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domingo, 12 de noviembre de 2017

¿Es bueno recompensar por hacer el bien?


¿Se debe premiar el buen comportamiento?

En una sociedad en donde la corrupción, el crimen y la avaricia abundan, ser un buen ciudadano es noticia. Nos sorprende conocer historias como el hombre que devolvió el dinero que se encontró en la calleel policía que prestó primeros auxilios a dos bebes o cuando alguien simplemente ayuda a otra persona desinteresadamente. Estas acciones son un lógico comportamiento de una buena moral, pero que al ser tan escasas se han convertido casi en extraordinarias.

¿Cómo podríamos incrementar más acciones como estás?

Hasta ahora, los gobiernos han destinado parte de sus presupuestos a incentivar determinados comportamientos ciudadanos, una vía de desarrollo colectivo que parece tener éxito:
  • Dinero a cambio de buen comportamiento – en California, Estados Unidos, se ofreció $1,000 dólares mensuales en efectivo a personas con pasado criminal que demostraran por un periodo de por lo menos 18 meses buen comportamiento, los resultados fueron extraordinarios.
  • Limpieza canina en la ciudad a cambio de premios – en una ciudad en Taiwan, introdujeron boletos de lotería a cambio de limpiar la suciedad de sus perros en vía pública. Los dueños de perros que depositaran los excrementos de sus perros en un depósito especial, eran elegibles para participar en loterías para ganar oro, una idea que fue exitosa.
  • Denunciar casos se premia – reportar actos ilegales debe ser responsabilidad de todos los ciudadanos, sin embargo en Anderson, California, se premia con $500 dólares.

Incentivar comportamientos buenos parece funcionar, pero… ¿pueden con el tiempo convertirnos en sociedades egoístas?

En el libro “The Moral Economy” o La Economía Moral, Samuel Bowles destaca el hecho de que cuando le pagamos a la gente para que haga cosas que ellos saben que deben hacer como buenos ciudadanos, lo que se logra es que se desvalorice la base moral que lleva realizar este tipo de actos. Es importante como lo manifiesta Bowles, cuestionarnos el uso de incentivos económicos y castigos como respuesta a ciertos comportamientos. Bowles, argumenta lo siguiente:
  • Los costos económicos no siempre funcionan, un ejemplo que Bowles explica en su libro es el caso de una guardería en Israel, que con el fin de disminuir la tardanza de los padres, empezó a cobrar una cuota a quienes no fueran por sus hijos a tiempo. Sin embargo, el número de padres con tardanzas se incrementó, la razón: pensaban que la cuota que pagaban cubría su tardanza. En otras palabras, el cobrar o no para modificar ciertos comportamientos, puede no funcionar como se espera.
  • La motivación interna puede ser lo suficientemente fuerte y en muchas ocasiones incluso mejor que la motivación externa (recompensas). Ya son varios los experimentos que demuestran que cuando los incentivos económicos interactúan con los intereses propios, el resultado puede ser contraproducente, ocasionando que la acción deseada pierda total valor moral.
  • Los incentivos pueden volvernos más egoístas si no se enfocan desde la moral, un ejemplo puede ser incentivar el desuso de bolsas de plástico cobrando un pequeño precio por su uso y enfatizando que con ello se está contribuyendo a salvar a nuestro planeta. Según Bowles, las personas actúan muchas veces movidos por el bien común, pero los incentivos utilizados sin incorporar la moral pueden desvirtuar a la persona.
Muchos afirman que los incentivos o penalizaciones para regular buenos comportamientos son necesarios, si no existiesen, la ciudadanía incurría en muchas más faltas. ¿Crees que esto es así y que los incentivos son necesarios para construir mejores sociedades, o piensas como Bowels, que las recompensas, sobre todo económicas nos pueden hacer más egoístas?
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