Por Lic. Oscar U-Echevarría Vallejo
Lic. Liu Mok León
Lic. Liu Mok León
III. CRISIS Y RESPUESTA (1990-2000)
A partir de 1989 y por segunda vez en tres
décadas, la economía cubana tuvo que enfrentar súbitamente condiciones externas
muy adversas, pero en esta ocasión el país se encontraba mejor preparado para
asimilar los impactos correspondientes, tanto desde el punto de vista de la
cohesión interna y el consenso social como en cuanto a la organización
económica y la experiencia correspondiente, no así en el ámbito funcional y
estructural.
Si bien el detonante de esta crisis fuera de
carácter exógeno, un acercamiento a esta problemática no resultaría completo si
no se abordan, principalmente, algunos aspectos de carácter estructural
funcional que, como fuera expresado en el Prefacio, condicionaban determinadas
tendencias que subyacían en la economía cubana, las cuales tendrían, hasta
cierto punto, un efecto multiplicador en cuanto a los impactos
correspondientes. Es decir, un contexto que pudiéramos denominar como La
antesala de la crisis62.
las
políticas económicas correspondientes, aspecto no siempre logrado con la
eficiencia demandada por la situación económica del país.
61 Comentarios realizados a partir de los
indicadores sociales citados por Alvarez (1998).
62
Una
ampliación al respecto puede encontrarse en U-Echevarría (1998) y los retos
derivados en INIE (1990).
3.1. Síntesis del modelo macroeconómico cubano
previo a los años noventa
Como se señalara
anteriormente, resulta ilustrativo y conveniente el realizar una breve
condensación de las especificidades del modelo macroeconómico cubano previo a
los años noventa, puesto que ello permite tener una visión más certera, tanto
de la naturaleza de los impactos durante el período netamente recesivo como de
las peculiaridades de las medidas y procederes adoptados, tanto para la
recuperación económica posterior como en medio de este propio proceso.
Habría que comenzar por
recordar que las peculiaridades propias del proceso de transformaciones económico-sociales,
iniciado en el país en 1959, condujo a una escalada de confrontaciones con los
Estados Unidos; en el curso de estos acontecimientos, la burguesía nacional
adopta una posición de retraimiento y de alianza con los intereses norteamericanos.
En dicho contexto, en
primer término, tal coincidencia de intereses configuró, a partir de dicho
momento, una visión acerca de cómo enfocar el papel del productor privado en la
economía (González, 1993), que conjuntamente con las medidas de respuesta de
las autoridades nacionales ante tal situación, explica en parte la
peculiarmente alta participación de la propiedad estatal en la economía
nacional, en un proceso pudiera decirse de estatización a ultranza63.
De tal forma, las
nacionalizaciones, que comenzaron a principios de los sesenta, hacia mediados
de los ochenta habían transferido a la esfera estatal, el 100% de la producción
industrial y comercial, el 80% de la agropecuaria y aproximadamente un 99% del
transporte, todo lo cual ocurre en un lapsus de tiempo relativamente corto como
puede ser apreciado en la Tabla 13. En 1970, el 86% de los trabajadores
civiles estaba empleado en el sector estatal de la economía, y esta cifra
llegaría a ser del 95% en 1989 (CEE, 1989 y CEPAL, 1999).
Tabla 13. Sucesivas
nacionalizaciones en Cuba; 1961 a 1989
(%)
1961
|
1963
|
1968
|
1989
|
|
Agricultura
|
37
|
70
|
70
|
80
|
Industria
|
85
|
95
|
100
|
100
|
Construcciones
|
80
|
98
|
100
|
100
|
Transporte
|
92
|
95
|
99
|
99
|
Comercio Interior
|
52
|
75
|
100
|
100
|
Comercio Exterior
|
100
|
100
|
100
|
100
|
Fuente: Elaboración de los autores a partir de
diversas fuentes propias.
A partir de tales
circunstancias, se deriva la implementación, a partir de 1962, de un modelo de
gestión sumamente centralizado y abarcador, que inicialmente toma como punto de
referencia las metodologías de los países socialistas del este de Europa, en
esos primeros momentos principalmente de Hungría, contándose por otra parte con
la colaboración inicial de especialistas latinoamericanos por intermedio de
CEPAL.
Con independencia de
algunos cambios generados en el transcurso del tiempo, tanto en lo instrumental
como en los mecanismos de dirección y regulación (ver González, 1993, así como
U-Echevarría y Trueba, 1990), como resultado de las condiciones específicas de
cada momento, ello tan solo propiciaría, en la práctica, diferencias de grado o
de matices, puesto que no se verificaron modificaciones de contenido en cuanto
a la identificación de la planificación con la máxima centralización de las
decisiones económicas (como lo denomina Brus, 1968), además, con marcado
63 Independientemente de lo cual, con posterioridad
sería reconocido que el principio subyacente, en cuanto a que el Estado, en
representación de todo el pueblo, mantendría la propiedad sobre los
fundamentales medios de producción, había sido absolutizado en términos de
la propiedad estatal (Castro, R., 2010).
carácter administrativo, es decir, se
mantuvieron, básicamente hasta finales de los ochenta, los rasgos esenciales de
alta centralización con las particularidades que le son inherentes.
De tal forma, en Cuba se
llevó a una expresión extrema el esquema centralizado de administración a
través de los recursos materiales, con un acentuado predominio de los balances
materiales (planificación en magnitudes naturales), en la toma de decisiones
(González, 1993; U-Echevarría, 1992a), bajo condiciones en el que el papel del
dinero se había reducido, en las transacciones inter empresariales, a un simple
instrumento auxiliar para homogenizar los flujos materiales mediante un común
denominador (U-Echevarría y Trueba, 1990), al igual que en otras experiencias
de igual naturaleza, con las consabidas consecuencias (ver Brus, 1968).
Tal manejo tiene, sin
embargo, una poderosa influencia en cuanto a la asignación de los factores y
conduce, por regla general, a la pérdida de los puntos de referencia de la
eficiencia, debido a que, por su naturaleza, en tal esquema el nivel general de
precios y el tipo de cambio desempeñan un papel secundario y sumamente
circunstancial en el funcionamiento económico y la distribución de recursos
(U-Echevarría 1996), toda vez que instrumentos económicos y mecanismos
financieros ocupan una posición sumamente secundaria y complementaria, y
predomina la utilización de indicadores simples en la valoración de sucesos
complejos, cuyos efectos potenciales fueran estudiados y generalizados por
Unanue y Martínez (1989).
Indudablemente, en un
ambiente de tal tipo, los precios relativos presentaban notables distorsiones,
en tanto que los precios nominales (monetarios), no respondían a las reales
condiciones de escasez relativa en los “mercados”.
De suma importancia es
señalar que la economía cubana, además de perfilarse como una típica economía
limitada por el lado de la oferta, con las implicaciones correspondientes, dado
el reconocimiento ex antes de la producción vía el plan material,
también, dadas las condiciones de funcionamiento mencionadas en párrafos
anteriores, hubo de desenvolverse bajo “restricciones financieras
(presupuestarias) blandas”64,
aspecto este con una significativa connotación en cuanto a la viabilidad para
la definición de los puntos de referencia de la eficiencia65.
Por supuesto que en un
contexto con tales peculiaridades, resulta sumamente controvertido el
cumplimiento de lo que Marx (1970), denominara como primera ley económica de la
producción colectiva, la economía (o ahorro), de tiempo y la distribución
racional del tiempo de trabajo (o factores de la producción), entre las
distintas esferas.
Ahora bien, también es
necesario el considerar que la dirección de la economía, mediante la asignación
directa, tiene un importante correlato en lo que se refiere a la viabilidad
socio-política; la planificación centralizada posibilitó un alto grado de
selectividad, paralelamente con la factibilidad de efectuar grandes maniobras
en la economía, tal como los profundos cambios estructurales realizados, en lo
fundamental referido a transformaciones productivas y tecnológicas, el avance
en la industrialización, el raigal cambio en la distribución del ingreso, entre
otros, convirtiéndose en un singular elemento de cohesión interna y progreso
social (U-Echevarría y Quintana, 1995 y González, 1993).
No obstante, en los mecanismos de planificación y regulación se fueron
introduciendo componentes de tendencia marcadamente voluntarista (González,
1993), que restaron eficiencia a los métodos de administración y dirección,
obviando, en lo fundamental, la necesidad de que la determinación a priori de
la estructura y volumen de la producción expresada en el plan fuese validada,
según Acosta (1982), mediante una confirmación adicional en el proceso de
intercambio66;
64 En este contexto, restricciones financieras (o
presupuestarias) blandas, no están referidas meramente a un tema de recursos,
sean éstos financieros o materiales, sino al costo o penalidad, de carácter
económico o social, para una institución o sus directivos, de no ser
competitivos o eficientes, o incumplir los compromisos contraídos.
65 Aunque guardando la debida distancia, son
sumamente interesantes e ilustrativas las reflexiones de Kornai (1992), al
respecto.
66 En este entorno está el consabido tema,
eminentemente teórico, referido a que en el socialismo el trabajo se
manifiesta, en lo esencial, como directamente social; pudiera añadirse que este
carácter aún, en tal etapa, no adquiere
lo que lleva aparejado, como requerimiento básico, la medición indirecta
de tales procesos mediante el valor.
En resumen, las condiciones
de funcionamiento de la economía cubana, establecidas a lo largo de varias
décadas, sobre la base de la planificación centralizada administrativa,
generadora por lo demás de una discrecionalidad sistémica en los procesos
decisores, configuraron mecanismos de articulación y regulación económica con
un alto grado de verticalidad, que definieran, de hecho, un componente
macroeconómico sin una adecuada micro fundamentación en los comportamientos
corrientes (para una necesaria ampliación ver U-Echevarría, 1996a y González,
1993).Por otra parte, no se podrían resumir las particularidades del
funcionamiento de la economía cubana, en el punto de ruptura/continuidad de los
años noventa, sin hacer referencia a las estrechas relaciones económicas y
comerciales desarrolladas en el entorno integracionista del CAME.
Este modelo de desarrollo
-en parte estilizado dentro de los patrones tradicionales de industrialización
que se llevara a cabo en los antiguos países socialistas de Europa- (para una
ampliación ver González, 1993), ciertamente le posibilitó a Cuba el acceso a
recursos económicos y tecnológicos que por otras vías no hubiesen estado al
alcance del país (ver INIE-JUCEPLAN, 1992), teniendo en cuenta, especialmente,
la abierta hostilidad de las sucesivas administraciones norteamericanas frente
a la Revolución Cubana. En resumen, sintéticamente ello significaba67:
34
Mercados seguros y amplios para las
exportaciones más importantes y programas para su aseguramiento.
35
Precios superiores a los del mercado mundial
para las exportaciones fundamentales y mecanismos de compensación de los
incrementos de precios de importación.
36
Volúmenes de suministros crecientes, en términos
físicos, de combustibles e importantes productos básicos y equipos.
37
Créditos preferenciales a largo plazo.
38
Tarifas preferenciales de asistencia técnica.
39
Sistemas de pagos de “clearing”
multilateral, basados en el rublo transferible.
Ello propició un estable
acceso al financiamiento demandado por las transformaciones productivas en
curso durante todo el período, lo cual, conjuntamente con el monopolio estatal
del comercio exterior, resultante del esquema de gestión altamente
centralizado, posibilitó que el país se mantuviera al margen de los procesos
adaptativos de gran envergadura realizados en la mayoría de los países,
originados por los profundos cambios que se venían operando en la economía
mundial desde la década de los años setenta, e incluso antes. En otros
términos, estos factores constituyeron indudables mecanismos de protección
frente a la coyuntura externa (ver U-Echevarría 1992a)68.
De tal forma, es de señalar
que mientras para la inmensa mayoría de las naciones de América Latina y el
Caribe, la mitad de los ochenta significó el punto medio de la profunda crisis
económica y de deuda externa que caracterizó el desempeño de la región en dicha
década, para Cuba ese período representó el momento en que se alcanza el máximo
nivel de despliegue del modelo de desarrollo económico que había comenzado a
implantarse en el país a inicios de los setenta,
su plena madurez, por el insuficiente desarrollo
de las fuerzas productivas y el aislamiento relativo de los productores,
incluyendo en la esfera de la producción estatal.
67 Todos estos aspectos se precisaban,
quinquenalmente y de forma bilateral con cada país miembro, en las denominadas Coordinaciones
de Planes, a partir de las cuales quedaban definidos, con gran detalle, los
volúmenes de suministros, precios, condiciones de pago y de entrega, para los
siguientes cinco años. De esta forma, los planes anuales correspondientes
tenían un alto grado de aseguramiento material y respaldo financiero, que sólo
requerían de ciertas precisiones y acotaciones cada año
68 Como efecto peculiar, al asegurarse precios no
sujetos a las condiciones y variaciones de los mercados mundiales, el nivel
general de los precios y el tipo de cambio podían seguir desempeñando un papel
sumamente accesorio en la asignación de recursos (U-Echevarría, 1992b), tal y
como los restantes precios relativos, lo que constituye una regularidad de
dicho patrón (ver Brus, 1968 y Napoleoni, 1968).
principalmente a partir de su incorporación al desaparecido CAME, tal
como fuera analizado en el acápite correspondiente.
Por lo demás, entre los
principales rasgos relacionados con los componentes de equidad redistributiva,
que caracterizaron el modelo de desarrollo y de gestión económica vigente en el
país desde inicio de los setenta hasta mediados de los ochenta, denominado
“cálculo económico restringido”69, parte
consubstancial del SDPE, estaba la satisfacción de una demanda agregada
creciente sin que se produjeran grandes variaciones en los precios internos.
Lo cual se posibilitaba
dado el peso casi absoluto del sector estatal de la economía en la conformación
de la oferta agregada y el mantenimiento, por el Gobierno, de un determinado
subsidio a las empresas del Estado (ver Tabla 14), que permitía la
aplicación de una política de precios relativamente constantes y bajos para los
productos y bienes básicos para la población, si bien en el resto de los bienes
no imprescindibles estos eran comparativamente más altos, pero a partir de
criterios puramente recaudatorios, pero no económicos o con sentido de
regulación.
Tabla 14. Subsidios
de precios; 1981-1989
(precios corrientes)
1981
|
1985
|
1986
|
1987
|
1988
|
1989
|
|
MMP
|
533.1
|
626.1
|
637.9
|
677.7
|
696.4
|
673.2
|
Sobre el PIB (%)
|
3.6
|
3.1
|
3.2
|
3.5
|
3.5
|
3.3
|
Fuente: Elaboración a partir de U-Echevarría et al (1992);
Ferrán (1996); CEPAL (1999)
Por lo demás, el modelo de ingreso-consumo
prevaleciente durante los ochenta (ver el amplio análisis realizado por
Ferriol, 2001), presentaba determinadas singularidades. Por una parte, el 80%
de los ingresos familiares provenía de los salarios, en un contexto en el que
el Estado constituía consecuentemente el principal proveedor de dichos
ingresos, toda vez que el 95% de la ocupación provenía de fuentes estatales, en
tanto que el consumo realizado a partir de dichos ingresos se basaba
principalmente en ofertas provenientes del mismo.
Todo ello permitió una
amplía política de "gratuidades" y/o acceso subsidiado al
consumo de bienes y servicios. De conjunto, se estimaba por Quintana (1991),
que el 56% de dicho consumo se obtenía a cuenta del trabajo, por medio de los
salarios y los ingresos de los cooperativistas y privados, en tanto que el 44%
restante se realizaba por vías redistributivas de distinta índole
(transferencias de Gobierno, subsidios de precios, seguridad social, o de forma
"gratuita", es decir, no pagos). Más tarde, con posterioridad al
proceso de ajuste de los noventa, estas proporciones condicionarían
determinadas dificultades en cuanto a la preservación de la equidad.
En el período comprendido
entre 1975 y 1988, el incremento global de los precios al consumidor estuvo en
el entorno de algo más del 50%, lo cual resulta de poca significación si se
compara con las dinámicas de precios en los restantes países latinoamericanos
en dichos años. Al tomar como referencia el deflactor implícito del PIB (Tabla
15), el mismo se mantuvo sin variaciones significativas en los años de pre
crisis e incluso unos pocos años después.
En la década de los
ochenta, solamente se llevaron a cabo tres reformas parciales de precios con
repercusión directa sobre la población, si bien cuando se aplica la Reforma
General de Precios Minoristas en 1982, se había llevado a cabo en 1981 una
Reforma General de Salarios que implicó un aumento del fondo salarial nacional
del orden del 25% entre 1980 y 1981 (CEE, 1989).
69 Variante restringida del procedimiento de
Cálculo Económico aplicado en la ex Unión Soviética, además, y como ya fuera
referenciado, al aplicarse en Cuba, a mediados de los setenta, este ya había
sido modificado radicalmente en el país de origen.
Tabla 15. Deflactor
implícito del PIB; 1986-1992 (1986=100)
1986
|
1988
|
1987
|
1988
|
1990
|
1991
|
1992
|
|
Deflactor
|
100.0
|
100.4
|
101.9
|
103.7
|
107.3
|
99.7
|
103.2
|
Fuente: Elaboración a partir de CEPAL (1999)
La referida política de
control de precios tenía lugar al tiempo que no existía en el país, a lo largo
de todo el período señalado, un sistema de impuestos directos, ni en relación
con las personas jurídicas ni con las naturales. De hecho, tan sólo estaba vigente
el llamado “impuesto de circulación”, que gravaba a un conjunto de artículos y
bienes no esenciales, es decir, no de primera necesidad, tales como
cigarrillos, bebidas alcohólicas, entre otros, el cual en la práctica había
estado operado como un impuesto al consumo y constituía el 30-40% de los
ingresos fiscales (U-Echevarría et al 1992).
En general, la evolución y
adaptación a las circunstancias específicas de cada momento, del esquema de
desarrollo adoptado, conjuntamente con las favorables relaciones externas y los
ingentes esfuerzos internos, le permitió al país alcanzar apreciables ritmos de
crecimiento del PIB durante la década de los setenta y en la primera mitad de
los ochenta, como pudo ser apreciado en la Tabla 3.
Ahora bien, ya a mediados
de los ochenta, como fuera establecido preliminarmente, el modelo de desarrollo
y acumulación aplicado hasta ese momento comienza a dar muestras de
insuficiencias y agotamiento, con una desaceleración del ritmo de la economía
(ver Tabla 16), como manifestación de ciertas limitaciones estructurales
de la misma para garantizar el proceso reproductivo y de las consecuentes
rigideces para enfrentar las restricciones del intercambio externo, que
comienzan a mostrar signos de persistencia ya a partir de la primera mitad de
los ochenta (U-Echevarría, et al 1992; Hernández y U-Echevarría, 1990).
Tabla 16: Evolución
quinquenal del PIB; 1971-1989 (precios constantes 1997)
1971-80 1981-85 1986-89
Tasa promedio anual (%)
|
6.5
|
8.5
|
0.7
|
Fuente: Elaboración a partir de Ferrán (1996) y CEPAL
(1999)
Tales insuficiencias se
manifestaron, ante todo, en: un incremento de la ineficiencia en el
funcionamiento de la economía; el crecimiento del déficit en la balanza
comercial externa y en la balanza de pagos, que finalmente se convertiría en
crónico y que se cubriría con empréstitos de corto plazo; un negativo saldo
presupuestario que se acelera a partir de 1983; el alargamiento de los plazos
constructivos y la demora de la puesta en marcha de las inversiones, con altas
tasas de acumulación acompañadas por caídas en el rendimiento del capital fijo
productivo; para una ampliación ver Hernández y U-Echevarría (1990) y
U-Echevarría et al (1989).
Por lo demás, los recursos
invertidos en los programas tradicionales de exportación no alcanzaron el nivel
de respuesta esperado, las industrias sustituidoras de importaciones resultaron
altamente intensivas en capital y energía; la producción de bienes de consumo
se mantuvo rezagada, tanto en cantidad como en calidad; en tanto que en la
agricultura los crecimientos resultaron excesivamente dependientes de los
suministros externos.
Hacia 1984, como se hiciera
referencia oportunamente, tal situación determinó que se reformulara la
política económica, originando el así denominado período de “rectificación
de errores y tendencias negativas”, Este
proceso fue concebido llevarlo a cabo en el entorno del propio modelo de
gestión vigente, que no se entendió oportuno reformular a fondo.
En el plano funcional, ello
generaría diversas y variadas contradicciones en cuanto a procederes prácticos
y conceptuales, con lo cual se amplió y extendió nuevamente y de forma
acelerada el sistema de regulación económica por mandato administrativo y gran
discrecionalidad.
Si bien es cierto que estos esfuerzos, que
habían presentado ciertos resultados positivos, tuvieron que ser paralizados,
dada la nueva situación creada por la crisis, no es menos cierto que los
cambios que hubieran sido necesarios no podrían verificarse plenamente en los
marcos del modelo de gestión vigente, dada la naturaleza del escenario
macroeconómico existente, que puede ser sintetizado en la Tabla 17.
Tabla 17. La tasa
de acumulación bruta y la brecha fiscal y externa, 1985-1990
Tasa
|
Deficit
|
Deficit/
|
Deficit
|
Deficit/
|
Saldo Cuenta
|
Scc/
|
||
Acum.
|
Interno
|
PIB
|
Presup
|
PIB
|
Corriente
|
PIB
|
||
(%)
|
(MMP)
|
(%)
|
(MMP)
|
(%)
|
(MMP)
|
|||
(%)
|
||||||||
1985
|
27.3
|
1643
|
8.1
|
253
|
1.3
|
-2192
|
10.9
|
|
1986
|
24.1
|
1794
|
9.2
|
188
|
1.0
|
-2433
|
12.5
|
|
1987
|
21.6
|
2097
|
10.9
|
609
|
3.2
|
-2130
|
11.1
|
|
1988
|
22.7
|
2484
|
12.3
|
1147
|
5.7
|
-2170
|
10.8
|
|
1989
|
24.3
|
2903
|
13.9
|
1406
|
6.7
|
-3001
|
14.6
|
|
1990
|
23.3
|
3287
|
15.9
|
1958
|
9.5
|
-2546
|
12.3
|
Fuente:
Elaboración a partir de U-Echevarría et al (1992);
y CEPAL (1999)
Una caracterización de las
peculiaridades del funcionamiento de la economía cubana, previo a la crisis, no
quedaría adecuadamente expuesto si no se hace referencia de nuevo al carácter
centralizado de los mecanismos de dirección, regulación y gestión que, como se
señalara garantizaban, en su accionar corriente, precios estables no sujetos a
las condiciones y variaciones de los mercados mundiales70.
En dicho contexto,
caracterizado por un proceso de distribución y asignación física de recursos de
forma altamente centralizada, tanto en lo funcional como en lo operativo,
desaparecen abruptamente las fuentes que garantizaban la sistematicidad y
articulación de dichos mecanismos, es decir, las ventajosas relaciones
económicas mantenidas durante largo tiempo con los antiguos países socialistas.
3.2. Recesión económica y ajuste
Al igual que para el resto
del área durante la década anterior, es decir, la de los años ochenta, el
factor detonante de la crisis cubana de los años noventa vendría dado por la
súbita desaparición de las fuentes externas de financiamiento, situación que en
ambos casos conduciría a una caída en vertical de la capacidad importadora.
Aunque con impactos de
magnitud muy similares, en cuanto al signo y dirección de éstos, la propia
naturaleza del origen en ambos casos, conjuntamente con las diferentes
peculiaridades del funcionamiento y del punto de partida, marcarían la forma en
que los mismos se manifestaran macroeconómicamente, así como en cuanto a la
transmisión del ajuste económico concomitante y sus mecanismos de propagación;
aunque su influencia sobre el desempeño de la economía fuera de igual índole;
una profunda recesión. Para una visión comparada, con el resto del área, de la
70 Como se verá más adelante, esto desempeñaría un
papel relevante en el enfrentamiento de la crisis en sus momentos iníciales.
profundidad del shock de importaciones,
puede verse la Figura 7, donde se aprecia que la mayor profundidad de
éste se verificó en la economía cubana.
Para América Latina, este shock
externo negativo se origina en la combinación de una caída significativa en los
términos de intercambio y un abrupto incremento de los tipos de interés
internacionales, que finalmente llevaría a la conocida crisis de la deuda, con
la moratoria mexicana de agosto de 1982. En el caso cubano, este shock
se derivaría directamente de la precipitada pérdida de la parte fundamental de
sus relaciones económicas externas en apenas dos años71 y por supuesto, de las relaciones de precios
establecidas, el efecto de esto último, puede verse a partir de la Figura 8.
En un medio en que un 85% del intercambio
comercial del país se realizaba en el área socialista, 3/4 partes concentradas
en tres grupos de productos (combustibles, alimentos y sus materias primas, y
(71) Aun y cuando habría que apuntar que desde la
primera mitad de los ochenta, los suministros socialistas para la formación
bruta de capital comenzaron a presentar ciertas insuficiencias para el
aseguramiento de programas priorizados de vital importancia para el país.
maquinarias y equipos), ello generaría un
impacto cuya magnitud y profundidad están más allá de cualquier otra
consideración, en lo referido a otros factores afines. Además de perder, también,
los mercados fundamentales de exportación e importación.
Por otra parte, la
desaparición de aquel modelo, también dejó a Cuba en condiciones difíciles
desde el punto de vista de su participación en la economía internacional,
debido a: su especialización exportadora basada en unos pocos productos
primarios; alta dependencia importadora de las tecnologías procedentes de
aquellos países; estructura organizativa altamente centralizada, con poca o
ninguna vinculación directa de las empresas productoras o consumidoras con los
mercados externos y poco o ningún conocimiento de las peculiaridades de éstos;
planificación centralizada basada en balances materiales, con prácticamente
ningún uso de instrumentos financieros para la regulación económica.
Adicionalmente, en el área
de moneda libremente convertible, que cubría el 15% restante del intercambio
comercial del país, y que constituía un muy importante complemento a
determinadas insuficiencias de los suministros socialistas, se presentaba una
difícil situación financiera y comercial al producirse el impacto antes
mencionado, razón por la cual esta área no pudo actuar como un amortiguador
relativo, tal y como se había procedido en otras oportunidades72.
En resumen, En menos de 24 meses, el país perdió
el 50% de su capacidad de compra (ver Tabla 18) y consecuentemente
redujo sus importaciones, y en cuatro años (entre 1989 y 1993), éstas
disminuyeron a un 30% del nivel de 1989; en fin, el país quedó aislado de las
fuentes de crédito internacional. Estos factores determinaron una caída
continuada de la actividad económica hasta 1993, con una disminución acumulada
del Producto Interno Bruto de un 35%73.
Tabla 18. Evolución
relativa de las importaciones; 1985-1993 (precios constantes 1981)
1985
|
1986
|
1987
|
1988
|
1989
|
1990
|
1991
|
1992
|
1993
|
||
Import./
|
||||||||||
PIB
|
31.2
|
28.4
|
28.5
|
28.4
|
28.9
|
28.1
|
19.5
|
12.0
|
13.0
|
|
(%)
|
||||||||||
Indice
|
105.0
|
95.4
|
93.8
|
96.7
|
100.0
|
94.3
|
59.1
|
32.8
|
30.7
|
|
(1989=100)
|
Fuente: Cálculos
a partir de CEPAL (1999)
Si a todo lo anterior, se
le adiciona el mantenimiento de precios desfavorables del azúcar en los
mercados internacionales en el período precedente, de alrededor de 30 USD
centavos/libra en 1960 hasta poco menos de 10 USD centavos/libra en 1988, así
como la intensificación del bloqueo norteamericano, que profundizan el
debilitamiento de las bases de sustentación de la economía del país, se tendrá
una idea aproximada de la magnitud de la crisis a la que se vio precipitada la
economía cubana a inicios de los años noventa, al desaparecer las favorables
condiciones en que se desenvolvían las relaciones económicas externas del país.
Lo cual, desde el punto de vista del efecto sobre el desempeño macroeconómico
del país, puede sintetizarse tal y como se muestra en la Tabla 19.
72 Incluso, en tales circunstancias, hubo ocasiones
que la factibilidad de acceder a dicha área, por insuficiencias en los
suministros socialistas, había sido facilitado por financiamientos de la propia
comunidad socialista.
73 Resulta conveniente destacar que esta caída no
fue mayor, debido a la acumulación de un volumen importante de inventarios de
diversos productos, estimado en un 15-20% del PIB, que permitió minorar, de una
forma no despreciable, la interrupción de los suministros correspondientes.
Cuando se analiza la composición del PIB por su destino, se aprecia fácilmente
la magnitud de la reducción de inventarios en la creación del producto en dicha
época.
Tabla 19.
Indicadores de desempeño macroeconómico: 1989-1993
1989
|
1990
|
1991
|
1992
|
1993
|
|
PIB/hab. 1989=100
|
100
|
96.0
|
84.9
|
74.6
|
63.1
|
Oferta global
|
|||||
(precios/81) 1989=100
|
100
|
96.5
|
81.4
|
68.8
|
59.9
|
Consumo hogares
|
|||||
(precios/81) 1989=100
|
100
|
94.2
|
85.0
|
73.1
|
67.3
|
Índice de precios no
|
|||||
regulados
|
100
|
102.1
|
263.4
|
509.9
|
1552.6
|
Tasa de acumulación (%)
|
24.3
|
25.0
|
14.9
|
6.9
|
5.8
|
Liquidez monetaria(a) M1-
|
|||||
(MMP)
|
4163
|
4986
|
6663
|
8361
|
11043
|
Liquidez/PIB(b)(%)
|
21.3
|
23.9
|
38.0
|
51
|
86.0
|
Déficit publico/PIB(b (%)
|
6.7
|
9.4
|
21.4
|
29.7
|
30.4
|
Tipo de cambio(a)
|
|||||
(P/USD)
|
nd
|
7
|
20
|
45
|
100(c)
|
A final del año
49
En términos corrientes
50
En el verano del siguiente
año alcanzaría un nivel máximo de 150 Pesos/USD
Fuente: Tomado de U-Echevarría (1997b).
La concentración con el
CAME de las relaciones comerciales y financieras, expresaba grados más
profundos de vinculación, de tal forma, la dislocación de esas relaciones tuvo
un efecto generalizado, multiplicativo y extendido en la totalidad de la
economía. Por lo demás, la naturaleza de estas relaciones habían atenuado, de
cierto modo, la tipología y magnitud de desequilibrios, de algún modo
persistentes y recurrentes, de balanza de pagos, originados por una estructura
del funcionamiento económico con las peculiaridades esbozadas en los puntos
precedentes74, así
como de las desproporciones que les dieran origen, los cuales se han
manifestado con toda fuerza y amplitud hasta nuestros días.
De hecho, estos aspectos se
manifestarían, como ya fuera identificado, en uno de los principales problemas
estructurales de la economía cubana. En este sentido, como ya fuera reseñado,
se plantearía una especie de analogía con el resto del área; la existencia de
un prototipo de “crisis silenciosa”; en que la compensación externa, mantenida
con facilidad en el tiempo, encubre los problemas estructurales que limitan la
generación de un ahorro interno adecuado. Esto último, constituye hoy en día
una de las principales fallas estructurales del país, dada por la insuficiencia
en la generación de los medios de acumulación endógenos, sobre la base de la
movilización de los recursos nacionales.
Tal contracción, haría que
el ahorro externo llegara a financiar más del 50% de la inversión bruta del
país en 1989, para 1996 el mismo cubriría apenas el 36%, lo cual, ante la
significativa reducción del ahorro interno, y consecuentemente de la tasa de
acumulación75 que se
contrae del 25-30% entre 1975 y 1984, hasta menos del 15% hacia finales de la
década de los años ochenta, se constituiría en una fuerte restricción a la
formación bruta de capital, con la consiguiente descapitalización que se
verificara a partir de dicho momento y que persiste hoy en día. En resumen, la
interrupción de las fuentes comerciales, crediticias y financieras, significó
mucho más que una afectación a las relaciones externas, influyendo fuertemente
sobre otros aspectos básicos de la economía.
74 El de una economía orientada al exterior en un
marco “protegido”, que de hecho encubrieron los principales problemas
estructurales de la economía cubana.
75 Medida como el porcentaje de la creación del
producto que se destina a la acumulación bruta.
La magnitud del ajuste
correspondiente plantearía al país una disyuntiva de supervivencia, en la cual
no resultaba factible ni viable la aplicación de los mecanismos tradicionales
correspondientes, dados los altos costos sociales que se derivaría de ello, con
consecuencias impredecibles en esta esfera (Rodríguez J.L. 1996a y1995); además
de otros de carácter estrictamente técnico (ver U-Echevarría 1997 y1996).
En dicho contexto, un
ajuste por el lado de la demanda, como es la recomendación de las recetas
tradicionales, hubiese desencadenado impactos distributivos de impredecibles
consecuencias, puesto que para apoyar la devaluación monetaria requerida, en
este caso de una magnitud considerable, por lo regular, por no decir siempre,
se verifica una drástica reducción del salario real, simultáneamente con
fuertes contracciones del gasto público y del subsidio a bienes de consumo
básicos.
Como es natural, el ajuste
en Cuba se realizó por el lado de la oferta, principalmente mediante la
limitación del suministro de bienes de consumo a la población, ampliando el
sistema de racionamiento de acuerdo con las nuevas disponibilidades dadas por
la contracción de la oferta agregada, manteniendo, como ha sido señalado,
precios regulados centralmente para dichos productos. Además, se produjo una
severa restricción a la formación bruta de capital con el consecuente proceso de
descapitalización del capital fijo.
El ahorro forzoso de la
población, resultante de dichas medidas, constituyó, como fuera destacado
oportunamente por CEPAL (1999), el principal instrumento que permitió hacer
frente, inicialmente, a la interrupción de las transferencias externas sin
contraer el gasto fiscal, en lo referido a salarios, puesto que ello formaba
parte del objetivo inicial de no afectar los ingresos nominales, pero si en lo
relativo al componente material del gasto, el cual fuera ajustado. Además, se
evitó el desembocar en una hiperinflación abierta; por lo demás, el mencionado
control de precios contribuyó a preservar, en cierta medida, el ingreso real de
la población.
Naturalmente, ello
desembocó en una considerable aceleración del déficit público, que alcanzaría
un punto extremo en 1993 en que alcanza el 30% del PIB, conjuntamente con una
liquidez monetaria76 de
considerable magnitud y con un alto componente excedentario; en el verano de
1994 alcanzaría su nivel máximo, que se calculaba en unos 11,9 mil millones de
pesos, un 60% del PIB a precios corrientes para dicho año, que determinó que el
tipo de cambio en los mercados informales se disparara hasta alcanzar un nivel
máximo de 150 P/USD a mediados de dicho año, expresión de la inflación
implícita de dichos momentos (ver Tabla 20).
Tabla
20. Déficit fiscal y liquidez monetaria: 1989-1993 (precios
corrientes)
Deficit
|
Deficit/
|
Liquidez
|
Liquidez/
|
Tipo de
|
|
Final
|
PIB
|
Acumulada
|
PIB
|
cambio
|
|
(1989=100)
|
(%)
|
(MMP)
|
(%)
|
P/USD(a)
|
|
1989
|
100.0
|
6.8
|
4163
|
20.2
|
...
|
1990
|
139.2
|
9.4
|
4986
|
24.1
|
7.0
|
1991
|
267.7
|
21.5
|
6563
|
37.8
|
20.0
|
1992
|
346.2
|
29.7
|
8361
|
51.5
|
45.0
|
1993
|
359.0
|
30.0
|
11043
|
66.7
|
100.0
|
· A final del año
Fuente: Cálculos a partir de CEPAL (1999)
El mecanismo empleado en el
país para actuar por el lado de la oferta, con una parte fundamental del
consumo efectuado mediante el racionamiento, basado en precios e ingresos fijos
y con una apreciable liquidez fuera de los circuitos formales, propició
paralelamente, como expresión funcional de esta situación, un considerable
ascenso de la economía sumergida (o mercado informal).
Este “mercado”, González (1995) lo definiría
como el espacio económico de las transacciones de bienes y servicios no
autorizadas oficialmente, de carácter legal o ilegal, que surge en el país por
insuficiencias del surtido de la oferta estatal a la población, que se
acrecienta notablemente por las razones antes expuestas, principalmente por una
emisión monetaria inorgánica. Para muchos, ésta constituye una válvula de
seguridad en sociedades excesivamente reglamentadas o poco diversificadas (ver
Germanangue-Debore, 1996), tal como era, y en cierto grado continúa siendo, la
economía cubana.
Esta área o espacio económico, tiende en general
a la formación de un mercado donde operan las leyes de la oferta y la demanda.
Así, se estimaba un volumen de transacciones monetarias equivalentes a las
efectuadas en la economía formal (estatal) de aquellos momentos, aunque con un
contenido material sumamente inferior, lo cual constituyó la manifestación de
la inflación interna (González, 1995), ver la Tabla 21.
En resumen, la recesión económica pondría a
descubierto desequilibrios, pero principalmente desproporciones, de larga data
en la economía cubana, que fueran, de una u otra forma, encubiertas a lo largo
del tiempo dada la compensación externa derivada de las facilidades de acceso a
dicho financiamiento.
Tabla 21. Indice
de precios economía sumergida; 1986-1994 (1989=100)
1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994
Mercado 90.0
100.1 97.6 100.0 102.1 263.4 509.9 1552.6 1396.5 informal
Fuente: CEPAL (1999)
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