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jueves, 22 de febrero de 2018

Socialismo por cuenta propia






Por: Mario Valdés Navia, La Joven Cuba

En Cuba el socialismo es estatizado y muchos no lo conciben de otra forma. Pensar que lo que no es estatal no es socialista hace que algunos nieguen que la RPChina lo siga siendo, aunque la domine el partido comunista más grande del mundo, pues su exitosa apuesta por la economía de mercado socialista y la apertura al mundo globalizado les huele demasiado a capitalismo. No obstante, tampoco se reconocen como socialistas las experiencias autogestionarias, ya no solo de la difunta Yugoslavia de Tito, sino tampoco de la Bolivia de Evo Morales, o de la Venezuela chavista.

Ante esta postura oficial recalcitrante, la población ha asumido sus propias formas de promover un socialismo autogestionario por cuenta propia, mediante una nueva variante del añejo comercio de rescate. Este experimentoespontáneo tiene una de sus expresiones principales en el comercio exterior. Su origen se halla en la respuesta popular a la prohibición de la venta de ropa y calzado importados, (2014) sin que se hayan resuelto aún los problemas de la mala calidad de esas ofertas en las TRD, no se rebajen sus precios exagerados, ni se potencie una industria nacional que pueda suplir las mercancías de los vendedores ilegales.

A partir de ese momento, muchos cubanos y cubanas decidieron asumir su rol de productores libres, como dirían Marx y Engels –o más bien de comerciantes libres- para salir al exterior por su cuenta y riesgo y, respetando los resquicios que dejan las estrictas leyes de la aduana, importar variadísimas mercancías que casi nunca llegan al consumidor cubano por la vía estatal.

No me pregunten cómo un individuo puede competir exitosamente con empresas monopólicas de comercio exterior si tiene que pagar los trámites del visado, los costos del pasaje, alimentación, hospedaje y transportación interna; comprar a pequeña escala; sellar los bultos; pagar el sobrepeso y los derechos de aduana; y luego vender por la izquierda a precios mucho menores de los que tienen las TRD estatales porque eso tendrían que responderlo los que ponen los precios en esas tiendas.

Lo cierto es que el éxito de esta modalidad no reconocida del TCP ha abierto nuevos horizontes, no solo a esferas económicas tan importantes como el turismo y la transportación aérea, sino al internacionalismo cubano hacia América Latina y aún más allá. Hoy es vox populi que en Panamá los cubanos han hecho renacer la Zona Franca de Colón, donde proliferan las tiendas especializadas para ellos –con banderas cubanas en sus vidrieras-, y los servicios complementarios de hospedaje, transportación y guías para este turismo sui generis. Similar boom comercial sienten algunos países del Caribe, como Haití y Dominicana, que contribuyen al incremento de los mercados sumergidos del Oriente cubano. Pero ya las expediciones de los modernos Marcos Polos cubanos suelen llegar sistemáticamente hasta las antípodas del mundo, como Rusia, y ya incursionan en Japón y la India.

Es tal la magnitud y beneficios de esta actividad que, de manera oficial, el Perú decidió abrir un vuelo Lima-La Habana, con un paquete especial de $1000 destinado a viajeros isleños interesados en comprar en el famoso mercado de Gamarra y, de paso, visitar Machu Picchu. El acto de lanzamiento del producto de “turismo de comercio”, auspiciado por el MINTUR, fue presidido por el embajador andino, y a él asistió su homólogo colombiano, motivado igualmente en iniciativas afines para ciudades de su país.

Por ese camino, basado en el viejo principio de ganar-ganar, pronto el Estado podría liberarse de la carga del monopolio del comercio exterior, actividad en la que casi siempre tiene pérdidas y donde su gestión en este ramo es insuficiente a todas luces. Si, aún sin renunciar a este monopolio, se apostara por la promoción de la gestión autogestionaria de cooperativas, pymes y TCP en esta esfera, con el apoyo y la coordinación estatal, a lo mejor podríamos soñar con tener un mercado interno bien provisto y a precios más bajos en el plazo de nuestras vidas.

Para contactar al autor: mariojuanvaldes@gmail.com

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