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domingo, 16 de diciembre de 2018

Cuba, América Latina y la cuarta revolución tecnológica: la urgencia de los cambios.

Por Julio Carranza

Muchos colegas hemos estado participando en este debate necesario y legitimo sobre los actuales desafíos de la economía cubana y la urgencia de hacer avanzar la reforma económica a partir de los consensos generales alcanzados y expresados en documentos fundamentales como el de la Conceptualización.

Es una preocupación compartida la lentitud y a veces incoherencia que ha caracterizado a un proceso determinante para el futuro de Cuba. Como hemos expresado en diversos textos, el tiempo es ya una variable crítica.

Para colocar una dimensión adicional que refuerce esta urgencia, me permito referirme a dos temas, uno sobre la situación actual de la economía latinoamericana, o sea de la región de inserción natural de la economía cubana y otro acerca de los acelerados cambios en la economía global impactados por los avances de la llamada cuarta revolución industrial y tecnológica basada en la robótica, la inteligencia artificial, las impresoras 3D y el big data.

De ambos temas, el primero más de carácter coyuntural y el segundo más de carácter estructural, se derivan razones adicionales que refuerzan la necesidad de acelerar el proceso de reforma económica en Cuba de manera que dé lugar a mayores niveles de eficiencia, crecimiento y uso efectivo de las fuerzas productivas con las que cuenta el país, para estar en capacidad de responder a un entorno internacional complejo, a menudo hostil y marcado por cambios profundos y acelerados.

La economía latinoamericana, entorno natural de Cuba

La situación económica de América Latina es incierta. Hay una serie de datos estadísticos y de dinámicas económicas en países principales de la región que hacen suponer la posibilidad de una nueva fase crítica. Para 2018 el crecimiento será de apenas 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB), en 2017 había sido 1.2% aunque con importantes diferencias entre subregiones y países.

La deuda externa de la región ha crecido del 20% del PIB en 2014 al 30% en 2018 y en algunos casos como Chile es el 60% del PIB, en Argentina, pasó del 25% al 43% del PIB del 2014 al 2018 sobre todo después del 2016, en Colombia pasó del 27% al 39% del PIB, en México del 22% al 38% durante el mismo período. En el caso de Brasil, se ha mantenido más estable en el 16% del PIB. Esta tendencia permanece mientras crecen los desequilibrios de las balanzas comerciales y de las cuentas corrientes de los diferentes países.

En la economía mundial existen diversas amenazas que pueden tener un fuerte impacto sobre la situación en América Latina. En primer lugar, el crecimiento de la deuda a nivel internacional que va alcanzando niveles alarmantes según afirmaciones recientes del Fondo Monetario Internacional. En segundo lugar, la salida de capitales de la región estimulada por el crecimiento de las tasas de interés en los Estados Unidos, la apreciación del dólar y las tensiones políticas en varios de sus países. En tercer lugar, la inestabilidad de los precios de las materias primas como consecuencia fundamental de desaceleraciones en la economía China. Se calcula que cada caída del 1% del crecimiento del producto en China implica la caída de entre el 3% y el 8% del precio de las materias primas que exporta América Latina. En cuarto lugar, los impactos de las políticas proteccionistas planteadas por importantes países del mundo con gran influencia en la economía latinoamericana como el caso de Estados Unidos.

Muchos análisis coinciden en la alta probabilidad de una nueva crisis económica global como la del 2008 debido a la mayor vulnerabilidad de los mercados financieros. Una importante cantidad de empresas en Estados Unidos que tuvieron acceso fácil al crédito durante los últimos años, no tienen ahora la posibilidad de pagar adecuadamente frente al incremento de las tasas de interés al tener tasas flotantes en sus contratos. La cifra de lo que algunos califican como deudas tóxicas es de alrededor de 2,700 millones de dólares. Se podría estar engendrando una reacción de impagos similar a la que desató las hipotecas subprimes en el mercado inmobiliario norteamericano en 2008. 

Por otra parte, las nuevas tecnologías añaden un riesgo adicional a los mercados financieros, el 65% de las operaciones de bolsa en los Estados Unidos ya las realizan computadoras interconectadas, según algunos expertos estas pudieran desatar una reacción en cadena de ventas de acciones ante alguna señal de “alarma” que identifiquen, poner el proceso bajo control se hace difícil y llevaría algún tiempo.

A estas amenazas de la economía internacional se suman los acumulados problemas estructurales históricos de América Latina. Entre ellos, los bajos niveles de productividad del trabajo.
El crecimiento de años anteriores de la mayor parte de los países de la región no se explica ni por cambios estructurales fundamentales ni por aumentos en la productividad del trabajo, esta tiene un crecimiento de casi 0% en tres décadas. Por otro lado hay, como se sabe, una negativa especialización productiva con bajos niveles de industrialización y una excesiva concentración de la propiedad (sobre todo de la tierra) y del ingreso, que da lugar a los niveles más altos de desigualdad en el planeta; políticas fiscales regresivas; poca eficiencia en las políticas públicas; el impacto negativo de los altos niveles de corrupción como, por solo mencionar un ejemplo, ha demostrado la reciente relación de la empresa brasilera Odebrecht con una gran cantidad de gobiernos de la región, etc., es la histórica dinámica entre pobreza y desigualdad que ha caracterizado por siglos a la América Latina.

Y por último el impacto sobre la región de los principales problemas de largo plazo y estructurales de la economía mundial. Por un lado, el cambio climático y sus efectos sobre el planeta y, por otro, el posible impacto que tendrá sobre el empleo la acelerada ampliación de la cuarta generación de la revolución científica/tecnológica fundamentalmente la robótica y la inteligencia artificial.

Todos los análisis coinciden en que el impacto de otra crisis global sobre América Latina encontrará una capacidad de respuesta inferior a la que tuvo la región ante la crisis del 2008.

No se debe olvidar que los límites de la economía son siempre políticos. El avance de los ajuste, que están planteando fundamentalmente varios gobiernos conservadores de la región, depende de las movilizaciones populares y de las fuerzas políticas que se le opongan, es por eso que se trata de ponerlas bajo control. Instrumentos como los medios de comunicación, las redes, los llamados net centers, las iglesias sobre todo las “evangélicas”, la represión y la judicialización de la política son parte del proceso de manipulación para evitar un cuestionamiento popular al manejo actual de la economía. La política económica siempre responde a determinados intereses tanto cuando la economía está en crisis como cuando está en auge. Con frecuencia la economía requiere ajustes, pero estos podrían hacerse con redistribución y protección de los sectores más vulnerables. La respuesta es siempre política.

Una de las claves para entender el mundo hoy es la política de Estados Unidos para frenar el avance de la presencia e influencia global de China y su potencial alianza estratégica con Rusia. Su política militar, su política comercial y su política exterior están en gran medida en función de este objetivo superior. La guerra comercial, el incremento del gasto militar, tanto en los propios Estados Unidos como en la OTAN, la alianza con Japón, Australia y otros países está ahora en función de frenar la expansión china, también el anti multilateralismo. Es una política más allá del Presidente Donald Trump, este probablemente no hace más que el “trabajo sucio”, salpicado por sus muchas veces desconcertantes improntas personales, pero el sentido de su política “nacionalista” expresa intereses que van más allá de él y que están presentes en determinados sectores del establishment tanto republicano como demócrata, de hecho, el país vive hoy esas contradicciones al interior de sus sectores dominantes. También se añade una política dura con América Latina.

Ante las amenazas globales descritas sería fundamental para la región una mayor integración regional, esta no solo es positiva, sino fundamental para protegerla y disminuir los impactos externos que la amenazan, tanto comerciales como financieros. Está por verse si los gobiernos conservadores entienden y asumen esta realidad, hoy las evidencias indican la dirección contraria. Algunos dan la espalda a la región y siguen mirando persistentemente para los Estados Unidos y Europa cuando no hay tiempo ni condiciones para alcanzar aislados una inserción adecuada en esos espacios geoeconómicos.

Por otra parte, el cambio en la matriz productiva es un imperativo. Sería necesario evaluar otras experiencias internacionales como el caso exitoso de los cambios estructurales que han tenido en las últimas décadas países del Sudeste Asiático. El tema de la educación y la calificación de la fuerza de trabajo es fundamental, también el aumento de la inversión pública. La disminución de la desigualdad y alcanzar una mayor estabilidad política e institucional es esencial para poder favorecer flujos convenientes de inversión extranjera en correspondencia  con una clara estrategia de desarrollo económico para la región.  

En la América Latina existen muchas tensiones dadas las diferencias políticas entre los gobiernos más ahora con varios de marcada posición conservadora y pro norteamericana. Por ejemplo, el tema migratorio puede ser manipulado y usado como argumento para el avance de la agenda conservadora, sobre todo por las tensiones que ha generado en las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil. En Centroamérica y México el problema más complicado lo tiene México dado el cierre de las fronteras norteamericanas a la migración, que hace que los flujos constantes de migrantes desde la región centroamericana queden varados en la frontera norte de México, lo cual obliga a una respuesta adecuada y compleja por parte de ese país. De hecho, la administración norteamericana ha “delegado” en México la tarea de frenar la migración centroamericana, el nuevo Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha respondido con un plan que trata de actuar sobre las causas estructurales de la migración, está por ver en la práctica la respuesta de Estados Unidos a este plan que también requeriría de su participación.

La construcción de alternativas viables e inclusivas es siempre una responsabilidad del movimiento popular y de las fuerzas políticas progresistas. Eso supone, primero, un buen análisis de las situaciones, tanto nacionales, regionales como mundiales. Segundo, un discurso creíble que ofrezca soluciones. Tercero, la capacidad de fortalecer la unidad en la diversidad que existe en la región. Y cuarto, programas claros, viables y claramente comunicables al pueblo. Sin embargo, en la coyuntura actual (diciembre 2018), lo que se aprecia es un avance de gobiernos conservadores, aún en países como Brasil que tuvieron gobiernos progresistas por una década y cuyas políticas permitieron sacar a millones de la pobreza.

Pero lo que quiero decir con la descripción de esta compleja y poco optimista situación actual de América Latina es que de ella se derivan presiones y cierres adicionales para la economía cubana. A la incierta coyuntura económica de la región se suman decisiones y situaciones políticas adversas, la abrupta conclusión del programa de cooperación médica en Brasil, política decidida por el nuevo gobierno conservador de ese país y la imposibilidad para Venezuela de sostener los niveles de cooperación que se habían alcanzado en el pasado debido a la muy difícil situación interna que enfrenta, son solo evidencias de una situación compleja y hostil para Cuba, o sea, una razón más para profundizar y avanzar con rapidez en la reforma económica que se necesita para una mayor eficiencia y capacidad de respuesta e inserción internacional en un contexto difícil.

La cuarta revolución tecnológica y su impacto global, lecciones para Cuba

Por otra parte, es fundamental considerar que por negativa e “irracional” que pueda considerarse la actual conducción y dinámica de la economía capitalista global se trata de un entorno del cual ningún país puede escapar totalmente, mucho menos si ese país es una isla, pobre en recursos, bloqueada y enclavada en el corazón del Hemisferio Occidental. 

La estructura, la dinámica y los cambios que marcan a la actual economía mundial tienen un impacto sub desarrollante para los países llamados del Tercer Mundo. Lo cual quiere decir que en tal contexto (y parece que este se extenderá por un período prolongado) el desarrollo solo es posible como una trayectoria de excepción, o sea, a pesar del contexto internacional. Son pocas las naciones que pueden exhibir avances fundamentales en esa trayectoria durante las últimas décadas, entre ellos los ya referidos países del Sudeste Asiático como Corea del Sur y otros.

Las evidencias demuestran en la base de esos procesos excepcionales de avance económico, una clara estrategia de desarrollo basada en la calificación de la fuerza de trabajo para colocarla en condiciones de emprender procesos tecnológicamente complejos de aprendizajes rápidos y efectivos, importantes transformaciones organizacionales (lo cual es esencial), innovación, además de una capacidad de adaptación a los cambios que impone la tecnología y la institucionalidad internacional.

Esa evolución en la economía internacional que en las últimas décadas dio lugar a una notable relocalización de las estructuras productivas a nivel mundial y que colocaron a las naciones en posiciones muy distintas unas de otras en dependencia de la calidad de su inserción, está ahora volviendo a cambiar drásticamente con el avance de la robótica, la inteligencia artificial, las impresoras 3D y el uso del llamado big data.

La velocidad de avance de la computación y la transmisión de datos; la mayor conectividad en estructuras de redes cada vez más amplias y dinámicas; el uso de los algoritmos cada vez más perfeccionados para controlar y manipular procesos; el llamado internet de las cosas o machine learning, o sea, las máquinas comunicándose entre sí y “tomando decisiones”, la revolución biotecnológica, etc., dan lugar a una cada vez mayor interconexión del mundo físico y el mundo virtual. 

Todo este avance tecnológico de proporciones y consecuencias difíciles de imaginar provocan importantes cambios de organización en el funcionamiento de la economía como en su tiempo lo hicieron la máquina de vapor, el motor de combustión interna y la electricidad, solo que ahora el alcance parece mayor y cualitativamente más profundo.
Todo cambio tecnológico en la historia destruyó puestos de trabajo, pero a la vez creó otros nuevos que compensaron y a veces superaron la oferta laboral precedente.

 Sin embargo, por las características de esta cuarta revolución tecnológica e industrial, no se puede estar muy seguro de que así sea. Las evidencias parecen apuntar en dirección contraria, como afirma Yuval Noah Harari en su reciente libro, titulado “21 Lecciones para el Siglo XXI”: “la inteligencia artificial no solo está a punto de suplantar a los humanos y superarlos en lo que hasta ahora eran habilidades únicamente humanas, también posee capacidades exclusivamente no humanas, lo que hace que la diferencia entre una inteligencia artificial y un humano sea también de tipo no simplemente de grado. Dos capacidades no humanas importantes de la inteligencia artificial son la conectividad y la capacidad de actualización”. Y más adelante añade: “de allí que a lo que nos enfrentamos no sea a la sustitución de millones de trabajadores humanos individuales por millones de robots y ordenadores individuales, más bien es probable que los individuos humanos seamos sustituidos por una red integrada”.

Es necesario entender que la esencia de esta revolución tecnológica no es la disposición de estas tecnologías derivadas de la inteligencia artificial, la robótica, las impresoras 3D y el big data, sino cómo esta nueva plataforma da lugar a cambios fundamentales en los procesos económicos tanto de producción como de distribución, comercialización y consumo.

Esto impacta tanto sobre actividades más de rutina como sobre actividades de mayor especialización. La capacidad de evaluación y cruce de diferentes variables de la información por parte de los algoritmos es muy superior y más rápida que la de un ser humano experto y esto da lugar a decisiones y acciones más rápidas y por lo general más eficaces, las cuales tienen un efecto en elevar la calidad de los servicios, acceder oportunamente a los mercados, así como a incrementos importantes de la intensidad y la productividad de la actividad económica, etc. Aunque también a impactos preocupantes sobre la vida humana y la civilización, incluso el peligro del establecimiento de “dictaduras digitales”.

La interacción de los seres humanos calificados con la robótica y la inteligencia artificial marcaran el avance de la economía en el mundo próximo cercano. De hecho, lo están haciendo ya, el sentido de la competencia en la economía global va a cambiar notablemente a la luz de estos procesos. Ser rápido, adaptarse rápido es determinante para ocupar un lugar ventajoso en esa dinámica.

Claro que todo esto está bajo la hegemonía de los intereses propios de la economía capitalista, claro que hay consecuencias éticas de todo tipo, claro que hay que luchar por darle un sentido humano y de protección de la naturaleza al uso de todos estos avances, pero el resultado exitoso de esa lucha esencial puede estar aún muy lejano. Son también las consecuencias de un mundo que fue impactado por el fracaso del socialismo del Siglo XX.

Solo cambios políticos fundamentales a nivel mundial podrían poner las nuevas tecnologías bajo el control de la ética, de la cultura o sea de la política (en el sentido esencial de este concepto) sin estos las consecuencias pueden ser muy negativas, sería el avance de una crisis civilizatoria con todo lo que ello implica. En primer lugar, las grandes riquezas producidas por las nuevas formas de producción y consumo generadas por la nueva revolución tecnológica se concentrarían como nunca antes en ciertas partes del planeta mientras muchos países subdesarrollados serían muy golpeados con consecuencias muy negativas para su población como afirma Harari cuando habla del desafío que enfrentan hoy las naciones “En lugar de que el crecimiento económico mejore las condiciones en todo el mundo, habrá riquezas nuevas e inmensas creadas en los centros de alta tecnología, como Silicon Valley, mientras que muchos países en vías de desarrollo se desmoronarán”. Y más adelante “Quienes ya lo han cruzado (progresando del trabajo barato a las industrias de alta especialización) estarán probablemente bien. Pero los que se demoren podrían encontrarse inmovilizados en el lado equivocado de la brecha, sin posibilidad alguna de cruzarla”.  

La disyuntiva para un país como Cuba es ¿qué hacer?, limitarse a una crítica legítima que nunca se debe dejar de hacer, pero quedar retrasados en la dinámica de un mundo que no tenemos la posibilidad de cambiar solos y detenerse en el tiempo con cuotas mínimas de eficiencia, productividad y crecimiento, desconexión, imposibilidad de progresar, justicia social pero con una base económica insuficiente motivo de mil insatisfacciones o tratar de avanzar y colocar al país en la mejor condición posible para ganar espacio que con las oportunidades que también abren estos procesos usando efectivamente una fuerza de trabajo lo suficientemente calificada y con un alto potencial de adaptación y aprendizaje tecnológico, resultado del extraordinario y exitoso esfuerzo educativo de la revolución, capital social (que hay que construir), ventajas geográficas, etc., y eso es solo posible con una estrategia clara de desarrollo económico que comprenda y responda a estos retos y a la vez con la articulación de los cambios en la organización de la economía sobre los cuales nos hemos extendido en otros textos (desde cambios en las formas de propiedad y su interrelacionamiento, en las relaciones entre planificación y mercado, en la estructura y organización empresarial, en la política económica, monetaria y fiscal, en la política de inversiones, en la incentivación económica, en el sistema bancario, etc., etc.). No dejar atrapada a nuestra economía y con ella a nuestra población en un circulo de estancamiento económico e ineficiencia.

Se trata de avanzar en un mundo complejo, difícil e incierto y esto se puede intentar con el uso adecuado de las reservas humanas y materiales que posee el país y a la vez manteniendo el sentido socialista del sistema y la soberanía nacional, pero es imprescindible y urgente acelerar la reforma integral necesaria y cambiar los viejos paradigmas, las utopías del Siglo XX no pueden dar respuesta adecuada a los enormes y nuevos desafíos que el mundo de esta época nos coloca delante.


Diciembre, 2018.

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