Otras Paginas WEB

viernes, 2 de febrero de 2018

Cuba y su economía: El 2017 recién concluido y un 2018 que apenas comienza (II)



Imagen tomada de www.radiorebelde.cu

II

Como se apuntó anteriormente, los factores externos han tenido un peso muy importante para explicar el desenvolvimiento de la economía cubana en los últimos años.
En efecto, comenzando con la exportación de bienes, los datos disponibles muestran que el valor de las exportaciones de mercancías descendió de 5 mil 870 millones de dólares en el 2011, a 2 mil 317 millones en el 2016, para una reducción del 60,5%. En este resultado, influyó el valor de la exportación de níquel que bajó un 67,3% en lo que resultó determinante una caída del 55,5% en los precios. En el caso del azúcar, el valor total exportado descendió un 4,3%, pero los precios se redujeron un 33,2% en el período analizado.
Finalmente, los derivados del petróleo fueron fuertemente impactados por la baja en los precios a partir del segundo semestre del 2014 y también por la reducción de las importaciones provenientes de Venezuela desde el 2015. Baste poner como ejemplo que en el plan del 2016 se previó exportar 558 mil TM de esos derivados por valor de 228 millones de dólares, mientras que en el 2014 se vendieron 532 mil TM por valor de 734 millones, es decir, en dos años los ingresos por la exportación de derivados descendió un 68,9%, aun cuando la cantidad a exportar se mantuvo en parámetros similares.[1]
Por su parte, la exportación de servicios se incrementó en el renglón del turismo con ingresos brutos que pasaron de 2 mil 503 millones de dólares en el 2011, a 3 mil 069 en el 2016, para un crecimiento de 566 millones, lo que representa un 22,6%. Sin embargo, el estimado de ingresos por exportación total de servicios se redujo en esos años 959 millones de dólares, para una caída del 9,5%, por lo que puede suponerse que los incrementos del turismo no compensaron la disminución de ingresos por exportación de fuerza de trabajo calificada.[2]
En lo referido a las importaciones, la factura de alimentos pasó de mil 863 millones de dólares en el 2011 a mil 668 millones en el 2016, para un ligero descenso del 10,5% con una composición aproximadamente similar en los renglones fundamentales, lo cual tiende a reflejar una reducción gradual de precios.
En el caso de los combustibles la reducción de los precios que se produce a partir del segundo semestre del 2014 repercutió favorablemente en los costos de las compras externas, pero impactó negativamente en nuestras exportaciones, como ya se comentó.
En resumen, la balanza comercial de bienes y servicios mostró un saldo de 2 mil 240 millones de dólares en el 2011, el cual se redujo un 38,1% hasta un estimado de mil 387 millones en el 2016. No obstante, el saldo de cuenta corriente pasó de mil 437 millones a un estimado de mil 792 millones en ese período, para un incremento del 24,7%. Por otro lado, no se logró impulsar significativamente la inversión extranjera directa a partir de la nueva ley aprobada en el 2014, ya que al cierre del 2016 solo se habían captado unos mil 300 millones de dólares por esa vía.
Los flujos financieros en el quinquenio analizado permitieron comenzar a liquidar los adeudos pendientes absorbiendo un significativo volumen de recursos, pero no dejaron margen para incrementar las inversiones, ni mejorar la satisfacción de necesidades de la población.

III

A partir de los desequilibrios que provocaron una caída del 0,9% en el PIB en el 2016, el plan del pasado año[3] se propuso frenar esa tendencia depresiva mediante un conjunto de medidas que permitieran lograr un crecimiento del 2%, sustentado en un incremento del 30% en la industria azucarera y del 8% del valor agregado en el sector de hotelería y restaurantes, así como  con aumentos entre 2 y 5%  para la agricultura; industria manufacturera; transporte y comunicaciones; construcción; electricidad, gas y agua y comercio, en este caso con un incremento del 3,3% en la circulación mercantil minorista. El resto de la economía se informó que crecería un 2,7%. Igualmente se señaló que decrecería el sector de la minería un 5,2%  –básicamente por caída en la producción de níquel- y que disminuiría la producción de petróleo y gas un 4,3%. Se destacaba así mismo, el fuerte crecimiento previsto para las inversiones, aunque la inversión extranjera directa solo representaría el 6,5% de la misma. Finalmente se daba a conocer que la productividad debía crecer un 6,6% y el salario medio un 3,5%.
Para apoyar estas cifras se decidió –adicionalmente- aprobar un crecimiento del 49% en el financiamiento presupuestario de inversiones a cargo del Estado y un 26% en la partida para apoyar la sustitución de importaciones y promocionar las exportaciones, en este último caso en una cifra superior a los 14 mil millones de pesos, volumen de recursos que debía traducirse en un ahorro de divisas o en un incremento de los ingresos en moneda libremente convertible. Estas medidas elevaron el déficit presupuestario hasta 11 mil 454 millones de pesos, equivalente al 12% del PIB a cubrir con la emisión de bonos deuda pública, que serían adquiridos por el Sistema Bancario Nacional, continuando así el financiamiento de los gastos públicos de manera diferida, tal y como se aprobó a partir del 2014, para evitar la emisión de dinero líquido a la circulación.
Por otro lado, se decidió la compra adicional de portadores energéticos en otros países –Rusia en primer término- con vistas a evitar los efectos contractivos que el descenso en los suministros venezolanos provocó en el 2016.
Los resultados obtenidos en el 2017 se lograrían así en medio de medidas de carácter emergente que debieron adoptarse para retornar a la senda del crecimiento económico. (Continuará).

No hay comentarios:

Publicar un comentario