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jueves, 28 de septiembre de 2017

Huracán Irma deja en Cuba un costo difícil de pagar



Trabajadores recuperan los muros derribados de una vivienda en construcción en las inmediaciones de la playa de Guanabo, que resultó severamente afectada por las penetraciones del mar al paso del huracán Irma, en el municipio de Habana del Este de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

LA HABANA, 28 sep 2017 (IPS) - Cuando aún se carece de una evaluación oficial de los daños causados en Cuba por el huracán Irma, pocos dudan de que el costo de su impacto sobre 13 de las 15 provincias del país, resultará considerable y repercutirá negativamente en los planes de desarrollo del país.

Por ahora, el economista cubano Pável Vidal, profesor de la Universidad Javeriana de Cali, en Colombia, prefiere no arriesgar pronósticos. “Es muy complicado sacar una estimación sobre el PIB (producto interno bruto). Todavía el gobierno no ha dado una cifra aproximada del valor de los daños”, dijo a IPS.

A diferencia de otros huracanes que azotaron Cuba los últimos años, Irma y sus poderosos vientos de hasta 240 kilómetros por hora cruzaron prácticamente por toda la costa norte de este país insular el 9 y el 10 de septiembre, con un saldo de 10 víctimas fatales y graves daños en viviendas, la agricultura y sectores claves de la economía.

Sandy, causó en 2012 en la oriental provincia de Santiago de Cuba perjuicios oficialmente estimados en el equivalente a más de 270 millones de dólares y Matthews, que impactó en 2016 a su vecina Guantánamo supuso un costo de 97 millones de dólares.

Es de suponer que la cuantía de Irma, que afectó a 90 por ciento del territorio cubano, será muy superior, tendrá mayor repercusión económica y acentuará brechas de desigualdad en vivienda y alimentación.

“Felizmente a mi casa no le sucedió nada. Mi problema es conseguir comida”, dijo a IPS una mujer que hacía fila para comprar pollo, en un ejemplo de que el impacto para la población es general y no se limita a los damnificados.

“Los costos de los huracanes nunca se reponen completamente, lo que sucede es que el fondo habitacional y el valor y calidad de la infraestructura del país aceleran su proceso de deterioro”, afirmó Vidal desde Calí.

El experto agregó que estos eventos extremos dejan en Cuba “una huella permanente en los niveles de capital y la capacidad productiva de la economía”.

La economía creció 1,1 en el primer semestre del año, un dato que expertos consideraron alentador luego que 2016 finalizó con un decrecimiento del PIB de – 0,9 por ciento.


Clientes esperan para adquirir pan en un establecimiento de administración estatal, durante los días de paulatina recuperación de los suministros, tras el paso del huracán Irma, en el municipio de Playa, en La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Para Vidal, la dinámica del sector de la construcción, el turismo y la evolución de los vínculos con Venezuela serán claves para el resultado del año.

El anunciado aumento de las restricciones a viajeros estadounidenses amenazaba ya a mediados de este año la aspiración de este país de 11,2 millones de habitantes de superar con creces los cuatro millones de visitantes en 2017.

El cerco de Washington se cerró cuando el 8 de septiembre, a escasas horas de la entrada al archipiélago caribeño de Irma, el presidente Donald Trump firmó la Ley de comercio con el Enemigo, uno de los principales instrumentos legales que sustentan el embargo económico y comercial de su país a Cuba.

Resulta notorio el mayor énfasis en la recuperación de la infraestructura turística, cuyas autoridades insisten en que todo estará a punto para el inicio, a mediados de noviembre de la temporada alta, cuando se espera el arribo masivo de visitantes extranjeros a La Habana y los principales balnearios del país.

El ministro cubano de Turismo, Manuel Marrero, aseguró el lunes 25 que el impacto del huracán provocó un 50 por ciento menos de arribo de visitantes en septiembre, pero que hasta el 22 de este mes se habían recibido ya 3,6 millones de turistas.

Una evaluación preliminar del Sistema de Naciones Unidas en Cuba indicó que Irma causó daños en más de 104.000 viviendas, que se suman al déficit habitacional del país estimado en 883 050 unidades habitacionales. La organización presentó un plan de acción por más de 50 millones de dólares en apoyo a la recuperación.

Irma también perjudicó más de 2.100 centros de educación y 793 unidades de salud, incluidos 61 hospitales, 117 policlínicos, 82 instituciones sociales, 301 consultorios médicos de la familia y 104 farmacias. Dañó además a 50.500 hectáreas de cultivos de plátano (banano para cocinar), maíz y arroz, entre otros.

“El huracán afectó seriamente grandes áreas de producción agropecuaria en Cuba, llevándose techos de establecimientos avícolas y porcinos, destruyendo casas de cultivos, sistemas de riego y grandes áreas de cultivos”, advirtió Theodor Friedrich, representante en Cuba de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).


Un poste del alumbrado público derribado durante el paso del huracán Irma, en el exterior del Hotel Melia Cohiba, en el barrio del Vedado de La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Friedrich explicó a IPS que la respuesta de FAO se concentra en la recuperación con premura de la producción de alimentos, reponiendo estructuras e insumos que se perdieron, lo que es de “suma importancia para la seguridad alimentaria”.

El representante del organismo de las Naciones Unidas puso como ejemplo la reactivación de la producción de huevos, prioritarios en la dieta cubana.

Igualmente graves y a tener en consideración en el impacto económico de Irma son los daños causados a la infraestructura de los principales yacimientos de la Empresa de Perforación y Extracción de Petróleo (EPET) de Occidente.

Esa compañía que aporta 50 por ciento de la producción petrolera del país y fue “severamente golpeada” por el paso del huracán, según directivos del sector.

Cuba produce unos cuatro millones de toneladas de petróleo por año (cerca de 25 millones de barriles) y 1.100 millones de metros cúbicos de gas, según datos oficiales.

El resto de sus necesidades se cubren mediante convenios con Venezuela e importaciones de otros abastecedores en los últimos dos años, por la crisis profunda que vive esa nación sudamericana.


Empleados aguardan la llegada de clientes en uno de los puntos de venta de alimentos habilitados por el Estado para los residentes de las zonas más afectadas por las inundaciones costeras ocasionadas por el huracán Irma, en el barrio del Vedado, en la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

A causa de Irma, el sistema electroenergético dejó de funcionar en todo el país y millones de personas se quedaron varios días sin electricidad y por consiguiente sin agua. El mayor impacto recayó sobre la central “Antonio Guiteras” de la occidental provincia de Matanzas, en cuya recuperación aún se trabajaba esta semana.

Sin embargo, “en los momentos más críticos”, no se quedaron los hospitales y lugares priorizados sin electricidad, pues hicieron uso de la generación distribuida (mediante grupos electrógenos), aseguró Luis Bérriz, presidente de Cubasolar, una organización no gubernamental que promueve la energía renovable en el país.

El activista resaltó a IPS que el colapso electroenergético permitió demostrar la efectividad de las instalaciones fotovoltaicas o el uso del biogás y cocinas de biomasa eficientes en la cocción de alimentos. “Estamos en el camino correcto”, dijo sobre la política oficial de elevar el uso de fuentes no convencionales y limpias de energía.

De las más de 700.000 hectáreas plantadas de caña de azúcar, el sector trataba al finalizar septiembre de salvar lo que se pudiera de las 338.000 que sufrieron la furia de Irma. La última zafra, en los primeros meses de este año, fue inferior en 300.000 toneladas a la anterior.

Eso se tradujo en 98 millones de dólares menos por las exportaciones del sector.

Aunque se desconoce el plan de la próxima cosecha, se teme que también resulte menor de lo esperado. Como único elemento favorable, Irma marcó un pausa en la sequía que sufre Cuba desde hace tres años, con sus lluvias asociadas que aumentaron considerablemente el agua acumulada en las más de 200 presas del país.

Editado por Estrella Gutiérrez

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