Especialistas señalan esta práctica de imprescindible para la seguridad alimentaria y el despegue de la producción de carne.
El ganado de Vista Hermosa se compone de 200 reses, vacas, terneros, añojos, novillas y toros. Foto: Jorge Luis Baños_IPS
La Habana, oct.- En la finca Vista Hermosa, el productor Misael Ponce, de 42 años, cosecha los frutos de los cambios profundos que realizó como la mejora de las naves para ovinos y vacunos y el incremento de las siembras de pastos y forrajes para alimentar los rebaños.
Ubicada en Guanabacoa, un municipio de la periferia habanera, la parcela apuesta a una de las prioridades de la ganadería cubana: producir alimentos para el ganado con vistas a disminuir importaciones y, con ello, la dependencia externa.
En las 67 hectáreas de la finca crecen siete variedades de caña de azúcar y dos tipos de kinggrass, “los que consideramos los de mayor rendimiento”,dijo el productor, que también dispone de otras plantas proteicas como thitonia, morera y moringa.
El ganado de Vista Hermosa se compone de 200 reses, vacas, terneros, añojos, novillas y toros y, entre ellos, una ceba intensiva deentre 80 y 100 animales. “Los toros tienen una estancia de hasta un año y hemos llegado a producir hasta 91 toneladas de carne”, explicó Ponce.
“Por esa razón, debemos tener altos niveles de alimentos y preparar varias plantas forrajeras para poder disponer de un buen forraje, sobre todo en la etapa seca”, consideró.
“Para mí, la morera es la primera entre las plantas forrajeras por el volumen y por los niveles proteicos que proporciona”, sostuvo.
Además, la finca cuenta con unas 150 cabras de ordeño, también alimentadas con pienso propio, que garantizan la leche a todos los niños intolerantes a la lactosa del municipio, entre otros destinos.
Más alimentos propios
Para Pedro Luis del Campo, director de la Genética Ovino Siboney, si bien “ninguna especie se desarrolla sin la genética, tampoco puede hacerlo sin alimentación. Esa es la mejor genética”.
Por esa razón, en cada uno de los lugares se está promoviendo el fomento de las plantas proteicas.
“Esta alternativa es algo importantísimo porque para nadie es un secreto la situación económica del país y a base de concentrado de pienso resulta muy costoso el desarrollo de estas especies”, remarcó.
Según Del Campo, el empleo de esas plantas ha permitido elevar el peso de los animales ovinos genéticos a los 90 días en unos seis kilogramos, disminuir el uso del pienso y reducir costos.
A juicio del viceministro de la Agricultura, Jorge Luis Rodríguez de Armas, “en la ganadería rumiante y los equinos, no hay porqué usar otras variantes importadas”.
“Quizás en la ceba final, en vacas élites, se pueda dar un poquito de pienso, pero en lo fundamental, entre el 85 y 90 por ciento de la alimentación tiene que ser a base de pastos y forrajes, para aprovechar las bondades del Trópico, la temperatura y la lluvia”, dijo.
Sin embargo, la mayoría de las y los productores se resisten a cambiar los viejos esquemas.
“Algunos ganaderos comienzan a entender de qué se trata, pero esto implica más trabajo, porque es más fácil esperar a que llegue el pienso en un barco”, comentó Braulio Martín, productor de ganado mayor.
Según el joven, es lamentable ver morir de hambre a las reses porque quien las cría no sembró desde el año anterior el alimento para mantenerlas con vida, pariendo y dando leche.
Las siembras de pastos y forrajes son importantes para alimentar los rebaños.
Foto: Jorge Luis Baños_IPS
Buscar las vías
La estatal Empresa Agropecuaria Bacuranao no quiere quedarse atrás.
De sus alrededor de 8.000 hectáreas, dedica 1.100 hectáreas a la siembra de caña, thitonia, moringa y morera.
“No es suficiente para satisfacer los requerimientos del ganado, pero vamos dando pasos en la siembra y contamos con ocho viveros para terminar las hectáreas que faltan con siembras de plantas proteicas”, dijo Clemente Hernández, del departamento de producción ganadera de la empresa.
Ante la urgencia de incrementar los volúmenes de alimento animal, en Bacuranao desmontan unas 1.700 hectáreas cubiertas de marabú, que es una planta invasora que abarca grandes áreas en todo el territorio nacional, para separarlas mediante cercas eléctricas, dedicarlas a pastos, e incluso, llevar allí también agua.
De esa forma, apuntó, Edgar Aguilar, el director de la empresa, se pueden rotar los animales y regresarlos luego de entre 40 y 45 días, cuando ya el pasto ha vuelto a crecer. (2018)
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