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miércoles, 14 de noviembre de 2018

El antes y el después del puerto Guillermón Moncada

Las potentes grúas cuentan con aditamentos para operar las cargas en contenedores, saquería y a granel. Foto:Eduardo Palomares
SANTIAGO DE CUBA.–Integrada ya al paisaje santiaguero mediante enormes grúas pórtico amarillas de hasta 56 metros de altura, que pueden divisarse desde distantes puntos de la ciudad, la nueva terminal marítima multipropósito del puerto Guillermón Moncada lo estará también muy pronto en la economía de la nación.
Según el ingeniero José Antonio Olivares Díaz, director general de la Empresa de Servicios Portuarios del Oriente, que asumirá la moderna estación luego de tres años y medio de ininterrumpida ejecución, la esperada puesta en funcionamiento será el próximo 15 de diciembre, con la descarga de contenedores del primer barco previsto a operar.
Cuando transita por el 95 % de ejecución, lo primero que resalta en la inversión ascendente a 120 millones de dólares con crédito de la República Popular China, y cinco millones de pesos por crédito cubano, es la calidad en la terminación de cada uno de los 18 objetos de obra del proyecto, en que han intervenido entidades de Cuba y la hermana nación asiática.
Destaca el muelle de hormigón de 231 metros de longitud, cuya entrega posibilitó recibir en julio último las tres grúas e iniciar su instalación, las pruebas técnicas y la descarga de sus equipos accesorios, a la vez que, paralelamente, se llevaba a cabo la doble vía férrea exigida para el más rápido trasiego de mercancía.
De tecnología china, dos de las grúas –que como las de Mariel son las más modernas existentes en el país– poseen una capacidad de izaje de 30 toneladas, y la restante de 50 toneladas, pero a diferencia de las del puerto artemiseño, que solo se dedican a la manipulación de contenedores, con estas puede acarrearse desde el buque cualquier tipo de carga.
Para ello, la inversión incluyó los accesorios necesarios, que comprenden aditamentos (spreaders) automáticos para las operaciones con contenedores, cargas ensacadas, máquinas ensacadoras de productos a granel  –a emplearse fundamentalmente en arroz y frijol para la canasta básica familiar normada–, así como jaibas y tolvas requeridas en la descarga a granel de maíz, soya, trigo y otros granos con fines industriales.
Ese equipamiento tecnológico lo completan una grúa sobre neumáticos de 25 toneladas, básculas para el pesaje de la mercancía, montacargas que incluyen dos de 45 toneladas especializados en la carga de contenedores llenos e igual número de 16 toneladas para contenedores vacíos, cuñas tractores, acopiadores de carga, un camión plancha y ocho semirremolques, entre otros medios.
Respecto a los restantes objetos de obra, igualmente están listos la subestación eléctrica, una cisterna con capacidad para mil metros cúbicos de agua, la planta de tratamiento de residuales, y el sistema de iluminación con ocho torres de 30 metros de altura y 12 proyectores de 500 watt de tecnología led cada una.
Además, a punto de concluir se encuentran los dos almacenes con capacidad para 10 000 toneladas cada uno, que sobresalen por la alta seguridad de su estructura, la iluminación a través de tejas translúcidas, y la adecuada temperatura interior propiciada por extractores de aire, mientras que avanza aceleradamente la cámara de Rayos X destinada al scanner de los contenedores.

LA TIERRA EXPRIMIDA

Quien ahora contemple el citado alcance del cronograma, difícilmente podrá imaginar los imponderables surgidos a inicios de la obra y las alternativas, sin precedentes en la Isla, a que debieron recurrir las fuerzas constructoras chinas y cubanas para sortearlos bajo el abrasador sol que a orillas del mar multiplica la sensación del sofocante calor.
«El problema fue –señala Olivares Díaz–, que la terminal se concibió en una especie de península al oeste de la bahía, formada artificialmente en la década de los 80 del pasado siglo entre los ríos Gascón y Yarayó, mediante el depósito del material resultante de un dragado, pero a pesar de los 30 años de consolidación, los análisis reflejaron determinada inconsistencia».
«La idea inicial –explica el joven ingeniero Walter Niuvó Medina, 
director de la unidad básica de Inversiones–, era construir el muelle de tecnología de cortina de tabla estaca, que posibilita acelerar la ejecución, pero por ese estado del suelo y el lecho rocoso de la orilla, se decidió hincar 142 pilotes y someter el terreno a un tratamiento especial.

«Se trata –argumenta–, de una tecnología muy costosa explotada en Asia y naciones europeas, que requiere tiempo para extraer el agua del subsuelo, y en nuestro caso asentar a la vez el volumen del terreno a no menos de 80 centímetros del nivel original, o sea, iríamos como exprimiendo la tierra para quitarle el agua y compactarla».
Para los 42 000 metros cuadrados tratados bajo la asesoría china con el proceso inédito en Cuba, se creó un enorme «émbolo» de entre cuatro y siete metros de altura del material de carga para «exprimir el terreno», que finalmente fue cubierto por losas de hormigón fundidas in situ, de 45 centímetros de espesor en el área destinada a los contenedores llenos, y de 35, en la de concentración de los contenedores vacíos.
Al decir de Niuvó Medina, fueron alrededor de cuatro meses de alta tensión en la inversión, que en momentos ha llegado a demandar entre 140 constructores chinos y más de 200 santiagueros. Ahora, el foco se mantiene en la reparación de 10 000 metros cuadrados de los viales que concretarán la conexión con los accesos exteriores en la extracción de carga.
En el caso de la bahía, el dragado que a cargo de una compañía holandesa ha comprendido el canal de acceso, la dársena de maniobra y la zona de atraque, con cálculos estimados en la extracción de más de un millón de metros cúbicos de material (unos 
400 000 de rocas), a depositar tres millas fuera de la boca del Morro, estará concentrado hasta finales de noviembre frente al muelle.

LOS RETOS LATENTES

Responsable de la calidad exigida por la unidad básica de Inversiones, y de las ventajas del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) implementado por la constructora china, Niuvó Medina resume que, sin duda alguna, podrán operarse buques de hasta 200 metros de eslora (largo), 10, 40 metros de calado, 40 000 toneladas de carga o mercancía transportada, y 55 000 toneladas de desplazamiento bruto.
«Actualmente –precisa Olivares Díaz–, los regímenes de descarga diarios son de 2 500 toneladas para saquerías y 1 500 toneladas en productos o mercancías a granel, y con la nueva terminal se elevarán a 5 000 y 3 000 toneladas, respectivamente, y de los 500 trabajadores se asimilarán unos 220, aunque ninguno de los excedentes estará sometido a proceso de disponibilidad de la fuerza de trabajo, porque se reubicarán dentro de la propia Empresa.
«Acorde con el estudio de factibilidad realizado –agrega– nuestro puerto podrá recibir toda la mercancía importada para el Oriente cubano, la provincia de Camagüey y parte de Ciego de Ávila, lo cual entraña contar con las vías de extracción en buen estado, tal como viene preparándose Ferrocarriles de Cuba, y rescatar la transportación de cabotaje».
Si bien para su recuperación una inversión de esta naturaleza requiere explotarse a plena capacidad de diseño, entre los retos deben considerarse el mejoramiento de vías como la Avenida 40 santiaguera, y el mal estado de los silos de la Agricultura, lo cual imposibilita almacenar las 3 000 toneladas diarias de granos a extraer con destino a las fábricas de pienso para alimentación animal.
Téngase en cuenta que, dotada igualmente que la terminal del Mariel de un Sistema para la Gestión de las Operaciones, a través de un software que posibilita el control automático de todas las operaciones, esta primera parte de su modernización marca un antes y un después para el puerto Guillermón Moncada, donde para la mejor salud de la economía cubana debe imperar la eficiencia.

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