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jueves, 22 de marzo de 2018

China y Vietnam, ¿qué lecciones?


Controversial, como es práctica de UJ, fue el asunto abordado por José Luis Robaina, Herminio López, John McAuliff y Rafael Hernández.
22 - Febrero 2018
Centro Cultural Fresa y Chocolate
Causas, alcance, lados débiles y aristas polémicas de transformaciones radicales que han puesto en tela de juicio la supervivencia de lo ortodoxamente entendido por socialismo de raíz marxista-leninista, se debatieron en la sala Fresa y Chocolate, del ICAIC.


“El propósito de este panel es entender la lógica de los cambios en dos grandes países que han emprendido la senda de la evolución dentro del socialismo; sus ideas centrales, el sentido y significado. También comprender que las modificaciones son económicas, políticas, sociales, culturales e ideológicas”. Así Rafael Hernández, director de Temas, dio inicio al más reciente encuentro de UJ. Junto a él, tres expertos se dispusieron a analizar las políticas de “reforma y apertura”, en China, y de Do Moi o renovación, en Vietnam. Eran ellos José Luis Robaina, investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI); Herminio López, Licenciado en Relaciones Internacionales, de 2013 a 2017 embajador de Cuba en el territorio vietnamita; y John McAuliff, director de la ONG Fondo para la Reconciliación y el Desarrollo (de Vietnam, Cambodia y Laos).

“Cuando se habla de las transformaciones en China suele pensarse en las económicas, pero muy importantes y condición de esas fueron las reformas políticas, que entrañaron, desde el principio hasta la actualidad, rechazo categórico al sistema occidental y búsqueda de un camino propio, al cual denominaron socialismo con características chinas”, manifestó Robaina. El comienzo de dicho proceso data del tercer Pleno del undécimo Comité Central del Partido, realizado en 1978; el objetivo declarado en aquel momento, y aún hoy, fue la modernización socialista. Sus impulsores enfrentaron “problemas enormes de fraccionalismo, de pensamiento llamado izquierdista —nosotros lo denominamos extremista—, propio de la ideología maoísta” (durante sus últimos diez años, antes de fallecer en 1976, Mao sostuvo tendencias autoritarias extremas, divorciadas de las realidades del país y muy dañinas, como promover y dirigir la “Revolución Cultural”). El grupo de Jiang Qing, viuda de Mao, y el encabezado por el mariscal Lin Piao, “fueron procesados y condenados por la comisión de crímenes durante el crítico decenio. Se hizo necesario restablecer el orden en el partido comunista y el Estado, y sus normas de funcionamiento”. Con tal finalidad, se promulgó un paquete legislativo, que incluía un nuevo código penal, y el Pleno creó el sistema de Comisiones de Control Disciplinario —todavía vigente—, las cuales ostentan amplias facultades para procesar, expulsar del seno partidista, e incluso enviar a los tribunales, a los militantes y funcionarios que cometan infracciones y delitos.



Foto: Ingrid Arcos/ Temas.

Al caos en la conducción política prevaleciente a lo largo de la década mencionada, se sumaban el atraso tecnológico, social, y la penuria generalizada. Era esencial mejorar el nivel de vida de la población, elevar los ingresos del campesinado y acumular fondos para la industrialización. Uno de los primeros pasos fue desmantelar las comunas populares, creadas, manu militari, en 1958 (a los aldeanos se les confiscaron todos sus medios de trabajo y se les obligó a entrar en ellas), y entregar en usufructo la tierra a los campesinos. Hacia 1984 ya el problema alimentario casi estaba resuelto. Ese año la dirección del país decide pasar a otra fase: la reforma del sistema de planificación y la apertura de zonas económicas especiales; Shenzhen, entonces un pueblo de pescadores, fue la primera. Hoy el PIB de esta área supera al de Hong Kong. Paralelamente, “ocurre un proceso complejísimo de rehabilitación de las víctimas ocasionadas por la Revolución Cultural” y por las represiones efectuadas en períodos anteriores. Acto de justicia que benefició a varios millones de personas injustamente represaliadas y estuvo encaminado, además, a rearticular la unidad y el consenso social, esenciales para encarar las profundas transformaciones que comenzaban, explicó el ponente.

Durante la década de los 80, Vietnam también buscaba respuestas para la grave situación, principalmente económica, en la cual se hallaba, prosiguió Herminio López. Debido a la guerra, finalizada en 1975, buena parte de su territorio había sido arrasado. Entre ese momento y 1986 el partido comunista y el gobierno vietnamitas se empeñaron en desarrollar la nación siguiendo la pauta de los conceptos predominantes en el campo socialista: “la economía centralmente planificada y el estilo de conducción de ordeno y mando en esa esfera”. Aunque se lograron algunos avances, como revertir daños graves en la infraestructura, persistieron “grandes ineficiencias, sobre todo en la producción agrícola; situaciones de hambruna, desabastecimiento, precariedad en la vida de las personas”. Los esfuerzos militares relacionados con el conflicto con China y la participación en el derrocamiento del régimen genocida de Cambodia, así como el negativo impacto del bloqueo comercial que le habían impuesto los Estados Unidos, agudizaron el desgaste del modelo económico y de la capacidad de las estructuras gubernamentales para impulsar el desarrollo y la gestión de sus recursos.


Foto: Ingrid Arcos/ Temas.

En el sexto congreso del partido (1986) se decidió oficialmente —tomando como referencia los pasos dados en China—, iniciar una renovación integral, cuyo principal propósito es alcanzar “el desarrollo económico y los objetivos de igualdad y justicia que el socialismo se propone, pero partiendo de una visión realista” en cuanto a qué es posible implementar con el nivel existente de las fuerzas productivas, continuó su disertación el diplomático. Ha sido un camino complejo e implicó “cambio de mentalidad y pugna entre diferentes corrientes de pensamiento. Se arraigó el consenso de desarrollar una economía multicomponente, con disímiles formas de gestión, no solo la estatal, y un peso cada vez más creciente del sector privado”, encauzado en función de los intereses del progreso nacional. Al principio hubo algo parecido a lo que conocemos como trabajo por cuenta propia, modalidad que sigue manteniéndose a gran escala, sobre todo en los servicios y el comercio. Un elemento fundamental es el papel rector del Partido Comunista de Vietnam en este proceso. Todos los pasos y decisiones estratégicas —por ejemplo, las políticas para atraer la inversión extranjera, o la integración a organismos internacionales— “siempre están amparados por decisiones del Buró Político”.

De acuerdo con John McAuliff, ante todo es preciso comprender los orígenes y el carácter del socialismo en Vietnam. En primera instancia, representó un medio para unir a la población contra la ocupación colonial francesa y obtener la independencia. La combinación de sus preceptos con los del nacionalismo permitió movilizar a “los sectores más amplios de la población: arrendatarios, trabajadores de plantaciones y asalariados que habían sufrido la peor explotación”. El proceder del partido comunista, que contó con el apoyo ideológico y práctico de la Unión Soviética, también resultó indispensable para superar la agresión estadounidense y posteriormente protegerse de los ataques chinos, respaldados por los khmer rojos de Cambodia. Cuando esas embestidas cesaron, los vietnamitas resolvieron concentrarse en rectificar su economía y volverla exitosa internacionalmente.


Foto: Ingrid Arcos/ Temas.

“Los objetivos de Do Moi, según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Vietnam, fueron: transformar la economía centralmente planificada en una economía orientada al mercado; desarrollar una economía multisectorial, en la cual el sector privado desempeña un papel cada vez más importante; y una integración activa y efectiva en la economía regional y global”. ¿Es una renovación capitalista liderada por un partido comunista, o una especie de capitalismo de Estado? Plantearlo en esos términos resulta engañoso y pasado de moda, declaró el panelista. “Vietnam honra sus raíces y valores socialistas, pero no se ve obstaculizado por una ideología nacida en un tiempo, lugar y circunstancias distintas a las actuales”. En el sitio web del citado ministerio, se especifica que la suya es “una economía de mercado orientada al socialismo con formas variadas de propiedad y sectores económicos”, en la cual las empresas del Estado desempeñan una función primordial. Al mismo tiempo, los vietnamitas están muy preocupados por el peligro que representa el hegemonismo de China y consideran imprescindible la estrecha relación con sus vecinos de mayor tamaño.

Audacia económica y prudencia política

“Mi segunda pregunta tiene que ver con las dimensiones de estos cambios, algo que empezó a detallar en su anterior respuesta José Luis Robaina”, expresó el moderador. Y el interpelado añadió que los chinos “crearon un sistema de macrocontrol político y económico altamente centralizado y basado en la propiedad pública sobre los medios fundamentales de producción, un desarrollo impetuoso del sector privado, la planificación estratégica no rígida, el amplio empleo del mercado y la promoción de inversiones extranjeras a gran escala”. No deja de preocupar, dijo, cómo se resolverá la gran contradicción de que coexistan una burguesía enorme —con una cantidad considerable de multimillonarios cuyos nombres se incluyen en la lista Forbes—, una empresa estatal con una poderosa actividad (la banca, el transporte...), pero muy afectada por la corrupción, según han demostrado los juicios de los últimos años; y encima de todo la dirección del partido comunista. Este avanza en una agenda social beneficiosa para la totalidad del pueblo, y persevera en una ideología que sintetiza lo esencial del marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong, uno de cuyos pilares es sacar la verdad de los hechos; por ejemplo, si las comunas no funcionan no es posible seguir con el criterio de que son el atajo hacia el comunismo.

El poder político no está en manos de los millonarios, sino del partido comunista, el cual traza el rumbo estratégico y provee los funcionarios necesarios para conducir las acciones, insistió Robaina. Las asambleas populares se mantienen como la base del sistema estatal. En cuanto a la política exterior, se instauraron nuevos lineamientos, en especial ponerla al servicio de la modernización, abandonar las visiones ideologizantes en este campo y mantener bajo perfil en la arena internacional, para acumular fuerzas. Ese rumbo lo han reajustado desde inicios del presente siglo, en aras de mayor dinamismo e impacto. “La clave es la aplicación de los principios de la coexistencia pacífica, la amistad y cooperación con todos los países, con independencia de sus sistemas políticos”.



Foto: Ingrid Arcos/ Temas.

Sobre la denominación de economía de mercado orientada al socialismo volvió en su segundo turno Herminio López. Ella presupone entender dicho sistema “no como una visión inamovible de un estado de cosas ideal, sino la solución práctica de las necesidades de la población”, de modo que “la gente cada vez sea más próspera y desarrolle ampliamente sus capacidades”. En tal sentido, todavía la propiedad estatal —que se concentra en industrias claves, como la energética— tiene un peso importante. “Pero la estrategia del partido y el gobierno, ya en plena implementación, es ir reduciendo ese sector” y convertir la mayoría de sus empresas en compañías por acciones, capaces de actuar de manera similar a las privadas, aunque el Estado conservará un por ciento de dichas acciones. El XII Congreso de la organización partidista, celebrado en 2016, definió el sector privado como sector motor y el estatal como sector rector.

Con su Do Moi el partido comunista vietnamita pretende, asimismo, afianzar la independencia y la unidad nacional. Si bien “es en lo económico donde se opera el salto fundamental, en el plano político entraña la consolidación de la democracia y el concepto de que el poder del gobierno y el Estado se debe al pueblo”. En consecuencia, sobre todo durante los últimos diez años, se han dado pasos significativos en aras de otorgarle mayor relevancia a la Asamblea Nacional, entre cuyas atribuciones se encuentra interpelar a los ministros, someterlos a un escrutinio severo. Otras modificaciones en ciernes son que los parlamentarios participen de manera más directa y protagónica en la elaboración de los proyectos de ley (en lugar de solo aprobar o no los concebidos por los ministerios y el gobierno), y la profesionalización de una parte de ellos durante su mandato, lo cual otorgaría mayor consistencia a su función legislativa y de control sobre los órganos ejecutivos, así como dirimir las cuestiones de la nación cotidianamente, en lugar de reunirse algunas veces al año. En el ámbito de su proyección hacia el exterior, Vietnam ha priorizado una línea “muy flexible y pragmática”, consistente en sostener “las mejores relaciones posibles con todos los actores del sistema internacional”, en especial los ubicados en su entorno geográfico más inmediato. Similar enfoque ha regido sus vínculos con entidades económicas foráneas, como el Banco Mundial, y con las instancias de Naciones Unidas. El resultado salta a la vista: más de la mitad de su población sobrevivía por debajo de los niveles de pobreza, hoy esa cifra se ha reducido a casi 7%. A la par, prospera una élite empresarial privada, con una cantidad significativa de millonarios. No obstante, el partido y el gobierno han logrado que este sector sea y se sienta parte consustancial del modelo y que considere favorable a su avance económico el ambiente de negocios existente en el país. Tal política ha asegurado que “no se convierta en una fuerza hostil” y junto al Estado invierta en proyectos de desarrollo nacional, de lo cual son ejemplo las asociaciones público-privadas, particularmente en obras de infraestructura.


Foto: Ingrid Arcos/ Temas.

Lo ya dicho acerca de la función rectora del Partido Comunista de Vietnam y las atribuciones crecientes de la Asamblea Nacional, fue ratificado por John McAuliff, quien, además, apeló nuevamente a las palabras oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores: “Es la política del gobierno eliminar el mecanismo central de planificación, enfatizar las relaciones monetarias, enfocarse en las medidas de gestión económica y establecer un conjunto de instituciones financieras, bancos y mercados básicos, y dinero, trabajo, bienes y tierras, etc. Se promovió una reforma administrativa para mejorar la competitividad económica y ayudar a crear un entorno empresarial más favorable y movilizar todos los recursos para el crecimiento económico”. Responsabilidad del Estado continúan siendo establecer las prioridades de desarrollo, aprobar las inversiones significativas y garantizar los servicios esenciales, sobre todo de salud y educación, los cuales a menudo se complementan con la actividad privada, a veces ejercida por docentes y médicos que al mismo tiempo son empleados de instituciones estatales. Los sindicatos son muy fuertes e independientes, incluso han organizado huelgas. Otras agrupaciones no solo complementan la labor de las organizaciones profesionales y sociales de larga data, sino que “ejercen presión sobre el gobierno en cuestiones como el bienestar social y la preservación del medioambiente”.

Puntualizó el disertante que si por un lado la asistencia brindada, entre otros, por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la UNICEF y varias entidades bancarias internacionales, ha desempeñado un papel importante en los progresos de este país, no es posible obviar que Vietnam debió hacer concesiones esenciales para ser admitido en la Organización Mundial del Comercio y obtener un acuerdo comercial con los Estados Unidos.

Los dos platillos de la balanza

El tercio final del encuentro estuvo dedicado a ahondar en los beneficios y costos de las nuevas políticas. Desde el auditorio, un cuentapropista quiso saber con cuáles medidas concretas se ha conseguido elevar la producción de alimentos. Y un economista preguntó qué extensión alcanza la propiedad privada capitalista en los países analizados. Alguien pretendió disminuir la envergadura del diferendo histórico entre China y Vietnam. Cierto periodista y profesor de Historia de las religiones solicitó información acerca de cómo las modificaciones han incidido en el campo religioso. A tener cuidado y no extrapolar automáticamente las experiencias de otros lugares exhortó un obrero ya habitual en las sesiones de UJ.

¿Qué criterio les merece el acercamiento, la visita, del presidente chino a Vietnam y a Moscú?, fue la interrogante de otro participante. Un colega de Robaina quiso compartir su propio punto de vista: “No nos podemos ni encandilar con China ni mantener hacia ella una suspicacia constante”. La reforma ha tenido dos ejes fundamentales en el plano económico: la descentralización y la apertura al exterior; hasta hoy se han desarrollado ambos, y se han respetado los límites políticos muy bien establecidos de antemano. Ahora los chinos viven mejor y el país es más fuerte.


Foto: Ingrid Arcos/ Temas.

Un integrante del movimiento comunista mexicano expuso que Carlos Marx, en sus estudios científicos sobre economía, había concluido que el problema era la realización de la plusvalía, es decir, el robo sufrido por los obreros en el proceso del trabajo. Y cuestionó: “Hemos oído un análisis sobre China y Vietnam, pero no hemos escuchado cómo se está realizando la plusvalía en esos países, en qué medida hay o no explotación asalariada; cuáles trasnacionales están participando”. Es necesario ver “la crudeza de su situación interna, de su desarrollo, y así entenderemos hacia dónde van, con qué peligros caminan”.

Luego de comentar que en los dos últimos decenios Vietnam ha incrementado mucho sus ingresos y el nivel de vida subió de cincuenta a setenta y tres años, John McAuliff señaló que allí trabajan más de mil organismos no gubernamentales —procedentes de los Estados Unidos, Asia y Europa—, por lo general, y según indicaciones del gobierno vietnamita, en lugares alejados, donde residen las minorías y la subsistencia es más difícil. Entre los aspectos negativos en expansión resaltó la contaminación ambiental en Hanoi, los conflictos entre el Estado e intereses particulares, debido a asuntos como construir una carretera o un campo de golf; y sobre todo, la corrupción.

Herminio López intentó responder, en pocos minutos, la mayor cantidad posible de planteamientos. Sintetizando: “En Vietnam han sido efectivas políticas descentralizadoras que han permitido la liberación de las fuerzas productivas y la creciente competencia y diferenciación de diversos actores”. No existe límite para el nivel de la propiedad y la riqueza individual, aunque sí hay una política fiscal reguladora. El gobierno y el partido favorecen que tal riqueza se invierta dentro del país, en función de las prioridades del desarrollo nacional; así son crecientes los proyectos para construir infraestructuras, mediante la alianza entre el capital privado y el estatal. Trasnacionales y grandes empresas de todas partes del mundo actúan en esa nación, en especial surcoreanas, japonesas y chinas. Las relaciones entre la dirigencia vietnamita y la Iglesia católica durante años han sido conflictivas, debido al apoyo que la segunda dio al régimen de Saigón, y su postura contra el partido comunista. Sin embargo, actualmente se han dado pasos graduales hacia una mejor interacción con el Vaticano y no hay limitaciones ni acciones discriminatorias hacia los creyentes de esa religión ni de ninguna otra. La práctica del budismo, religión predominante, es parte integral de las tradiciones y la cultura y en la psicología nacional mantiene un peso no despreciable la herencia de la filosofía de Confucio, al igual que en otras naciones de Asia del Este.

“Para mí la gran lección positiva de China en todo este proceso consiste en haber demostrado que es posible el desarrollo por la vía socialista y que no hay un patrón único. El modelo híbrido escogido por ella ha funcionado porque se ajustó a sus realidades y posibilidades”, opinó José Luis Robaina. Cuando empezaron las reformas, China no contaba dentro del comercio y la economía mundiales, hoy es la segunda potencia global. Se ha convertido en una nación organizada y estable, en crecimiento constante. A nivel social, se restablecieron las libertades religiosas y los vínculos entre el Estado y todos los cultos. “Son ostensibles los avances en términos de salud pública, educación, vivienda, empleo; y recuérdese que estamos hablando de un país con cerca de mil cuatrocientos millones de seres humanos. Ya han librado de la pobreza a más de setecientos millones. Se ha avanzado en la consolidación de un Estado socialista de derecho. Son éxitos sin precedentes en la historia. Su proyección internacional es esencialmente de paz, y contra la unipolaridad imperialista promueve la multipolaridad y la cooperación. Su estrategia de la ruta de la seda, marítima y terrestre, abarca cuatro mil millones de habitantes, sesenta y cuatro países, dos subcontinentes, y acaban de extenderla a América Latina y el Caribe. Al consumarse beneficiará a parte sustancial de la población del orbe”, concluyó.

Tales éxitos no resultan suficientes para acallar las dudas de numerosos cubanos. Algunos de ellos estaban presentes esa tarde en la sala Fresa y Chocolate. Por ejemplo, un joven inquirió: ¿Más allá de la autodefinición de su sistema político, en la práctica China es realmente socialista; en qué sentido sus consorcios privados responden a este modelo. Lo es acaso su política exterior, se puede ser imperialista y socialista a la vez? Quien le siguió ante el micrófono felicitó a la mesa de expertos por darnos a conocer cómo países de cultura milenaria se propusieron el socialismo, después reorientaron su economía, y se mantienen independientes, soberanos. Pero habría que preguntarse —continuó— desde cuál marco teórico estamos afirmando que son socialistas. Dentro de unos días se cumplirá otro aniversario del asesinato de Berta Cáceres, indígena hondureña, quien luchó por defender su territorio ante negocios que involucraban a una trasnacional china. Y en Colombia, al revisar el catastro de la tierra, en busca de terrenos que pudieran entregarse a los campesinos, para cumplir con lo acordado durante los diálogos de paz entre el gobierno y los grupos insurgentes, se vio que en parte de ella operan empresas chinas.

Confieso, antes de finalizar la reseña, que yo comparto esas perplejidades. Y la interrogante latente desde el primer hasta el último minuto de este Último Jueves: ¿entre las enseñanzas de China y Vietnam, qué sería apropiado y útil para Cuba? Adoptemos la sabiduría ancestral y sin cortapisas saquemos la verdad de nuestros hechos.

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