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domingo, 8 de octubre de 2017

Sostenibilidad. Sabemos que es importante, pero ¿cómo la medimos?




A nivel mundial, la demanda de mayor transparencia en cuestiones ambientales, sociales y de gestión pública ha aumentado. Esto ha generado un debate mundial sobre las mejores prácticas en lo que respecta al proceso de medición e información sobre el desarrollo sostenible.

Investigadores de todas las disciplinas se han unido a la causa para definir qué significa ser sostenible en sus respectivas áreas de especialización, y qué criterios se deben examinar para brindar información sobre los progresos que hemos hecho. Una consecuencia directa de esto es el surgimiento de una plétora de Herramientas de reportes de sostenibilidad (SRT) que se pueden clasificar en marcos y estándares, así como en calificaciones e índices.

Es alentador observar que, incluso con esta variedad de herramientas y métodos, la adopción de reportes de sostenibilidad por las empresas de S&P 500 ha aumentado en un 62 % entre 2011 y 2016.

Imagen: G&A Governance & Accountability Institute

Los marcos se definen como un conjunto de principios o directrices proporcionados para ayudar a las empresas en sus esfuerzos de divulgación. La Iniciativa de Reporte Global (GRI) es quizás uno de los marcos más prominentes disponibles para las corporaciones.

De acuerdo con las directrices de la GRI, un informe típico debe consistir de los siguientes elementos: visión y estrategia; estructura y gestión; Índice de contenidos GRI y criterios de desempeño (económicos, ambientales y sociales). Dichas revelaciones se basan generalmente en la "materialidad", que GRI define como los criterios que reflejan los impactos económicos, ambientales y sociales significativos de una empresa, o que influirían sustancialmente en las evaluaciones y la decisión de las partes interesadas.

Los estándares tienen una función similar a la de los marcos, pero existen en forma de documentación más formal que especifica los requisitos y las especificaciones que se pueden utilizar para asegurarse de que los esfuerzos de sostenibilidad se logran de manera consistente. Por ejemplo, los estándares de criterios sociales incluyen OHSAS 18001, AS/NZS 4801 y SA8000, mientras que los ambientales incluyen ISO14001.

Las calificaciones y los índices son informes de terceros sobre el desempeño de la empresa en materia de sostenibilidad. Más conocidas entre los inversores institucionales como clasificación de la gestión de Riesgos Ambientales y Sociales (ESG). Miden cómo se ha desempeñado una empresa en términos de ESG, y clasifican y registran a las empresas en un índice sobre la base de su desempeño. Algunos ejemplos incluyen el Índice FTSE4Good, el Índice Dow Jones de sostenibilidad y el Índice MSCI.

El problema de las SRT

En las etapas iniciales de desarrollo, las SRT fueron sin duda útiles para proporcionar orientación y establecer un contexto en cuanto a dónde nos dirigíamos en términos de desarrollo sostenible. Pero el crecimiento a un ritmo tan exponencial de estas herramientas ahora está creando una confusión extrema entre los diferentes participantes.

Por ejemplo, las herramientas de sostenibilidad para clasificar a los edificios sostenibles tienen un marco propio en casi todos los países: Green Star se usa en Australia; Building Research Establishment Assessment Method (BREEAM), en el Reino Unido; Leadership in Energy and Environmental Design (LEED), en los Estados Unidos; y el Green Building Index (GBI), en Malasia. También se emplean diferentes parámetros de desempeño y existen conflictos entre las herramientas en uso, incluso dentro de los mismos límites geográficos; por ejemplo, en Malasia, GBI sigue compitiendo con otras herramientas locales como GreenRe, desarrollada por Real Estate and Housing Developers’ Association of Malaysia (REDHA).

El principal problema identificado con las SRT actuales es la falta de estandarización de los criterios, la terminología y la metodología propuesta. Esto dificulta comparar y evaluar el desempeño de sostenibilidad de las empresas. Una visión similar comparte Escrig-Olmedo et al. (2010) en su estudio que examina los diversos criterios propuestos a través de diferentes herramientas de generación de informes de sostenibilidad.

Delmas and Blass (2010) afirma que algunas herramientas "eligen enfocarse en el desempeño pasado o actual, mientras que otras ponen énfasis en el potencial para mejorar el desempeño futuro sobre la base de las prácticas de gestión actuales". También sugieren una solución intermedia entre lo que se puede y lo que se debe medir, haciendo hincapié en el problema de disponibilidad de los datos.

Dado que la adopción de estas herramientas es voluntaria, las prácticas para generar los informes varían considerablemente. La evidencia existente sugiere que quienes ya han adoptado informes de sostenibilidad no tienen claro cuáles de estas herramientas deben elegir. Parece existir una inclinación natural hacia una herramienta que califica a la empresa de la mejor manera posible, lo que puede constituir un "greenwashing" para los ojos de los activistas.

En los mercados de capitales, las calificaciones y 096los índices se utilizan comúnmente para clasificar y archivar a las empresas basándose en sus prácticas socialmente responsables. Sin embargo, una vez más, hay casos en los que los resultados de las evaluaciones difieren mucho dependiendo de qué herramienta se utilizó. La misma corporación podría terminar en la banda de alto rendimiento o en una banda de menor rendimiento dependiendo de la herramienta que se utilizó para la evaluación. A la larga, esta inconsistencia es la que crea confusión tanto para los inversores institucionales como para los inversores minoristas.

se espera que convoque a más de 500 participantes, incluidas empresas mundiales, y representantes de los gobiernos y de la sociedad civil. Esta reunión es oportuna, ya que permitirá a los líderes del mundo debatir sobre los 17 Objetivos Globales y sus 169 objetivos. Es de esperar que algunos de los debates que se lleven a cabo nos conduzcan a un resultado más "convergente", tal vez logrando que coincidan las SRT ya existentes. Al menos, se debería hacer un esfuerzo concertado para encontrar formas de minimizar la confusión causada por la miríada de términos, criterios y puntos de referencia existentes en las SRT.

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