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martes, 6 de febrero de 2018

Cuba y Rusia, dos aliados del pasado que miran al futuro

En 2017, Rusia suministró a Cuba 200.000 toneladas de petróleo y 17.000 toneladas de derivados de crudo.

ECONOMÍA Patricia Grogg 6 febrero, 2018


Foto: Jorge Luis Baños/IPS

LA HABANA, 6 feb 2018 (IPS) – Cuando Raúl Castro abandone la presidencia en abril dejará como parte de su herencia un aceitado intercambio económico-comercial a largo plazo con Rusia, que se espera que contribuya a consolidar los planes de desarrollo de Cuba.

El exaliado ideológico dio en los últimos años pasos relevantes hacia la recuperación de su espacio predominante en la isla caribeña. “Hubo un periodo difícil para los dos países, pero las relaciones no se detuvieron….La comunicación ha sido fluida”, comentó a IPS el representante comercial de Rusia en Cuba, Aleksandr Bogatyr.

En 2017, el intercambio bilateral totalizó 270 millones de dólares, una cantidad que si bien no es abultada, “está creciendo a ritmos significativos”, indicó Bogatyr, quien añadió que para este año están en marcha contratos “importantes” en materia de transporte (automóviles y buses pequeños) y suministro de equipos.

“Los planes con Rusia son una buena estrategia. Permiten a Cuba diversificar sus relaciones económicas y comerciales y de ese modo minimizar riesgos”, dijo a IPS el economista cubano Omar Everleny Pérez Villanueva, quien destacó también el incremento de los lazos con China y la Unión Europea como parte de esa política.

“Además, los rusos son serios en los negocios y las iniciativas que se están concretando respaldan el desarrollo del país”, analizó.

Un factor clave en el renovado interés ruso por el intercambio con La Habana lo constituyó la condonación de 90 por ciento de la deuda cubana de unos 27.000 millones de dólares que Rusia heredó de la extinta Unión Soviética. El pago del restante 10 por ciento, unos 3.500 millones, será reinvertido en Cuba, se acordó.

“La renegociación de la deuda con Rusia, va a permitir poco a poco a obtener nuevas líneas de crédito”, señaló el ministro cubano de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, en octubre de 2016, durante la firma de dos nuevos convenios, entre ellos, uno dedicado a la modernización de la industria azucarera cubana.

“Los bancos rusos están dispuestos a financiar la colaboración”, afirmó Bogatyr, quien admitió que por ahora esta nación caribeña sufre de iliquidez financiera, pero “a medida que crezca la cooperación, mejorará su economía y aumentarán los ingresos del país”.

También las autoridades cubanas confían en que esta colaboración contribuya a fomentar el desarrollo económico en Cuba a mediano y largo plazo.


El representante comercial de Rusia en Cuba, Aleksandr Bogatyr, analiza para IPS el futuro de las relaciones bilaterales en el sector, en la sede de la Delegación Comercial de ese país en el país cubano, situada en un centro de negocios de La Habana.

Foto: Jorge Luis Baños_IPS

Un proyecto de envergadura, que según Bogatyr involucra una inversión de 2.000 millones de dólares y se desarrollará en 10 años, prevé la modernización ferroviaria de la isla, mediante la reparación del tendido de vías, la reconstrucción de instalaciones y el suministro de todo tipo de equipos.

Este plan incluye el transporte de pasajeros, carga y el turismo, así como la capacitación del personal para trabajar con la tecnología moderna disponible actualmente en Rusia, según el diplomático. Otras iniciativas de similar relevancia abarcan áreas de la energía, metalurgia, farmacéutica y la industria liviana.

De acuerdo a los nuevos tiempos, alrededor de 340 vehículos Lada Vesta para la línea de taxis y servicios turísticos llegaron en enero al país y pronto recorrerán calles y carreteras cubanas, tras 12 años de ausencia de la empresa automotriz rusa Avtovaz al país, donde aún ruedan sus viejos modelos de la era soviética.

Cuba ocupa un lugar “muy específico en la región”, opinó Bogatyr. “La presencia de nuestros productos acá es como una vitrina para promoción avanzada”, agregó el representante comercial ruso, para quien la Zona Especial de Desarrollo.

(ZED) de Mariel, que se levanta a 45 kilómetros al oeste de La Habana, constituye una “interesante puerta de entrada”.

Autocentro Zed SA para arrendamiento, mantenimiento y reparación de equipos Kamaz, es la primera firma rusa instalada en la ZED. Como fabricante de vehículos pesado, Kamaz prestará en Cuba servicios de transporte, incluido el suministro de 2.400 camiones de esa marca, estableció un acuerdo suscrito en 2016.

Además, en el futuro Kamaz pretende crear en la ZED un centro de vehículos pesados destinado a los países latinoamericanos, con una planta de producción de camiones para comerciar en la región.

El sorpresivo viaje a La Habana de Igor I. Sechin, presidente de la petrolera rusa de mayoría estatal Rosneft, y su entrevista con el presidente Castro el 16 de diciembre provocó muchas conjeturas y escasa información oficial.

En 2017, Rusia suministró a Cuba 200.000 toneladas de petróleo y 17.000 toneladas de derivados de crudo y Sechin declaró que su empresa ampliaría su cooperación con este país caribeño en el sector.


Uno de los automóviles de la marca Lada, fabricado en la extinta Unión Soviética, transita al lado de la sede de la embajada rusa en La Habana. Unos 340 vehículos de los modelos Lada Vesta y Largus llegaron a Cuba en enero, por un acuerdo con la empresa rusa Avtovaz, su fabricante, que retornó al país tras 12 años.

Foto: Jorge Luis Baños_IPS

A las dificultades de Cuba para atender la demanda local de combustibles, en un país donde la producción interna aporta solo la mitad de las necesidades, se suma que Venezuela retiró su participación en la refinería de Cienfuegos, a 336 kilómetros de La Habana, que hace 10 años echó a andar en asociación con el gobierno cubano.

Esa planta es una de las obras que quedaron inconclusas tras la desintegración en 1991 de la Unión Soviética, de modo que las miradas se volvieron hacia Rosneft. “Se está conversando”, se limitó a decir Bogatyr, ante la pregunta de si esa compañía estaría dispuesta a invertir en la refinería.

En una estrategia más pragmática y mucho menos ideológica que antaño, ambos países comenzaron a expresar su interés por recomponer los vínculos económicos desde el comienzo del siglo, en el cual destacó la diplomacia directa al más alto nivel, aunque con algunos tropiezos.

El mandatario ruso Vladimir Putin visitó Cuba en 2000, pero un año después, sin previo aviso, decidió cerrar el centro de inteligencia electrónica de Lourdes, situado en las afueras de La Habana, que según fuentes estadounidenses aseguraba a Rusia 75 por ciento de su información militar.

Tras el cese del contrato, que indignó a las autoridades cubanas, esas instalaciones cuyo arrendamiento reportaba ingresos por 200 millones de dólares anuales, fueron convertidas en una universidad de ciencias informáticas, que hasta 2017 ha graduado más de 14.000 ingenieros.

La segunda visita de Putin a La Habana, en julio de 2014, estuvo precedida de su decisión de condonar 90 por ciento de la antigua deuda, lo que dio paso a la firma de una decena de acuerdos bilaterales en energía, petróleo, industria y transporte aéreo que han ido cuajando en proyectos concretos en los años siguientes.

Entre esos dos viajes de Putin, quien asumió en 2012 su tercer mandato, medió el paso por La Habana del presidente ruso Dimitri Medvédev (2008-2012), dentro de una gira por América Latina. Analistas entendieron desde entonces que Cuba resulta de una importancia clave para la expansión de la nación euroasiática hacia la región.

Castro, quien dejó claro desde un inicio que las reformas de su programa de actualización del modelo cubano de desarrollo apuntan a consolidar el socialismo, aunque ha dado muestras de un gran pragmatismo político, también viajó a Rusia en dos ocasiones: en 2009 en una primera visita a ese país como presidente cubano, y en 2015.

Hasta la desintegración de la Unión Soviética, en 1991, La Habana y Moscú mantuvieron una estrecha alianza política y económica, en la que Cuba tuvo un mercado preferencial para sus principales productos de exportación, como el azúcar, a la vez que los soviéticos la abastecían con unos 13 millones de toneladas de petróleo anuales y otros productos a precios subsidiados.

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