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viernes, 15 de septiembre de 2017

Irma, Cuba, el Club y la Aduana






Cuba ha sido profundamente herida por el huracán Irma, el cual recorrió toda la costa norte de la isla, destruyendo viviendas, arrasando las cosechas y la infraestructura turística, haciendo añicos el sistema energético nacional y matando a 10 cubanos.

Golpeó en una franja en la que Cuba concentra la mayor parte de su infraestructura económica, industrial y minera. Allí se ubican 5 de las 7 termoeléctricas con que cuenta el país, las minas de níquel y las principales zonas de extracción de gas y petróleo.

Los 3 mayores polos turísticos de la isla -La Habana, Varadero y la cayería norte- están también en la zona de desastre. José Luis Fraser, director adjunto del Pullman, afirmó que en su hotel de los cayos los daños son superiores al 50%.

De las dificultades económica de Cuba unos culpan al Bloqueo de EEUU y otros a las fallas del sistema socialista pero lo cierto es que los huracanes y tormentas han ocasionado U$D 24 mil millones de pérdidas en los últimos 16 años, esto sin contabilizar aun a Irma.

En esta ocasión la electricidad se restablecerá muy lentamente, el daño está extendido a lo largo de la isla y se hace imposible el envío masivo de brigadas de la empresa eléctrica desde otras regiones, como es habitual cuando un huracán golpea a 1 o 2 provincias del país.


Debería pensarse en liberar la importación a Cuba de materiales de construcción cuando la mayoría de las muertes ocurrieron por derrumbes.

La economía nacional fue sacudida hasta el tuétano, necesitará tiempo y dinero para restablecerse. La catástrofe ocurre además en medio de una difícil situación financiera y a unas cuantas semanas del inicio la temporada alta del turismo internacional.

Hasta ahora han llegado buenas palabras y amables deseos de casi todo el mundo pero ayuda material muy poca. Además el problema de fondo tampoco se arregla con unas toneladas de leche en polvo o algunos miles de tejas para cubrir techos.

Esos “primero auxilios” son vitales para reducir el sufrimiento de la gente pero a la larga lo que la economía necesita es levantarse, poner en pleno funcionamiento el turismo, el níquel, la agricultura, el sistema energético o la extracción de petróleo y gas.

Cuba no podrá ponerse en pie si no aflojan el dogal de la vieja deuda externa, que ya la asfixiaba antes de la catástrofe con el pago anual de miles de millones de dólares. Lo lógico sería que La Habana y Bruselas pidieran al Club de París un año de gracia.

EEUU, quien también es miembro de dicho Club, ha dado un primer paso pero en sentido negativo. El Departamento de Estado pidió a sus ciudadanos que no viajen a la isla, en especial a la costa norte, donde están los principales centros turísticos de la isla.

Esta sería una buena oportunidad de que Europa demuestre que su preocupación por el bienestar de los “cubanos de a pie” es real. Ser solidarios ante esta catástrofe no les costaría ni un centavo, solo se trata de esperar unos pocos meses más para cobrar.


Veremos si el Club de París es capaz de extender la mano a Cuba para otra cosa que no sea cobrar.

El gobierno cubano podría también aflojar las restricciones de aduana para alimentos y medicinas. ¿Que tal una exención de impuestos para que cualquier damnificado pueda recibir del exterior las cosas que perdió, si un amigo o un familiar se lo envía?

Una casita de 40 m2 puede techarse con 20 tejas de fibra de vidrio y plástico (0.82×2.44), lo cual implicaría un gasto de apenas U$D 200, más el envío. Se trata solo de un ejemplo pero habría cientos de posibilidades más para surtir a los damnificados.

La importación de materiales de construcción para reparar sus hogares debería estar permitida a todos los cubanos, dado que la mitad de las viviendas están en mal estado. El mayor número de muertos en este huracán fue a causa de derrumbes.

En la gente hay miles de ideas que recoger, basados en el hecho de que esta vez se necesita del esfuerzo de todos para salir adelante, según lo expresado por el propio gobierno. Un damnificado capaz de resolver su situación será un problema menos para la nación.

El Presidente Raúl Castro prometió que “la Revolución no dejará a nadie desamparado” y que ninguna familia cubana será “abandonada a su suerte”. Hará falta mucha eficiencia, imaginación y flexibilidad mental para poder hacer realidad esa promesa.


No se trata de ayudar a Cuba bastaría con aflojarle un poco el dogal financiero que la asfixia desde el Club de París hasta el Embargo de EEUU.

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