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viernes, 22 de diciembre de 2017

Una bioeléctrica, muchas interrogantes y una posdata


Sayli Sosa • 22 de diciembre, 2017


En agosto pasado, durante una visita de José Ramón Machado Ventura a Ciego de Ávila, las expectativas generadas por la construcción de una bioeléctrica en el municipio de Ciro Redondo empezaron a “aterrizar”… forzosamente.

Después de comprobar in situ que la inversión no avanzaba según lo planificado, otra conclusión fue clara: el marabú, el bagazo y los residuos de cosecha generados en la provincia no serán suficientes para alimentar las calderas. El consenso, entonces, fue sembrar bosques energéticos.

Esta historia había comenzado en abril, cuando los embajadores de Reino Unido y China asistieron a la colocación simbólica de la primera piedra de una planta de generación de electricidad a partir de la biomasa, que costará 186 millones de dólares.

La inversión está a cargo de la empresa mixta Biopower S.A., cuyos accionistas son en la británica de Havana Energy (49 por ciento) y Zerus (51 por ciento), organización subordinada al Grupo Azucarero AZCUBA. El aporte chino es en tecnologías y lleva la firma del Instituto de Diseño y Estudio de Industria de Maquinaria (SIMEE), de Shanghai.

Biopower fue creada en 2012, según dijo a Trabajadores su vicepresidenta, mas, “por causa del bloqueo tuvimos que paralizar las primeras contrataciones, las cuales continuaron gracias a las negociaciones con la empresa Shanghai Electric”.

En teoría, la planta, prevista a inaugurarse en 2019, generaría unos 60 megawatts/hora a partir del bagazo de caña, en tiempos de zafra, y el resto del año su materia prima sería el marabú y residuos de cosechas (paja de arroz, aserrín, leña, etc.).

Dos meses antes, la IX Conferencia Internacional de Energía Renovable, Ahorro de Energía y Educación Energética, reunió a 200 expertos y empresarios de unos 20 países y como parte del foro Haciendo Negocios en Cuba, el presidente de la empresa Biopower SA, Andrew Macdonald, dictó una conferencia magistral sobre la bioeléctrica que se construye cerca del central azucarero Ciro Redondo.

El ejecutivo, en esa ocasión, “adelantó que prevén completar cinco proyectos similares de bioeléctricas, de los cuales dos tienen ya identificados los centrales donde serán instalados, el Mario Muñoz, en la provincia de Matanzas y Ecuador (Ciego de Ávila).

“Agregó que existe suficiente materia prima -bagazo de caña y marabú- para el funcionamiento de esas plantas, que representarán un importante aporte de energía eléctrica de forma compatible con el medio ambiente”, publicaron los medios locales.

Pero en la visita de chequeo, en agosto, los cálculos no dieron exactos. Machado Ventura instó a sembrar bosques energéticos porque el bagazo no será suficiente y el marabú tampoco.

Foto: Ortelio González.

1+1+1+?

La matriz energética de Cuba en la actualidad se ha diversificado, aunque todavía es muy dependiente de los combustibles fósiles. Más del 90 por ciento de la energía se genera a partir del petróleo o sus derivados; no obstante, la proyección es que en 2030 el 24 por ciento de la generación provenga de fuentes renovables, lo que equivaldría a triplicar el total de kilowatts/h que se produce hoy.

Matriz energética de Cuba por fuentes. Tomado de Cubadebate.

Mediante el Decreto Presidencial No. 3 del 11 de diciembre de 2012, se estableció la Política para el desarrollo perspectivo de las fuentes renovables y el uso eficiente de la energía, que planteó cuatro objetivos estratégicos, a saber:

Aumentar el por ciento de utilización de las Fuentes Renovables de Energía

No incrementar la dependencia de importaciones de combustibles para la generación

Reducir los costos de la energía entregada por el Sistema Electroenergético Nacional

Reducir la contaminación medioambiental. Gramos de CO2 por kW/h servidos

Bagazo de caña

Especialistas reunidos en el programa televisivo Mesa Redonda, en 2014, habían explicado que toca a la industria azucarera liderar el cambio en la matriz, con una participación del 14 por ciento en 2030. Para ello se proyectan inversiones con capital extranjero en casi todas las provincias del país.

Bárbara Hernández Martínez, ingeniera mecánica y Jefa de generación eléctrica de AZCUBA, dijo en junio de 2016 que “con la producción de caña proyectada se abastecerá un volumen de molida del ingenio de ocho mil toneladas por día en 2019, para no menos de 150 días de zafra, con explotación de la capacidad de operación como mínimo de 85 por ciento”.

Según el Atlas Energético, elaborado por Cubasolar, la industria azucarera tenía en Ciego de Ávila una capacidad de generación instalada de 84,5 MW. A partir del bagazo como combustible, se generaban, aproximadamente, 89,8 GW/h; de ellos se entregaba al SEN poco más de de 8 GWh durante las zafras. El resto se utilizaba en asegurar la energía de los procesos de producción internos de cada central.

Pero de nueve centrales que llegó a explotar, la provincia se quedó con cuatro después de la reestructuración del sector azucarero. Contrario a lo sucedido por cinco años consecutivos, la zafra 2016-2017 terminó en mayo por debajo de lo planificado, con unas 193 100 toneladas de azúcar producidas. La extrema sequía que afectó durante más de dos años a la Isla, tuvo su expresión, también, en los bajos rendimientos de la gramínea.

No obstante, en el territorio avileño el bagazo no se utiliza únicamente en la producción de electricidad. Adjunta al central Primero de Enero, la Fábrica de tableros prensados, rehabilitada en 2017, demandará unas 10 000 toneladas del residuo para elaborar 7000 metros cúbicos de tableros de 16 milímetros.

La industria azucarera en Cuba, explica el economista Luis Domingo Laíno, ha desarrollado diferentes equipos para procesar y separar la caña de azúcar y los residuos que se trasportan juntos al ingenio, desde que el central Urbano Noris (Holguín), en 1982, fue el primero en instalar un esquema para el procesamiento de residuos; y el Ramón Ponciano (Sancti Spíritus), en 1990, obtuvo el mayor procesamiento con 32.000 toneladas en un año.

Aunque la caña de azúcar produce gran cantidad de biomasa (cogollo, hojas secas y verdes), la aprovechable energéticamente es el bagazo y los residuos agrícolas cañeros. El bagazo representa el 30 por ciento de los tallos verdes molidos y es el residuo fibroso de este proceso, que se obtiene con un 50 por ciento de humedad, lo cual significa que por cada hectárea cosechada es posible obtener anualmente 13,5 toneladas de bagazo=2 toneladas de combustible equivalente, según datos de la FAO.

El plan técnico económico de la zafra 2016-2017 en Cuba no fue público. A finales de mayo Granma informó que la campaña azucarera terminaba con el cumplimiento al 85 por ciento de lo proyectado, aun cuando se experimentó un crecimiento del 20 por ciento con respecto a la zafra anterior. Sin otros datos no es posible calcular el potencial de producción de bagazo en una zafra.

Marabú

Un reporte de la Agencia Cubana de Noticias asevera que, a pesar del trabajo de varios organismos y entidades en la “batalla” contra la planta espinosa, en Ciego de Ávila todavía quedan más de 80 000 hectáreas infestadas y lo peor es que están muy alejadas de los perímetros urbanos, de ahí que no puedan ser entregadas en usufructo.

Entre las empresas que más han trabajado en el desbroce aquí están AzCuba y Agroindustrial Ceballos. Las tierras liberadas por los primeros se han aprovechado en el cultivo de la caña y los segundos han elaborado más de 197 000 toneladas de carbón vegetal, con ingresos superiores a los 68 millones de pesos en poco más de una década.

La tonelada de carbón vegetal cubano se cotiza entre 340 y 380 dólares en el mercado internacional, aunque en enero último se logró un contrato con Estados Unidos por 420 dólares, el primero después de 50 años, informó Cubadebate. Cuatro empresas (CubaExport, Cítricos Caribe, Cimex y Alcona) exportan carbón vegetal, sobre todo hacia Europa, a un ritmo de 80 000 toneladas anuales.

A pesar de que todavía queda mucho marabú en Cuba (se estima que un millón de hectáreas estén infestadas=20 por ciento de la superficie cultivable) y en Ciego de Ávila, no parece que sea más rentable quemarlo para producir energía que para obtener divisas.


Después de 50 años, Cuba volvió a exportar carbón vegetal a Estados Unidos, luego del acuerdo firmado a principios de 2017. Foto: Tomada de Cubadebate.

Paja de arroz

Hasta agosto pasado, agricultores estatales y privados habían sembrado en tierras avileñas apenas 1402 hectáreas de arroz, de 2700 proyectadas. La intensa sequía y el balance negativo de agua malogró la intención de crecer en cantidad y aún está por ver si también en calidad: el objetivo de los arroceros es alcanzar cuatro toneladas por hectárea, cota todavía por debajo de la expectativa nacional.

En 2012 se había aprobado el Programa de Desarrollo Integral del Arroz, cuyo objetivo era producir en el país, en su primera etapa (2016), 538 000 toneladas de arroz consumo para sustituir importaciones. También en el nivel macro la sequía recortó los planes.

No se encontraron referencias de cuánta paja produce una hectárea de arroz en Cuba; en la región de Albufera, España, por ejemplo, por cada hectárea cosechada se generan entre dos y ocho toneladas de paja, pero allí los rendimientos del cereal son muy superiores. Habría que calcular en las condiciones particulares de Cuba y de la provincia para tener la certeza de que se trata de un recurso estable y con suficiente potencial calórico.

Aunque está identificada como fuente de energía, se desaprovecha en este objetivo. Su uso más extendido es como alimento animal, y lo más probable es que la paja que queda en el campo después de la cosecha se queme todavía hoy, una práctica altamente contaminante.

Los investigadores Abril y Navarro (2009) aseguran que para lograr el aprovechamiento de la paja de arroz en la generación de energía de forma eficiente y la obtención de productos de alto valor agregado, “es necesario desarrollar una industria de recogida, transporte y almacenamiento, así como resolver las dificultades provocadas por su alto contenido de sílice”.

Bosques energéticos (biomasa forestal)

Mucho tiene que cambiar la silvicultura en Ciego de Ávila si quiere, a finales de 2019, ser una de las principales fuentes de materia prima para la bioeléctrica que ahora se construye. En esta actividad, la provincia exhibía los indicadores más bajos del país al cierre de 2016, también porque es de las que menor área destina al fomento de bosques (613 ha), teniendo en cuenta el peso de la producción de alimentos.

Lo primero que tendría que cambiar, por cierto, es la legislación cubana al respecto, pues entre los usos reconocidos por la Ley 85 o Ley Forestal para los bosques de producción, no está la generación de electricidad.

A nivel de país, después de un quinquenio en el que decreció paulatinamente el número de árboles plantados, 2016 experimentó un ligero crecimiento que, sin embargo, no se equipara con las cifras de 2012.

En total, la Isla dispone de 3 241 000 hectáreas de tierra cubiertas por bosques, lo que representa un índice de boscosidad del 31,15 por ciento de la superficie terrestre con que cuenta. Existe, no obstante, más de medio millón de hectáreas de superficie forestal, que se suman a las 244 000 deforestadas, según explicó un especialista del Ministerio de la Agricultura a Granma.

Fuente: Silvicultura. Indicadores seleccionados. Mayo 2017. ONEi.

En el libro Usando la biomasa forestal como una fuente de energía sostenible, investigadores españoles identifican tres grandes retos para la sostenibilidad de esta fuente de energía: ambiental, económica y social.

“Ambientalmente, hay que mantener el funcionamiento del ecosistema y la biodiversidad del bosque a largo plazo para asegurar que su capacidad productiva no se reduzca. A ello se suma que, económicamente, es necesario asegurar que existe una demanda suficiente para mantener la producción de biomasa, sin que desborde la capacidad de producción del medio ambiente y del sector industrial. Finalmente, desde el punto de vista social, la biomasa tiene que ser utilizada de forma que se ponga en valor un recurso local y se potencie la economía y el empleo rural, sin poner en peligro otros usos del monte. En definitiva, la viabilidad de la biomasa como una fuente de energía sostenible depende de los condicionantes particulares de cada monte, usuario y zona.”

… entonces…

¿Qué materia prima garantizará la generación de energía una vez entre en funcionamiento la bioeléctrica? ¿Existe o se prevé un sistema de transporte que mantendrá sin “baches” el flujo de la biomasa? ¿Era Ciego de Ávila la provincia con más condiciones para emplazar una bioeléctrica (teniendo en cuenta que solo cuenta con cuatro centrales, un programa arrocero pequeño, mucha tierra dedicada a la agricultura)? ¿Da más negocio quemar el marabú que hacerlo carbón? ¿Crecerán los indicadores de la zafra de manera que el bagazo sea suficiente para la fábrica de tableros y las bioeléctricas proyectadas? ¿Cuánto tarda en crecer un bosque energético?

Quisiera equivocarme olímpicamente, sobre todo si eso significa que tendremos energía limpia y menos dependencia de la importación de hidrocarburos, pero no puedo dejar de pensar en que, tal vez, las cuentas no den los resultados esperados y la voluntad de avanzar se convierta en voluntarismo.

Hay un par de ejemplos de inversiones (Terminal de Azúcar a Granel de Palo Alto, Planta de Biogás de Turiguanó) en Ciego de Ávila que, incluso con buenas intenciones, no produjeron los beneficios proyectados. Tampoco ha cumplido a cabalidad su encargo estatal la planta de Fitomás E aledaña al propio central Ciro Redondo.

Si resultaran muy lejanos en el tiempo estos ejemplos, sí está cerca geográfica y temporalmente, encendida como un bombillo rojo y una alarma de ambulancia, una fábrica china en Camagüey que ha producido cualquier cosa menos leche en polvo.

(Tomado del blog de la autora Plaza de Sayli)

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