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lunes, 19 de febrero de 2018

El “Einstein” de la electrónica

Febrero 19, 2018

Escrito por Magda Iris Chirolde López, Guerrilero


Miguelito tiene habilidades y potencialidades para la innovación / Foto de la autora

Tiene una mirada pícara y una sonrisa espontánea, a veces es inquieto, otras tranquilo. Conocerlo aquel día me conmovió y sentí como si fuera un hermano pequeño, y es que los niños tienen el don de robar corazones y con un desinteresado abrazo colmarte de alegrías.

Miguel Alejandro Rodríguez Brito cursa el quinto grado en la escuela Frank País, ubicada en calle Colón final, en el municipio Pinar del Río, y Yunior Romero Triana, ingeniero en Telecomunicaciones y Electrónica, lo considera el “Albert Einstein” de la electrónica en Vueltabajo.

“Lo conocí en la presentación de un foro provincial en el 2017, en el cual ambos coincidimos con trabajos en mesa. Vi el ventiladorcito, la lámpara de techo y un radio. Me llamó la atención cómo lo había hecho siendo un niño de 10 años. Sentí gran admiración por él. Resultó el único Relevante en toda la exposición.

“Quiero llevarlo a mi centro laboral y que conozca cómo se trabaja y arreglan los equipos médicos y comenzar a enseñarle, desde el punto de vista de la electrónica, algunos componentes para que los asimile y luego pueda replantear sus proyectos de innovación”, comentó el joven ingeniero.


EL GENIO

Miguelito, como lo llaman, tiene habilidades y potencialidades para la innovación. Con objetos reciclables y sin ayuda de nadie inventó además una batidora, una sierra y una lámpara de mineros. En su tiempo libre no hace más que ingeniar y pensar en futuros artefactos.

“Yo aprendí solo. Mi mamá me ayuda a buscar los recursos y la gente me dan también para yo inventar. Me siento alegre y feliz cuando creo. Me gustaría ser un mecánico o un inventor cuando sea grande.

“Mostré mis trabajos en el Palacio de los Pioneros, en el parque Antonio Maceo, en el trabajo de mi mamá y en eventos a nivel provincial y municipal. Mamá para mí es como si fuera la vida. La ayudaré mucho cuando sea un hombre. También hago estas cosas para apoyar a la sociedad y para que todos sean felices”, manifestó Migue.

Pensé que existía en la familia un miembro que lo asesorara, pues no. Mirta Brito Esquijarosa, su progenitora, dijo a Guerrillero que desde los seis años él cogía las pilas del mando del televisor, los cablecitos, probaba los motorcitos de DVD hasta ponerle una paleta pequeña y decirle: “mira mamá hice un ventilador”.

“No se conformó con tenerlo en las manos, quería que tuviese una base, con objetos desechables lo confeccionó. Me asombró cuando me dio la explicación de cómo lo creó...´mira, por una jeringuilla le pasé los cables y coloqué unos tornillos que aguantaron el motor´.

“Le pregunté si lo hizo con pilas y respondió que con un cargador de teléfono, pues reduce la corriente y no deja quemar el motor. En la familia mi tío y mi hermano son técnicos de equipos electrodomésticos pero no tienen ningún vínculo con el niño en ese sentido, porque viven lejos. Él aprendió mediante la observación”, explicó Brito Esquijarosa.

Confesó además que en mayo del año pasado presentó en un evento en Labiofam, su centro de trabajo, una linterna frontal que la hizo con un reloj. La innovación fue laureada y le aportó a la entidad un ahorro de 211 pesos por cada linterna que pudieran ser compradas en aquel entonces.

“La batidora yo la hice con un pomo de perfume, la cuchilla la hizo mamá de hojalata para no cortarme, la tapa es de un pomo de medicamento y por donde se le echa el aceite (ríe) para hacer la mayonesa, es de otro envase.

“Como ves, donde está metido el motor de la batidora es otro frasco de medicamento, tiene un interruptor de un carrito de control remoto y un cargador de teléfono”, mostró airoso el pequeño genio otra de sus obras.


COSAS DE LA VIDA

Miguelito vive en el kilómetro dos de la carretera a San Juan y Martínez. En ocasiones, siente un poco de rechazo. Algunos niños del barrio le temen porque lo han visto con ataques de epilepsia, o las madres de otros le prohíben a sus hijos jugar con él por tener “problemas” (ser hiperquinético e hiperactivo).

Sin embargo, en la escuela el entorno es diferente, los deseos de ayudar imperan en los docentes y compañeros de aula; el amor y la atención hacia él están presentes y la solidaridad es una de las motivaciones del chico para sentirse feliz en la institución educativa.

“Migue es como un hermanito para mí, él se porta bien con nosotros, hace travesuras, es cómico y un buen compañero de aula. Le gusta la amistad.

“Me quedo sorprendida con sus innovaciones, porque simplemente es un niño el que crea y no una persona mayor a la que estamos acostumbrados a ver en esas situaciones. Solo le digo a Migue que siga con su sueño y siendo un buen amigo”, dijo Mairy Alejandra García Cordero, compañera de aula.

Amelia Carvajal Muñoz, otra alumna, expresó: “Él a veces no quiere escribir en el aula o no entiende lo que la maestra explica y lo ayudo. En su interior él no piensa como los demás compañeritos de la clase. Él tiene problemas en el aprendizaje pero hace cosas increíbles que otros no podemos hacerlas y me quedo asombrada”.

Al decir de Cándida Rodríguez Álvarez, jefa de primer ciclo de la escuela y quien imparte la asignatura de Historia en el quinto A, Miguelito es un niño con características especiales. Llegó con muchos desajustes conductuales, se acercaron a él y vieron cuáles eran sus preferencias y desacuerdos.

“Hay días que escribe y responde preguntas con una profundidad que a veces el resto de los alumnos no logra hacerlo o demoran en llegar a ese razonamiento. En otras ocasiones no escribe ni atiende a clases, porque está soñoliento o cansado, resultado de los medicamentos fuertes que toma para la epilepsia que padece.

“Él tiene la característica y la potencialidad de ingeniar. En el centro lo ponemos a hacer trabajos manuales, dibujos y proyectos que desea crear y así nosotros comprobamos hasta dónde puede llegar su capacidad. El contenido de clases es muy fuerte para él, pues con los ataques de epilepsia mueren neuronas, además de que presenta problemas de hipoacusia”, contó Rodríguez Álvarez.

Añadió la maestra que con una enseñanza especializada, Miguelito evolucionaría en el aprendizaje, por lo menos los elementos esenciales mínimos de cada grado. Él necesita de mucha atención.

Explicó que el tiempo que demora el resto de los alumnos (45 minutos) en recibir una asignatura, el niño lo hace en dos horas para captar lo más significativo, escribir y dirigir su atención hacia ello hasta que se lo aprenda. De lo contrario no podrá terminar la primaria.

El Centro de Diagnóstico de Orientación le da seguimiento, el cual determina si continúa en la escuela o se le asigna una enseñanza especializada. Migue quiere aprender, pero en estos momentos la escuela no cuenta con logopeda ni psicopedagogo y el tiempo es insuficiente para dedicarle una atención única y diferenciada.

Las aspiraciones del joven talento crecen. En su mente proyecta una lavadora con secadora, una flor que gira, alumbra y reproduce una melodía y el yate Granma por control remoto.


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