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lunes, 4 de junio de 2018

La Agroindustria Azucarera cubana


Trapiches en tres y dos 

Eventos meteorológicos adversos tensan los rendimientos agrícola e industrial en la actual zafra. La obsolescencia tecnológica de los ingenios y de los equipos de corte, alza y tiro, así como el atraso en las inversiones por limitaciones financieras, frenan al sector. Se avanza en la mecanización de la siembra y otras labores. Las proyecciones estratégicas apuntan a una transformación productiva gradual




Fotos: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA 


Los trabajadores entran al campo antes de que los primeros rayos del sol brillen en el horizonte. Medio ojerosos, traen acumulada la fatiga de las jornadas anteriores. Pertenecen al pelotón cañero de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Atención a Productores Agropecuarios (APA), del central Boris Luis Santa Coloma, en la provincia de Mayabeque.

Después de revisar su combinada, el joven Roinier Rodríguez Simón, de un salto, sube al timón. No quiere perder un minuto. Aspira a completar los dos millones de toneladas antes de terminar el mes. Le siguen otros choferes con sus camiones y carretas.

En este frente de corte, José Rigoberto González Bacallao, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Benito Juárez, sigue al dedillo las maniobras en el campo, porque como dicen los guajiros, el ojo del amo, engorda al caballo.

“Tenemos 530 hectáreas sembradas de caña, en secano, y estamos logrando un rendimiento agrícola de 65 toneladas por hectárea, uno de los mejores en el país”, asegura.

Así lo confirma Ana Bueno Guzmán, directora de la UEB: “Tenemos siete formas productivas asociadas con similares desempeños. El secreto para lograr esa cifra está en el desvelo diario; ponerle a la siembra lo que lleva, en el momento oportuno”.

Los éxitos en la cosecha ubican a esta unidad cañera en el segundo lugar entre las de rendimientos envidiables en el país, donde el estimado es de apenas 37.2 toneladas por hectárea y el real, hasta principios de abril, de unas cinco toneladas más.

De las áreas de la CPA Benito Juárez ya comienzan a salir los medios de transporte, repletos hasta el tope, con la materia prima que también alimentará las calderas del ingenio Boris Luis Santa Coloma.

Ventana abierta al diálogo


La obsolescencia tecnológica afecta la eficiencia de los ingenios. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).

Corren los primeros días de abril, en Mesa Redonda con BOHEMIA, directivos del Grupo Empresarial Azcuba reconocen que las condiciones climatológicas adversas de la actual campaña, 2017-2018, ponen en aprietos los compromisos productivos.

“Siempre empezamos la zafra en noviembre, pero en esta ocasión arrancaron muy pocos centrales y tuvieron que parar. Las lluvias no permitieron seguir”, sostiene Lourdes Castellanos Jiménez, directora de Relaciones Internacionales.

Antes de los chaparrones, lidiaron con la sequía, que afectó al centro y al oriente del país, y luego con el huracán Irma que provocó severos daños a las plantaciones, cañas acamadas y partidas. En medio de tales adversidades, señala Castellanos, se tomó la decisión de ajustar el plan.

La zafra depende mucho de factores climáticos, principalmente de la temperatura; de las precipitaciones, para regar las siembras, y del período seco, durante el cual se concentra el azúcar en la caña. Esos elementos deciden la producción, enfatiza Tomás Aquino Pérez Guerra, director de Caña.

En los últimos 36 meses, la extrema sequía afectó los rendimientos agrícolas. Luego, Irma provocó estragos en unas 330 000 hectáreas, algo más del 50 por ciento del área sembrada.

“En esas condiciones se decidió cosechar a ras de tierra, porque de lo contrario se iba a perder, además de la que habitualmente queda en los campos, entre un 20 y un 30 por ciento de la caña acamada, y el daño sería mayor”.

-¿Cortar a ras de tierra no afecta los rendimientos industriales?

“Álvaro Reinoso, el mayor científico en esta especialidad, planteó la necesidad de cortar de esta manera porque se aprovecha toda la caña sembrada y garantiza que el rebrote de las cepas sea mayor. Puede ser que con el corte aéreo entren menos materias extrañas a la industria, pero al final tendrás menos caña”, asegura Aquino.

Coinciden con él otros directivos, e insisten en las ventajas del corte rasante, para lo cual resulta necesario mejorar el equipamiento, realizar siembras profundas y acondicionar las fábricas.

Con las afectaciones que trae la caña (sequía, huracán, lluvias), merma su calidad y por tanto disminuyen los rendimientos agrícola e industrial. A raíz de estos contratiempos, sostiene Aquino, “se cosechará hasta que las condiciones del clima lo permitan, y se dejará ordenado el trabajo para comenzar más temprano la venidera campaña”.


Los pelotones cañeros serían mucho más productivos si estuvieran mejor equipados. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).

En cuanto al plan de preparación de tierra y la siembra, precisa, no se hicieron ajustes, sino que se desplaza unos meses más, y deberá cumplirse. Sobre estas labores adelanta: “Estamos generalizando en el país la tecnología de doble hilera o base ancha, buscando mayores rendimientos. Comenzamos a introducirla en 2016 y al siguiente año se obtuvieron volúmenes apreciables”.

A su juicio, se anda lejos de satisfacer las demandas de caña en el país, principal quebradero de cabeza dentro de la agroindustria azucarera.

-Para sembrar hace falta fuerza de trabajo, que escasea bastante en los campos.

Precisamente, buscando paliar esa situación, se mecanizaron estas labores, especifica. A partir de un proyecto diseñado por ingenieros del grupo empresarial fueron construidas en Villa Clara 50 nuevas sembradoras.

“La productividad de estos equipos es similar a la de los brasileños, y ya se han sembrado unas 2 000 hectáreas con muy buenos resultados en Cienfuegos y Artemisa. Aspiramos a reducir costos, incrementar eficiencia, humanizar el trabajo en las unidades productoras y garantizar la calidad de la materia prima”.

Aquino cree que estos equipos hasta pudieran exportarse. “Para ser iguales a las sembradoras brasileñas solo les falta automatizarlas. Pero hay que pensar en grande”, dice.

-¿Ha habido dificultades en los suministros para esta zafra?

“Los suministros dependen de nuestro grupo empresarial, que genera su propio dinero. Es un esquema cerrado de financiamiento. El 80 por ciento de los gastos en provisiones es para fertilizantes. Desde 2011 hasta el pasado año no hubo problemas, todo lo contrario, manteníamos un stock para evitar baches.

“Pero en esta zafra sí tuvimos dificultades con la entrada oportuna de los suministros, por las tensiones financieras a nivel de país -explicadas por el Gobierno- y también como consecuencia de la baja producción del sector”, explica Aquino.

Apremiados por dar a los cultivos las atenciones que requieren, hoy generalizan el empleo de 200 fertilizadoras, hechas en los mismos talleres que las sembradoras. Están a plena capacidad, trabajan 24 horas, desde Guantánamo hasta Artemisa.

-Según el Ministerio de la Agricultura, solamente el 7 % del área cultivable del país está bajo riego. ¿Qué situación presenta la caña?

El directivo de Azcuba asegura que de las más de 660 000 hectáreas sembradas, solo un 17% recibe riego. La aspiración es llegar, dentro del programa de desarrollo a mediano plazo, al 27 o 30%. Pero alerta que para eso deben cumplirse las inversiones previstas en los lugares con fuentes seguras de abasto.


Las áreas bajo riego representan un 17 por ciento del total de las plantaciones. (Foto: Cortesía del SNTA).

Continuar la siembra en secano de la mayor parte de las áreas destinadas a la agroindustria azucarera, corre el riesgo de volver a tropezar con la misma piedra, entiéndase otra prolongada sequía. Los expertos llevan años advirtiendo sobre los cambios climáticos y sus devastadores efectos. Hoy las autoridades de Azcuba respiran aliviadas porque la situación hídrica mejoró en Cuba, pero qué sucederá mañana.

Siguen dando la hora

El central Héctor Molina Riaño, antiguo La Teresa, enclavado en el municipio de San Nicolás de Bari, provincia de Mayabeque, ya sopla las velitas por su cumpleaños 168. El vetusto reloj del ingenio y los viejos hierros de la fábrica, siguen dando la hora, a pesar de los años. Y no son la excepción.

De los 53 centrales incorporados a la actual contienda, la mayoría se acercan a su centenario, y algunos -como el Quintín Banderas- duplican esa edad.

Del atraso tecnológico de los ingenios y las complejidades de asegurar la zafra en las actuales condiciones, habla Reinaldo Ruiz Guevara, director de Producción Industrial de Azcuba.

“La obsolescencia de los centrales obliga año tras año a hacer un proceso de reparación y mantenimiento muy intenso para asegurar la zafra. Debido a las inclemencias meteorológicas, la industria también modificó su programa de reparaciones, porque no solo se afectaron los centrales, sino también los trabajadores en sus viviendas. La recuperación atrasó las acciones planificadas”.

Unido a todo eso, agrega, el país presentó una situación muy tensa con la entrada de los gases industriales (acetileno), sobre todo en los meses de noviembre y diciembre, en plenas reparaciones e inversiones que se venían ejecutando en el sector. Esto incidió en el mucho tiempo perdido, imposible de recuperar después.

También tuvieron que disponer un plan emergente para recibir en las calderas un volumen mayor de tierra y otras materias extrañas. “Los ingenios nuestros no están preparados para trabajar con eso. En otros países, cuando se corta rasante, existen instalaciones intermedias para limpiar la caña.

“Nosotros tuvimos que colocar trampas mecánicas en los tándems para extraer altos volúmenes de cachaza y minimizar los efectos de la entrada de esa materia extraña. En condiciones normales de humedad, estas medidas atenúan las afectaciones. Pero cuando arrancaron algunos centrales en diciembre y enero, no era tierra lo que entraba al ingenio, era fango. Y para ese fango no estábamos preparados”.

Como consecuencia de eso, en la arrancada de los ingenios que comenzaron a moler se disparó el tiempo industrial perdido, cayó el rendimiento potencial de la caña y se obtuvo menos azúcar.

-Entonces, ¿cuánto producirá la industria?

En el reajuste del plan hay una reducción del 20%, explica el director de Producción Industrial de Azcuba.

-¿Tienen asegurada la cosecha?

Ruiz explica que actualmente buscan cómo asegurarla porque esto todavía no se hace en el país. La caña nueva que se siembra, si es afectada por ciclón, sí recibe seguro, pero la que está plantada con anterioridad, no.

Antonio León Musulí, director de Capital Humano de Azcuba, complementa que el Estado tomó la decisión de subsidiar, hasta en un 90%, a los productores por las afectaciones a la calidad de la materia prima. Y en el caso de las empresas estatales entregó un subsidio por los gastos fijos, al no arrancar en tiempo los ingenios o tener paradas a causa de las lluvias.

Aunque estas medidas se complementaron, evidentemente sigue quedando en el aire el seguro ante las afectaciones cañeras que inciden luego en los bajos rendimientos agrícola e industrial, y por tanto en la producción de azúcar.



El ensaque del azúcar también debe cumplir normas de calidad e inocuidad. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).

Vista fija en la industria

Con las afectaciones antes vistas como telón de fondo, la industria se concentra en tres aspectos, explica Reinaldo Ruiz. Primero, garantizar la calidad del azúcar contratada, tanto para el mercado foráneo como para el consumo nacional. Segundo, continuar el mejoramiento de las condiciones laborales, alimentación y transportación de los trabajadores en los centrales. Y por último, asegurar la inocuidad de la producción azucarera, algo que se trabaja de conjunto con los ministerios de Salud Pública y Comercio Exterior, y la Oficina Nacional de Normalización.

“El principal reto que tenemos, asegura, es iniciar lo más pronto posible la zafra que viene. Para eso tenemos que prepararnos desde ahora y cumplir el cronograma de reparaciones”.

Pase de lista a la innovación

Leonardo Cosme Labrada de Vara le salvó la molida al central 30 de Noviembre, en Artemisa, cuando construyó un sello de aceite a la chumacera del turbogenerador. Su innovación está propuesta dentro de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) como Premio de Mayor Impacto Económico.

Sin embargo, los mecánicos que laboran en el central Héctor Molina no tienen igual suerte, a pesar de haber ahorrado miles de pesos. “Con la recuperación de la eficiencia de la planta moledora, la reconstrucción total de las chumaceras, y el rescate de tornos y piezas garantizamos que el ingenio no se pare y eso cuesta muchos pesos. La mayor parte de estos trabajos los hizo el mecánico jubilado Marino Montero Verdecia, quien vino desde Granma.

“Pero ninguna de estas innovaciones se presenta en el Fórum, porque, además, aquí no funciona la ANIR”, reconoce Francisco Mieres Rodríguez, presidente de la filial de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC) en el central azucarero Héctor Molina.

Así lo corrobora Pedro Romero López, director de la UEB, con pocos meses en el cargo. “Organizar a los innovadores está dentro de los objetivos estratégicos de la nueva dirección”, enfatiza.

A Reinaldo Ruiz Guerra, director de Producción Industrial de Azcuba, no le cabe duda de que sin los innovadores la producción azucarera se va a bolina. “Aunque no puedo decir cómo está la ANIR, puedo asegurar que los centrales hoy funcionan en un 90 por ciento gracias a la acción de los aniristas. Esta es una de las industrias más innovadoras del país”, sentencia el directivo.

Por su parte, Wilian Licor González, miembro del secretariado del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros (SNTA), reconoce problemas con el sistema de innovación y la aplicación de la Ley 38, que regula el pago a los aniristas.

“De conjunto con la dirección de Azcuba trabajamos el tema y se han ido solucionando deficiencias en los centrales y talleres. Hoy contamos con 7 000 innovadores, en 400 estructuras, y la administración tiene la responsabilidad de atenderlos”, señala Licor González, quien reconoce que se les quedaron atrás el Héctor Molina y algunos otros ingenios. “Es un asunto que hemos ido resolviendo, pero evidentemente falta sistematicidad”.

Frente de cosecha

Al mediodía, hora de almuerzo, mientras los operadores y choferes descansan, Isaías Cruz Rodríguez, jefe de maquinaria del pelotón cañero, y José Ángel López Álvarez, mecánico automotor, se exprimen las neuronas buscando cómo reparar una combinada que se rompió en la mañana.

“Cuidamos estas máquinas como a las niñas de los ojos. Cuando llegaron al pelotón ya tenían seis años de explotación y aquí llevan dos”, explican. “Aunque tenemos una novia (pequeño taller rodante con equipos, piezas y accesorios para imprevistos) -afirma José Ángel-, no siempre aparece lo que necesitamos”.



Las piezas de repuesto para las combinadas cañeras no siempre aparecen cuando son necesarias. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).

Miraldo Mederos Hernández, director de Mecanización y Transporte de Azcuba, asegura que comenzaron la zafra con un balance de recursos bastante favorable, aunque algunas piezas para combinadas y camiones no llegaron de forma oportuna.

El directivo enumera los equipos que intervienen en la actual zafra. Cuentan con 100 pelotones de nueva tecnología (combinadas importadas y de producción nacional) y 374 habilitados con las antiguas KTP. “Mantenemos un alto coeficiente de disponibilidad técnica (CDT) de estos equipos”, asevera.

Con las combinadas de nueva tecnología, ubicadas en 100 pelotones, especifica Liobel Pérez Hernández, comunicador institucional de Azcuba, se hace el 60 por ciento de la cosecha cañera. Mantienen una productividad superior a las viejas KTP, distribuidas en 574 pelotones.

Mederos refiere que dentro de las medidas para optimizar el frente de cosecha incrementaron la capacidad de vasija en el tiro de la caña, agregaron remolques a los nuevos camiones y habilitaron unas 200 carretas para los pelotones que están a menos de 10 kilómetros de los centros de recepción.

“Estos medios los recuperamos en talleres propios, aspiramos a llegar a las 426 carretas, que también podrán ser utilizadas en las labores de siembra”, acota.

Mederos y otros directivos coinciden en que no tuvieron afectaciones en la asignación de combustible y siguen empeñados en disminuir los índices de consumo.

A manera de resumen, Lourdes Castellanos Jiménez, directora de Relaciones Internacionales, enfatiza que las empresas de Azcuba deben trabajar más intensamente para recuperar el tiempo industrial perdido. “Estamos acompañando a los ingenios que deciden la molida diaria de la zafra. Tenemos que continuar exigiendo la disciplina tecnológica. Hay que garantizar el ensaque y el refino, algo clave para asegurar la canasta básica de la población. Y continuar preparándonos para cortar caña de bajos rendimientos, exigir el control de la cosecha y evitar los incendios en la caña”.

Recordar que…

Hace ocho años la producción azucarera tocó fondo. Molieron solamente 39 ingenios y se produjo poco más de un millón de toneladas. Con la reorganización del sector, en 2011 surge el Grupo Empresarial Azcuba.

A medida que se incrementó la disponibilidad de caña, explica Liobel Pérez Hernández, comunicador institucional de la entidad, fueron sumándose otros 15 centrales. El saldo hasta la contienda anterior fue positivo, casi se duplicó la cantidad de azúcar, con un crecimiento sostenido de un 12 por ciento.

Sin embargo, esta línea ascendente no se puede mantener en la actual campaña, fundamentalmente por las afectaciones climatológicas, como bien conoce todo nuestro pueblo.

Hoy el plantel industrial para la producción azucarera en Cuba es de 56 ingenios, de estos el Ignacio Agramonte, en Camagüey, y el Washington, de Villa Clara, no pueden moler por falta de materia prima, solo refinan el azúcar crudo de otras fábricas. Y el Brasil, en Camagüey, severamente dañado por el huracán Irma, no pudo incorporarse a la zafra.

La transformación: lenta, pero sin pausa 

En búsqueda de fuentes de financiamiento y agilizar las inversiones para el desarrollo de la agroindustria


Incrementar la capacidad de almacenaje también ayuda a preservar la calidad e inocuidad del azúcar.

Dentro de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, así como en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, la agroindustria azucarera es uno de los sectores fundamentales para la transformación productiva del país. Sobre las perspectivas de desarrollo futuro, y problemas del presente, expone Ángel Miguel Méndez Torres, director de Desarrollo e Inversiones del Grupo Empresarial Azcuba.

“Para materializar la proyección estratégica hasta 2024 se necesitan inversiones. Vinculado a esto hay dos programas importantes: el cañero azucarero y el de incremento de los derivados de la caña.

“La agroindustria azucarera sustenta su propio desarrollo, es capaz de generar la materia prima para su proceso productivo, aporta energía al Sistema Electroenergético Nacional y se autoabastece, asegura el mercado interno y las exportaciones, y sustituye importaciones para el alimento animal”.

El objetivo de la proyección estratégica, amplía, es sostener el crecimiento de la producción cañera-azucarera y de sus derivados; planear la modernización del proceso agroindustrial, para humanizar el trabajo. En los planes anuales se incluyen las nuevas inversiones que tributan a ese desarrollo.

“Primero están las de sostenimiento, que dan respuesta a mantener lo instalado. Las otras son para mejoras de las diferentes áreas, crecimiento del equipamiento y humanización del trabajo”.

Prioridades


Ángel Miguel Méndez Torres, director de Desarrollo e Inversiones, se refiere a los avances y limitaciones en la proyección estratégica de Azcuba. (Foto: MARTHA VECINO ULLOA).

El directivo expone las ocho prioridades de estos programas. En primer lugar, el incremento anual de la siembra de caña y elevar los rendimientos agrícolas que hoy están en 37.2 toneladas por hectárea, y la aspiración es llegar a 53. Relacionado con esto, insiste, es importante acercar la caña a los centrales con vistas a reducir los costos.

Lo segundo, son las inversiones en el cultivo y el riego de la caña. Otro elemento es modernizar el balance de corte, alza y tiro. “Los centrales deben moler las 24 horas, pero es muy difícil garantizar la caña para los ingenios que lo hacen eficientemente”.

Sobre este tema adelanta que, además de las combinadas importadas para garantizar la zafra, se está desarrollando este tipo de equipos en el país a partir de un proyecto conjunto con China, y hoy se hacen las pruebas de campo. No es un proyecto de Azcuba, sino del Ministerio de Industrias.

Para garantizar el cultivo profundo de la caña, se han importado tractores de potencia media y continuarán importándose, igual que otros medios importantes. También se van sustituyendo los camiones ZIL, altos consumidores de combustible y de menor capacidad de carga, por otros más eficientes.

La cuarta prioridad es el incremento de la capacidad de molida de los centrales. Al respecto, señala Méndez Torres que hoy no se cubren las potencialidades de estos por la falta de caña, no están sembradas todas las áreas, ni se ha logrado el incremento del rendimiento agrícola. Pero se aspira a que sea así.

Además, reconoce, la industria se ha quedado un poco atrás, porque la tecnología es obsoleta, pero cambiarla requiere grandes inversiones. En algunas áreas de los ingenios se incorporaron tecnologías de punta, redujeron los consumos y aumentaron la eficiencia, pero no es suficiente.

También en la industria, puntualiza, es imprescindible garantizar la calidad e inocuidad del azúcar. “Hoy se nos hace muy difícil introducirla en varios mercados por las exigencias de calidad”.


Las inversiones para modernizar los procesos tecnológicos son costosas, pero muy necesarias.

Otro asunto relacionado con la industria, al cual no se le prestaba mucha atención, reconoce, es la disminución de la carga contaminante al medio ambiente, sobre lo que todavía hay que crear mucha conciencia.

Prioritario también es el mantenimiento, no solo del ingenio, sino de los equipos de mecanización con el objetivo de incrementar el coeficiente de disponibilidad técnica. “Hoy uno de los problemas más graves que tiene la zafra es el tiempo perdido por rotura de los equipos. Por eso, este acento”.

En tal sentido, es muy importante la fabricación y recuperación de piezas. “Tenemos talleres mecánicos bastante fuertes, tanto en la parte industrial como en la de mecanización, y son capaces de hacer desde una pieza pequeña hasta equipos grandes como las sembradoras. Tienen capacidad para producir el 70 por ciento de los hierros que lleva un central”, asegura.

De cara a la industria, existen 23 renglones, entre equipos, accesorios, partes y piezas que se desarrollan en los talleres de Azcuba. “Y tenemos capacidad para patentar industrialmente todo lo que hacemos, no solo para consumo interno, sino para exportar”.

La proyección estratégica prevé crecer en azúcar, por tanto, serán necesarias entonces mayores capacidades de almacenaje. “La idea es llegar a incrementar en un 30 por ciento para el azúcar y en un 40 para las mieles”.

La siguiente prioridad es aumento también de las capacidades de las destilerías. Dentro de los productos tradicionales derivados de la caña, el líder es el alcohol. Méndez Torres refiere que en el país hay 11 destilerías y ya se exporta una cantidad importante de alcohol, cosa que hace unos años no se hacía.

Dentro de los productos tradicionales también está el tablero de bagazo, que se produce, poco, en cuatro plantas con tecnología obsoleta. “El plan es de 17 000 metros cúbicos para 2018, pero con esa materia prima se pudieran hacer 45 000, es decir, solo hacemos una tercera parte. Y hay inversiones dentro del plan de desarrollo para esto también”.

Otra prioridad que el país exige con fuerza es la producción para el alimento animal (vacuno, porcino). Ya se han implementado más de 40 plantas, muy importantes cuando hay sequía.

Finalmente, dentro de los elementos más significativos que debemos potenciar está el programa de bioeléctricas. “Hoy tenemos entre un cuatro y un cinco por ciento de incidencia en la matriz energética del país, y queremos llegar a un 14%. Estas inversiones en bioeléctricas están en dos vertientes: créditos gubernamentales y empresas mixtas.

“Este programa ha ido tomando fuerza en los centrales Ciro Redondo, Jesús Rabí, Héctor Rodríguez y Uruguay. Los tres primeros ya tienen créditos. Y hay siete más bastante avanzados en los procesos de negociación. Las 25 bioeléctricas van a aportar 872 megawatt, que de conjunto con la generación actual garantizarán más de 1 200 Gw/h al año. Eso significa la sustitución de unas 952 000 toneladas de combustible fósil anuales y la no emisión de 3 600 000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera al año”.

Cuando de dinero se trata


Con las 25 bioeléctricas se beneficiará el Sistema Electroenergético Nacional en más de 1 000 gigawatt/hora.

El directivo de Azcuba explica que tienen un esquema de financiamiento cerrado que les permite cubrir las inversiones, excepto aquellas que requieren altos montos, para los cuales son necesarios los créditos.

“Por eso podemos planificar mucho en el programa de desarrollo, pero después tenemos que ajustarnos a la realidad. Generalmente se priorizan más las inversiones de sostenimiento que las de desarrollo, por un problema de supervivencia. Si tuviéramos todo el dinero que necesitamos podríamos sostenernos y desarrollarnos, pero hoy nos estamos sosteniendo y limitadamente nos vamos desarrollando. Al cierre de 2017 la proyección estratégica de Azcuba se cumplió al 50 por ciento. Nos estamos desarrollando, pero muy lentamente”.

Como el resto de las organizaciones en el país, están llamados a buscar créditos a largo plazo, con aceptables tasas de interés.

“Tenemos un acuerdo con el Ministerio de Comercio Exterior para buscar fuentes de financiamiento. Dentro de la cartera de oportunidades destacan las bioeléctricas, que son los principales proyectos; también, las nuevas destilerías; el desarrollo del sorbitol, un producto farmacéutico; y cinco roneras”, precisa Méndez Torres.


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