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sábado, 16 de junio de 2018

Lo que está en juego en las elecciones de EE UU

El mensaje de los republicanos al electorado con problemas crónicos de salud es muy sencillo: "Moríos"


El gobernador del Estado de Florida, Rick Scott.JOE RAEDLE AFP

Los sondeos indican que los ciudadanos consideran que la sanidad es la cuestión más importante en las elecciones de mitad de mandato. Esto plantea inmediatamente una pregunta: ¿entienden los votantes qué está en juego? Y en concreto, ¿se dan cuenta de que si los republicanos conservan el Congreso eliminarán la protección a los 52 millones de estadounidenses —más de una cuarta parte de los adultos no ancianos— con afecciones preexistentes que, antes de que se aprobase la Ley de Atención Sanitaria Asequible (conocida como Obamacare), podrían haber llevado a las aseguradoras a negarles cobertura?

De hecho, el Gobierno de Trump está intentando ya eliminar esas protecciones a través de los tribunales. Probablemente no lo conseguirá. Pero podría hacerlo, en cuyo caso se calcula que 17 millones de estadounidenses perderían su seguro médico.

Y aunque la demanda no prospere, el apoyo del Gobierno a una demanda judicial increíblemente endeble—tan indefendible que tres abogados de carrera del Departamento de Justicia se retiraron de la causa— es una señal clara de las prioridades conservadoras. El mensaje del Partido Republicano a los estadounidenses con problemas de salud es sencillo: "moríos".

Por cierto, a algunos parecen sorprenderles las medidas tomadas por el Gobierno a este respecto, ya que Donald Trump ha prometido muchas veces proteger a las personas con afecciones preexistentes. Pero recuerden: la campaña contra la Ley de Atención Sanitaria Asequible se ha basado en todo momento en mentiras.

Primero, mentiras acerca de cuál era exactamente el contenido de la ley. ¿Se acuerdan de los "paneles de la muerte"?

Después, mentiras acerca de sus consecuencias. Durante un tiempo, Americans for Prosperity, el grupo financiado por los hermanos Koch, publicó anuncios que supuestamente presentaban historias reales de estadounidenses que soportaban terribles desgracias por culpa de la ley. Pero ninguna —repito, ninguna— de estas historias soportó una verificación imparcial. De modo que los anuncios pasaron a ser cada vez más vagos, y al final presentaban actores que fingían ser víctimas de la ley en lugar de víctimas reales, que al parecer eran demasiado difíciles de encontrar.

Pero la mentira más persistente de quienes se oponen a la ley —no solo Trump, sino todos ellos— es la afirmación de que quieren proteger a los estadounidenses con afecciones preexistentes. No quieren, y nunca han querido.

Es fácil ver por qué afirman lo contrario. La enorme mayoría del electorado, incluido el 59% de los republicanos, quiere mantener las normas que prohíben a las aseguradoras negar la cobertura a cualquier persona basándose en su historial médico. Por consiguiente, existe un fuerte incentivo para fingir que protegerán a personas que en el pasado han tenido problemas de salud.

Pero la falsedad de la afirmación siempre ha sido evidente.

Era evidente por una cuestión de pura lógica incluso antes de que los republicanos empezasen a proponer supuestos sustitutos de Obamacare. Si vas a garantizar cobertura con independencia del historial médico, tienes que inducir a contratar un seguro a personas que todavía están sanas, para que las aseguradoras tengan un fondo de riesgos manejable. Eso conlleva algún tipo de combinación de subvenciones para hacer el seguro asequible y sanciones para quien no se asegure. En otras palabras, exige un sistema muy parecido al contemplado en la Ley de Atención Sanitaria Asequible.

De modo que las exigencias de que se suprimiera la ley siempre han significado eliminar la cobertura para quienes más la necesitan, solo que los enemigos del Obamacare esperaban que la gente no se diera cuenta de ello. Y lo cierto es que, en general, se salieron con la suya hasta el año pasado, cuando tuvieron que presentar una legislación sanitaria específica.

Ahí se acabó el juego. Quedó claro de inmediato que cualquier alternativa republicana al Obamacare dejaría fuera a los estadounidenses con afecciones preexistentes. Y la reacción pública contra esa revelación es básicamente lo que hizo que fracasara el intento de revocación republicano. Pero fracasó por poco. Y si los republicanos siguen conservando el Congreso el próximo año, cualquiera con un historial de problemas médicos a quien su empresa no proporcione un seguro médico perderá la cobertura.

De hecho, podría incluso no bastar un empleo con cobertura sanitaria: si la demanda judicial respaldada por Trump prospera, las empresas podrán negarse a cubrir las afecciones preexistentes de los nuevos trabajadores.

Lo que puede parecer desconcertante de todo esto es la crueldad. Cierto, Donald Trump es obviamente un hombre que carece por completo de empatía. ¿Pero no hay otros republicanos que se sientan un poco mal respecto a la perspectiva de retirarles la atención sanitaria a millones de estadounidenses que no han hecho nada malo aparte de tener problemas médicos en el pasado?

Pues no. Piensen en Rick Scott, gobernador de Florida (y en la actualidad candidato al Senado), cuyo fiscal general se ha unido a la demanda judicial para eliminar la protección a las afecciones preexistentes. Aunque Scott se ha negado a decir si apoya o no la demanda, declaraba: "Tenemos que recompensar a la gente que se cuida". Cierto, porque si tienes cáncer, o artritis, o esclerosis múltiple —todas ellas incluidas en las afecciones preexistentes por las que a los solicitantes se les negaba la cobertura— debe de ser culpa tuya.

Por cierto, una advertencia a los mayores que votan en Florida: quizá piensen que nada de esto les importa, porque están cubiertos por la asistencia sanitaria a los mayores de 65 años, el Medicare. Si es así, piénsenlo dos veces: si los republicanos ganan en noviembre, a continuación irán por el Medicare, para compensar el coste de su rebaja fiscal. ¿Y eso quién lo dice? Ellos mismos.

De modo que, como he dicho, los votantes deben entender qué nos jugamos en estas elecciones de mitad de mandato. Determinarán si las personas con problemas médicos reciben la atención sanitaria que necesitan.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía.

© The New York Times Company, 2018.

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