Katheryn Felipe • 6 de octubre, 2017
LA HABANA. Ante un déficit financiero y luego de una apertura al cuentapropismo en 2010 y la aprobación de las cooperativas no agropecuarias (CNA) en 2012, ha sido el turismo una de las ramas que más ha potenciado una expansión económica en Cuba y se ha mantenido entre las principales fuentes de divisas frescas.
Aunque las afectaciones por el huracán Irma fueron menores que las previstas, hasta casi finalizar septiembre se habían recibido unos 3 600 000 visitantes, más de medio millón más que en igual período de 2016. No obstante, primero el presidente Raúl Castro, y luego el ministro de Turismo Manuel Marrero, aseguraron que todas “las instalaciones turísticas” estarían operativas para la temporada alta, a mediados de noviembre. También el doctor en Ciencias Económicas José Luis Perelló considera que se podrá contar con todas “las ofertas turísticas” del destino. Queda ya solo un mes.
Pero ahora, encima, el drama mediático que gira alrededor de los supuestos “ataques” acústicos sufridos por varios diplomáticos norteamericanos y uno canadiense comienza a tener repercusiones más allá del simbolismo y la bravuconería política. Más bien ha sido tomado como excusa por el Departamento de Estado para retirar parte del personal diplomático en La Habana y exigir a su vez la retirada de buen número de oficiales cubanos de la embajada en Washington, lo cual obstaculiza sensiblemente el proceso de emisión de visas y otros trámites consulares para viajeros de ambos países. También el gobierno norteamericano emitió una alerta de viaje para sus ciudadanos en la que dice que Cuba no es un destino seguro para ellos.
Todo esto se suma al panorama de desastres que dejó Irma. Pero no es lo único si nos planteamos una completa recuperación. Ante este escenario, será también decisiva la participación del sector no estatal para mantener el nivel de servicios a los visitantes internacionales.
Con una decena de CNA, unos 1 800 restaurantes y 22 214 habitaciones en el mapa nacional, el cuentapropismo tiene hoy en los hospedajes su punta de lanza. En el primer semestre de 2017, calendario que debe cerrar con 4 700 000 visitantes, la rama privada alojó al 30% de los viajeros que llegaron a la Isla. Aun así, el otorgamiento de nuevas licencias para el trabajo por cuenta propia en estas ramas continúa detenido y “en perfeccionamiento”.
Según Perelló, incluso con Irma mediante, del 1ro al 18 de septiembre entraron a Cuba más de medio millón más que en igual período de 2016. Dichos arribos, explica, exigen contar con el sector privado porque está suministrando una capacidad habitacional que, de estar agrupada en una cadena, sería la segunda mayor hotelera del país en número de habitaciones, después de Gaviota. El dato, llamativo, agrega una nueva perspectiva al detenimiento de las nuevas licencias para privados.
Por otro lado, los ritmos de crecimiento del arribo de turistas a Cuba y el desarrollo infraestructural hotelero y extra hotelero proyectado por las autoridades estatales permiten asegurar que en 2030 la cantidad de viajeros foráneos podría rebasar los 10 millones, sin incluir a unos 5 millones de pasajeros de cruceros. Eso convertiría a la Mayor de las Antillas en el segundo destino de América Latina y el Caribe, solo antecedido por México.
Entendido por el gobierno cubano como un sector “estratégico”, el turismo, que hoy aporta unos 3 billones de dólares, podría llegar a ingresar más de 10 billones, que constituirían el doble de lo generado por todas las exportaciones de mercaderías de la Isla, de acuerdo con un estudio de la Latin America Initiative at Brookings.
El mismo texto expone el enfoque ambivalente con que se ha mirado al turismo durante décadas, un sector al que se ha recurrido “con reticencia en tiempos de crisis”, y sostiene que las casas particulares “son motores de crecimiento inusualmente eficientes”, “que movilizan ahorros y los canalizan hacia una actividad productiva”.
En palabras de Perelló, el rol protagónico de lo privado está dado “por la necesidad de garantizar espacios de alojamiento, restauración, ocio y recreación, que satisfagan las demandas de crecientes flujos de visitantes con motivaciones diferentes al turismo de playa, y que el sector estatal —por tiempo y recursos— asume con dificultades”.
Desde 2013 se autorizó que hoteleras, empresas y agencias estatales turísticas se vincularan directamente con la rama privada, pero un reporte de IPS informa que la Resolución No.28, emitida el 24 de mayo de 2017 por el Grupo Empresarial de Servicios al Turismo, “detuvo hasta nuevo aviso la firma de nuevos contratos entre sus entidades y el sector no estatal de la economía”, por “deficiencias detectadas”.
Sin embargo, en junio último el director general de Desarrollo, Inversiones y Negocios del Ministerio de Turismo, José Daniel Alonso, reconoció a la prensa que solo se estaba haciendo “una revisión de algunos temas que tienen que ver con las contrataciones y aprobaciones”.
El funcionario afirmó entonces “que no había ninguna desaprobación de la actividad no estatal dentro del turismo” y se refirió “al papel importantísimo” que la misma desempeña especialmente en las operaciones de comercialización y construcción a lo largo del archipiélago.
Fue el pasado 1ro de agosto entró en vigor la Resolución No 22 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que detuvo las autorizaciones para ejercer casi una treintena de actividades privadas, hasta que “concluya el perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia”. La lista incluye las licencias de arrendador de habitaciones y viviendas, y de gestor de alojamiento.
Aunque los analistas coinciden en que se requiere un mejor ordenamiento y control del sector no estatal, defienden la necesidad de poner en igualdad de condiciones todas las formas de gestión y dar al cuentapropista mayores libertades para establecer negocios con las empresas estatales.
El doctor en Ciencias Económicas Omar Everleny Pérez apunta en el libro “PYMES en Cuba: ¿utopía o realidad necesaria?”, que conviene “que el sector no estatal, que emerge y puede convertirse a mediano plazo en un denso tejido de pequeñas y medianas empresas”, abra cuentas corrientes y maneje los instrumentos de pago utilizados en la práctica bancaria.
Desde la visión del máster en Economía Política, eso disminuiría los costos operacionales y el riesgo de acumular demasiado efectivo. Además, serían viables financieramente los vínculos no estatales con el sector empresarial e institucional estatal y se facilitaría el control de la legalidad y las interrelaciones y la formación de cadenas de valor dentro de lo privado y lo cooperativo.
Perelló igualmente apuesta por el nexo entre los cuentapropistas y el sistema estatal del turismo. El experto destaca que el alojamiento privado permitió palear el déficit habitacional porque hasta el cierre de junio del presente año la planta estatal contaba con 67 770 cuartos para turistas, pero solo el 89,9% (60 900) estaba disponible.
Para esa fecha 19 cadenas hoteleras extranjeras gestionaban 41 079 habitaciones, mas “la elevada cifra de viajeros hospedada en casas particulares mostraba que sus niveles de ocupación se mantienen muy por encima del sistema empresarial”, indica Perelló.
El joven Jorge Fernando de Armas, propietario de una casa en Matanzas, piensa que siguen existiendo muchas diferencias y que podría lograrse más paridad entre el sector turístico estatal y el privado. Lo que buscan en su casa es “el trato personalizado, la interacción con la familia cubana, sus costumbres, cultura y modo de vida”. Eso, sin descartar el aspecto económico, ya que precios y condiciones son negociados directamente con los dueños.
Aun con limitado ejercicio de su actividad, los arrendatarios privados, que existen en Cuba desde 1997, son de los cuentapropistas de mayores contribuciones en impuestos al Estado. Antes y después de Irma, el aporte del sector no estatal se contaba en mucho más que “páginas complementarias” dentro del inventario turístico antillano.
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