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martes, 14 de noviembre de 2017

Cuba allana el camino para la agricultura de conservación

Desde el inicio, el proceso ha contado con el impulso y apoyo de la representación de la FAO.

ECONOMÍA Redacción IPS Cuba 14 noviembre, 2017


Para el representante en Cuba de la FAO, Theodor Friedrich, la agricultura de conservación es la agricultura del futuro. Foto: Jorge Luis Baños_IPS

La Habana, 14 nov.- No es un tema nuevo para Cuba, sin embargo, su introducción apenas comienza abrirse paso. Una segunda consulta con expertos internacionales y representantes de instituciones cubanas traza las primeras acciones para la adopción de la Agricultura de Conservación (AC).

Convocada por el Ministerio de la Agricultura de conjunto con la representación en Cuba de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) , la cita reunió en La Habana, del 6 al 10 de noviembre, a expertos de Brasil, España e India y a investigadores, directivos, representantes de diversos ministerios, cooperativistas y productores de Cuba.

Este proceso responde a la necesidad de aumentar significativamente la producción agrícola en Cuba, contemplando las amenazas del cambio climático, la degradación de los recursos naturales y del medio ambiente, así como las prioridades de la economía nacional.

El encuentro da continuidad a la primera gran consulta de expertos, realizada en octubre de 2016, para iniciar el camino a la adopción de la AC, dijo Teresa López, del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola y del grupo de trabajo para la adopción de la agricultura de conservación en Cuba.

Uno de los resultados de aquella primera consulta fue un documento denominado Hoja de ruta para la adopción de la AC, que llevó a la realización de talleres en diferentes provincias para enriquecer el proceso con los criterios de la gente.

“En esta continuidad, han participado otros expertos internacionales con temáticas que responden a las necesidades de conocimientos planteadas desde la base”, abundó.

Otro resultado fue la creación, hace unos meses, de un grupo interministerial con representantes de los diferentes ministerios involucrados –nombrados por los ministros-, quienes deberán impulsar el tema en sus respectivos espacios, desde el máximo nivel hasta la base.

Este segundo encuentro, apunta, está aportando las acciones a seguir, con responsables y plazos. Por ejemplo, a la necesidad de semillas específicas para quienes se inserten en la experiencia, deberá responder la entidad encargada de las semillas en el Ministerio de la Agricultura.

Al respecto, indicó Dagoberto Pérez, del Ministerio de la Agricultura, la actual consulta persigue proponer acciones de carácter nacional que puedan catalizar el proceso de introducción de la AC, en la medida que lo permita el plan de la economía y la cooperación con organismos internacionales.

Según dijo, hace unos ocho años se ejecutó un proyecto de investigación que dio las primeras luces sobre la factibilidad de introducir la AC.

Del dicho al hecho

En esta nueva fase, la conformación de las políticas va a ir a la par de la introducción, en la medida en que se disponga de las familias y los implementos e insumos especializados que lleva la AC para iniciar la replicación en las áreas seleccionadas, porque no queremos arrancar una tecnología y luego algo nos falte, destacó.

Pero, alertó Pérez, introducir la AC implica también cambiar un paradigma. “A la generación de ingenieros agrónomos de la que formo parte, nos enseñaron que el suelo bien preparado es ese que se ara, se surca y nos formamos en ese conocimiento, por lo tanto tenemos que empezar desde las universidades, los estudios de pre y post grado, los medios de comunicación y ese es el objetivo: integrar a todos los organismos manera que podamos influir a que la tasa de adopción en Cuba no sea tan larga y se pueda acortar”.

Según expertos, Brasil, un país líder en esta práctica, con más de 50 millones de hectáreas en AC, tuvo un periodo de adopción de 10 años para empezar su crecimiento. “Fueron diez años convenciéndose, casi sin políticas, y nosotros queremos hacerlo a la par: pruebas, aplicación práctica y construcción de políticas”, explicó Pérez.

Como parte de este proceso, a la investigación y las pruebas de pequeña escala, se sumarán en lo adelante grandes empresas como La Cuba y Sur del Jíbaro, esta última dedicada a la producción de arroz, cultivo en el que también se obtienen buenos resultados con la AC.

Coincidencias lógicas

Según destaca Theodor Friedrich, representante en Cuba de la FAO e innegablemente el principal impulsor de la introducción en el país de la AC, “reconociendo este problema, el nuevo paradigma de una agricultura sostenible debe ser basado en una agricultura de cero labranza, de un disturbio al mínimo posible del ecosistema del suelo”, sin olvidar que a la vez tiene que ser “productiva para satisfacer la cada vez más creciente demanda por alimentos”.

A su juicio, de cara a los problemas ambientales actuales, incluyendo el cambio climático, que también es resultado en buena parte de la actividad agrícola, es tiempo para transitar hacia una agricultura intensiva, sostenible y verdaderamente agroecológica.

“La agricultura de conservación es una herramienta disponible en este camino. Por lo tanto, la agricultura de conservación es la agricultura del futuro, y más bien puede ser el futuro de la agricultura”, sentenció Friedrich en una columna sobre el tema.

Para Yolanda Rabain Dreke, del Grupo Agroforestal, en criterio coincidente con Pérez, uno de los elementos más importantes de ese impulso a la adopción de la AC es que se ajusta a los preceptos de la Tarea Vida para el enfrentamiento al cambio climático.

(2017)

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