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jueves, 23 de noviembre de 2017

Aprendiendo de los huracanes (I)


Dirigentes de los consejos de defensa provincial y municipal, representantes de varios ministerios rectores, así como de la Contraloría General de la República, valoran la distribución de los recursos, las acciones preventivas y de control. Hoy se estudian nuevas experiencias dejadas por el devastador meteoro



Por DELIA REYES, CARIDAD CARROBELLO y los estudiantes de Periodismo ADIEL GUEVARA, DAYÁN GONZÁLEZ y JOSÉ MANUEL PÉREZ

Fotos: YASSET LLERENA y MARTHA VECINO

Onilda Oquendo vive en el poblado habanero de Cojímar. Todas las mañanas, cuando se asoma a la puerta de su casa, mira con ojeriza hacia la costa. Ese mar que bate olas suaves a unos pocos metros, semanas atrás destrozó la calle 21 y sus aceras, lanzó piedras contra las casas, dañó equipos eléctricos y muchas pertenencias de las familias que allí habitan.

“Quisiera mudarme de aquí”, dice con firmeza. Aunque agradece la ágil reparación de los daños en la zona, la ayuda material y el apoyo humano recibidos, rechaza vivir otro embate como el de Irma.

“Hubo una buena organización para atender a los damnificados de Cojímar. Por el barrio pasaron los técnicos de la Vivienda, valoraron afectaciones, y de ahí nos fuimos a la Oficina de Trámites perteneciente al consejo popular, donde determinamos cómo pagar lo adquirido. Me vendieron a mitad de precio colchones, equipo de cocción, ajuar doméstico, módulo de aseo, los materiales para arreglar mi casa y recibí gratis artículos de donaciones”, puntualiza.

Por su parte, el octogenario mayabequense Roberto Somodevilla, quien perdió parte del techo de su vivienda en el barrio de El Machete, zona costera de Santa Cruz del Norte, manifiesta: “Doy un gran aplauso a quienes han conducido este proceso tan complejo. Se nos ha dado atención especial, no faltaron alimentos, ni las visitas de las autoridades”.



Muchas zonas costeras, como la calle 21 de Cojímar, de inmediato comenzaron la recuperación tras el paso de Irma.

Sin embargo, en este mismo municipio y en otros territorios del país, personas afectadas aseguran que por su casa no pasaron para valorar los daños. Así lo confirma la habanera Tamara Molina Rodríguez, secretaria de la Asamblea Municipal de Plaza de la Revolución, y jefa del grupo de trabajo temporal del Consejo de Defensa Municipal (CDM): “Por razones organizativas, en El Castillito solo atendemos los 1 209 casos del levantamiento inicial, pero sabemos que hay otros pendientes”.

Erick Rodríguez Pino, al frente del Puesto de Mando No.1 del Consejo Popular Santa Cruz 1, corrobora la existencia de familias no visitadas. Y añade: “Algunas personas dicen que no les pusieron en su planilla todo lo necesario, debería comprobarse por especialistas si esa queja es real o no”.

Una muestra de pesquisa incompleta la encontramos también en el municipio camagüeyano de Sierra de Cubitas, en el Consejo Popular La Gloria-Piloto. Allí, Deibis Perdomo Gallardo teme dar a luz antes de que finalmente acaben de actualizarle la planilla técnica, y así adquirir el resto de los materiales que faltan para terminar de arreglar el techo de su morada.

“Nos vendieron 24 tejas de fibrocemento, al 50 por ciento del precio. Ya las tenemos colocadas, pero cada vez que llueve, se filtra toda la casa”, afirma.

A solicitud de las periodistas, en la Oficina de Trámites de esta localidad, Mercedes Frenale, técnica de Vivienda, busca el expediente del esposo de Deibis, Edermis Rodríguez Marreza. Y efectivamente aparecen las 24 tejas vendidas, pero los otros recursos necesarios brillan por su ausencia.

Ciclón fuera de serie

Ante un evento de desastre, el órgano económico-social –estructura del Consejo de Defensa Nacional integrada por diferentes organismos rectores– es el que establece los distintos procesos, determina los destinos de los recursos y las normas legales para obtenerlos.



En la Oficina de Trámites de Punta Alegre, Ciego de Ávila, todavía no se estaban inscribiendo los casos de derrumbes totales en el momento de la visita de BOHEMIA.

“El huracán Irma sobrepasó experiencias anteriores”, expresa Alejandro Gil Fernández, viceministro primero del Ministerio de Economía y Planificación (MEP). “Los recursos, fuerzas de apoyo para la recuperación y sus equipamientos, y los dirigentes fundamentales del país, se movilizaron no hacia una sola provincia, sino a 12, incluyendo las menos afectadas”.

“Ha sido una situación atípica”, coincide Adalberto Carbonell Sotto, director general de Política Fiscal del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP). Detalla que se pusieron en práctica disposiciones legales para la entrega gratuita de donaciones; para los créditos, subsidios y bonificaciones a las personas afectadas; por ejemplo, en la venta de materiales de la construcción y de útiles del hogar el 50 por ciento del costo lo asume el presupuesto del Estado; hubo modificaciones a la política tributaria, así como fue establecido un sistema de trámites para damnificados. Muchas provincias no lo dominaban.

La cardenense Caridad Himely Yanes, del Consejo Popular Pueblo Nuevo Sur, señala que en la Oficina de Trámites estaban desorientados al principio y le llenaron mal los papeles (una línea en blanco entre las asignaciones de materiales, luego un nombre mal escrito y finalmente faltaba la firma de la persona autorizada, que en su caso era la trabajadora social). Esto provocó que en tres ocasiones regresara al lugar, porque en el punto de venta de materiales de la construcción no aceptaban el documento.

Al trasladar este criterio a Alfredo del Pino Espinosa, primer secretario del Partido en Cárdenas, admite que el proceso de tramitación se inició sobre la marcha, pues el deseo era que todo saliera rápido para ayudar lo más pronto posible a la población; de ahí imperfecciones que han ido erradicándose.

Otra reclamación de los damnificados está en el acceso igualitario a las donaciones internacionales, como los colchones. Magalys Estrada Díaz, al frente de la Dirección General de Colaboración Económica, del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, explica que los donativos recibidos son muy variados y no responden a la necesidad ni a la cantidad de afectados, sino a la decisión particular del donante. Constituyen una ayuda que Cuba agradece porque reflejan la solidaridad con nuestro pueblo en momentos difíciles; pero solo son un complemento, el peso fundamental de los recursos de la recuperación está en el propio país.

Desvelos de una nación


Los auditores han controlado cada proceso y recurso asignado o vendido a los damnificados.

Por muy fuertes que sean los daños materiales y humanos causados por el huracán Irma, no es posible compararlos con el saldo de 1 126 personas fallecidas y los destrozos causados por el Flora en la zona oriental de Cuba, en octubre de 1963.

Aquella tragedia llevó a establecer el programa de Voluntad Hidráulica, cuya piedra angular fue la construcción de represas en toda la geografía nacional –242 embalses– para controlar los grandes volúmenes de agua provocados por intensas precipitaciones.

Dicho programa fue impulsado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, igual que el de la Revolución Energética, ejecutado a partir de 2004 para erradicar vulnerabilidades del sistema electroenergético nacional.

La instalación de grupos electrógenos, por ejemplo en hospitales y policlínicos o en centros de elaboración de alimentos, como fábricas de lácteos y panaderías, han permitido mantener los servicios básicos para la población tras los huracanes e impulsar la recuperación del sistema eléctrico y de las comunicaciones en el más breve plazo.

Desde el punto de vista de la prevención, Cuba constituye un paradigma. Cuando se pronostica el posible azote de un meteoro queda activado el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, el cual dispone que cada organismo actúe mediante su plan de reducción de riesgos, evitación de pérdidas materiales y de vidas humanas.

Debido al cambio climático, los ciclones se han vuelto más intensos en la región. Ike, Gustav, Sandy, Mathew y más recientemente Irma, han dejado nuevas experiencias que se aplican –o estudian- con el fin de hacer más eficaz este sistema de enfrentamiento a desastres y la erradicación de vulnerabilidades.

S.O.S: la vida primero

“Atención, atención, a todos los habitantes del barrio El Machete: deben evacuarse de inmediato porque habrá fuertes penetraciones del mar…”. De esta forma un carro altoparlante anunció el peligro en la costa mayabequense, la tarde-noche en que Irma torcía su rumbo hacia el norte.



Quioscos de Comercio Interior, donde se vendieron alimentos a precios asequibles, sirvieron de alivio a muchas familias damnificadas.

Allí, los pobladores salieron de las casas amenazadas, pero en otros lugares bajo riesgo hubo quienes hicieron caso omiso a las órdenes de los consejos de defensa. Osnely Cruz Díaz, madre de dos niños, no se quiso evacuar. Su precaria vivienda de madera y techo de fibrocemento, en Itabo, municipio matancero de Martí, sufrió derrumbe total. Aún llora cuando recuerda aquel momento.

“Las autoridades y los medios de comunicación deberán ser más convincentes para lograr una mayor percepción del riesgo, pero también habrá que establecer una obligatoriedad”, estimaron los matanceros Marilú González y Pedro Mantilla, quienes sí salieron a tiempo hacia la casa de familiares.

Wilfredo González Cruz, primer secretario del Partido en el municipio matancero de Martí, expresa que “aunque evacuamos a muchos pobladores en peligro, debemos seguir trabajando en la conciencia de quienes se niegan a salir de sus domicilios y tampoco ponen a buen recaudo sus pertenencias”.

El dirigente explica que para disminuir daños económicos en este territorio agrícola trasladaron hacia zonas seguras a más de 5 800 cabezas de ganado y bajaron los molinos de viento; en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Salinera Matanzas desmontaron los cinco bancos de transformadores, el brazo apilador y los motores de bombeo; además, sacaron de antemano la producción terminada y se elevó todo lo que quedó en almacenes.

“A pesar de que teníamos asegurados los techos con cabillas, el viento dañó el fibrocemento de la mitad de las instalaciones”, lamenta Blas Hernández Santos, director de la UEB, quien en el día de la visita de BOHEMIA no contaba con suficientes materiales para arreglar los techos.

“Las tejas se han destinado a la recuperación de las viviendas de la población afectada”, explica el viceministro primero del MEP. Otras prioridades son las naves de la avicultura, que resultaron muy dañadas; la estrategia es recuperarlas lo más rápido posible para retomar la producción de huevos. Asimismo, los hospitales, las escuelas y las instalaciones del Turismo reciben un mayor respaldo.

Lo que el viento sigue llevándose



Recibimos gratis las donaciones internacionales, corrobora la habanera Milagros Vázquez Pérez.

Osmelio Guerra, poblador de El Machete, es un hombre precavido: protegió las tejas de fibrocemento de su casa con sacos de arena de 75 a 80 kilogramos. Lo cuenta con orgullo a los reporteros. Pero no todo el mundo resguardó los techos.

Según el informe del Consejo de Defensa Nacional, dado a conocer a finales de septiembre, más de 23 560 viviendas sufrieron pérdidas totales de cubierta y 103 691 presentaron daños parciales en esta.

Respecto a ese impacto, un trabajo publicado en la revista Juventud Técnica llama a erradicar los errores que conducen a desastres en las viviendas e instalaciones. Sugiere emplear materiales y diseños capaces de resistir las fuerzas de un huracán. Propone, además, que planificadores, inversionistas, diseñadores y constructores de cada obra, valoren la ubicación de estas en zonas de alto riesgo de marejadas, inundaciones y vientos fuertes.

Las cubiertas ligeras, por ejemplo, son muy cuestionadas, no solo en el sector residencial sino también en el estatal por su gran fragilidad, ya que cada vez que un ciclón azota, las tejas, lo mismo de fibrocemento, que de fibroasfalto o de zinc, se van a bolina.

Trabajar en un programa nacional para reducir paulatinamente esa vulnerabilidad haría más fuerte la labor preventiva y ahorraría recursos.

En el MEP, el viceministro primero informa que existe un programa de construcción de viviendas, y para las personas subsidiadas se edifican células básicas habitacionales con paredes de bloques y techo de placa, pero no hay una estrategia de país para potenciar la sustitución de cubiertas ligeras por sólidas en las casas con fortaleza para ello.

“El presidente del Consejo de Defensa Nacional ha indicado estudiar a profundidad todas las experiencias que emanan del huracán Irma. Por parte del órgano económico-social se evalúan alternativas y las discusiones técnicas, para luego disponer estrategias en cuanto a los sistemas constructivos a implementar. Pero está claro que cuando pasa un huracán no se puede esperar. Lo más rápido y barato es solucionar de inmediato el problema aunque sea poniendo tejas”, razona Alejandro Gil.

Mirando hacia el techo



Los escombros son una importante fuente de materia prima para obtener áridos, afirman en Mayabeque, sin embargo hay provincias en que no se aprovechan suficientemente.

Autoridades de las provincias visitadas han emprendido iniciativas respaldadas por la producción local de materiales.

Julio Antonio Gallardo, director general de Infraestructura e Inversiones, del Consejo de la Administración Municipal (CAM) de Santa Cruz del Norte, razona que Irma provocó desgracias, pero también ha dado la oportunidad de potenciar fortalezas.

“Para ser menos vulnerables a próximos eventos hidrometeorológicos, en este municipio estamos pensando poner cubiertas de viguetas y plaquetas a las casas que así lo soporten y construir viviendas con módulos prefabricados Sandino, con este mismo techo”, puntualiza.

En Villa Clara, la Universidad Central Martha Abreu tiene desde hace años la propuesta de utilizar molinos para reciclar escombros y producir áridos que potencien los techos sólidos.

En Cárdenas proponen que con el técnico de la Vivienda, Planificación Física y el arquitecto de la comunidad, se haga un proyecto que certifique en los consejos populares el cambio de cubierta sólida para los casos de afectados que así lo requieran.

“Estamos aprovechando la piedra de potrero y los desechos de las construcciones para molerlos y hacer bloques u otras estructuras. Pero hay que acabar de organizar mecanismos para la compra y utilización de los escombros, pues eso dinamizaría la disponibilidad de áridos. Algunos trabajadores por cuenta propia lo hacen, sin embargo el Estado no”, sostiene Lázaro Vicente Suárez Navarro, presidente del CAM.

Otra medida para mejorar las cubiertas de las casas, añade, sería bajarles los precios a los materiales de techo como las vigas y lozas. “La gente hoy compra lo más rápido y barato, que son las tejas de fibrocemento, pero, ¿no será mejor un techo sólido, que resista un largo tiempo?”.

Lázaro Vicente razona que Cuba debe emprender las construcciones de mejores viviendas. Igualmente, hay que revivir la ayuda directa de los centros laborales a las personas necesitadas. Y puntualiza: “Lo estamos escribiendo todo porque estas y otras experiencias hay que darlas a conocer”.

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