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lunes, 5 de noviembre de 2018

El plátano que crece en tierra roja

Por Zulariam Pérez Martí , 5 de Septiembre

Existe una intención del Partido en Abreus de avanzar en el programa de desarrollo de estos polos agrícolas. / Fotos: Dorado

Hubo un tiempo en que las rastras cargadas de plátanos salían una detrás de la otra. Hubo un tiempo en que los plátanos de Juraguá y Horquita alimentaron Cuba. Hubo un tiempo, sobre todo en las décadas de los 80 y 90, en que la vida de esos grandes emporios agrícolas era distintiva en el ámbito nacional por ser polos bananeros.
Hubo un tiempo, un tiempo pasado, del cual solo quedan viejos recortes de periódicos.
“En 1992 se cosecharon 19 mil 300 toneladas (t) de ese producto y habían sembradas 3 mil 355 hectáreas (ha) destinadas al cultivo. Hoy tenemos 633,1 ha, 89 más que en igual etapa del año, con respecto a 2017 y un rendimiento de 14 t/ha; hemos recogido 3 mil 321 t hasta ahora. La diferencia es enorme”, aclara Rolando Pérez Ramos, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Juraguá, perteneciente a la Empresa Integral Agropecuaria Cienfuegos.
“En un momento, Horquita llegó a tener 924 ha de plátano solamente y con una variedad tremenda, había gran enano, y otros de la especie cavendish…; cuando desapareció el riego de fertilizantes por avión, estos campos prácticamente se extinguieron, porque eran muy susceptibles a las plagas y llevan un paquete tecnológico que no había ni hay para sostenerlo”, dijo a la prensa Javier Sobrino, jefe de Producción en la Empresa Agropecuaria de Horquita.
Varios factores frenaron el desarrollo de estas plantaciones en la provincia: salinización de los suelos; sistemas de riego insuficientes o poco ideales; escasez de fertilizantes, pesticidas, combustible y herbicidas; disminución de la fuerza de trabajo y carencia de medios tecnológicos para su eficiente tratamiento. Cada uno de ellos, de manera conjunta o individual, llevó al límite la fama de estas florecientes áreas, cavó un hoyo en medio de la tierra roja, y desde el subsuelo empezaron a brotar insignificantes cifras de plátano.

EL VERDE DE LA ESPERANZA

Claro está que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista; por ello y, sobre todo, tras continuos empeños de fuerzas gubernamentales y partidistas, al caminar nuevamente por estos parajes de la geografía cienfueguera salta a la luz la esperanza de un retorno al cultivo bananero.

El plátano es el cuarto cultivo de frutas más importante del mundo./Foto: Dorado
El plátano es el cuarto cultivo de frutas más importante del mundo./Foto: Dorado

En varios campos de Horquita, por ejemplo, hoy los tractores surcan la tierra, donde luego sembrarán a seco las 50 ha que faltan para culminar las 200 previstas este año. “Las semillas, en su mayoría, provienen de la Empresa, y se desinfectan antes de ser plantadas. Ello nos ha ahorrado muchísimo, aunque otra parte la trajimos de ‘Bitroplantas’, de muy buena calidad, imagínate que a los ocho o nueve meses ya está botando racimo.
“Contamos con 925 trabajadores fijos para todos los cultivos, y 300 reclusos que, básicamente, apoyan el cultivo del plátano”, afirma Raudel Rubio Rodríguez, director de la Empresa Agropecuaria de Horquita.
En la actualidad, solo 47 ha producen racimos de bananos en las enmarcaciones de Horquita, los cuales se distribuyen a mercados agropecuarios, al consumo social y a otras provincias del país. Recuperar la variedad de especies que durante algún tiempo distinguió esa zona, será un sueño mucho más inalcanzable, atados de manos y pies por los sistemas de riego.
“Sembramos esencialmente FHIA-01, genéticamente fuerte, el vianda (macho) por ser de tamaño mediano (justo las dimensiones que permite el sistema Fregat) y el burro. Las demás variedades de frutas necesitan sistemas de riego localizables y no hay en el país”, recalcó Javier Sobrino, jefe de Producción de Horquita.
Uno de los campos que debe dar frutos para octubre y septiembre de 2019, donde hay plantadas 100 ha de FHIA-01, todavía depende de las lluvias para el crecimiento de los bananos (algunos con más de un metro de altura). “Ya están los tres pozos, pero faltan las turbinas (de 150 a 200 l/s); cada una de ellas necesariamente vendrá de importaciones. Las plantaciones se pueden atrasar en la época de frío, donde demandarán agua para su desarrollo y eso está muy cerca”, aclaró Jorge Luis Moreno, directivo y agrónomo del polo de Horquita.
Por su parte, en Juraguá se repite la misma canción en respuesta a la misma disyuntiva: “La mayoría del sistema de irrigación por goteo que había antes se perdió, se lo llevó la gente, y la máquina de riego de pivote central, que hoy tenemos, limita la diversidad. Igual necesitamos un paquete tecnológico para algunas especies de plátano, con vistas a su buen rendimiento.

Máquina de riego de pivote central./Foto: Dorado
Máquina de riego de pivote central./Foto: Dorado

“Tenemos previsto plantar 396,6 ha para 2019 como parte de un programa de desarrollo de la Empresa, las cuales irían con riego a goteo, mucho más eficaz. En ese proyecto estaríamos recuperando El Valle (145,2 ha), una zona de buenos suelos. También para esa fecha inauguraríamos la fábrica de tostones, algo muy importante, pues garantizaríamos valores agregados”, dijo Rolando Pérez Ramos, máxima autoridad en la UEB Juraguá.
Quien caminó los campos de esas zonas eminentemente agrícolas, quien “mataperreó” por los mangales, nisperales, guayabales, cítricos…, quien vio tanta comida anclada a la tierra, no puede dejar de sentir un apretón en el pecho cuando un mar de yerba silvestre aún subsiste más allá de planes y buenas nuevas, más allá de mapas que marcan nuevos campos, nuevas rutas para recuperar lo perdido. La esperanza está echada en el empuje de muchos, en el empuje de todos.
Para 2019, Horquita debe sembrar 200 ha más de plátano, ello, según los especialistas de la Empresa, da para abastecer a media Cuba. Entonces esperemos las rastras cargadas de bananos que saldrán una detrás de la otra, y la tierra roja preñada de raíces, como en los viejos tiempos, como mismo dicen los viejos recortes de periódicos.

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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