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martes, 30 de octubre de 2018

La nueva constitución y el desafío crucial de Díaz-Canel: reconectar la ciencia con el gobierno


Foto: Fernando Medina (Cortesía para La Cosa)

(Algunas ideas sueltas sobre el tema y referencia a un sueño. Primera parte)

Por Ricardo J. Machado

Propósitos

El tema de la ciencia –capítulo V del proyecto de la nueva constitución- ha sido uno de los menos discutidos, si juzgamos por los reportajes televisivos. Y no es de extrañar, pues se trata de un asunto que ocupa y preocupa a un sector minoritario de la población. Por lo que estuvo a mi alcance, la TV mostró un par de sesiones sobre el asunto, ambas en centros de investigación. Nada del otro mundo.

En Cubadebate apareció un excelente texto del profesor Nuñez Jover, pero me pareció más centrado en el aspecto relacionado con las funciones de la educación superior. Posiciones también críticas sobre el tema expresaron el Dr. Montero, presidente del Consejo Científico de la Universidad de la Habana y el compositor e interprete Israel Rojas, director del conocido dúo Buena Fe. Estos últimos, en el programa Pensándolo bien que dirige con lucidez y originalidad el Dr. Raúl Garcés.

Sin embargo creo que, a pesar de ello, algo esencial se nos está escapando. Tan esencial que, si se escapa, el precio para el pueblo cubano va ser devastador: permaneceremos ad infinitum en el estancamiento crónico que padecemos. Sin embargo, su aceptación –como todo hecho humano- tiene límites.

Según mi punto de vista esta inquietud se expresa en la pregunta siguiente: ¿Cuál debe ser el papel de la ciencia en la fundamentación de las decisiones de la economía del país –y en la obtención de la visión de nación que nos proponemos los cubanos?

El tema se “escapó” de los Lineamientos, se “escapó” de la Conceptualización del modelo y se “escapa” también ahora del proyecto constitucional. Y casi nadie dice nada al respecto. ¿No será que alguien lo está ´´escapando´´ y le molesta el punto?

Uno se pregunta ¿cómo es posible evadirlo y hacerse el chivo loco cuando una de las frases de Fidel más recordadas es aquella que comienza –sin que hiciera excepciones- “nuestro futuro tiene que ser … etc”. Tengo un conocido aficionado a la ironía que completa la frase diciendo “de boxeadores, bailarines y peloteros” a juzgar por lo que aparece en la TV y otros medios que solo sacan un investigador de tarde en tarde y casi nunca, por ejemplo, un empresario.

La cosa tiene algo de misterio porque al conocido pensamiento de Fidel habría que añadir algunas ideas expresadas por el general de ejército Raúl Castro, a las que al parecer algunos funcionarios no hacen mucho caso o quisieran no haber escuchado.

“No podemos admitir que sucedan los problemas, tengamos conocimiento de ellos y no realicemos investigaciones profundas para saber por qué y cómo sucedieron” (Reunión ampliada del Consejo de Ministros, Granma, 1 de mayo 2012 ) O esta otra: “No es perfecto lo que hacemos, a veces nos falta experiencia en algunos temas y cometemos errores, por eso cada asunto tiene que estar sometido constantemente a las observaciones críticas” (Reunión ampliada del Consejo de Ministros Granma 3 de marzo de 2014 )

Las dos ideas son especialmente pertinentes para la esfera económica, pero no son pocas las decisiones en esta esfera que no se basan en investigación alguna.

Voy a ilustrar esta idea con el caso de una decisión de gobierno de enorme importancia económica y social: el caso de la creación de las cooperativas no agropecuarias.

De manera precipitada, se crearon cerca de 500 en pocos meses.

Ahora afrontamos en este campo una situación muy compleja y difícil de resolver. Los que redactaron los decretos 305, 306 y restantes sobre estas cooperativas, ¿no sabían que en República Dominicana -no en Alemania- los responsables para fundar una cooperativa deben pasar un programa de formación de tres meses?

Al parecer leyeron en la bibliografía correspondiente los principios del cooperativismo, porque incluyeron algunos en la ley pero olvidaron incorporar el que se considera fundamental: el estudio y la capacitación constante. Lo que permite suponer que a los redactores no les gusta estudiar. Prueba de ello dieron con esa chapucería.

Anda circulando un nuevo proyecto de ley sobre cooperativismo. Dicen los que la han leído que no dice nada sobre el concepto de RESPONSABILIDAD SOCIAL que es un asunto decisivo para esta y otras organizaciones. Nos amenazan con otro dislate.

Nuestra actividad científica asume un carácter asimétrico: se concentra mucho en las biociencias, pero deja de lado las ciencias del comportamiento, la Economía, la Psicología y la Sociología, entre otras.

La mencionada tesis de Fidel se ha aplicado solo en algunos sectores, afortunadamente esenciales. Cuando se fundó el Colegio de Defensa Nacional fui invitado –junto a otros profesores veteranos- a impartir algunos contenidos con la intención de colaborar con la formación de su claustro. Tuve la satisfacción de encontrar allí un clima de trabajo científico que ha perdurado.

Ya tenemos un importante grupo de doctores en Ciencias Militares. Solo la FAR y el MES hacen públicos sus actos de graduación de doctores.

Por algo, las revistas del Imperio clasifican a nuestras fuerzas armadas y de seguridad entre las más competentes del planeta. Lamentablemente, no ha sido así con la esfera económica.

En este campo se da la impresión de que existe un grupo secreto y aislado, que se cocina en su propia salsa y tiene alergia al contacto en profundidad con los trabajadores de la ciencia de esa esfera y toma decisiones sin analizar opiniones diferentes. (Sé que “consultan” a ciertos investigadores, pero también sé que no les hacen mucho caso).

He leído que se ha creado un Consejo Científico para el desarrollo del Modelo que se persigue en Cuba, pero que se mantiene oculto, no está aún oficializado. He preguntado en los medios científicos en que me muevo y no he obtenido una respuesta consistente. Más temprano que tarde el presidente tropezará con este asunto. Ojalá tome medidas para socializar un poco más estos procesos.

I have a dream

Leí los discursos de Barack Obama en su campaña presidencial de 2018, y lo que decía sobre Cuba. La esencia de su tesis era la siguiente: “Cuba está estancada económicamente, el gobierno dice que es por culpa del bloqueo, pero la verdad es que no saben administrar el país. Quitémosle el bloqueo, seguirán las dificultades económicas; el pueblo verá que la culpa la tienen ellos, perderán la confianza de la población y se van caer solos”.

Es la ideología del zorro y trató de aplicarla aquí.

Trump se dio cuenta que la tesis de Obama no era del todo cierta y que era muy riesgosa. En el fondo ellos saben que el cubano no tiene un pelo de bobo, Creo que él y sus asesores interpretan mejor que Obama la lección de resistencia de un país cuyos soldados atravesaron el océano y cambiaron el destino de África en poco tiempo, y también el de América Latina, lo que demoró más años. No pueden perdonarnos: no van a quitar el bloqueo y si lo hacen será para peor, inundando el país con inversiones yanquis por todos lados e introduciendo la droga a todo el cuerpo social.

Su objetivo no es tanto derrocar la Revolución, como destruir la nación cubana, como han estado haciendo en otros lugares.

Esa obsesión persecutoria contra Cuba refleja, en mi opinión, que nos temen. Por eso Trump adopta la filosofía del lobo o, si se quiere, del tigre.

Pienso en la situación de Cuba cuando veo los documentales de Multivisión que muestran como en las llanuras africanas los animales depredadores –leones y tigres- cazan mansas gacelas y cebras mediante la técnica de subirse encima de sus víctimas, cerca de su cuello para clavar sus colmillos en sus venas, desangrarlos, quitarles la fuerza para terminar de asesinarlos con calma.

Hace más de cincuenta años que nuestro país tiene un tigre encaramado en sus espaldas. La fiera busca desesperada nuestro cuello tratando de encontrar las venas esenciales para hincar sus colmillos.

Ya ha roto algunas y Cuba sangra.

Pero no ha encontrado aún la yugular, que no es otra que la Economía y su núcleo, que es la toma de decisiones estratégicas relacionadas con las empresas.

Pienso que tanto la doctrina Trump como la de Obama tienen un componente racional. Creo también que nuestras venas no están suficientemente protegidas. Tenemos tareas pendientes al respecto.

Cuba ha sobrevivido al ataque del tigre porque la dirección del país no ha cometido errores políticos irreversibles, y ninguno de los cometidos ha sido esencial.

La paradoja de la situación cubana es que somos un país políticamente bien dirigido pero mal administrado, muy mal administrado. Quizás la principal limitación del sistema político es que no ha encontrado la vía para crear relaciones flexibles para el despegue de los sectores de la economía y el sistema empresarial.

Hace poco un titular de Granma recogía la frase de uno de nuestros vicepresidentes: “la empresa es el corazón de la economía”. Hubiera querido escucharla hace cuarenta años; otro gallo cantaría a pesar del bloqueo. La empresa es la cenicienta de las organizaciones cubanas. Ni el socialismo europeo ni el nuestro ha logrado entender cómo funciona. Ella es nuestra yugular. (Esto es válido tanto para la empresa estatal como para la privada. Si las empresas no viven y se desarrollan, Cuba tampoco lo hará.)

He dado toda esta vuelta para llegar al punto: hay que convertir la empresa en un objeto de ciencia, para echarla a andar. La mayoría de ellas no está funcionando y no siempre es por culpa del bloqueo. Los dos factores principales son en mi opinión, de una parte, la paranoia controladora de los funcionarios de los ministerios que no las dejan respirar, y de otra, la ausencia de programas serios de formación empresarial.

El mes pasado el compañero Charles Romeo publicó un artículo sobre sus experiencias de trabajo con el Che, la utilización de modelos matemáticos en la economía y los problemas de la actividad empresarial. Una de las comentaristas, llamada Carmen, le dijo “que no funcionan no por falta de cursos, pues han recibido bastante.”

La lectura que hice de su comentario fue como si hubiera dicho lo siguiente: “nuestros hospitales no funcionan y no es por falta de preparación de los médicos, ¡porque todos han terminado su carrera de dos años!. Todo el mundo sabe que hace mucho tiempo que los médicos se forman en programas de seis o siete años.

Lo que no sabe todo el mundo –incluìda la cra. Carmen- es que los empresarios se forman en casi todos los países con carreras de Ciencias empresariales de cinco años –aquí la hubo y la cerraron- y los ingenieros y economistas que no hacen esta carrera se forman en maestrías de Administración de 2,000 horas como promedio a tiempo completo.

Aquí estamos “formando” empresarios en diplomados de 300 horas. En términos pedagógicos nutricionales esto equivale a un pan con pasta y un refresco de polvito. No hay proteína. Esta es la causa de que el proceso de tomas de decisiones en esta esfera está desestructurado.

No hay gestión del conocimiento. Esta no funciona sin conocimientos, que es lo que falta.

A estas alturas todavía no tenemos un programa de formación de empresarios en concordancia con los estándares internacionales. (Tampoco lo tenemos de formación de funcionarios estatales ) La causa principal en mi opinión es que el ala conservadora de la dirección cubana (en todas partes los gobiernos la tienen, al igual que una progresista, lo que es absolutamente normal e inevitable) piensa erróneamente que son técnicas capitalistas que pueden confundir la mente de nuestros cuadros.

En realidad, prácticamente todas son ideológicamente neutrales. Recordemos que tanto Lenin como el Che recomendaron introducir en el socialismo las estructuras organizativas de los grandes consorcios capitalistas, algo que no hemos tenido en cuenta, al igual que hicieron los soviéticos. Pienso, además, que los compañeros que mantienen posturas hostiles o de subestimación de la formación empresarial no han estudiado el asunto. Sin dudas tienen buenas intenciones, pero están ocasionando daños graves al desarrollo del país.

Me dirán que existen empresarios que tienen éxito sin recibir esos programas. Les respondería que tenemos grandes músicos que no han estudiado en las escuelas, pero son los menos, al igual que los empresarios exitosos. Existe algo que los especialistas llaman “el equipaje genètico”. Recordemos aquello de “Lo que natura no da, Salamanca no otorga”.

Hace más de 6 años que funciona un “programa” de formación de empresarios, mediante un diplomado llamado de Gestión Empresarial que ha graduado más de 20,000 directivos. La mayoría de sus tesis no se han aplicado porque muchos de los ministros no se ocupan de ello. La situación en las empresas no ha cambiado a pesar de tantos “cursos”, porque estos están mal diseñados y peor implementados: mucho power point y pocos estudios de casos.

(Conozco que las maestrías en Administración están siendo criticadas ahora, pero eso es harina de otro costal, no tengo espacio para comentarlo y no cambian mis ideas al respecto.)

Para terminar este epígrafe y justificar su título, agrego lo siguiente: Como a la mayoría de los cubanos, el contenido de la nueva Constitución me ha puesto a soñar.

No con uno solo, pues tengo varios sueños. Escojo aquí solo uno, que describo a continuación. He soñado que he elegido con los votos de mis vecinos y el mío (no designado desde arriba) a un miembro de la Asamblea Nacional o un intendente, como se quiera, en mi municipio. Es competente, comprometido con nuestro modelo de desarrollo y sin miedo a la burocracia, que hace su trabajo a tiempo completo con un salario decoroso. Tengo su teléfono, sé donde vive y cada tres meses nos reúne en un parque para escuchar las preguntas e inquietudes de los ciudadanos del territorio. Ya tengo mi primera pregunta ;

“Compañero diputado: tengo aquí una lista de premios nacionales de Economía y de Ciencias Sociales y antiguos ministros, todos identificados con la Revolución y con sólida preparación científica ¿por qué ninguno es asesor del gobierno y sus opiniones no se discuten con ellos ni participan en las decisiones sobre el desarrollo económico de la sociedad cubana? Le pido de favor que traslade mi pregunta a los niveles superiores del país”.

Hasta aquí adelanto algo sobre lo que considero el principal desafío del presidente. No termino con este texto, tiene una segunda parte porque el tema es complejo y lleva espacio y tiempo.


Ricardo J. Machado. Sociólogo. Fue miembro del Consejo de Dirección de la Revista Pensamiento Crítico y profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Berlín. Asesor del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1980-1994). Ha impartido docencia en universidades de América Latina. Fue profesor invitado de la Universidad de Berlín. Ha publicado varios textos relacionados con su especialidad: el factor humano en las organizaciones. Trabajó como consultor de las Naciones Unidas. Editó su más reciente libro en 2013 “Abrir y mantener un negocio por cuenta propia”, por la editorial Ciencias Sociales.

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