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miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lo que se sabe no se pregunta

Sayli Sosa • 19 de diciembre, 2017

Lo que se sabe no se pregunta
Todos los días del año, contando feriados y festivos, cientos de litros de diesel van a parar al mercado negro desde las entidades estatales en Ciego de Ávila. Calculadora en mano se podría dar una cifra más exacta del “desvío”, pero sería muy difícil de confirmar y, también, muy probable que todavía fuéramos conservadores al ubicarla en el rango de las centenas.
Se trata apenas de un cómputo preliminar, a partir del número de transportistas privados registrados en la provincia y el ínfimo promedio de ventas diarias de diesel en efectivo de los servicentros.
La complejidad del asunto tiene, por si fuera poco, aristas semánticas, pues desvío, a estas alturas, continúa siendo un eufemismo para nombrar el robo descarado (y el resto de las ilegalidades) en que se incurre al “apartar” de su destino un recurso demasiado vital como para suponer que solo será un cambio provisional del trazado del camino. El diesel y la gasolina “desviados” nunca regresan.
Verdades irrefutables, no obstante, hay tres: camiones y autos particulares no caminan con agua; nadie tiene un pozo de petróleo propio; y las pistas del Estado no comercializan, ni siquiera, un litro per cápita diario.
En febrero de 2017, el ministro de Energía y Minas, Alfredo López, en reunión con autoridades del territorio, a la que fueron convocados los organismos con mayores asignaciones, llamó la atención sobre el control de los combustibles y dijo era obvio que no se estaba haciendo mucho —en algunos casos, nada—, para evitar el desvío. Ese parece el meollo del asunto.
Sin embargo, los análisis en torno al uso racional de este tipo de portadores energéticos, no pueden obviar (aunque en la práctica lo hacen) una variable que, a la postre, termina por definir el orden de los factores.
Porque hay una demanda…

A las 11:00 de la mañana de un día cualquiera, en la Terminal Provincial de Ferrocarriles avileña, hay entre dos y tres camiones de pasaje a la espera. Uno por destino: Morón, Camagüey y Sancti Spíritus. El resto aguarda su turno a dos cuadras del Parque Maceo, en una explanada que antes fue mercado improvisado de viandas y hortalizas.
¿Dónde compran el combustible?, pregunto a boca de jarro, mientras noto un extrañamiento cuando me presento como periodista. Quiero entrar de frente, con un golpe de efecto. Los choferes se encogen de hombros, pero no dicen. Insisto.
— Donde único venden, responde el camagüeyano.
— Mira, no me digas mentiras porque tengo un papel aquí que dice que los servicentros no venden ni un litro diario por camión o máquina, riposto.
— Entonces, para qué pregunta.
Ninguno de los transportistas privados, en Ciego de Ávila ni el resto del país, adquiere la gasolina o el diesel para su actividad en los establecimientos de CIMEX, único comercializador minorista. Paralelo a la red de servicentros existe un mercado negro al que, por más reuniones realizadas y resoluciones ministeriales circuladas y aplicadas, no se le cierran las “bombas”.
Los propios choferes hablan de puntos fijos en la Carretera Central o la Autopista Nacional donde se puede comprar petróleo. Otros “puntos” andan “rodando” y, a veces, son ellos mismos los que buscan comprador. Siempre lo encuentran. Y siempre lo encontrarán. Al menos mientras el esquema para los porteadores privados se mantenga como está.
En teoría el único lugar donde podrían serviciar sería en las pistas de CIMEX, y ya sabemos que eso no sucede. Lo confirman no solo los números, sino los pisteros. “Raras veces te encuentras un camión habilitando o un carro particular aquí en el Oeste (servicentro).”
El control de los combustibles pasa, ineludiblemente, por la regulación de los transportistas privados.
Raras veces, además, se les exige el comprobante de la compra. Podríamos suponer que en alguna instancia se controla el número de viajes contra el combustible adquirido de manera legal, una operación matemática elemental que permitiría empezar a ponerle diques al “vertimiento”, mas salta a la vista una desregulación abrumadora.
Donde único rinden cuenta los porteadores privados es ante la Oficina Nacional de Administración Tributaria, pero allí Osvaldo Fernández Torres, especialista principal de Fiscalización, explica que sus facultades se resumen a la recaudación de tributos e impuestos, aunque sí se realizan fiscalizaciones, sobre todo a los subdeclarantes, un listado que llega desde La Habana.
De acuerdo con la Resolución 20 de 2016 del Ministerio de Finanzas y Precios  para el grupo VII, donde se incluyen transportistas de carga y pasaje, se limita hasta un 50 por ciento los gastos deducibles de los ingresos declarados por el contribuyente. No obstante, precisa Fernández Torres (y aquí está la paradoja), es obligatorio presentar justificación solo para el 25 por ciento. En ese 25 cabe todo: los llamados chips de combustible y también las facturas por compra de partes y piezas o reparaciones de los vehículos, indistintamente.
“Aquí vinieron el año pasado y toparon los precios, pero nadie nos preguntó si nos daba negocio, nosotros debemos comprar el petróleo en las gasolineras, inventar con las piezas de repuesto y las gomas tan caras como están”, me espeta uno de los choferes en franca provocación. Hace referencia a un acuerdo del Consejo de la Administración Provincial que, en octubre de 2016, topó el costo del pasaje en los medios alternativos de transporte. Si bien cocheros y bicitaxistas siguen cobrando “un ojo de la cara”, al menos la tarifa de los camioneros se mantiene estable en 25.00 pesos hasta Camagüey, 15.00 hasta Sancti Spítirus y 5.00 a Morón, siempre partiendo desde Ciego de Ávila.
Si los transportistas privados adquirieran el diesel en los servicentros al precio de venta minorista (un CUC por litro), el pasaje debería duplicarse, como mínimo, para tener ingresos declarados de hasta 200 000.00 pesos; y tal cosa no sucede hoy.
Usted ve la Transtur que llegó ahí, señala con el dedo acusador el camagüeyano, ahora me lleva el pasaje y tengo que seguir esperando. ¿Y a esa quién la controla?
El otro sector que mantiene en alza la demanda es el campesino. Confirmado por Orlando Pérez Pedreira, delegado de la Agricultura, el paquete tecnológico entregado a los productores no incluye el ciento por ciento del combustible que requieren los procesos agrícolas de una actividad económica identificada como de seguridad nacional. Esto en el caso de los organizados en bases cooperativas. Para los productores individuales, calculados hace un par de años en más de un centenar, no hay asignación.
… Hay una oferta
Según datos de la Empresa Comercializadora de Combustibles (CUPET), en Ciego de Ávila se comercializan mensualmente 9,4 millones de litros de diesel. El 70 por ciento de ese recurso lo asume CIMEX, para su posterior venta minorista. El otro 30 por ciento se reparte en 10 organismos y empresas clasificados como las de mayores asignaciones, atendiendo a su actividad económica.
Dicho por el propio titular de Energía y Minas, es de los tanques de esas entidades de donde debe estar saliendo la mayor cantidad del diesel que “circula” en la calle. Surtideros no tan subterráneos, después de todo.
Tal afirmación no la puede ejemplificar Amaury Mercader Betancourt, gerente general de CIMEX aquí, sin embargo, sí aporta los números del desparpajo. Al cierre de julio la provincia vendía, como promedio, 0,47 litro de diesel por vehículo, lo que equivale a ¡122! litros diarios en ¡34! servicentros. Lo tragicómico del número es que, comparado con el año 2016, había experimentado un crecimiento del 233 por ciento.
El indicador avileño es, no obstante, el menor de las cuatro provincias centrales, aunque es preciso aclarar que es inferior la cifra total de vehículos particulares (1 497) y la cantidad de transportistas con licencia (230) registrados en el terruño.
Las fuentes consultadas no se ponen de acuerdo en el caso de las licencias operativas como transportista de carga o pasaje. Desde la Unidad Estatal de Tráfico, ente que emite el permiso, Yamelín Bueno Padín maneja un número, pero CIMEX y la Oficina Nacional para el Uso Racional de la Energía (ONURE) tienen otros. La vicedirectora de Licencias de Operación del Transporte confirma que hasta octubre estaban vigentes 244; CIMEX hace sus cálculos en base a 230 y la ONURE emite sus informes sobre 216. Obvio, y en esto sí coinciden, no es la diferencia en 10 o 12 porteadores la que mantiene tan bajas las ventas en efectivo.
La tabla mostrada por Cilayla Hernández Suárez e Ileana Valdivia Almanza, directora general de CUPET y directora de la UEB Comercial, respectivamente, ratifica a Geysel como la empresa de mayores asignaciones mensuales en la provincia. Encargadas de la generación eléctrica, las ocho centrales (grupos electrógenos) distribuidas en igual número de municipios demandan 1,6 millones de litros de diesel para generar unos 50 megawatts al mes (máxima disponibilidad).
Sobre un estante en la oficina de Mayumi Veloso Borges, directora general de la UEB Geysel Ciego de Ávila, hay una carpeta azul por cada uno de esos emplazamientos. Félix Morell Tamayo, jefe de grupo de Operaciones, abre una al azar y lee los resultados de inspecciones programadas o sorpresivas. En lo que va de año no han detectado ningún desvío de combustible y en 2016 reportaron un hecho en la central de Ceballos, de la que dos operadores sustrajeron 1 300 litros. Aunque en cada reunión sobre el tema se presume que el mercado negro se abastece de sus tanques, Morell Tamayo es enfático cuando dice no.
Aramís Guevara Delgado también asegura dormir tranquilo. El director de Energía y Transporte del gigante Cítricos Ceballos señala que en la empresa tienen tolerancia cero con los faltantes de combustible y se han ido perfeccionando los mecanismos de control. De los 300 000 litros mensuales que administra, unos 40 000 se distribuyen directamente a las bases productivas y el resto garantiza la transportación de los productos a más de 200 hoteles de todo el país.
Casi 40 locomotoras circulan durante el año en Ciego de Ávila; 22 con pasajeros y 14 con cargas. Los tanques tienen capacidad para unos 4 000 litros, de ahí que cada 30 días la Empresa Ferrocarriles Centro-Oeste Ciego de Ávila compre más de 100 000 litros de diesel.
Las 14 locomotoras del ferrocarril Público (pasajeros) son de fabricación estadounidense y datan de los años ‘50 del pasado siglo.
A partir del documento DT-1.2 Procedimiento para el uso y control de los combustibles en las empresas y entidades de la Unión de Ferrocarriles de Cuba y de la entrada en vigor de las 60 páginas de indicaciones y medidas que contiene, José Luis Bermúdez, jefe de departamento de la UEB Ferrocarriles y Tania González Sosa, directora adjunta de la empresa, creen son menos las posibilidades de desvío. “Ya no estamos en los tiempos en que tiraban porrones llenos de petróleo desde los trenes. Este año, por ejemplo, solo tenemos un caso de robo.”
— Pero cuando hay zafra el precio del petróleo baja en el mercado negro, comento con suspicacia.
— Bueno, los únicos que transportamos caña no somos nosotros, responde sonriendo Noel Pulido, energético de la UEB Ferroazúcar Ciro Redondo.
Y tiene razón. El Grupo Empresarial AzCuba “quema”, según datos de la ONURE, más de un millón de litros de diesel durante el período zafrero. Además de la molienda, la siembra, el corte, tiro y alza de la gramínea consumen grandes volúmenes y, en función de la complejidad de estas labores, que obligan a permanecer mucho tiempo en el campo, existen disposiciones especiales que agregan variables a la vigilancia del recurso. Así como la Agricultura y la Construcción, AzCuba dispone de pipas excepcionales, las conocidas “novias”, las cuales acompañan a los pelotones cañeros para serviciar a los equipos in situ.
Por más que lo intentó, Invasor no pudo dialogar con las autoridades del grupo en la provincia. Así, no tenemos elementos para contrastar con el dato que aporta la ONURE, al señalarla como una de las entidades con problemas en el control del diesel, teniendo en cuenta un estudio que en 2014 revisó el desempeño de las 200 empresas de mayor consumo en el país.
En octubre, la ONURE certificó que Ferrocarriles no tenía combustible sin justificar.
La ley y las trampas
Robar combustible es, cada vez más, un delito “extremo”, no únicamente por la rigurosidad con que se aplica el Código Penal en estos casos, sino porque, aunque no lo parezca, algunas llaves se han ido cerrando.
Así lo asevera Tania González Sosa, al hablar de los ferrocarriles, y argumenta que la situación hoy no se asemeja, por mucho, a la de seis años atrás. “El índice de quemado está al 98 por ciento”, o sea, casi todo lo que se echa en los tanques se usa en el traslado de cargas o pasajeros. (La cuestión es que, en un tanque de 4 000 litros, el dos por ciento del “casi” son 80 litros. Multiplíquelo por 36 locomotoras y tendrá “casi” 3 000 litros susceptibles de salir a la calle).
A ello ha contribuido lo establecido en el nuevo procedimiento, la disposición de una tarjeta magnética por locomotora, el sellado de los equipos y la indicación de mantener los tanques llenos, a fin de evitar imprecisiones en la medición. La directiva no descarta, sin embargo, que todavía existan grietas en el control.
Una opinión similar tiene Félix Morell Tamayo de la administración de los recursos en Geysel. Parado frente a la pantalla donde se monitorea el estado de cada una de las centrales de generación, dice como pensando en voz alta que los volúmenes que hoy circulan “por la izquierda” no pueden estar saliendo de sus motores.
Desde hace dos años, cuando Geysel asumió la generación de electricidad, Félix Morell lleva a punta de lápiz el análisis del combustible.
Para explicarlo enumera las acciones comprendidas en su día a día, que van desde las visitas sorpresivas para comprobar el sellado hermético de las válvulas, los flujómetros, las cámaras de seguridad, las cercas perimetrales, hasta los despachos con los detectives contratados a SEPSA que acompañan, en la distancia y medio encubiertos, las pailas de 26 000 litros previstas para serviciar los emplazamientos de grupos electrógenos.
Esas y otras tareas asume, también, el gerente general de CIMEX. Si el 70 por ciento del combustible de la provincia pasa por sus servicentros, y la demanda lejos de menguar se acrecienta, cualquier medida es insuficiente. Mercader Betancourt afirma sin temor a equívocos que es prácticamente imposible burlar el sistema de despacho automatizado Autogara. “Después que usted coloca el brazo en la bomba, ya no puede volver a despacharse.
“A eso le sumamos el uso del sistema Veeder-Root, el cual permite el control del inventario en los tanques, mediante un grupo de sondas automatizadas, por lo cual ya no es necesario utilizar varas aforadas para la medición.”
— ¿Entonces ya no se roba diesel en los servicentros?
— Solo hacen falta dos individuos puestos de acuerdo para un desvío de recursos. Basta con que el dueño de una tarjeta haga negocios con uno de los pisteros y ahí mismo tenemos una vulnerabilidad.
En el mal uso de las tarjetas magnéticas descansa hoy una de las modalidades del robo de combustible.
El supuesto utilizado por Mercader Betancourt no es, precisamente, un supuesto. Este año la provincia reportó un caso con ese modus operandi, involucrando a funcionarios de la Central de Trabajadores de Cuba y a una empleada de CIMEX. La realidad dice que otros hoy negocian con las tarjetas y los pines, a juzgar por la vitalidad del transporte particular.
De un informe presentado en una reunión nacional, Cilayla Hernández señala el cumplimiento del plan de lucha contra indisciplinas sociales y subversión de CUPET. Son 18 acciones que contemplan la comprobación sorpresiva a los carros cisternas, el acompañamiento por el servicio de detectives a las pailas en su traslado desde Cienfuegos y La Habana hasta la provincia, la verificación de los sellos de las bombas y tanques, y el drenaje de las pailas dentro del depósito antes de parquear, entre otras.
Acaso la trampa más vieja y sempiterna es la del índice de consumo por vehículo, un indicador súper importante porque a partir de él y del nivel de actividad se calcula la demanda de combustibles. Lo que sucede todavía, asegura Iván Powell Sardison, director de Uso Racional de la Energía en Ciego de Ávila, es que las entidades no lo controlan y por ahí se van unos cuantos litros diariamente. “Todos los choferes y sus superiores conocen del margen del cinco por ciento de desviación permitido por resolución.”
Ese margen, unido a la poca disponibilidad de odómetros, instrumentos de medición no certificados, tanques no aforados, hojas de ruta mal confeccionadas y el incumplimiento en el deber de preservar calientan el caldo de cultivo para el desvío.
Clavijas apretadas no dan acordes sordos
“Mientras más recursos asignan, más exquisitos hay que ser”, apunta Damián Jiménez Caraballo, contralor jefe de Departamento. Su sentencia debería imprimirse en letras capitales y junto a la Resolución 60 del Control Interno, estar a la vista y a la mano de los directivos. “Todo está escrito. Lo demás es dejar de hacer.”
El especialista, con más de 20 años como auditor y siete en la Contraloría, identifica como principales causas y condiciones que favorecen el desvío y las ilegalidades asociadas a los combustibles, la inobservancia de los responsables y priorizar la operatividad por encima del control.
En su experiencia, y a la altura de la XII Comprobación Nacional al Control Interno, Jiménez Caraballo ha constatado, una y otra vez, que el área de los combustibles siempre tiene problemas. No en balde en el actual proceso se incluye como indicador a supervisar en siete entidades y empresas del territorio.
Además de las “trampas” ya señaladas, Jiménez Caraballo añade un par de elementos que no se deben despreciar: el parqueo de los carros y la capacitación a los jefes de transporte de cada organismo. “No se gana conciencia en este sentido. En papel todo está muy bien, pero luego es sencillo demostrar que los carros no “duermen” donde dicen los documentos y usted los ve circulando los sábados y los domingos, como si nada. Por otra parte, es deficiente la capacitación, pues los planes no están en función del control. De ahí que, ante una comprobación, sean unos cuantos quienes se “enteran” en ese momento de sus responsabilidades.”
De que el desconocimiento no exime y el control del combustible es prioridad nacional pueden dar fe los 18 hechos delictivos procesados por la Fiscalía avileña al cierre del tercer trimestre, que ocasionaron una afectación económica de más de 6 300.00 pesos.
Aunque la figura delictiva más frecuente es la receptación, María Victoria Sifonte Ayup, Fiscal Jefa provincial, se detiene en dos casos, partiendo de la connotación y el impacto social: uno relacionado con la Campaña Antivectorial, en el que los autores se apoderaron de 887 litros de diésel y 578 de gasolina, afectación valorada en 19 832.00 pesos; y otro detectado en Majagua, con la sustracción de más de 3 000 litros de diésel mediante la falsificación de documentos, afectación valorada en 6 727.00 pesos. Derivados de verificaciones fiscales resultaron tres hechos delictivos, dos de ellos en Chambas y han sido aplicadas medidas severas a los responsables de incumplimientos de las normas establecidas para el control.
Hasta octubre último, apunta Darsy Cubero Coello, director de Fiscalización de la ONURE, de las 22 inspecciones realizadas, ocho resultaron deficientes. Como consecuencia, se contabilizan más de 40 000 litros de diesel sin justificar, que no es lo mismo que robados, pero se parece.
Ese número podría crecer si la ONURE examinara el ciento por ciento de las entidades estatales en un año, pero con la actual plantilla (24 trabajadores) y los escasos (por no decir nulos) medios de transporte de que disponen no se puede hacer más. Para la importancia dada al control de los portadores energéticos, resulta desproporcionada, por ínfima, la capacidad de la oficina avileña.
Como decía el profesor Jiménez Caraballo, y comprobó Invasor en diálogo con las fuentes, en papeles todos los sistemas de control son eficientes. Llegados a ese punto, inocentemente cabría preguntarse, ¿y entonces, de dónde sale el petróleo?
La lógica que nos trajo aquí, aquella que ubica en los depósitos de los organismos con mayores asignaciones el grueso de la responsabilidad por los ríos subterráneos de combustible que “irrigan” la actividad privada avileña, es lógica, pero no absoluta.
En este “mar negro” no solo los peces grandes deciden; también los medianos y los pequeños. Ya sea una tarjeta magnética que se “prostituye”, una rastra haciendo el viaje de regreso vacía, un camión que en papeles dice una cosa y en la realidad es otra o el chofer que al final del día “raspa” el fondo del tanque, la sumatoria de todos los “poquitos” va llenando porrones, pasito a pasito, reguetón mediante.
Sobre todo porque el control no cuaja y la demanda sigue ahí.

La venta de combustible, mediante tarjetas magnéticas y con precios diferenciados a porteadores privados, ha estado en estudio durante varios años, pero aún no cristaliza una solución. Un “ensayo” de esta alternativa se aplica con los taxis arrendados de las agencias TaxisCuba, más la moneda en que opera (CUC) hace imposible generalizar esa experiencia. Otro experimento se desarrolla en La Habana, desde agosto último, con los transportistas de hasta 14 pasajeros. Todavía no hay noticias de su factibilidad.


(Tomado de Invasor)

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