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lunes, 28 de mayo de 2018

Sobre Marx, la racionalidad de un sistema y la experiencia socialista.

Por CHARLES ROMEO, El estado como tal .


Foto: primera tumba de Karl Marx
Consideraciones sobre las conclusiones de Marx al finalizar su explicación del advenimiento, desarrollo y final del sistema  económico capitalista después de un siglo de experiencias socialistas
 La teoría de Marx nunca fue un esquema: fue una concepción, fue un método, fue una interpretación, fue una ciencia.”  Fidel Castro
Un siglo de experiencia en la construcción del socialismo en el mundo está exigiendo examinar críticamente la relación que debe existir entre la teoría y las realizaciones prácticas logradas en este campo. (1)
Carlos Marx sentencia así al finalizar el capítulo XXIV del Primer Tomo de El Capital, obra teórica, lo que a su juicio inevitablemente sucederá con la relación social de producción capitalista: ¨ El monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados. ¨ (Ver pag.699 de ¨El Capital¨, Primer Tomo, Editora Nacional de Cuba
Esta es la conclusión a la que llega Marx después de analizar el surgimiento y el desarrollo del sistema económico capitalista, con respecto a la cual nos atrevemos a proponer dos variaciones al examinar la realidad del socialismo en casi todo el siglo XX y en lo que va del siglo XXI, con lo cual su interpretación quedaría de la siguiente manera:
¨ La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecho añicos. Ha sonado la hora final…del dominio…de la propiedad capitalista. Los expropiadores son expropiados…en la medida en que ello sea necesario. ¨
Al introducir el concepto de dominio de la propiedad privada capitalista al considerar la sentencia de Marx que dice…hora final de la propiedad privada capitalista…estamos pensando en la cuestión de la racionalidad del sistema económico y de toda la estructura social.
La racionalidad capitalista se expresa como la objetiva necesidad de que el capital se expanda por acumulación de plusvalía extraída en el proceso de producción y circulación de la riqueza ¨a como sea y en donde sea¨ y la adecuación de toda la estructura social, política y legal a ese objetivo. Nuestra propuesta conlleva la idea de que puede, o más bien podría haber, una racionalidad diferente del sistema económico en su conjunto sin la total desaparición de la propiedad capitalista.
¿Qué entendemos por racionalidad del sistema económico en este contexto analítico?
Toda actividad económica que tiene por objetivo la producción de bienes y de servicios para otros a través del cambio como su finalidad, tiene también un objetivo social. Aunque sea una actividad individual, es al mismo tiempo social independientemente de si es artesanal, cooperativa, privada o estatal. Por consiguiente, de hecho, adquiere una responsabilidad con quienes está destinada su actividad. Este aspecto es reconocido en todas las legislaciones de los países en los cuales existe la producción mercantil. Se produce aquello y en cantidad para lo cual hay demanda y el éxito comercial garantiza la continuidad de las acciones productivas.
Cambiar la racionalidad del sistema será, por tanto, modificar qué, cómo, cuánto y para quien producir en virtud de un criterio social al margen de lo que espontáneamente determinaría el mercado. Esto ha ocurrido en todo país que se ha visto involucrado en una guerra cuando la instancia estatal ha decidido reasignar los recursos de la sociedad priorizando los objetivos de producir para la guerra, desviándolos de inversiones y del consumo hasta entonces determinados por el mercado. Y la condición sine qua non para que ello ocurra es la decisión de las fuerzas políticas que tienen el control del Estado.
La analogía con el caso de una economía en estado de guerra es válida para el caso de una revolución social por la cual la orientación política de quienes han asumido el control del Estado con todo su poder, conlleva la decisión de satisfacer incrementos de demandas no satisfechas por el mercado. Concretamente, necesidades no satisfechas hasta entonces de la mayoría de la población por falta de recursos monetarios para ello. En otras palabras, un cambio del surtido y de sus cantidades de la producción social y su redistribución en favor de las grandes mayorías menos pudientes pero ahora políticamente representadas por quienes tienen el poder político.
La cuestión de la propiedad de las entidades productivas de la sociedad se inscribe en el contexto descrito de la problemática de la reasignación de los recursos sociales. Evidentemente una solución extrema posible es la que literalmente describe Marx en el capítulo XXIV del Primer Tomo de El Capital, ¨Los expropiadores son expropiados¨.
En la práctica la racionalidad del sistema económico capitalista se instrumenta mediante el mercado quien en última instancia permite resolver el problema económico de qué producir, como producirlo y para quien producirlo en una sociedad. Por consiguiente, para cambiar la racionalidad del sistema hará falta al menos otra solución adicional a la del mercado, y es la llamada planificación. Así, mercado y planificación, dos procedimientos diferentes para resolver la cuestión de la asignación de los recursos en una sociedad, actuaran simultáneamente con ese propósito. ¿Por qué simultáneamente y no como sustituto uno del otro? Bueno, porque por mucho que se haya tratado de hacerlo, es inevitable y necesario utilizar la solución valor para formar precios y así posibilitar el intercambio de los productos elaborados para otros bajo el principio de equivalencia. Y el mercado es el procedimiento mediante el cual se intercambian los valores de los productos a través del uso del dinero. (2)
Si el dominio de las relaciones sociales de producción capitalistas implica necesariamente la asignación de los recursos de la sociedad mediante el mercado, la vigencia de otro procedimiento alternativo para ello como es la planificación también implica que ya no existe ese tal dominio toda vez que las decisiones de qué, cómo y para quien producir no responderán ya de manera exclusiva a la racionalidad del capital.
¿A qué responderán? Necesariamente a una instancia con la fuerza suficiente para que ello pueda suceder y ella no puede ser otra que la fuerza del Estado bajo el control de quienes manifiesten por su intermedio las decisiones que se materializaran precisamente mediante el cumplimiento de lo que se ha planificado. Por consiguiente, la condición sine qua non de la planificación en una sociedad como real alternativa a la vigencia exclusiva del mecanicismo del mercado, es el control del poder político que domina al Estado por quienes,  por ese medio, manifiestan sus objetivos sociales a lograr y actúan en consecuencia.
Como el enfoque teórico de Marx es el que proviene de considerar a la problemática económica como necesariamente también política, hemos llegado a un momento en el cual hay que abordar la cuestión de si los intereses no capitalistas, los de quienes no poseen capital, o sea los de la mayoría de la población, pueden no solamente dirigir la acción del poder Estatal, sino que también mantenerse en el poder para que puedan hacerse y cumplirse los planes que representan sus intereses.
Para ello deben de satisfacerse varias condiciones. En primer lugar, que las grandes mayorías, los no capitalistas, hayan logrado el poder político y con ello el control de la fuerza del Estado, lo cual presupone el triunfo político de los más sobre los menos, lo que no es otra cosa que un triunfo revolucionario. En segundo lugar, para que dicho triunfo político haya sido posible, las fuerzas armadas de esa sociedad deberán haber mantenido la neutralidad en la correspondiente disputa política por el poder. En tercer lugar, para que dicho triunfo político se mantenga y que los ganadores sigan controlando al Estado, será indispensable que haya sido el triunfo de una alianza cívico-militar que permita mantener el uso de la fuerza que aplica la violencia revolucionaria a los efectos de acabar con el dominio de las relaciones sociales de producción capitalistas en la sociedad y por consiguiente, la utilización de la planificación económica nacional.
Para evitar malentendidos, es necesario definir qué se entiende aquí por violencia revolucionaria, término   que no implica necesariamente lucha armada, ni guillotina, ni paredón, ni gulag. Es la aplicación de la fuerza para romper o mantener a toda costa una estructura económica-social en la lucha de clases.
Si lo dicho hasta aquí se parece a lo que ha sucedido en Venezuela durante estos últimos dieciocho años, ello no es una simple coincidencia. Y si permite interpretar lo que ya sucedió en la República Popular China y en la República Socialista de Vietnam y está sucediendo actualmente en Cuba, es que el socialismo que actualmente existe presupone un momento transitorio antes de alcanzar el objetivo final de la transformación revolucionaria que Marx establece en el capítulo XXIV del Primer Tomo de El Capital. En otras palabras, es o bien una redefinición de lo que se denomina la transición al socialismo después de un siglo de experiencias de este tipo en el mundo, o bien que los correspondientes partidos comunistas de China, Vietnam y Cuba se están apartando de la teoría económica de Marx.
A mi entender creo que lo que sucede tiene que ver con la diferencia que hay entre teoría pura, por más que esta sea correcta, y la aplicación práctica del conocimiento científico. Nadie niega que entre la ecuación de Einstein que dice que energía es igual a masa por la velocidad de la luz al cuadrado y una central electro- atómica hay nada menos que un montón de tecnologías necesarias a los efectos de llevar a la práctica la ecuación teórica de Einstein, de la misma manera que entre la teoría de los gases y un automóvil hay de por medio un motor metálico a combustión interna que funciona en virtud del comportamiento de los gases. Las sociedades que intentaron llevar a la práctica los descubrimientos científicos de Marx han tenido que pasar por la invención del equivalente a soluciones ¨tecnológicas¨ (3) para lograrlo. Tal es el caso de los intentos de pasar de una estructura social capitalista a una superior como lo establece la teoría marxista, que comenzaron con la Revolución de Octubre en Rusia en 1917, y que dieron lugar a soluciones que abarcan desde la monstruosa de Pol Pot en Camboya en los años setenta del siglo pasado, pasando por el socialismo burocrático soviético y el de las llamadas Democracias Populares de Europa, los intentos de la República Popular China en sus diferentes etapas, el socialismo a ¨la cubana¨ de los años sesenta, el yugoslavo de Tito, y los intentos de los checoslovacos en 1968 durante la ¨Primavera de Praga¨. Una larga marcha buscando soluciones más eficientes que ha concluido en un fracaso total en Europa, quedando vigentes en la actualidad únicamente los continuos intentos de la República Popular China, de la República Socialista de Vietnam, de la República Democrática de Corea y de Cuba.
La historia vivida en Cuba durante 58 años nos ha enseñado que no era verdad aquello de que establecer ¨el modelo de socialismo¨, como nos lo enseñaron los camaradas soviéticos y checoslovacos, era una condición necesaria y suficiente para desarrollarnos económicamente y que era solamente cuestión de tiempo alcanzar a los países socialistas que llamábamos desarrollados. Por el contrario y sobre todo después de la desaparición de la URSS y de lo que llamábamos ¨el campo socialista¨, se descubrió que la tarea principal era mejorar las soluciones ¨tecnológicas¨ mediante las cuales se quiere crear una nueva sociedad, para lo cual hace falta tener permanentemente una actitud crítica ante lo ya realizado, la negación de lo que Che llamó la ¨escolástica marxista¨ en su artículo ¨El hombre y el socialismo en Cuba¨.
 La observación de lo que está pasando en China, en Vietnam y hasta en Cuba, éste último país ejemplo hasta hace muy poco tiempo de la ortodoxia marxista soviética que se divulgó y enseño en el país durante medio siglo, requiere buscar su correspondencia con la rigurosa teoría de Marx sobre el surgimiento, desarrollo y fin del capitalismo.
Miles de páginas se escribieron antes y después de la Segunda Guerra Mundial sobre la imposibilidad del éxito del proyecto de los soviéticos de crear un sistema económico basado en la planificación y no en el sistema de mercado. No obstante, el intento permitió crear la segunda potencia económica mundial, aunque su colapso al cabo de 73 años permitiría finalmente avalar esas críticas. Pero en la actualidad brillan por su ausencia predicciones del mismo tipo sobre la economía de la República Popular China devenida ya la primera si no la segunda potencia económica mundial por el volumen de su producción y que sigue asombrando a todos por la velocidad de su desarrollo.
Ni Marx se equivocó al explicar el capitalismo, ni se puede negar lo que está sucediendo en China, en Vietnam y hasta en Cuba. Por lo menos en este último país, la continuidad en el poder político hasta el presente de los líderes históricos de la Revolución Cubana, garantiza su fidelidad a las ideas centrales con las que iniciaron este proceso (4), al mismo tiempo que en el país existe una total   ausencia de ideas contradictorias válidas, al menos por personeros que ameriten un mínimo de respeto intelectual y político. La única conclusión posible es tratar de compatibilizar la teoría marxista con la realidad de las experiencias socialistas.
No se trata de un intento ¨revisionista¨ para utilizar el término que otrora condenaba a ser catalogado de haber cometido una ¨blasfemia¨. De ninguna manera se pretende revisar la teoría de Marx, que al efecto se acepta tal cual la escribió. Cuando más, de lo que se trata es de reinterpretar a Marx, en particular su conclusión teórica sobre el fin del capitalismo, a la luz de un siglo de experiencias socialistas.
Marx llegó hasta su conclusión final sobre el futuro del capitalismo. Lo que venía después ya no era su problema sino el de los que debían llevar a la práctica sus conclusiones científicas.
Estamos en el siglo XXI después de 100 años del inicio de la Revolución de Octubre en Rusia en 1917, la primera, la soviética, con sus extensiones en la llamada Europa del Este, que ya no existen.  Las que continúan existiendo, la República Popular China, hoy la primera o segunda economía del mundo por su magnitud, la República Socialista de Vietnam y Cuba, han reintroducido las relaciones capitalistas de producción en sus economías mediante empresas nacionales y extranjeras en sus territorios. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha pasado? ¿Qué es lo que sucederá?
Lo que ha sucedido es que en los tres casos señalados se llegó a la conclusión de que se debía introducir en los correspondientes sistemas económicos  capitales externos con tecnologías modernas y capacidad administrativa moderna  de empresas, a la par de que se llegó a la conclusión de que el Estado no está concebido ni es su responsabilidad, para tratar de asegurar  actividades productivas y de servicios necesarios, pero secundarios , si no que para asegurar los derechos humanos básicos de su población que son a nuestro entender :
  • Asegurarle al feto a través de la madre las condiciones necesarias para un buen desarrollo y parto
  • Alimentación asegurada durante su vida
  • Vivienda con los servicios básicos necesarios
  • Servicios de salud durante toda su vida
  • Educación gratuita hasta el nivel que pueda alcanzar
  • Trabajo en el campo para el cual se preparó y un retiro a cierta edad
  • Derecho a la entretención cultural y deportiva y a una vida segura y a su participación en la vida política
  • Asistencia a toda su familia
  • Asegurar gratuitamente su sepelio al finalizar su vida
Lograr en la América Latina estos objetivos, con los cuales todos concuerdan en principio, es una tarea gigantesca que demora tiempo, años, lustros y hasta décadas. Es establecer un nuevo tipo de humanismo en comparación con el existente. Hasta ahora los gobiernos actuales de este continente que forman la CELAC solamente han acordado un objetivo común mucho más modesto como es erradicar la pobreza. Y de todos ellos, el único que ha logrado alcanzarlos en su casi totalidad es la Cuba Revolucionaria a quien le tomó décadas, pese al cerco económico y a las agresiones de los Gobiernos Norteamericanos durante más de los 58 años de su proceso.
Tratando de concretar lo que se entiende por racionalidad de un sistema económico en un país en el cual las fuerzas populares han logrado el poder político, se puede decir que es la conducción de la economía hacia el logro de los nueve objetivos indicados más arriba,  más el décimo que es desarrollar la capacidad de defender el proceso revolucionario en contra de fuerzas internas y externas, toda vez que en la economía continuaran existiendo relaciones capitalistas de producción que inevitablemente encontraran su expresión en el terreno político con el objetivo de tratar de hacer regresar al sistema económico nacional a su racionalidad anterior.(5)
Mantener el rumbo señalado del desarrollo económico de un país durante largo tiempo a pesar de las fuerzas que actúen en su contra, requiere que se cumplan dos condiciones políticas: ante todo, la unidad cívica-militar de la mayoría del pueblo para respaldar a su Gobierno, y simultáneamente la existencia de una entidad política que la represente en la conducción del Estado.
Dos casos extremos de lo dicho han sido el cubano y el venezolano.
Cuba, muy mal provista de recursos naturales y de capacidad transformadora para su exportación , soportando un bloqueo económico, financiero y comercial de los EE.UU. prácticamente desde el momento del triunfo de los revolucionarios cubanos, no tuvo alternativa y procedió a estatizar las empresas más importantes del país y la mayoría de las tierras agrícolas en un período de tiempo de solo dos años, única forma de lograr tener los recursos económicos necesarios para emprender el establecimiento de los derechos humanos en Cuba tal como se explicaba en el llamado Programa del Moncada expuesto por Fidel Castro durante su defensa luego de ser derrotado  en el Moncada en 1953. La Segunda Ley de Reforma Agraria en 1964 y finalmente la estatización de todos los comercios, servicios y actividades productivas aún en manos privados en 1968, culminó la casi total estatización de toda la economía cubana a la par que el Estado asumía la responsabilidad de proveer de todos los productos y servicios necesarios a la población del país, lo que se instrumentó mediante el procedimiento del racionamiento. (6)
Venezuela en 1999 y cuarenta años después del triunfo de la Revolución Cubana, inició también un proceso revolucionario con los mismos objetivos del cubano, satisfacer las necesidades de sus habitantes para así permitirles alcanzar por primera vez los derechos humanos a los cuales eran también acreedores. Pero en este caso lo peculiar del proceso ha sido precisamente el no expropiar a los propietarios del capital en beneficio de la propiedad estatal, salvo el logro del total control de los yacimientos y de la producción de hidrocarburos por el Estado en un país que es el cuarto exportador mundial, con lo cual se ha logrado un enorme proceso de reasignación de los recursos nacionales por intermedio de las acciones del Estado dirigiéndolas a satisfacer las necesidades más urgentes de las capas más pobres de la nación. Durante los últimos dieciocho años la llamada ¨renta petrolera¨ ha sido utilizada en un monto que se estima en los 600.000 millones de dólares, para el logro de los fines del proceso revolucionario venezolano.
He aquí dos casos extremos de política económica revolucionaria en virtud de las condiciones particulares de cada caso. En ambos las fuerzas revolucionarias han creado una nueva racionalidad económica y para ello han debido introducir el método de la planificación para la asignación de los recursos nacionales, expropiando a los capitalistas sí, pero en la medida de lo necesario para ello en cada caso.
En Cuba, ya pagada la ¨deuda social¨ con su población, introducido el método de la planificación económica por el Estado, se han creado en su economía y en la sociedad las condiciones que permiten una aparente ¨marcha atrás¨ al reintroducir en su economía las relaciones capitalistas de producción, toda vez que en lo político el control del Estado está en manos de una alianza cívico-militar. Todos los ¨gatos¨ que actúen en Cuba para ¨cazar ratones¨, del color que sean, como decía Deng Xiaoping, están y estarán bajo el control de su dirigencia política, que en Cuba es el Partido Comunista de Cuba.
En Venezuela, la prosecución y desarrollo de su proceso revolucionario que ya lleva dieciocho años descansa también sobre la alianza cívico-militar lograda por Chávez y en su manifestación mediante el Polo Patriótico en el Gobierno, del cual el Partidos Socialista Unido de Venezuela es el elemento aglutinante. Pero a diferencia del caso cubano que ya pasó por la etapa de estatizar todo lo expropiable, y quizás más aún, queda en el país un 70% de la economía en manos privadas, lo que constituye un enorme baluarte de las fuerzas opuestas al proceso revolucionario cuyo desenlace por ello mismo aún no está definido, sea este el que sea, y que los propios revolucionarios venezolanos deben definir.
La Habana, abril del 2017
Sobre el autor.
Charles Romeo, economista franco-chileno, se incorporó a la Revolución Cubana en marzo de 1959 cuando trabajaba en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).  Tiene una amplia y diversa trayectoria que incluye la docencia en varias universidades y su desempeño como funcionario de organismos estatales de Cuba: INRA, Ministerio de Industria, la Comisión de Colaboración Científica y Económica, y el Ministerio de la Agricultura. Fue colaborador de Ernesto Che Guevara y de Carlos Rafael Rodríguez. Posee una vasta experiencia empresarial, siendo fundador de las corporaciones CIMEX y HAVANATUR, gerente de varias compañías propias, administrador de una sociedad hotelera, gerente de una sociedad mixta en Cuba, y consultor de empresas extranjeras. Es el autor de libros y artículos sobre temas de economía política, comercio exterior, desarrollo, teoría socialista, educación y testimonio.
Notas
1 Durante mi vida he tenido la oportunidad de participar en al menos tres intentos de establecer un régimen económico y social socialista en la América Latina. Primeramente, en Cuba a partir de 1959, y durante ese proceso que todavía continua, en el fallido intento chileno por la llamada vía pacífica entre 1970 y 1973 y posteriormente en la experiencia venezolana iniciada en 1999 por Hugo Chávez, también sin recurrir a la lucha armada y con posterioridad al intento de lograrlo en ese país por medio de la guerra de guerrillas durante los años sesenta y principio de los setenta del pasado siglo, en la cual tuve también la oportunidad de participar. Por consiguiente, más que por comulgar intelectualmente con las ideas de pensadores revolucionarios, ha sido la experiencia práctica la que me ha confirmado la vigencia de las concepciones de Marx y de Engels sobre la historia y particularmente sobre el origen, desarrollo y eventual crisis del sistema económico y social capitalista que da origen a uno más justo para todos. Para mí, lo sucedido me confirma que los intentos de establecer el socialismo están basados en concepciones teóricas sobre la formación y desarrollo de las sociedades humanas por lo cual es una exigencia el someter al análisis crítico lo que ha efectivamente sucedido durante los intentos de establecer el socialismo sobre la base de la interpretación que se dio a esas concepciones teóricas que sirvieron de guía para esos intentos.
2 En los policlínicos y hospitales cubanos hay carteles que dicen “Los servicios para la salud son gratuitos, pero tienen un costo.”
3 Tecnología: Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.
4 El programa de realizaciones de la Revolución Cubana está contenido en el documento “La Historia me absolverá”, la defensa de Fidel Castro cuando fue enjuiciado después del fracaso del intento de tomar el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba el 26 de julo de 1953.
5 Según he leído, para los japoneses “Business is war”, o sea “Hacer negocios es hacer la guerra”. De aceptarse esta definición, hacer una revolución que altera nada menos que la base de cómo se hacen los negocios, es inevitablemente también la guerra, la guerra revolucionaria.
6 Los nuevos dirigentes cubanos rápidamente descubrieron en la práctica que la principal dificultad para lograr cambiar las “condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización“, la expresión concreta del humanismo vigente era la propiedad privada de los medios de producción y de los recursos naturales concentrada en una reducida minoría de la población, así como la propiedad de las mercancías y servicios producidos. No había solamente que repartir la tierra, sino que también las fábricas, los comercios, los medios de transporte, las comunicaciones, la electricidad, así como todo lo que se producía, y poniendo mucho más énfasis que antes en los servicios a todos necesarios, como son la educación y los de la salud del pueblo en general. Y para que alcanzara para todos, la fórmula de la distribución fue “a todos por igual”.

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