir el socialismo. La versión oficial habla de un sistema incapaz de satisfacer las necesidades de consumo de su población, que se agolpaba en interminables colas en los supermercados, con un estado burocrático e ineficiente, poco democrático. Quienes nacieron tras la caída de la URSS y los países del este se imaginan grandes manifestaciones que acabaron con un régimen odiado por su población… ¿Qué otra cosa si no hace caer los gobiernos? Sin embargo, en 1991 tiene lugar un referéndum masivo en las repúblicas de la URSS, con una pregunta ¿Quieres que siga existiendo la URSS?. El voto afirmativo superó el 70% en casi todos los estados, y en los centroasiáticos el 90%.

El libro “El socialismo Traicionado”,[i] del historiador Roger Keeran, de la Universidad Princeton de Nueva York, y del economista Thomas Kenny, es fruto de un arduo trabajo de investigación de más de 4 años. Un libro de lectura amena, y que tras acabarlo, deja la sensación de ser, sencillamente, otra lectura imprescindible.

¿Un mundo gris?

La planificación económica permitió que en un país destrozado, el sector industrial pasase de 1928 a 1940 del 28% al 45% de la economía, con un crecimiento anual económico del 11%. Esa base permitió que la joven URSS aniquilase a más de 2/3 del ejército Nazi apenas 23 años tras el inicio de la revolución.

En la URSS los ciudadanos apenas conocían la inflación – aumento de precios-, el desempleo, la pobreza extrema o la discriminación racial. En 50 años Rusia pasó de ser un país atrasado, que a modo de comparación apenas llegaba al 12% de la producción de EEUU, a tener una producción industrial y agraria del 80 y 85% de las de EEUU, respectivamente. Aunque el consumo por habitante era menor que el estadounidense medio, ninguna nación en la historia había aumentado a tanta gente su calidad de vida tan rápido.

El trabajo estaba garantizado por el Estado, la educación era gratuita, los estudiantes universitarios recibían un salario, la URSS contaba con el doble de médicos per cápita que EEUU… En los años 60, apenas 15 años tras la 2º guerra mundial, que acabo con más de 20 millones de vidas de soviéticos, los trabajadores tenían 21 días festivos al año. El desempleo o el analfabetismo eran desconocidas en la Unión Soviética.

Los sindicatos podían prohibir despidos y destituir directivos. El estado regulaba todos los precios y subvencionaba los alimentos básicos, la vivienda, los libros, los periódicos y los acontecimientos culturales. A su vez, el estado aumentaba el precio de los productos de lujo por encima de su valor, para subvencionar a los anteriores. El alquiler apenas representaba un 2-3% del presupuesto familiar, y el agua y los servicios públicos un 4-5%.

Pero la URSS estaba lejos del igualitarismo extremo que dibujan en occidente, con todo el mundo viviendo y vistiendo igual. Quienes más cobraban eran los artistas, escritores, profesores, gerentes y científicos, unas 10 veces más que los obreros. Los directivos de empresa no ganaban más de 4 veces el salario de los obreros. Mientras, en EEUU, los directivos ganaban 480 veces más que los obreros medios.

La semana laboral era de 40 horas, y de 35 para los trabajos más duros. El derecho al voto universal y al aborto eran legales cuando en la gran mayoría de Europa las mujeres aún no tenían esos derechos. También existía un sistema universal de pensiones, pionero en el mundo en la época.

Los increíbles éxitos del socialismo pueden confirmarse de otra manera: 7 años después de la caída de la URSS la economía se había hundido a la mitad. Rusia produce ¼ parte de la carne o leche de antaño y los salarios descendieron a menos de la mitad. El tifus, la tuberculosis y la fiebre tifoidea alcanzaron proporciones nunca antes vistas. La esperanza de vida se hundió a 70 años, igual que en el siglo 19.

¿Un paraíso en la Tierra?

La URSS, aun con sus enormes ventajas, conocía problemas serios. El contexto no pudo ser más hostil. Destrozada por la I Guerra Mundial, que llevaría al triunfo de la revolución, la Rusia soviética fue cercada por las potencias extranjeras y sometida a una guerra civil en los años 1920. En los años 1930 el campo conoce hambrunas ocasionadas por la negativa de los campesinos ricos a vender el excedente al estado soviético, prefiriendo quemar cosechas y asesinar ganado. Menos de 10 años después, invadida por la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial, más de 20 millones de soviéticos murieron y 40 millones fueron lesionados y mutilados.

Pero las respuestas de la dirección soviética no siempre fueron ecuánimes. Para boicotear el nacionalismo de elementos reaccionarios de la periferia en la Guerra Mundial, Stalin reubicó poblaciones enteras. En la lucha interna partidaria miles de cuadros comunistas fueron injustamente condenados y asesinados.

La economía soviética, tampoco era un paraíso. La centralización económica había permitido un crecimiento increíble del país. Pero a medida que la economía crecía, también lo hacían los problemas de la planificación, que aumentaba en complejidad. La ausencia de iniciativa, la burocracia, la falta de introducción de la computación en el proceso productivo, la escasa interacción con los consumidores… eran problemas cronificados en la economía soviética. “La sobrecentralización malbarataba recursos, producía cuellos de botella en suministros, premiaba el cumplimiento puramente cuantitativo del plan y a las empresas no productivas”, escriben los autores.

Andropov intentó optimizar la planificación durante los escasos años que su salud le permitió estar al frente del PCUS. “Reconocía que los métodos de planificación y de gestión vigentes socavaban la eficiencia y la introducción de ordenadores, robots y tecnología flexible, ya que la adopción de nuevos métodos de producción podían retrasar el cumplimiento del plan industrial”. De una manera mesurada y centralizada, quiso dar mayor autonomía a las empresas y granjas estatales para que “los que se arriesgan a introducir nuevas tecnologías no se encuentren en desventaja”. Para intentar hacer frente al despilfarro de recursos energéticos y a la escasa cantidad y calidad de bienes de consumo, así como de algunos alimentos Andropov quería enfrentar la “incapacidad de utilizar los descubrimientos de la ciencia y tecnología (…) debidos a una planificación que ponía demasiado énfasis en conseguir objetivos cuantitativos de producción debido a que mejorar los productos y los métodos de producción podía reducir temporalmente o hacer más lenta la producción, era un freno intrínseco a la innovación.”

En la URSS también exstía la corrupción y el arribismo. En Uzbekistan, el líder del Partido tenía a 14 parientes trabajando en la estructura partidaria, y los sobornos y la arbitrariedad eran la norma. El ambiente excesivamente formalista de las reuniones contrastaba con los intensos debates ideológicos de las primeras décadas. En el ámbito laboral existía una falta de disciplina laboral, y el consumo elevado de alcohol hacía perder cientos de miles de horas anuales de trabajo.

Dos líneas en el seno del PCUS

“El tipo de reformismo de Gorvachov tomó por sorpresa buena parte del mundo occidental. Pero en realidad Gorbachov forma parte de una tradición reformista casi tan vieja como el mismo partido. Nicolai Bujarin, uno de los camaradas más cercanos a Lenin, fue padrino de este grupo”.

Washington Post

La tesis fundamental de los autores, es que en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), existía un debate desde sus mismos inicios entre 2 líneas políticas: una que minusvaloraba la lucha de clases en el socialismo, y otra que reconocía que seguía operando. La primera, representada por Bujarin, se mostraba a favor de mantener la propiedad privada, los mercados competitivos y los incentivos de lucro. La otra, representada por Lenin y Stalin, entendía que mientras existiesen empresas privadas en el socialismo existirían intereses opuestos entre los trabajadores y la clase burguesa, entre la economía estatal y los intereses privados. Eso no significa que Lenin negase el papel del mercado en el socialismo: la NEP, la Nueva Política Económica, fue la respuesta a la Guerra Civil que devastó al país tras el triunfo de la revolución,entre 1918 y 1921, en la que 22 naciones, incluyendo la lejana Australia, cercaron y mandaron tropas a combatir al Ejército Rojo. Ante una industria destruida, una base débil de implantación en el campo, y unas ciudades famélicas, Lenin permite a los campesinos vender los excedentes de su cosecha en el libre comercio y empresas privadas. Para Lenin la NEP era una solución temporal para aumentar la producción, a la vez que un peligro. Era, según su punto de vista, un retroceso necesario pero temporal. Bujarin, junto a Trotski y otros dirigentes, optaban por aumentar y profundizar la NEP. No lo veían como una concesión temporal, si no a largo plazo.

La línea de Bujarin, sería defendida posteriormente, con mayor o menor intensidad por Krushov y Gorvachov. La postura política de estos dirigentes, tenía un respaldo real: los intereses del sector de la población que se enriquecía con la parte privada de la economía. En un primer momento, era el campesinado, que ocupaba el 80% de la población. Sin embargo, en los años 60 los campesinos solo representaban el 20% de la población, y muchos de ellos eran trabajadores de las granjas estatales o colectivas. Pero a esas alturas, los pequeños y medianos empresarios surgidos al calor de la NEP y posteriormente de la economía privada legal o ilegal, ya ocupaban el 30% de la actividad económica.

En 1953 Krushov llega al frente del PCUS y del Estado Soviético. Jrushov “creía en un camino rápido y fácil hacia el comunismo (…),quería incorporar al socialismo mecanismos de mercado, descentralización, una cierta producción privada, una gran dependencia de los fertilizantes y el cultivo de maíz y un aumento de la inversión en bienes de consumo (…) Hacía énfasis en que la URSS compitiese con los EEUU (..) respecto a los bienes de consumo, una carrera que la URSS no podía y seguramente no debía ganar”. Bajo su dirección se descentraliza gran parte de la economía, se cierran las estaciones de tractores estatales que alimentaban de tecnología a las granjas, se imitan los métodos agrarios americanos, se promueve la carrera del consumo y se minimiza la importancia de la lucha de ideas. Hasta tal punto que “en un momento tan temprano como 1953 la influencia occidental empezó a penetrar en muchas áreas de la economía”.

Junto a las medidas que debilitaban la planificación, Krushov debilita el aparato político. Recluta masivamente militantes para el PCUS. Divide al Partido en 2 secciones: la agraria y la industrial. Aunque tras su muerte estos cambios serían rectificados por Bresnev, éste iniciaría una igualación de salarios que dañaba a la productividad. La visión de los dirigentes soviéticos del tránsito rápido hacia el comunismo, les hizo abandonar el punto de vista de Marx, según el cual en el socialismo se remuneraría “de cada quien según sus capacidades, a cada quien según su trabajo”.

Guiados por la teoría de que en la URSS existía un gobierno “de todo el pueblo”, en la composición del PCUS pasa a perder relevancia. El numero de trabajadores disminuye drásticamente. En 1980, los intelectuales y profesiones liberales y administradores, representaban la mitad de los miembros del PCUS y una proporción todavía mayor de los líderes.

La segunda economía

“La economía sumergida de la URSS y las partes restantes de ese mundo subterráneo –la apropiación indebida, la corrupción, el crimen organizado – contribuyeron finalmente al colapso del sistema. En su punto culminante se había sobornado a una buena parte del aparato formal del poder y control dentro de la jerarquía partido-estado y se habían interrumpido o empobrecido sus líneas verticales de comunicación y autoridad. Las lealtades y los intereses privados de la nomenklatura se orientaron hacia las fuentes nuevas y no oficiales de riqueza y poder”

Gregory Grossman

No hay nada más alejado de la URSS que imaginarse un estado “monolítico” en el que los debates ideológicos estaban ausentes. Los defensores del libre mercado, en la URSS, “encajaban con la tendencia socialdemócrata que existía desde hacía tiempo”. Tendrían que pasar 3 décadas de intenso debate en el PCUS, para que este ala socialdemócrata, con Gorvachov, desencadene en apenas unos años el colapso del sistema socialista.

Estas ideas liberales, no vivían por encima de la realidad. Se alimentaban de ella, de las clases y grupos sociales interesados en ampliar el mercado privado, la acumulación privada de riqueza y la extracción de plusvalía de los trabajadores. Y esa parte de la economía no estatal, pública o cooperativa, se conoce como “segunda economía” por los estudiosos de la URSS. Una parte era legal, ya que siempre existió un papel legal de la economía privada, y otra ilegal, en el mercado negro, nutriéndose de los déficits de la economía estatal. Con Krushov y Bresnev, esta parte de la economía tiene un auge exponencial. Con Gorvachov se legaliza y amplia masivamente.

La segunda economía, según los autores, promovió la corrupción y criminalidad, así como las ideas que justificaban un mayor papel de la empresa privada. Los valores que promovían, de egoísmo e individualismo, estaban en lucha con los valores socialistas de solidaridad y altruismo.

En una primera época esta “segunda economía” estaba representada por los “hombres de la NEP”. Los nuevos ricos surgidos al calor de la economía privada campesina e industrial en la época de Lenin. A medida que se industrializa el campo, millones de campesinos agrarios pasan a formar parte de las granjas estatales o colectivas. La guerra civil en el campo, desencadenada por la resistencia de los campesinos ricos, y el auge de las agricultura industrializada estatal, disminuyen la influencia de estos hombres de la NEP y campesinos ricos (kulaks).

“El sector socializado, recuerdan los autores, no podía asumir de manera relista la responsabilidad de cada reparación, servicio y pequeño intercambio de bienes, y la actividad económica privada se daba en todos los países socialistas. Si se mantenía dentro de unos limites, tenía una posición natural y no suponía ninguna amenaza. Este era el caso de la URSS. Entre 1959 y 1985 el tamaño de la actividad económica legal privada decreció en relación al sector socializado. Con la actividad ilegal, sucedió justo lo contrario”. Los autores destacan que en el caso particular de la URSS existía un motivo real para que el sector estatal fuese incapaz de satisfacer las necesidades de toda la producción de productos de consumo: el hecho de construir un sistema socialista en un país en vías de desarrollo (la Rusia Zarista). Éste hecho obligaba al estado a invertir enormes cantidades de dinero en industria y actualizar el modelo económico agrario, sustrayendo los recursos necesarios para la inversión en bienes de consumo. Esta escasez de productos de consumo, ocasionaba cupones de racionamiento y colas. La alternativa a este sistema para distribuirlos equitativamente, era que solo accediesen a ellos quienes tenían más dinero. Pero también generaba su contrario: el mercado negro.

La ley soviética permitía una cantidad importante de trabajo con beneficios privados, aunque con unos límites no muy claros. En las granjas cooperativas, se permitía la agricultura con ánimo de lucro en parcelas privadas, cuyos productos se vendían en los llamados mercados de las granjas colectivas. En 1974, según estimaciones “las parcelas privadas abarcaban casi 1/3 de todas las horas dedicadas a la agricultura, y casi 1/10 parte del total de horas-persona del conjunto de la economía”. “Aunque era legal, este cultivo y la venta de sus productos invitaba a los abusos ilegales, como la desviación de propiedad socializada (semillas, fertilizantes, agua, maquinaria…) para su uso en parcelas privadas y comercializar los productos resultantes”.

“Los médicos, dentistas, maestros y tutores podían vender legalmente sus servicios. Los artesanos podían hacer reparaciones en las casas en zonas rurales. La ley también permitía la venta de artículos personales usados”. La venta clandestina de material de las tiendas estatales era en las últimas décadas algo habitual, así como el mercadeo ilegal de gasolina de los vehículos estatales, la alteración de cifras de pérdidas por encargados, las reparaciones… Al calor de estos nichos de economía privada, muchos de ellos paralegales, una pequeña cantidad de personas y clanes llegaron a amasar enormes fortunas, “invertían capital, organizaban la producción a gran escala, contrataban y explotaban trabajadores y vendían sus mercancías en el mercado negro”.

El economista Gregory Grosman estimaba que esta actividad representaba el 10% del PIB en 1977. Con las reformas de Krushov, Breshnev y posteriormente Gorvachov, la parte de la segunda economía en el total aumentaba proporcionalmente: “los ingresos nacionales oficiales y el valor de los bienes al por menor y los servicio habían aumentado 4 o 5 veces entre principios de 1960 y finales de 1980, mientras que la segunda economía había aumentado 18 veces.” La población urbana obtenía entre el 16 y el 30% de los ingresos de formas no oficiales (de actividad privada legal o ilegal). Y esta proporción era notablemente más elevada en los países de Asia central (Uzbekistán, Kazajstan, Armenia…), representando hasta el 40-50% de sus economía en la década de 1980.

“El número de personas que participaban en sectores ilegales de la segunda economía creció de menos de 8 millones de personas a principios de 1960 hasta 30 millones (aproximadamente un 12% de la población) en 1989.” Los autores recuerdan que no solo las reformas que debilitaban el sector estatal eran las responsables. Había una dejadez voluntaria a la hora de enfrentar los robos de material estatal o la acaparación ilegal de riquezas: a principios de 1980, los crímenes especulativos representaban sólo el 2% de las denuncias. “Según una estimación, la cantidad real de especulación era 100 veces mayor”.

A nivel económico “el coste más importante fue que la segunda economía dañó la primera. Si bien la segunda economía satisfacía algunos deseos de consumo y disminuía un poco el descontento, al mismo tiempo estimulaba estos deseos y aumentaba el descontento (…). Además cuanto más crecía la economía ilegal, más interfería con el funcionamiento de la economía legítima (…) dado que suponía robar tiempo y materiales del sector socialista, provocando una caída en la eficiencia del socialismo”.

Pero tal vez el efecto más dañino fue el político e ideológico: los hurtos, robos sobornos, favores, la desigualdad…promovían el desánimo. La corrupción de los cuadros y funcionarios, necesaria para mantener las redes clientelares de esta economía ilegal, crecieron exponencialmente. “A los niveles más altos producía escándalos como el del llamado fraude del algodón de los años 1970-1980, en el que altos cargos del Partido y el gobierno de Uzbekistán y otros sitios “hincharon con atrevimiento y habilidad” la cantidad de algodón recolectado para ganar miles de millones de rublos. Para ello “se compraron a miles de personas”, entre ellas al yerno de Breshnev”.

Con Krushov la preocupación por la lucha en el seno de la sociedad soviética entre lo nuevo y lo viejo pierde relevancia. El PCUS, de aspirar a ser el “Partido de los trabajadores” pasa a representar los intereses “del pueblo”. La llegada del comunismo se ve como cosa de décadas. Se resta importancia a la lucha ideológica. Pero, estas declaraciones, estaban en total oposición a la realidad: los intereses de los trabajadores y del conjunto del pueblo de mantener una economía pública y social eficiente y planificada, se oponía a la de los empresarios nacientes y los viejos grupos sociales, que mantenían la esperanza de volver a vivir holgadamente como con los zares, y que estaban interesados en ampliar el papel de la economía privada y acabar con el socialismo.


Gorvachov: desmontar desde arriba el sistema socialista 

La llegada a la dirección del PCUS de Gorvachov, supuso un gran cambio en las políticas económicas y sociales. “El curso que siguió Gorvachov después de 1986 tenía su origen directamente en la segunda economía en dos aspectos. Primero, por todas las razones antes mencionadas, la segunda economía había creado y alimentado un gran cinismo sobre la eficiencia del socialismo, la efectividad de la planificación y la integridad del Partido Comunista. Gorvachov se aprovechó cada vez más de este cinismo, avivándolo hasta que quedó fuera de control. En segundo lugar, con la creación de una pequeña burguesía emergente, la segunda economía había dado lugar a un estrato de población dentro del socialismo cuyos intereses personales quedaban fuera del socialismo. Este estrato proporcionó una capa de apoyo a las políticas favorables al mercado y a la propiedad privada de Gorvachov”.

En 1981 comienzan a surgir un gran número de asociaciones abiertamente liberales. La organización En Defensa de la Libertad Económica, puso en marcha una campaña abierta para legalizar la segunda economía. La influencia ideológica de la segunda economía llegó a los más altos niveles como el Instituto Económico de Investigación y Ciencia del Gosplán.

Sin embargo, los trabajadores soviéticos no estaban mayoritariamente dispuestos a acabar con el socialismo. En 1990, apenas un año antes de la caída de la URSS, solo el 4% de los soviéticos deseaba acabar con el control de los precios por parte del estado y solo un 18% estaba a favor de promover la propiedad privada. Aunque el nivel de vida soviético era 1/3 o 1/5 del americano (pero mucho mejor que el de la inmensa mayoría del planeta), eran conscientes de las ventajas del socialismo: más seguridad, menos crimen, mayor nivel cultural, servicios públicos gratuitos, empleo y formación asegurada…

En los años 1980 se añadían otros cuantos problemas. El apoyo de EEUU a los talibanes en Afganistán para acabar con un gobierno progresista y las sanciones a Polonia, conllevaban un gasto enorme a la URSS en solidaridad. La bajada del precio del petróleo, principal baza exportadora de la URSS, el embargo de maquinaria y gas y petróleo a la URSS por Reagan en 1981 y la venta intencionada de chips americanos con mal funcionamiento lastraban la economía soviética. Por no hablar de la demencial carrera armamentística que la URSS seguía tras los americanos, desviando enormes recursos de la economía.

En ese contexto llega Gorvachov al poder. Para consolidar su mandato, remplaza a más del 50% de los miembros y candidatos al Polituró. Sustituye a 14 de 23 jefes de departamento del Comité Central. Al poco de llegar, lanza en el presídium 2 ideas fuerza: la glasnost (apertura) y la perestroika (restructuración). Los autores, defienden que Gorvachov no aspiraba a implantar de nuevo el capitalismo, algo que sin embargo hizo en la práctica, ya que “le faltaban la fuerza y objetivos claros para enfrentarse a los intereses desatados por el proceso de reforma”. Rodeado de asesores liberales y socialdemócratas, influido por el eurocomunismo italiano y por dirigentes como Felipe González, Gorvachov llegó a creer posible emular en la URSS los modelos de sociedad de los países nórdicos. Sin darse cuenta que el modelo nórdico había nacido justamente por el miedo de los grandes propietarios a raíz de la existencia de la URSS.

Glasnost: entregar los medios a los liberales

“En 1985 los medios soviéticos ya exigían acabar los abusos del partido. La prensa clamaba contra la corrupción, el favoritismo, el clientelismo, el nepotismo, la protección de los aduladores por cargos superiores, el formalismo, la complacencia…”. Los autores señalan que ya existían campañas para reformar el socialismo antes de la llegada de Gorvachov. La táctica de éste, es recoger esta esperanza de los ciudadanos mientras impone una agenda liberal.

La Glasnost, que supuestamente iba a corregir los déficits democráticos de la URSS, en realidad, supuso un aumento de la influencia de las ideas reaccionarias y abiertamente procapitalistas en la URSS. Radio libertad, creada y dirigida por la CIA, dirigía una campaña ideológica contra el socialismo, fomentando el nacionalismo, difundiendo rumores infundados contra dirigentes del Partido y promoviendo una estudiada campaña de marketing sobre las sociedades “de consumo” capitalistas. Con la desaparición de las interferencias gracias a la Glasnost, logró 22 millones de oyentes soviéticos al mes.

Cuando el periódico Sovietskaya Rossiya criticó al dirigente del Partido en Moscú Vikoto Grishin, Gorvachov lo sustituyó por Boris Yelstin. Los medios de comunicación, en manos liberales, iniciaron una campaña contra la historia del Partido. El principal asesor de Gorvachov, Yaklovlev, un socialdemócrata, dirigía el proceso.

Conscientes del prestigio del socialismo, los medios calificaban a quienes querían conservar el Partido y el socialismo de conservadores, y a quienes defendían las medidas que favorecían la restauración de capitalismo como demócratas. Los mismos términos que se usaban en occidente.

Y al igual que en los países occidentales, las privatizaciones, la disminución del papel del estado y las políticas de derechas eran fuertemente promovidas desde los medios, atacando a sus críticos y embelleciendo sus consecuencias.

Mientras el Politburo debatía unas propuesta del equipo de Gorvachov consistente en cancelar el 50% de las adquisiciones estatales y forzar a las empresas a vender el resto de su producción del mercado, los medios desataron una campaña histérica contra quienes se oponían a la propuesta con advertencias sobre “el conservadurismo la desaceleración y el retorno del estancamiento.”

Perestroika: disminuir el papel del Estado, aumentar el poder del mercado 

Gregory Grossman, el estudioso más destacado de la economía soviética, define tres medidas estrella de Gorvachov. La primera era la mayor capacidad de las empresas estatales para invertir en el extranjero, que se convirtió “en una cornucopia en la que miles de millones de dólares de capital recientemente privatizado se escapaban en grandes cantidades al extranjero”. La legalización de empresas privadas (formalmente llamadas “cooperativas de producción”), “se convirtieron en una entidad legal dedicada a sustraer activos y beneficios del sector estatal a una escala enorme”. Según Stephen Handelman, “el 60% de las cooperativas estaban dirigidas por antiguos criminales o criminales en activo”. La ampliación de las actividades privadas protegidas por la ley “fue más útil para proteger la expansión de la actividad privada ilícita (“sumergida”) que para estimular la actividad legal a pequeña escala”.

Las empresas privadas (cooperativas) estaban menos reguladas y pagaban menos impuestos que el sector estatal. El arrendamiento de la propiedad industrial estatal a las cooperativas se convirtió en una manera de privatizar los activos.

Los autores concluyen que “estos cambios aumentaron amenazadoramente la capa de pequeño burgueses de la segunda economía, Y provocaron que en secciones del sector estatal y del partido surgieran intereses personales en la empresa privada. De manera consciente o inconsciente, Gorvachov estaba ampliando la base para realizar más políticas de orientación capitalista.”

Estas medidas hundieron la economía en el caos y en 1988 era notoria la escasez de bienes de consumo. Por primera vez desde la II Guerra mundial, apareció la inflación. Los precios aumentaban un 20% anual.

Debilitar el PCUS y deshacer el estado soviético

En la 19ª conferencia del partido Gorvachov reduce dramáticamente el papel del PCUS, y lo convierte en un partido parlamentario. Remplaza al secretariado por Comisiones. Prohibe a los ministerios de planificación emitir órdenes y su nuevo papel pasa a ser desarrollar la “autonomía empresarial.”

En dicha conferencia se emite igualmente una directiva que obligaba la separación de los órganos del Partido, los órganos del Soviet y la gestión económica. Se suprimieron 1.064 departamentos del PCUS, 465 sectores de los comités centrales de la República, comités del partido de distrito y regionales. Se cerraronel 44% de los departamentos. Se despidieron a 900.000 personas en el aparato. ”Entonces Gorbachov propuso eliminar por completo los departamentos económico y gubernamental. “Conservaremos el departamento socioeconómico como un cuerpo teórico”, meditaba Gorvachov.”

“Los funcionarios económicos de Gorbachov,” explican los autores, “convirtieron la organización de las juventudes comunistas, el Konsomol, con 15 millones de miembros, en un campo de entrenamiento para jóvenes emprendedores. Utilizando los recursos del Konsomol, los jóvenes capitalistas soviéticos crearon los primeros bancos comerciales y las primeras bolsas de valores.”

En 1990 en la conferencia del PCUS de Moscú sólo el 7,2% los delegados eran trabajadores y ni un solo obrero industrial fue enviado como delegado al Congreso Nacional. En ese año, “el debate no se centraban en si era deseable una economía de mercado. Sino qué tipo de economía mercado se quería. (…) las plataformas, seminarios y clubes dentro del Partido minaban su autoridad.”

Mientras, la decisión de la URSS de acabar con las subvenciones en petróleo gas y materias primas a las repúblicas soviéticas significó una terapia de choque para los estados del este, que tuvieron que endeudarse los mercados occidentales. “Al debilitar la autoridad económica del Centro en Moscú, los intercambios entre las Repúblicas – de la URSS- reemplazaron a la planificación. La disfunción económica y la incertidumbre aumentaron fuegos separatistas”. Tras una actitud represiva inicial, Gorvachov pasa al extremo contrario, ignorando los nacionalismos crecientes en las repúblicas soviéticas.

La desvinculación del partido de la economía fue desastrosa. El mercado negro y la mafia rusa crecieron dramáticamente. Las medidas de Gorbachov fortalecieron a los elementos corruptos del partido. “Los irreflexivos recortes en las compras por parte del estado perjudicarlo especialmente a la industria minera.Las minas tenían que comprar suministros a precio mercado pero sólo podían vender a precios fijados por el gobierno.” Algunos trabajadores, desorientados por las desastrosas medidas del partido y por las campañas abiertamente derechistas de la prensa, atribuían al estado el caos y veían en mercado la solución. Las fuerzas liberales más abiertamente golpistas, con Yelstin a la cabeza, lograron que las movilizaciones recogiesen su agenda procapitalista. “En 1989 y 1991 sendas huelgas mineras hicieron tambalear el régimen. El gobierno se endeudó profundamente con los bancos occidentales. A medida que una tras otra repúblicas de la unión se reclaman soberanas y se separaron, el Estado unitario se deshacía”.

El 17 de marzo de 1991 tiene lugar un referéndum no vinculante en todas las repúblicas exceptuando los estados bálticos, Armenia, Georgia y Moldavia. Un 76% de la población se mostró a favor de mantener la Unión. Pero el referéndum sobre la continuación de la URSS, no dejaba de ser una votación prescindible para las fuerzas golpistas de Yelstin, fortalecidas en los últimos años.

Una vez deshecho el PCUS, tomados los medios, creada una crisis económica, la restauración del sistema capitalista por las nuevas mafias nutridas a raíz de las privatizaciones y la disolución de la URSS, era cuestión de tiempo.

El debate sobre el mercado en el socialismo

El libro aborda, en el último capítulo, un interesante debate sobre el papel del mercado en el socialismo. Aunque en este apartado, y en otros asuntos como la guerra de Afganistán, la posición de los autores sea debatible, hay valiosas reflexiones.

En 1920, ante un estado de absoluta desolación tras la I Guerra Mundial, la guerra civil, y en un país esencialmente campesino, Lenin esboza la Nueva Política Económica (NEP). Con las industrias paralizadas y las ciudades pasando hambre, Lenin establece que para aumentar la producción es necesario dejar hacer al mercado libre, incentivando a los campesinos a producir para vender. “No es posible”, dice Lenin, “retener el poder proletario en un país increíblemente arruinado, con un gigantesco predominio de los campesinos, igualmente arruinados, sin ayuda del capital, por la que, lógicamente, cobrará intereses desorbitados. Esto hay que comprenderlo. De ahí que el dilema sea: o relaciones económicas de este tipo o nada.”[ii] Criticando al sector del Partido que se opone a la NEP, Lenin expone la situación: “Las sociedades mixtas que hemos comenzado a crear, en las que participan capitalistas privados - rusos y extranjeros- y comunistas, constituyen una de las formas en que se puede organizar con acierto la emulación, demostrar que nosotros sabemos establecer la alianza con la economía campesina no peor que los capitalistas, que podemos satisfacer sus necesidades, que podemos ayudar al campesino a avanzar en el estado en que se encuentra ahora, con toda su ignorancia, ya que no es posible reformarlo en un corto plazo, y aprenderlo todo esto.” La realidad imponía la necesidad de que los comunistas"aprendendan de los especialistas burgueses" para "dirigir la economía por donde ellos (los comunistas, Ndt) quieran".

Sin embargo, Lenin advierte de permanecer vigilantes ante las consecuencias de la economía de mercado : “La libertad de comercio es el capitalismo y el capitalismo es la especulación: es ridículo cerrar los ojos ante este hecho. ¿Cómo proceder, entonces? ¿Declarar impune la especulación? No. Es necesario revisar y reformar todas las leyes sobre la especulación, declarando punible (persiguiendo, de hecho, con un rigor tres veces mayor que antes) todo desfalco y toda acción de esquivar, directa o indirectamente, abierta o encubiertamente, el control, la vigilancia y el registro estatal.” Y ante todo, Lenin es plenamente consciente de que esta política es un retroceso temporal, que debe ser superado fortaleciendo progresivamente el papel del estado y del socialismo. “No cabe duda que en un país donde la inmensa mayoría de la población está formada de pequeños productores agrícolas, sólo es posible llevar a cabo la revolución socialista a través de toda una serie de medidas transitorias especiales que serían completamente innecesarias en países de capitalismo desarrollado, donde los obreros asalariados de la industria y la agricultura constituyen una mayoría aplastante. En los países de capitalismo desarrollado existe una clase de obreros asalariados agrícolas, formada a lo largo de decenios. Sólo esta clase puede ser, social, económica y políticamente, la base de apoyo para la transición directa al socialismo. Sólo en países donde esta clase se halla desarrollada en grado suficiente, el paso directo del capitalismo al socialismo es posible y no requiere medidas especiales de carácter transitorio en escala de todo el Estado” “Puesto que no tenemos aún fuerzas para realizar el paso directo de la pequeña producción al socialismo, por tanto, el capitalismo es, en cierta medida, inevitable, como producto espontáneo de la pequeña producción y del intercambio, y por tanto debemos aprovechar el capitalismo (dirigiéndolo especialmente por el cauce del capitalismo de Estado) como grado intermedio entre la pequeña producción y el socialismo, como recurso, camino, procedimiento o método de aumentarlas fuerzas productivas.” Y además, Lenin destacaba que "concedemos solo una pequeña parte de los medios de producción, que nuestro Estado mantiene casi íntegramente en sus manos".

Como muestran las experiencias de los países socialistas actuales como China, Vietnam, Cuba... la situación concreta determina en qué grado el mercado y la inversión privada siguen siendo necesarias en los países en desarrollo que construyen el socialismo. Las consecuencias del mercado, como desigualdad, la explotación, la corrupción y las mafias, el individualismo, las crisis… son más que evidentes para los trabajadores de los países avanzados capitalistas. Y sus consecuencias son igualmente reales en países socialistas como China.

En todo caso, lejos estaba la URSS de 1980 de la situación que exponía Lenin en 1920. La tesis de los autores, es que el socialismo colapsó por la cima, por la claudicación ideológica de los dirigentes socialdemócratas, como Gorvachov, que dirigían las riendas del PCUS. El debilitamiento del control sobre la economía, las ideas socialdemócratas sobre la lucha de clases en el capitalismo y el desmembramiento del Partido, explican cómo fue posible que el socialismo, gozando de una opinión mayoritariamente favorable entre la población, pudiese “destruirse desde arriba”.

A. M.


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