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viernes, 14 de septiembre de 2018

La pobreza en Cuba es “relacional’, medible, y superable.


Por Pedro Monreal 

14 de septiembre de 2018 


¿Es la pobreza en Cuba una causa olvidada? Ciertamente no, pero parece distar mucho de ser un problema en vías de solución. 

¿Es la pobreza un fenómeno extendido en Cuba? No es posible saberlo con certeza. A nivel público no se divulga medición oficial alguna, ni siquiera de manera aproximada. 

¿Existe un programa específico para erradicar la pobreza en Cuba? No queda claro. Hay políticas puntuales para aliviarla, pero no para erradicarla. 

¿Existen propuestas para comenzar a erradicar la pobreza en plazos inmediatos? Tampoco queda claro. De hecho, el tema no ocupa un lugar destacado en el debate económico actual. 

Sobre esta última cuestión, el Dr. Carlos Garcia Valdés afirma que “hay interesantes propuestas para elevar el nivel de ingresos y en general de la vida de los cubanos ‘de a pie’ que no deben quedarse congeladas en el ámbito académico”. Lo ha expresado recientemente en un texto titulado “Comentarios sobre aspectos económicos del Proyecto de Constitución de la República Parte”, 11 de septiembre de 2018, https://cubaeconomista.blogspot.com/2018/09/comentarios-sobre-aspectos-economicos_97.html

Es un texto cuya lectura recomiendo. Coincido con más puntos que con los que discrepo, siendo el tema de la pobreza probablemente el asunto en el cual tengo las principales divergencias y señalamientos. Para ser justo, el Dr. Garcia Valdés solamente abordó el tema en una breve sección de tres párrafos y asumo que probablemente pudiera ser un fenómeno sobre el cual el Dr. Garcia Valdés escriba con mayor detalle en el futuro. 

He expuesto anteriormente, en varias ocasiones en este mismo blog, mis valoraciones sobre el problema, de manera que me limitaré a señalar ahora tres cuestiones puntuales con el propósito de animar, si fuese posible, un intercambio entre economistas sobre este importante tema. 

Punto # 1: La pobreza en Cuba es “relacional”. El Dr. García Valdés explica la pobreza en el capitalismo como consecuencia de la acumulación de capital, es decir, como un fenómeno “relacional” en el sentido de que se ubica en el plano de las relaciones sociales, entre este caso relaciones entre clases distintas que interactúan en condiciones de asimetría de poder. 

Sin embargo, cuando se refiere a la posible causa de la pobreza en Cuba, el Dr. Garcia Valdes se limita a identificar, de manera indeterminada, “una urdimbre de factores donde influyen los externos, pero los domésticos asociados al Modelo son protagónicos”. No queda claro que la explicación ofrecida esté ubicada en el plano “relacional”. 

Pudiera ser que los “factores domésticos” mencionados consistiesen en relaciones sociales generadoras de pobreza, pero obviamente habría que tratar de elaborar una explicación razonable acerca de cuáles grupos sociales se estarían relacionando en Cuba con otros grupos sociales –y de qué manera específica- para que estos últimos fuesen pobres. Como en las condiciones de Cuba no existe acumulación de capital nacional en escala significativa, la explicación tendría que identificar con precisión cuáles grupos sociales son capaces de establecer una “urdimbre” de relaciones sociales que colocasen y mantuviesen a otros grupos sociales en la pobreza. 

Punto # 2: La pobreza en Cuba es medible. El Dr. García Valdés considera que es muy difícil determinar cuantitativamente los pobres en Cuba. Menciona la lamentable desaparición física de destacados investigadores como una posible explicación de esa supuesta dificultad. Discrepo con esa visión. La pobreza en Cuba es medible. Sin muchas dificultades, pero se necesitan datos. 

El Dr. Garcia Valdés hace referencia a una cifra superior al millón de personas en condiciones de pobreza, una cifra que se compiló hace 20 años, lo cual la convierte en una estadística obsoleta y de poca utilidad práctica como punto de partida para hacer políticas actuales. 

Para medir la pobreza se necesitan esencialmente tres cosas: a) adoptar un concepto preciso de pobreza (entre las múltiples opciones posibles), b) identificar el parámetro o los parámetros cuantitativos que van a “marcar” el estatus de pobreza, y c) recopilar los datos de la realidad que permitan cuantificar la pobreza. 

Los dos primeros componentes (concepto y parámetros) son “trabajo de mesa”. Cualquier economista o sociólogo puede hacerlo sin mucha dificultad. Por otra parte, la recopilación de datos en el terreno es más complicada. Normalmente se hace mediante alguna variante de encuesta de hogares, necesita un diseño riguroso, es relativamente costosa y, hasta donde conozco, no es el tipo de encuesta que se puede hacer “por la libre” en Cuba. 

Llamo la atención acerca de que ese tipo de encuesta se hace anualmente en el país: la Encuesta Nacional sobre la Situación Económica de los Hogares (ESEH). La Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba (ONEI) ofrece públicamente el formulario 9002 de la encuesta, pero no sus resultados. Si se dispusiera de esos datos, sería posible hacer estimados confiables de pobreza y también de desigualdad. 

Es decir, que todo parece indicar que no solamente la pobreza en Cuba es medible, sino que los datos básicos que permiten estimarla se miden todos los años. No se divulgan sus resultados, pero ese es otro problema. 

Punto # 3: La pobreza en Cuba es superable. Como se mencionó al inicio, el Dr. García Valdés ha afirmado que ”hay interesantes propuestas para elevar el nivel de ingresos y en general de la vida de los cubanos ‘de a pie’”. Conozco algunas propuestas- no muchas- pero no queda claro si las propuestas a las que se refiere el Dr. García Valdés se concentran en medidas para “aliviar” la pobreza o para erradicarla. 

Si nos movemos del plano del “alivio” de la pobreza hacia el de su erradicación, obviamente las medidas para superar la pobreza deben concentrarse en la naturaleza “relacional” de la pobreza. 

Un área importante deberían ser las relaciones laborales, pero pudieran ser muchas las dimensiones del proceso, incluyendo las que no son de índole económica. Entre otros factores, incluiría aspectos como la dignidad, la autonomía, y el empoderamiento. Ya sé que este último suele ser mirado con suspicacia, pero es un concepto útil en los estudios sobre el desarrollo. 

Nada de lo anterior niega la importancia concreta de adoptar acciones para “aliviar” la pobreza. Atenuar el sufrimiento humano no es algo que deba aplazarse, pero el punto que me parece conveniente destacar es que la erradicación de la pobreza en Cuba consistiría, esencialmente, en la modificación de determinadas relaciones sociales del modelo de manera que permitiesen la reinserción de los grupos sociales que hoy están aquejados por la pobreza. 

Insisto en que la pobreza no es simplemente un problema de carencia material. Es un síntoma del funcionamiento de las relaciones sociales. La pobreza no es un accidente. “Algo” tuvo que ocurrir en la sociedad para que determinadas personas fuesen colocadas en ese “lugar” y no en otro. Eso es lo que habría que resolver. Es superable, pero, requiere lidiar con intereses creados y con relaciones de poder. Me refiero a los intereses y al poder en el centro del modelo, no a los que existen en su periferia. 

Ese es el tipo de asunto en el que se agradecería la posible contribución de los colegas que se dedican a investigar temas de Economía Política, no a nivel de postulados doctrinales sino a nivel de explicaciones sobre una realidad concreta.


EL TERCER ÉXODO HISTÓRICO DE LOS TRABAJADORES CUBANOS –EN REVOLUCIÓN- HACIA OTRAS FUENTES DE EMPLEO.

Por: Alfonso Alonso Fránquiz.
Profesor Titular Universidad Matanzas

La sociedad humana es un organismo vivo y su comportamiento nos remite a disímiles aspectos a tener en cuenta. Uno de ellos es la movilidad social de sus componentes. Esto nos revela la importancia del tema y nos conmina a tratarlo recurrentemente. Les hago llegar un texto que hace más de un año publiqué y ahora actualizo. Espero que sea útil para comprender los grados de complejidad sistémica que contienen las investigaciones sobre la sociedad. Veamos: 

Para nadie en Cuba es un secreto hoy que, dentro de los múltiples y complejos problemas que necesitan de toda nuestra atención, al calor de los acuerdos del VII Congreso del PCC y de los ratificados Objetivos de la Primera Conferencia Nacional del partido, se encuentra el comportamiento de la dinámica del empleo a lo largo y ancho de nuestro país.

En su histórico alegato de autodefensa: La Historia me Absolverá, nuestro Comandante en Jefe se refería a la precaria situación del empleo en la Cuba de entonces. Al triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959 el pueblo avizoró un cauce para nuevas oportunidades de trabajo digno, con garantías absolutas de remuneración estable y decorosa, exenta de explotación y, por el contrario, plena de justicia social y de oportunidades para la superación individual y el desarrollo de todas las capacidades de quienes lo desearan. Fue así que, en la primera década de la revolución cubana, se produjo el primer reacomodo de la fuerza laboral, en cuyo marco tuvo lugar el éxodo de importantes cifras de trabajadores agrícolas y de otros sectores, hacia nuevas fuentes de empleo creadas por los planes de desarrollo de la naciente Revolución Socialista.

La Revolución Cultural iniciada con el paso de los cuarteles a escuelas, la educación general gratuita, el masivo plan de becas y la exitosa Campaña de alfabetización; junto al desarrollo de la Cultura y el Deporte como derechos del pueblo, condicionaron la formación de la primera oleada de intelectuales, fruto de la política de la revolución cubana. Esto acrecentó el flujo de jóvenes del campo hacia la ciudad y el incesante reacomodo de la fuerza laboral que ahora veía surgir planes económicos y ramas enteramente nuevas en la producción y los servicios. A lo cual se añade la premonición temprana del líder de la revolución de que nuestra patria sería un país de hombres de ciencia. 

Al inicio del periodo especial en 1991, ante el impacto de la severa crisis económica provocada por el derrumbe del Campo socialista y la desintegración de la URSS, se produce un caótico proceso de “reacomodo” interno de la fuerza laboral en nuestro país. Ahora este, segundo éxodo interno tenía lugar hacia la economía emergente, derivada de las medidas tomadas para paliar la crisis y preservar las conquistas sociales y económicas fundamentales alcanzadas en años anteriores, al tiempo que trazábamos una nueva estrategia de desarrollo amparada en el aprovechamiento de la riqueza fundamental creada por la revolución: el capital humano.

Los impactos de periodo especial fueron muchos en el orden económico y en la conciencia y el comportamiento de los cubanos. Nuestro pueblo fue capaz de soportar enormes sacrificios y carencias en aras de preservar nuestra revolución; así como las crecientes agresiones y el reforzamiento del bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos. Aprendimos a compartir lo poco que teníamos y comenzamos el difícil camino de la recuperación y el desarrollo sobre la base de una economía de los servicios y potenciando la integración con los pueblos hermanos de la región y los vínculos comerciales con muchos países amigos. No obstante, el drenaje de profesionales y demás trabajadores hacia las nuevas oportunidades de trabajo que se gestaron en Cuba, desde los años 90 hacia acá, nos ocasionaron no pocos déficits de fuerza calificada en esferas sensibles de la economía. Al mismo tiempo, la búsqueda de alternativas de empleo y de preservar el trabajo como un derecho inalienable de cada cubano, nos condujeron al reforzamiento de plantillas infladas y baja productividad del trabajo; todo ello agravado por la falta de materias primas, financiamiento y mercados para producciones importantes. Se produjo entonces una creciente estratificación laboral cuyos frutos generaron una dinámica social más compleja.
Ahora, el proceso de implementación de los Lineamientos del VII Congreso del PCC nos conduce al perfeccionamiento profundo de nuestro modelo económico, para fortalecer y desarrollar la economía y garantizar la perdurabilidad histórica de nuestro socialismo. En consecuencia, se realiza el reordenamiento de la fuerza laboral, la búsqueda de nuevos y mejores indicadores de eficiencia económica, de aprovechamiento y control de los recursos materiales y laborales y el desarrollo de nuestras exportaciones, entre otros muchos objetivos. El despliegue del trabajo por cuenta propia y las cooperativas no agropecuarias vienen también a enriquecer el mosaico de nuevas oportunidades de desarrollo de las fuerzas productivas en nuestro país. 

Debíamos haberlo potenciado así desde mucho antes. Llegó para perdurar y desarrollarse como forma económica que contribuirá activamente al desarrollo del país. La dirección de nuestra revolución trabaja también en el ordenamiento jurídico y la contemplación en él de todas las actuales y futuras medidas que iremos tomando, para bien de la economía y de nuestro pueblo.

Es cierto que ahora se está produciendo un nuevo éxodo laboral hacia el trabajo por cuenta propia. En un artículo publicado en una sección de Granma, el compañero A de la Barca Portilla nos alertaba sobre su incidencia en los profesionales. No podemos dejar de tener en cuenta este nuevo éxodo y sus consecuencias. El mismo no sólo abarca a los profesionales, y tampoco nos remite sólo a uno o varios sectores de nuestra economía; es un fenómeno sumamente abarcador. 

El Censo Nacional de septiembre del 2012 nos dio un adecuado diagnóstico de toda la estructura socio-clasista y de la economía y el estado real del estándar de vida de nuestro pueblo; al mismo tiempo, nos ayuda a trazar pautas para las medidas que debemos tomar en el marco de este quinquenio y en los años venideros. Es bueno alertar sobre este nuevo éxodo, sobre todo cuando éste nos está afectando en empresas y centros de trabajos de alta prioridad estratégica, tanto productivas como de servicios, de los cuales no escapan ni los de educación y la salud. De no tratarlo a tiempo, a la espera de que tengamos los niveles de recuperación óptima, este mal nos puede ocasionar un costoso daño pues retardará nuestro avance.

Es previsible que la pujante política inversionista que gradualmente irá acometiendo nuestro país, junto a la puesta en práctica de la Ley de Inversión Extranjera, necesiten la formación acelerada de técnicos medios y profesionales para, de este modo, paliar que tenga lugar una nueva espiral incontrolada de éxodo laboral. 

También debemos tener confianza de que para cambiar todo lo que deba ser cambiado, en aras de perfeccionar y fortalecer nuestro socialismo (principio del cual se está entronizando verlo desligado de los demás requisitos de principios que contiene el concepto de Revolución, que nuestro líder Histórico Fidel Castro nos legara. Esto genera confusión y le hace juego a nuestros enemigos ideopolíticos que quieren pegarle ¨cambiar todo lo que debe ser cambiado¨ a cualquier cosa, incluso en aquellas que no contribuyen a fortalecer la construcción de nuestro socialismo, algo que jamás aceptaremos. Recomiendo leer un artículo de Iroel Sánchez en su blog La Pupila Insomne, donde aborda el tema); necesitamos tener conocimientos sobre la profunda y compleja crisis económico-financiera que atraviesa el Mundo y sentido del momento histórico, para comprender que existen prioridades económicas que van primero que la necesaria y demandada reforma salarial y el fin de la doble moneda. 

Llegado el momento de poder hacerlo, la pirámide salarial se potenciará para bien de los que más aportan en nuestra sociedad; en ella los profesionales irán paulatinamente alcanzando el nivel de vida que le es inherente a la elevada cuota de trabajo - con altos conocimientos y responsabilidad-, que brindan a la sociedad. 

No debemos olvidar que este fue un planteamiento justo y recurrente, hecho por la mayoría de nuestro pueblo - quien reconoce la abnegada labor de ingenieros, investigadores, maestros, profesores, médicos y muchos otros-, en las asambleas en que fueron analizados los lineamientos que serían llevados al VI Congreso del PCC y en lo cual no se avanzó lo suficiente (por causas objetivas y subjetivas conocidas y bien explicadas), tal como lo consideró en su informe central el Primer Secretario del PCC y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministro Raúl Castro en el VII Congreso. Avanzaremos a paso firme en esa dirección, desterrando la superficialidad, la improvisación y otros factores que generan costosos errores.

Se harán los cambios necesarios –hasta donde nos lo permita la fortaleza económica del país; el cambio de mentalidad que necesitamos; la labor político-ideológica y la atención a los trabajadores en cada centro laboral; al tiempo que podamos restablecer el papel rector del principio de distribución socialista: De cada cual según sus necesidades, a cada cual según su trabajo -, para así lograr que los trabajadores y profesionales del sector estatal de la economía no se sientan estimulados a considerar las diferencias de ingresos personales como la causa fundamental de su éxodo hacia el trabajo por cuenta propia, cooperativas no agropecuarias, empresas mixtas, las nuevas inversiones que asumiremos con capital extranjero, etc. No albergo la menor duda de que lo lograremos.

Ahora el país está inmerso en el debate creador del Anteproyecto de Constitución que nos acogerá al menos por los próximos 25 o 30 años de nuestro futuro inmediato. Esto equivale a decir que transcurrido ese periodo hayamos cumplido las metas y las políticas aprobadas en el VII Congreso de nuestro PCC y que aparecen en documentos rectores como los Lineamientos Económicos y Sociales y el Plan perspectivo de desarrollo socioeconómico hasta el 2030 y más.

Por eso debemos tener una mirada estratégica sobre el manejo de los recursos humanos y en especial los laborales, más aún cuando conocemos que se está produciendo un proceso de envejecimiento paulatino que nos conmina al uso racional y eficiente del potencial laboral a futuro de nuestro país. La construcción del socialismo implica también avances en la aplicación de la ciencia y la tecnología, una gestión del conocimiento superior y donde la superación continua establezca soluciones al reto de sustituir importaciones, eliminar problemas estructurales y de dependencia de nuestra economía –que por demás es demasiada abierta y ello le refuerza un numero de vulnerabilidades respecto a la salud de la economía mundial- asimetrías, baja productividad y necesidad de más inversiones externas, entre otras muchas demandas que actúan como variables a considerar.

¿POBREZA EN LA OPULENCIA?


En estos días recibí un documento en que se expone  que más de 48 millones de personas pasan hambre en los Estados Unidos, incluido 13 millones de niños, según el Último Informe del Departamento de Agricultura de esa nación.

Asimismo, se destaca que según una institución nombrada AWDNEWS, declaró que el 72% de hogares a los que atendió en 2014 la red “Feeding America”, vivía bajo la línea de pobreza, indicando que 46 millones de estadounidenses dependen de los bonos de comida para poder alimentarse.

Sinceramente, a pesar e que son cifras publicadas por una organización oficial del gobierno, y otro de origen no tan oficial, no entendía esta crítica situación en la nación más poderosa, organizada y opulenta del mundo, aunque se conocía que presentaban importantes crisis en este tema, pero nunca con la gravedad y agudeza que se está descubriendo

Por otro lado, también recibí un correo de Lázaro Jordan, desde Miami, en que informa con agrado lo que está haciendo el presidente Trump, cumpliendo promesa de su campaña, en relación con los llamados “Opportunities Zones”; zonas donde la pobreza es del orden del 20% y el ingreso familiar es del orden del 80%.

La revitalización de estas áreas urbanas se están dando ya en Alabama, en Augusta-Maine, Staunton-Virginia, y el sureste de Utah.

Jordan finaliza lamentándose que “estas cosas” no aparecen en los medios de prensa de Estados Unidos de del mundo.

Igualmente, al revisar el folleto “Semblanza de la Economía de los Estados Unidos”, editado por el Departamento de Estado de esa nación, aparece la siguiente exposición:

·         “Los estadounidenses están orgullosos de su sistema económico y estiman que brinda oportunidades para que TODOS los ciudadanos gocen de una buena vida. SIN EMBARGO, su fe SE ENSOMBRESE  por el hecho de que la POBREZA  persiste en MUCHAS PARTES DEL PAÍS”

·         “En 1998, más de la cuarta parte de los afro-estadounidenses (26.1%), vivían en la POBREZA. Casi uno de cada 5 niños (18.9%)  era pobre en 1997. El índice de POBREZA era de 36.7%, entre los niños afro-estadounidenses, y de 34.4% entre los niños de origen hispano.”  “Como quiera que sea  ESTA CLARO que el sistema económico no reparte sus frutos de modo igualitario” (Hasta aquí este documento del Dpto.de Estado de Estados Unidos.”)

Entonces, creo que no cabe la menor duda que en esa poderosísima nación existen graves problemas con la POBREZA, algo inconcebible donde se derrochan más de 750 mil millones de dólares en gastos militares, se consumen más de 500 mil millones en drogas, las ventas de armas a la población asciende a cifras escandalosas; y así pudiera continuar mencionando otros casos de vergonzosos despilfarros.

Pero más escandaloso aún resulta que en esa nación con una enorme extensión de aprox. 9 millones de kilómetros cuadrados, buena parte de ellos con los suelos más ricos del mundo; una gran riqueza de recursos minerales; un clima benigno; extensas costas, grandes ríos, etc., esa enorme y exuberante hacienda  está distribuida SOLAMENTE por 320 millones de habitantes, lo que lógicamente haría más factible su distribución equitativa.

Pero hay que tener muy en cuenta, que independientemente de estos rasgos personales que puedan aparecer en la compleja labor que indudablemente tiene un mandatario, el problema esencial y básico, en el caso muy específico de ese país, es no entrar en una contradicción profunda que rompa el tan preciado CONSENSO que en los Estados Unidos se ennoblece y venera desde que son independientes.

Es por eso que pienso que resulta casi imposible que algún mandatario de los Estados Unidos esté en disposición de asumir la complicadísima tarea de desenredar la madeja política, económica y social en que se encuentra sumido hace mucho tiempo, de la que es seguramente fiel y devoto admirador.

Y si no, podemos retrotraernos a las primeras décadas de la independencia de Estados Unidos, y observamos las concepciones y criterios de James Madison, uno de sus padres fundadores y presidente, cuando afirmó: “Asegurar los intereses permanentes del país que no son otros que los derechos de propiedad  (….) por consiguiente, la responsabilidad principal del gobierno es la de proteger a la minoría opulenta contra la mayoría”; CONFIGURÁNDOSE COMO EL PRINCIPAL FUNDAMENTO DE LA DEMOCRACIA ESTADOUNIDENSE DESDE SUS ORÍGENES HASTA NUESTROS DÍAS, pues es algo intrínseco que viene impregnado en la sangre , sobre todo de sus élites gobernantes.

¿O no es cierto también que el 1% de los norteamericanos tiene más riqueza que todas las poseída por el 90% de la población?

¿Qué la pobreza es un síntoma de la desorbitada concentración de la riqueza y de la deserción de las élites políticas de la democracia de sus compromisos con la ciudadanía?

¿Qué los Estados Unidos se convirtió, gracias al MILAGRO NEOLIBERAL, no solo en el mayor deudor del planeta, sino también en la sociedad capitalista avanzada con la peor distribución de ingresos del mundo.?

¿Qué la distancia entre ricos y pobres se acrecentó considerablemente en 47 de los 50 Estados de la Unión, y que en 18 Estados la renta de las familias más pobres también disminuyó en valores absolutos?

Personalmente considero que lo más sensato de cualquier ciudadano en los Estados Unidos, admirador o no de este o de cualquier otro presidente, es sentirse avergonzado que en pleno siglo XXI, aún persista esta abominable situación en su poderosa nación, y no protestar porque no se publiquen aislados hechos que en definitiva no lleven a su solución definitiva.  

LA HABANA, 12 DE SEPTIEMBRE 2018. “AÑO 60 DE LA REVOLUCIÓN”.
Julio S. Alcorta Fernández.



La autonomía municipal en el Anteproyecto de Constitución cubana



Foto: Julio César Guanche


Por Jorge I. Domínguez

El “Proyecto de Constitución de la República de Cuba,” publicado en 2018 y sometido a debate público, consagra en su Artículo 163 que el “municipio es la sociedad local, organizada por ley, que constituye la unidad política primaria y fundamental de la organización nacional; goza de autonomía y personalidad jurídica, propias a todos los efectos legales, … con el propósito de lograr la satisfacción de las necesidades locales. Cuenta con ingresos propios y las asignaciones que recibe del Gobierno de la República…”

¿Qué debe implicar la autonomía municipal? Imaginémonos a un extraterrestre, que desconoce Cuba y su mundo y que, por tanto, simplemente le sigue la lógica a este concepto en el contexto del propuesto Artículo 163. ¿Qué esperaría ese visitante extraterrestre que la legislación regulatoria, que aplique la constitución, permita y exija?

Un municipio autónomo, que posea la autoridad constitucional de contar con sus “ingresos propios”, necesariamente recaudaría más recursos fiscales de lo que ha sido la experiencia cubana actual (los actuales recursos propios, por lo general, son ínfimos). Para lograr esa mayor recaudación fiscal, que le permitiera “lograr la satisfacción de las necesidades locales,” por ley el municipio debe poseer la autoridad de gravar a las empresas estatales y a las empresas mixtas con inversión extrajera que operen en su territorio. (Los municipios carentes de tales empresas seguirían dependiendo de las “asignaciones” del “Gobierno de la República”.)

Además, un municipio autónomo, con esos derechos natos en la misma Constitución, para “lograr la satisfacción de las necesidades locales”, decidiría cómo utilizar sus fondos propios según su libre albedrío, siempre dentro de reglas de transparencia y de un marco regulatorio con amplia latitud, libre indiscutiblemente de un excesivo centralismo habanero.

Municipios autónomos son lógicamente diferentes entre sí. Poseen y demuestran distintas prioridades según las variables circunstancias locales. Por ejemplo, éste decide invertir fondos propios en mejorar sus campos para jugar pelota, ése invierte en instalaciones para facilitar el desarrollo de un teatro popular municipal, y aquél invierte en viviendas adecuadas para su población de tercera generación.

Se desprende de esta lógica variación municipal que la migración de un municipio a otro sería también lógica y loable. Los fanáticos de la pelota se congregarían en uno, los amantes del teatro en otro, y los mayores de edad residirían en un tercero. Tal migración, por supuesto, presume mayores facilidades, y menos trabas, para encontrar vivienda y trabajo al mudarse de un municipio para otro.

En todo caso, la autonomía municipal debe presumir que el comportamiento de recaudación de fondos, y de ejecución de gastos y proyectos, variará, no resultando de una calcomanía. Solamente así puede un gobierno municipal satisfacer las necesidades locales realmente existente, y solamente así se cumpliría el propósito del Artículo 163.


Jorge Domínguez es profesor emérito de la Universidad de Harvard.