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martes, 9 de enero de 2018

Dos décadas de inversión en Cuba: ¿antesala del “momento chino” de la reforma?

Por Pedro Monreal, El Estado como tal

En las dos últimas décadas, la inversión en Cuba ha registrado niveles promedios que apenas han alcanzado la mitad de lo que se necesita para el desarrollo nacional. Entre 1997 y 2015, último dato disponible, la inversión ha promediado un 13,06 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), muy inferior al nivel de 27 por ciento del PIB que se ha estimado como necesario (1).


La implicación parece ser clara: con una brecha de inversión como la actual, Cuba no se desarrollará, con independencia de lo que digan los documentos, de las aspiraciones o de las buenas intenciones.
Una economía que anhele desarrollarse necesita modificar su estructura y ello implica, inevitablemente, poder sostener tasas de inversión relativamente elevadas durante un tiempo; con toda seguridad superiores al 20 por ciento, preferiblemente entre el 25 y el 30 por ciento.
De manera muy simplificada, una economía pudiera crecer por dos vías, las cuales pueden ocurrir de manera simultánea, o de manera alternativa. Una vía -usualmente llamada “extensiva”- se basa en la agregación de “factores”, principalmente la fuerza de trabajo y el incremento de la capacidad material para producir. Esto último normalmente es el resultado de la inversión, que es el factor que agrega “capital” a la economía, algo que la estadística oficial cubana define como “formación bruta de capital”.
La segunda vía -normalmente denominada “intensiva”- consiste en hacer una utilización más eficiente de los factores (fuerza de trabajo e inversión) que permita obtener un incremento en unidades del PIB que sea mayor que la adición de cada unidad de los factores utilizados.
En las últimas dos décadas, el crecimiento por la vía “extensiva” se ha enfrentado en Cuba a limitaciones crecientes, tanto en cuanto a la agregación de fuerza laboral como en lo relativo a la inversión. El Gráfico No. 1 facilita la visualización del proceso.
Gráfico No. 1
Grafico1
Fuente: ONEI. Anuario Estadístico de Cuba (varios años: 2000, 2006, 2010, 2014, 2016).
Después de haber crecido en los primeros trece años del período estudiado (1997-2009), el número total de “ocupados” en la economía cubana (en todos los sectores de propiedad) se ha mantenido estancado, con una tendencia clara hacia la reducción a partir en los últimos años, tal y como puede apreciarse en la línea azul del gráfico.
El proyectado envejecimiento de la población cubana, y probablemente la emigración, parecen establecer límites a la posibilidad de que el incremento de la fuerza laboral pudiera funcionar como un factor de crecimiento efectivo en los próximos años.
Debido a la carencia de datos sobre la dotación acumulada de capital del país, pudiera utilizarse la “tasa de inversión” (cociente resultante de dividir la “formación bruta de capital” entre el PIB) para representar el proceso de agregación del factor “capital” a la economía. Las estadísticas de Cuentas Nacionales tienen dos series distintas para el indicador “formación bruta de capital”. La primera expresa la tasa a precios corrientes y la segunda lo hace a precios constantes de 1997. Las tasas para cada año son diferentes en ambas series, adoptando el indicador valores menores en la serie a precios corrientes.
El Gráfico No. 1 se ha construido con la serie a precios constantes de 1997, es decir, con los valores relativamente mas altos de las tasas de inversión, representados por columnas en color verde.
Las tasas de inversión han tenido variaciones, pero -como se ha expresado anteriormente- durante todo el período registró un bajo promedio de 13,06 por ciento. En el período más reciente (2010- 2015), las tasas han sido relativamente estables, pero registrando solamente un promedio de 13,65 por ciento.
Una conclusión preliminar es que la inversión ha permitido una vía de crecimiento “extensivo”, aunque enmarcada en un rango de tasas de inversión relativamente bajas que no parecen tener posibilidades de incrementarse significativamente en el futuro previsible, entre otras cosas porque el crecimiento económico -resultado de la inversión y a la vez fuente potencial para financiar nueva inversión- se ha mantenido a niveles muy bajos que no logran alcanzar la cota del 5 por ciento que, oficialmente, ha sido mencionada como el nivel de crecimiento mínimo que el país necesita para avanzar hacia el desarrollo.
¿Una inversión atrapada sin salida?
Ante las limitaciones que existen para poder estimular el crecimiento económico mediante la agregación de “insumos” (fuerza de trabajo e inversión), la alternativa que quedaría para poder crecer a ritmos mayores que los actuales sería la de poder incrementar la eficiencia de la inversión. Sin embargo, en esa área el récord reciente de Cuba tampoco parece ser satisfactorio.
Si se representa gráficamente la correlación anual entre la tasa de inversión (como porciento del PIB) y la tasa de crecimiento del PIB, pudiera visualizarse una posible medición de la tendencia de la “eficiencia” de la inversión para períodos determinados.
Gráfico No. 2
Grafico2
Fuente: ONEI. Anuario Estadístico de Cuba (varios años: 2000, 2006, 2010, 2014, 2016).
En ese tipo de gráfico, la zona de utilización menos eficiente de la inversión para alcanzar el crecimiento estaría representada por el cuadrante inferior derecho del gráfico, el cual es, precisamente, el que ilustra la situación de Cuba desde 2008.
En ese cuadrante “malo” –delimitado por una línea discontinua azul en el gráfico- se ha mantenido “atrapada” la correlación de la tasa de inversión y la tasa de crecimiento anual de Cuba durante el período 2008- 2015. Los “cruzamientos” de las dos variables se han representado en forma de puntos de color rojo.
El último año para el que existe estadística oficial es 2015, pero con la información divulgada sobre las tasas de crecimiento de 2016 y 2017, así como el pronóstico para 2018, es plausible asumir que las correlaciones para toda la etapa 2008- 2018 se mantendrían en ese cuadrante “malo”.
Debería ser vista con mucha preocupación la situación de los últimos años en la que el crecimiento del PIB ha tendido a mantenerse continuamente a un nivel bajo, en coexistencia con tasas de inversión que, siendo insuficientes, sin embargo, habían sido capaces de asociarse anteriormente con mayores tasas de crecimiento del PIB.
Una posible hipótesis que pudiera ser formulada –para tratar de validarla o de negarla mediante el análisis- sería que la economía cubana habría experimentado un deterioro de la “eficiencia” de la inversión durante la etapa de la “actualización”.
¿Se estaría aproximando Cuba a un “momento chino” en su reforma?
La posibilidad de ilustrar gráficamente un período de aproximadamente dos décadas, permite entender procesos económicos de largo plazo que pudieran tener una relevancia política directa. Una estrategia de desarrollo para Cuba que no logre traducirse en tasas sostenidas de crecimiento relativamente altas y apoyadas en la eficiencia, correría un alto riesgo político de ser percibida como una estrategia fracasada.
El potencial corolario político sería que el actual enfoque de la reforma económica debería enfatizar aún más la atención a los procesos concretos que operan a nivel de las unidades económicas donde se asegura -o donde se arruina- la eficiencia: las empresas.
¿Se estaría aproximando Cuba a un “momento chino” en su reforma? Lo digo por aquello del slogan de “retener lo grande y soltar lo pequeño” que utilizó el Partido Comunista de China (PCCH) durante la etapa de la reforma iniciada a finales de la década del noventa -a raíz del Cuarto Pleno del Comité Central del PCCH, en 1999- y que condujo a una notable restructuración del sector estatal de la economía de aquel país y a una expansión de la empresa privada.
Obviamente los contextos de las reformas en China y Cuba son muy distintos, y por supuesto que no se sugiere aquí “copiar” modelo alguno, pero parece conveniente llamar la atención sobre el hecho de que la decisión política de quienes toman decisiones para reformar una economía con un gran sector estatal que no logra utilizar con eficiencia y efectividad los activos económicos que gestiona, se enfrenta esencialmente a un mismo tipo de reto, aún en países distintos: resolver la difícil opción de ponderar los costos políticos de corto plazo asociados a una reforma, en comparación con los costos políticos de largo plazo que pudieran derivarse del bajo crecimiento y de la disipación de las posibilidades de desarrollo que resultarían de la ausencia de una reforma efectiva.
No es un problema técnico, ni principalmente económico, ni se resuelve con la teoría, ni con un discurso. Es una opción política que toca intereses específicos y que, de manera muy concreta, le pudiera “cambiar la vida” a los ciudadanos. Algunos pudieran ganar y otros pudieran perder, no solo en lo económico. Aquí hay un terreno fértil para los interesados en “hacer” Economía Política en la Cuba contemporánea.
 Notas:
1 Vilma Hidalgo de los Santos y Yordanka Cribeiro Díaz. “Estrategia de crecimiento y equilibrio macroeconómico en Cuba”. Economía y Desarrollo.  Vol.153, supl.1 La Habana, 2015. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0252-85842015000100003

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