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miércoles, 13 de marzo de 2019

Cuba: la lisura del plan centralizado y la aspereza de sus supuestos.

Por  Pedro Monreal
13 de marzo de 2019

Leer la prensa provincial cubana es importante para quienes intenten entender la macroeconomía cubana. Muchos de sus artículos ofrecen datos precisos que, siendo locales, pueden revelar incongruencias de los planes nacionales.

No creo estar diciendo algo nuevo. Supongo que siempre pudo haber sido así, pero el creciente acceso a la prensa local “en línea” aumenta su relevancia para la comprensión de los procesos macroeconómicos del país.

Debe revisarse con cuidado. De hecho, son datos y análisis que, en ocasiones, no aparecen ubicados en la sección de “economía” de esos medios.

En ese sentido, acabo de leer  uno de los artículos más lúcidos que he encontrado recientemente en la prensa nacional y que ha sido publicado el pasado 6 de marzo en la sección “sociales” del periódico Invasor, de Ciego de Ávila. http://www.invasor.cu/es/secciones/sociedad/del-papel-gaceta-al-mostrador

El texto, titulado “Del “papel gaceta” al mostrador”, fue escrito por la periodista Katia Siberia, en mi modesta opinión, la mejor exponente del periodismo investigativo que actualmente se hace en Cuba sobre temas económicos.

El artículo es particularmente interesante porque, a pesar de enfocarse en el tema de la protección al consumidor, incluye información que le permite ver a los economistas la presencia de posibles descuidos en algunos supuestos cruciales del Plan de la Economía 2019 y de la reforma económica, especialmente en el terreno de la planificación del comercio, el cual es el sector con mayor peso en el Producto Interno Bruto (PIB) del país.

Me refiero a tres supuestos concretos:

Supuesto # 1: el plan actual es capaz de generar sustitución de importaciones.
Supuesto # 2: el actual esquema de planificación del comercio es racional.
Supuesto # 3: la política fiscal correspondiente al comercio tiene un carácter “progresivo”.

¿Cuáles son los datos “locales” que ofrece la prensa provincial antes citada y que permiten cuestionar la validez de esos tres supuestos”

La planificación del comercio interior parece estar “penalizando” la sustitución de importaciones: Las unidades de la empresa Tiendas Caribe son “más rentables vendiendo carne importada de reses uruguayas que las cebadas en los potreros de Turiguanó; o que un paquete de almohadillas sanitarias de Viet Nam cueste 0.60 CUC en sus unidades, mientras que uno hecho en Cuba (Mariposa) se comercializa a 0.90 CUC”.

Solamente agrego que se trata de un problema que, aunque pudiera ser el resultado combinado de varios factores, sin dudas está asociado a la distorsión que significa trabajar con la “gran ficción” de una tasa de cambio que equipara el peso cubano (CUP) al dólar estadounidense (USD).

Incentivos distorsionados en la planificación y gestión del comercio: “la red de Panamericanas del Norte y del Sur del territorio no cumplieron sus utilidades porque es donde más pollo y aceite se venden, y ambos productos tienen precios topados con los que la cadena no gana”. Los funcionarios de CIMEX y de Tiendas Caribe explican “que si solo vendieran alimentos no tendrían utilidades prácticamente, pues buena parte de lo que ofertan, o no les reportan ganancias o lo hacen con márgenes muy escasos”.

Los impuestos y contribuciones que inflan el precio final de venta afectan desproporcionadamente a los ciudadanos de menores ingresos: “se reconoce que el 74 por ciento de los ingresos brutos que deberá captar el país este 2019, viene de la aplicación de impuestos, tasas y contribuciones, y ahí entran los impuestos sobre las ventas y los porcentajes que elevan, ostensiblemente, el precio final de un producto con el que se costean beneficios sociales”.

Aquí resalto que los impuestos y contribuciones que aumenten el precio de venta  solamente tienen un carácter “progresivo” (o sea, que concentra el “costo” de la fiscalidad en los consumidores de mayores ingresos) en el caso de que se trate de ventas que casi exclusivamente involucrasen artículos y servicios de “lujo”, pero no cuando se aplica a productos de primera necesidad.
El punto no es que los productos básicos tengan un impuesto relativamente menor que otros productos, sino que ese nivel de impuestos representa un porciento mayor de los ingresos de los pobres en comparación con el ingreso de otros grupos sociales.

La respuesta no debería ser que si se modificase esa estructura de impuestos y contribuciones se reduciría la captación de ingresos que el presupuesto luego distribuye como productos y servicios sociales para beneficio de los sectores pobres. La solución debería ser tratar de asegurar la captación de ingresos presupuestarios mediante un sistema de impuestos “progresivos”, no necesariamente en el ámbito del comercio.

Un comentario adicional

Al final, todo se relaciona con cuestiones que no acaban de ser aclaradas públicamente y que deberían formar parte de las discusiones sobre la reforma económica en el país:

¿Se considera realmente que un plan centralizado de “arriba hacia abajo” pudiera ser el resultado de las increíbles capacidades cognitivas de un grupo selecto de individuos?

Se ha insistido últimamente en que el plan 2019 es flexible. Es posible que ello pudiera expresar el reconocimiento de una respuesta negativa a la pregunta anterior, pero si ese fuese el caso, es decir, si se aceptase que los planificadores centrales solamente son capaces de entender de manera fragmentada la compleja realidad de la economía y que por tanto no pueden maximizar el conocimiento de esta a partir de tomar en cuenta toda la información disponible, entonces habría que explicar cuáles son las reglas relativamente simplificadas basadas en la experiencia (reglas heurísticas) que deberían guiar el comportamiento de los planificadores durante la adaptación del plan.

En otras palabras, ¿Cuáles serían las principales “reglas del juego” (la institucionalidad) de una planificación descentralizada?

Es algo que se relacionaría más con la gestión de mercados, precios y poder institucional que con un reacomodo de la verticalidad administrativa de las entidades de la planificación actual. Se trata de dos planos diferentes de análisis y de posibles soluciones.

¿Es acaso más importante que establecer las bases de esa nueva institucionalidad aquella otra discusión, a la que se le dan vueltas y más vueltas, acerca de las organizaciones superiores de dirección empresarial (OSDE), las empresas y las unidades empresariales de base (UEB)? Administrativa?

¿Será que el debate sobre la planificación en Cuba pudiera andar extraviado porque estarían confundiéndose dos planos distintos?

La prensa provincial ofrece datos limitados, pero suficientes para indicar los grados de separación que existen entre el diseño global del plan y su materialización a nivel local. No es solamente que el plan se cumpla o no se cumpla, sino que importantes supuestos operativos del plan son impugnables.

La sustitución de importaciones es más una promesa que una premisa, el mayor sector económico del país -el comercio- opera sin incentivos adecuados, y existe un importante componente de fiscalidad “regresiva”.


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