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martes, 11 de septiembre de 2018

De escalar el cielo, a surcar el suelo


Hace a penas unos días conocí a uno de esos hombres imprescindibles para hacer sustentable la economía cubana. Se trata del campesino Irais Montero Montero, asociado de la Cooperativa de Créditos y Servicios Lorenzo Rodríguez Véliz del municipio Bayamo, en la provincia de Granma, ubicada en el sur oriental de Cuba.

Este hombre, nacido en Sagua de Tánamo, durante los últimos siete años ha sido de los más destacados del territorio granmense en la entrega de carne ovina. El hacendoso productor se enfrasca además en el cultivo de viandas y granos, sobresaliendo también por la entrega de garbanzo.

“Vengo de una familia campesina, soy nieto de un mambí, tengo un tío que murió en el combate para la toma de Sagua de Tánamo, en Holguín, y otros dos tío pusieron campamentos rebeldes en sus casas… O sea, yo vengo de una familia de luchadores y revolucionarios, entonces como buen revolucionario me parece que tengo que seguir luchando…”

Irais sabe que uno de los frentes de batalla actualmente en Cuba es la alimentación del pueblo, por eso en solo dos caballerías de tierra se esfuerza hasta lo indecible para dar sus mejores aportes y con ese empeño amanece cada día.

En conversación con su familia más cercana supe que cada mañana comienza por beber una energética bebida de moringa. De ella necesita para emprender una ardua faena cotidiana que no tiene límite de horas.

Después sale a ordeñar las dos vacas de su corral y de ellas extrae 11 litros de leche con los que beneficia a la comunidad. Luego, azada al hombro, recorre unos 50 metros desde su casa hasta los campos más cercanos y mientras se levanta en el cielo el sol y se dicipa el rocíó que afecta al ganado menor, él va labrando el surco para producir otros alimentos al pueblo.

En sus más de dos caballerías incluye cultivos de boniato, yuca, frijol y garbanzo, con rendimientos que pasan los 800 quintales por hectárea, en el caso de las viandas, y los 35 quintales por hectárea en los granos.

A las diez de la mañana ya es hora de pastorear unas 300 cabezas de ganado menor. Entonces Irais lo hace con todo cuidado porque sabe que de la acertada atención a los animales depende la entrega del protéico alimento y el incremento de la producción que ya anda por las cuatro toneladas de carne ovina al año.

El sobrecumplimiento del plan le permite incluso suministrar sistemáticamente este tipo de carne para la casa de niños sin amparo filial en Bayamo.

Junto al tío Elijio, su más fiel compañero de labranza, Irais también cultiva plátano, coco, guayaba, fruta bomba y algunas variedades de cítricos. Aunque él siempre apuesta por más, ya la diversificación en sus tierras es una meta cumplida.

“Yo hago de todo, porque el país se ha dedicado a hacer todo lo que cree que puede hacer, siempre tratando de superarme para ser mejor en lo que hago, para dar al pueblo cosas con calidad, para hacer sustentable a mi economía, aún cuando solo tengo dos caballerías de tierra a mi favor.

“Pienso crecer y extenderme en áreas de cultivo, porque pienso también aportar más a mis vecinos, a mis coterráneos, a los habitantes de mi provincia.”

Esas fueron las últimas palabras que me dijo este hombre, mientras hablábamos de trabajo. Entonces descubrí a un ser humano que sabe crecerse aún viviendo ya la tercera edad.

Irais trabajó durante 39 años como ingeniero de vuelo en el aeropuerto agrícola de Bayamo. Tras jubilarse en 2005, comenzó lo que para él siempre fue una pasión, el trabajo de la tierra.

Antes escalar las nubes era tarea de cada día, ahora surcar el suelo es su mayor altura. Pero se siente satisfecho de lo logrado porque se sabe entre los imprescindibles para dar de comer al prójimo.

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