Las definiciones adoptadas en el VII Congreso del PCC celebrado en el 2016, sentaron las bases para la elaboración de una estrategia que posibilite completar adecuadamente la creación de condiciones para un desarrollo sostenible de la economía cubana a mediano plazo.
Para lograr esos objetivos –además de un crecimiento de la eficiencia económica basado en el uso más eficiente de los recursos materiales y humanos disponibles- no es posible pasar por alto el impacto de factores externos que tienen una fuerte incidencia en el desempeño económico del país, tomando en cuenta el elevado nivel de apertura externa que alcanzaba un 38,8% en el 2016.
Es claro que no se trata de descargar la culpa de nuestras dificultades a factores externos, ajenos a nuestro control. Pero tampoco es posible obviar cómo -a pesar de los esfuerzos realizados-, la coyuntura internacional que el país ha debido enfrentar desde el propio año 2016, no ha permitido avanzar con ritmos de crecimiento suficientes para alcanzar los objetivos previstos en 2016 y 2017, ni es previsible un cambio que permita asegurarlos todavía en el 2018.
Es así que luego del impulso logrado en el 2015 –cuando se alcanzó un crecimiento del 4,4% en el PIB- en el 2016 se enfrentaron condiciones externas imposibles de predecir y que condujeron a que no se creciera más que un 0,5% en ese período.
En efecto, hace dos años se produjeron modificaciones abruptas de la coyuntura externa que impactaron negativamente y con mucha fuerza en la economía nacional, cuyos elementos más importantes pueden sintetizarse en lo siguiente:
- En primer lugar, en el ámbito energético, a partir de la combinación de los suministros externos de hidrocarburos provenientes de Venezuela y la producción nacional, se lograron hasta el año 2015 cifras que permitían un funcionamiento aceptable de la economía. Pero en el 2016 las entregas de petróleo equivalente importado de Venezuela bajaron aproximadamente un 40% en el año, a partir de serias dificultades en la producción de ese país. A ello se sumó el inicio de una tendencia decreciente de la producción de crudo nacional debido al agotamiento de los pozos, luego de haberse alcanzado durante varios años una producción de petróleo y gas ligeramente superior a 4,0 millones de toneladas anuales. Esta situación demandó compras adicionales de combustible a Rusia y Argelia por un valor en torno a los 100 millones de dólares.
- En segundo lugar, la fuerte reducción de los combustibles tuvo efectos multiplicadores notablemente negativos en casi todos los sectores de la economía y también en el consumo de la población. De tal modo, se redujo el valor agregado en diferentes sectores: Minería (-3,7%); Industria manufacturera (-4,6%); Industria azucarera (-19,4% ); y Comercio (-2,5%). A esto se sumó la caída de un 19,7% del valor de las exportaciones totales y del 10,6% en las importaciones. A ello se agregó un aumento de la liquidez en manos de la población –que se elevó hasta el 52,3% del PIB- y un déficit fiscal del 6,6% también referido al PIB, creando presiones inflacionarias adicionales en la economía.
- En tercer lugar y no es un dato menor, se mantuvo la presión del bloqueo económico de Estados Unidos, cuyo impacto en el año se calculó en 4 681 millones de dólares.
- Finalmente, el país sufrió los efectos del huracán Matthew, que afectó 46 706 viviendas y causó pérdidas por 2 431 millones de dólares.
La coyuntura económica fue aun más compleja en el 2017.
- En primer término, se mantuvo la reducción en el suministro de combustible a niveles aproximadamente iguales a los del año anterior, lo que volvió a requerir compras adicionales de hidrocarburos, al tiempo que la producción nacional de crudo descendió a 3 millones 690 mil toneladas.
- En segundo lugar, al ganar las elecciones de EEUU en noviembre del 2016 el ultraderechista Donald Trump, cesó el “efecto demostración” positivo que el inicio de la normalización de relaciones con Cuba había provocado en los medios de negocio internacionales, factor que contribuyó al positivo desempeño económico alcanzado especialmente en el 2015. Por otro lado, nuevas medidas de agresión a Cuba –particularmente en el sector turístico- que comenzaron a implementarse por la nueva administración norteamericana en junio del 2017, trajeron como consecuencia nuevamente elevados costos del bloqueo para el país, que llegaron a 4 305 millones de dólares en un año y a 130 179 millones a lo largo de casi 60 años de agresiones constantes.
- Finalmente, el intenso huracán Irma asoló el país en septiembre del pasado año, causando pérdidas record por más de 13 000 millones de dólares y afectaciones en una cifra superior a las 179 000 viviendas, así como efectos destructivos de importancia en el sector turístico y en la agricultura.
La economía cubana –que había planificado un discreto ritmo de crecimiento del 2% en el 2017-, solo logró incrementar el PIB en 1,6% y –aun cuando aún no están disponibles todas las estadísticas oficiales- según el Ministro de Economía y Planificación se registraron “…incumplimientos de: los ingresos previstos por exportaciones de bienes y servicios; la disponibilidad de combustibles; ejecución de determinados programas inversionistas y problemas climáticos como la aguda sequía y el huracán “Irma”, que afectó a 12 provincias, provocando cuantiosas pérdidas.” Por otra parte se señaló que “En la actividad industrial, la tensa situación financiera durante el año ha conllevado a identificar y priorizar los financiamientos y pagos a los proveedores que garantizan las principales producciones, pero no en todos los casos, se pudo alcanzar ese objetivo.”
En estos momentos los resultados económicos del 2018 muestran un crecimiento del 1,1% en el PIB durante el primer semestre, cifra similar a igual período del 2017, a pesar de las graves consecuencias del mencionado huracán Irma, que impactó negativamente en el turismo durante los primeros meses del año y contribuyó a una producción azucarera en torno a solo un millón de toneladas de azúcar en esta zafra, entre otros efectos. Tampoco puede pasarse por alto que, entre el 2016 y el 2018, los precios de exportación del azúcar bajan un 30%, mientras que los precios de las importaciones de petróleo suben un 51,2% y los de los alimentos se elevan un 7,5%
Para este año los estimados de CEPAL ubican el crecimiento del país en torno al 1,5% , mientras que el Economist Intelligence Unit lo estima en 1,7%.
Ello se apoya en algunos elementos esenciales, que incluyen: la llegada de un estimado de 4 millones 750 mil turistas en el año, con un ingreso bruto que puede calcularse en torno a 3 400 millones de dólares; una producción agropecuaria e industrial aproximadamente igual a la del pasado año; un crecimiento del nivel de inversiones similar al logrado en el 2017, es decir, superior al 20%, unido a un discreto aumento de la inversión extranjera directa; a todo esto se añade una renegociación y pago de las cartas de crédito pendientes de liquidación –proceso ya iniciado el pasado año-, que permita restaurar el suministro de importaciones indispensables para cubrir gradualmente la demanda interna en mejores condiciones.
Es así que puede concluirse que si bien la cifra de crecimiento que se pronostica para este año se aleja de las necesidades de un desarrollo sostenible, no puede pasarse por alto la que puede calificarse de extraordinariamente adversa coyuntura internacional que se encuentra tras ese resultado y –consecuentemente- el enorme esfuerzo que nuestra economía ha debido realizar para que no se produzca una depresión de mayores consecuencias, manteniendo –al mismo tiempo- los servicios sociales básicos de la población con el mínimo de afectaciones posibles.
Por todo lo anterior, es justo pensar que los obstáculos externos que hemos debido enfrentar –con mayor o menor eficiencia- no deben hacernos perder de vista que el país cuenta con los recursos potenciales indispensables para enfrentar las muy complejas circunstancias del presente y salir adelante sin perder la visión de largo plazo y sin renunciar a las conquistas logradas en el orden social y político, que solo el socialismo es capaz de garantizar. De nosotros depende que así sea.
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