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sábado, 5 de mayo de 2018

Apple y los frutos de la rebaja tributaria

Lo que parece una enorme ayuda fiscal a los ricos es, de hecho, una enorme ayuda fiscal a los ricos


El consejero delegado de Apple, Tim Cook, durante una presentación. STEPHEN LAM AFP

"Los candidatos republicanos han dejado de hablar básicamente del único gran logro legislativo de su partido durante el mandato de Donald Trump: la rebaja fiscal de 2017. Los anuncios publicitarios que elogian la ley prácticamente han desaparecido de las ondas. Pero los hermanos Koch —grandes patrocinadores de la rebaja y unos de sus mayores beneficiarios— no se han rendido. Su medida más reciente: gastar 20 millones de dólares en movilizar un ejército de predicadores que van puerta por puerta intentando disuadir a los votantes de la percepción de que la rebaja fiscal es un regalo a los ricos y ofrece poco a las familias trabajadoras de a pie.

Pero tienen un problema: las percepciones de los ciudadanos sobre quién se beneficia y quién no se beneficia de la rebaja fiscal son correctas, un argumento que Apple acaba de demostrar a la perfección con su anuncio de una enorme recompra de acciones. Para ser justos, la idea de que una gran rebaja en el impuesto de sociedades —que era el principal elemento de la ley aprobada el año pasado— podría finalmente redundar en beneficio de los trabajadores no es una locura. Pero las dos palabras principales aquí son "podría" y "finalmente".

La historia que los defensores de la rebaja fiscal nos cuentan es la siguiente: Estados Unidos forma parte de un mercado mundial de capitales en el que el capital fluye hacia donde produce los mayores rendimientos netos. Al reducir el impuesto de sociedades, Trump y sus aliados han dado a las grandes empresas un incentivo para invertir en el país. La inversión ampliará la capacidad, lo cual aumentará la demanda de trabajadores y, por consiguiente, impulsará al alza los salarios. Y durante un tiempo Apple pareció seguir el guión: en enero, la empresa anunciaba que repatriaría a Estados Unidos la mayor parte de los 252.000 millones de dólares en efectivo que conservaba en el extranjero.

¿Pero qué significa "traer el dinero a Estados Unidos"? Apple no tenía una enorme pila de oro, al estilo Tío Gilito, amontonada en Irlanda, lista para cargarla en un barco con dirección a su país. Tiene derechos digitales —un montón de ceros y unos en algún servidor de alguna parte— que en efecto usaba para presentar una etiqueta que decía "este dinero está en Irlanda". Ahora ha cambiado la etiqueta para decir "este dinero está en Estados Unidos". ¿Qué diferencia supone eso? Bueno, altera las responsabilidades tributarias de la empresa con las arcas públicas estadounidenses e irlandesas, que era la razón del cambio. Pero por lo demás, no supone ninguna diferencia.

Lo que sí supondría una diferencia es que Apple decidiese gastar más en cosas concretas: contratar a más trabajadores, construir nuevas estructuras, instalar más equipos. Pero no está haciendo nada de eso. En cambio, esta semana anunciaba que va a recomprar acciones propias por valor de 100.000 millones de dólares, lo cual es bueno para los accionistas pero no ayuda en nada a los trabajadores. Otras muchas empresas están haciendo lo mismo. Y aunque muchos estadounidenses tienen algunas acciones, la mayor parte está en manos de una pequeña minoría rica: el 10% de la población posee el 84% del mercado. De modo que la percepción de que esta es una rebaja de impuestos para los ricos es cierta.

¿Pero por qué no fluyen los beneficios de la rebaja fiscal hacia los trabajadores? Una respuesta es que, aun cuando el relato favorable a la rebaja de impuestos fuera cierto a la larga, harían falta muchos años de inversión extremadamente elevada para alcanzar el tipo de expansión de capacidad que provocaría grandes subidas salariales. Otra es que el mercado mundial de capitales no es tan global: el mundo de la inversión, podría decirse, dista mucho de ser plano. La economía estadounidense es enorme, y ni siquiera a largo plazo puede atraer los flujos de capitales previstos por los entusiastas de la rebaja tributaria sin ofrecer a cambio una rentabilidad mucho más elevada, lo que significa más para los accionistas y menos para los trabajadores.

Y en un nivel más profundo, es posible que los entusiastas de la rebaja tengan una visión anticuada de la procedencia de los beneficios. En el mundo según los funcionarios de Trump, o fundaciones de derechas como Tax Foundation, los beneficios obtenidos por las empresas son básicamente rendimientos generados por el capital físico (ladrillos, mortero y máquinas). Si se reducen los impuestos, las empresas aumentarán el capital físico, lo cual incrementará la competencia por la mano de obra, y los beneficios se filtrarán hacia abajo en forma de subida salarial.

Apple, sin embargo, no tiene nada que ver con eso. Sus beneficios derivan de su posición de mercado, su marca, por así decirlo. Y da igual que uno piense que merece su posición de casi monopolio; lo que importa es que, dada su posición, puede cobrar, y cobra, lo que el mercado aguante, con independencia en gran medida de los costes. Si Trump reduce los impuestos, la empresa puede quedarse con más beneficios, pero no tiene un verdadero incentivo para cambiar su conducta, por ejemplo, construyendo más tiendas Apple. Lo que hace es guardarse el dinero de más o devolvérselo a los accionistas por medio de recompras.

Y hoy en día, buena parte de las grandes empresas estadounidenses se parecen, al menos un poco, a Apple, aunque no todas; sigue habiendo empresas —como las de transporte por carretera— cuyo valor reside en gran medida en los bienes que poseen. Pero las "rentas" económicas, los beneficios no ligados al capital físico, son una larga historia, cada vez más larga. Y cuando se les rebajan los impuestos a las rentas, no hay razón para esperar que los trabajadores compartan el botín, ni siquiera a largo plazo.

La conclusión —que seguirá siendo cierta por mucho que los Koch se gasten en intentar convencernos de lo contrario— es que lo que parece un gran regalo para los inversores ricos es, de hecho, un gran regalo para los inversores ricos.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía.
© The New York Times Company, 2018.
Traducción de News Clips.

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