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jueves, 7 de marzo de 2019

Igualdad: derecho y motor del desarrollo

Semanalmente la mujer trabaja 14 horas más que el hombre, dedicadas a las tareas del hogar y al cuidado. Foto:Ismael Batista Ramírez
«La igualdad se define como no discriminación, no significa semejanza, que todas las personas sean idénticas, sino que los derechos, las responsabilidades y las oportunidades no dependen de las características con que se nace, entre ellas, el sexo. Supone, además, que se tengan en cuenta los intereses, las necesidades y las prioridades de todos y todas, reconociéndose la diversidad de los diferentes grupos».
Bajo esta premisa, las delegadas al X Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) reunidas en la Comisión «Igualdad de la Mujer: papel de la sociedad y las familias», debatieron en la jornada de ayer sobre temas medulares para el trabajo de la organización y el continuo empoderamiento de la mujer cubana.
En el debate varias delegadas reconocieron la fortaleza de llegar a este X Congreso de la FMC con una nueva Constitución de la República, que supera lo ya alcanzado por la aprobada en 1976 y amplía la gama de derechos y garantías ciudadanas.
«Con su contenido asegura la continuidad del proyecto de justicia social de la Revolución cubana, que siempre ha tenido como centro al ser humano. En este sentido, el contenido de la igualdad como derecho, principio y valor social se potencia y enriquece, lo que permite que con mayor facilidad pueda traducirse en leyes posteriores que lo desarrollen», apuntó Mayda Álvarez, directora del Centro de Estudios de la Mujer.
Al respecto, Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Unión de Juristas de Cuba, afirmó que, desde la Federación, combatir los estereotipos es uno de los retos principales que tenemos, e implica una cultura jurídica con perspectiva de género, consideró.
González Ferrer refirió que una de las prioridades en materia legislativa que tiene el contexto cubano es la modificación del Código de Familia de 1975 hacia uno nuevo, «con ese mismo concepto de valoración y respeto a la diversidad. Es justamente el espacio familiar donde más compleja se hace la lucha contra los estereotipos aprendidos e instalados en las subjetividades. Tenemos que llevar adelante este nuevo código de las familias, que sea coherente con el texto constitucional, inclusivo, democrático».
«El código de Familia tendrá un proceso de consulta popular y referendo, por lo que las mujeres desde la FMC debemos potenciarlo, sensibilizar, ayudar a que se comprendan sus contenidos», explicó.
Con esta afirmación coincidió la delegada Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, pues «no se puede crear una sociedad nueva operando con los códigos y prejuicios heredados de esa cultura patriarcal. Nadie tiene derecho a quitar derechos a otros», destacó.

CON LA MIRADA EN LAS FAMILIAS

Las familias, entendidas como institución y como unidad de convivencia social que tienen derechos propios y también deberes para con la sociedad y sus miembros, son uno de los principales escenarios y objetivos de trabajo en la Federación, trascendió en el debate.
Se reconoció que la lucha por la igualdad en Cuba ha contado con la voluntad política del Partido y el Gobierno, la permanente labor de la FMC en la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades, y la activa participación de las mujeres, lo que se ha traducido en  leyes, políticas, programas y medidas.
Tales cambios han estado dirigidos a impedir cualquier situación que pudiera lacerar la dignidad humana de las mujeres, garantizarles adecuadas condiciones de vida, liberarlas del exclusivo rol tradicional de ama de casa con la incorporación al trabajo remunerado, elevar cada día más su nivel escolar, cultural y político y contribuir al desarrollo de capacidades para asumir tareas de mayor complejidad y tomar sus propias decisiones.
«El avance de la Revolución es para mí el avance de la mujer cubana», dijo la investigadora Gisela Arandia. Pero no podemos dejar de aguzar el ojo crítico e intencionar la mirada hacia las desigualdades sociales, raciales, de género, que aún persisten, porque son realidades que la Revolución con certeza puede transformar,  insistió.
«Uno de los retos más complejos que tenemos es involucrar no solo a las mujeres, sino también a los hombres», alertó Isabel Reyes Rosado, de la provincia de Las Tunas.
La delegada comentó que el trabajo de las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia –piedra angular de la organización– debe desplegarse hacia la comunidad.
Experiencias como la planteada por Massiel Karina Núñez, de la provincia de Granma, demuestran la importancia de este espacio en las comunidades. De acuerdo con la delegada, en el municipio de Bartolomé Masó, de este territorio del país, la Casa ha sido fundamental en la atención a problemáticas acentuadas en esta localidad como el embarazo en la adolescencia, y otras como el delito contra menores y la violencia.
Sobre los resultados positivos de los equipos multidisciplinarios en el trabajo con las familias desde el punto de vista preventivo y educativo, habló Adis Pérez Fernández, de Villa Clara, quien forma parte de uno de ellos. En su opinión, este acompañamiento desde las Casas no solo ha permitido brindar herramientas para criterios de trabajo con niños y jóvenes, sino avanzar en el proceso de conciliación familiar, orientación, garantizar la escucha del menor, tener en cuenta el vínculo de abuelos y abuelas. «Más del 90 % de los casos en la provincia logran acuerdos viables en el tribunal de familia», dijo.
Especial mención recibieron las Cátedras Universitarias de la Mujer, cuya labor ha sido esencial en la ampliación de la presencia del tema de la igualdad de género en los espacios académicos y el fortalecimiento de las acciones de capacitación dirigidas a quienes se dedican a la docencia. No obstante, reconocieron, queda mucho por hacer.
El rescate de la memoria histórica es un asunto no solo «de los profesores de esta materia», alegó Cirelda Acosta, de Santiago de Cuba, y en ello consideró tienen un gran peso las Cátedras, para  visibilizar la participación femenina en los acontecimientos, donde ocupa un espacio esencial Vilma Espín.
Desmontar, con un enfoque de derechos, concepciones tradicionales y estereotipadas de género en la población cubana y crear conciencia sobre la persistencia de desigualdades de género en el trabajo, la familia y la sexualidad, entre otras, reconoció la Comisión, no es tarea fácil.
Foto: Dunia Álvarez Palacios
Las investigaciones científicas realizadas han contribuido a identificar algunos de dichas concepciones y estereotipos, como la consideración de que existen oficios no adecuados para las mujeres, lo que limita la continuidad de estudio de algunas jóvenes y el acceso al empleo.
Asimismo, la idea de que las mujeres son las máximas responsables de las tareas del hogar y del cuidado de hijos e hijas y de las personas adultas mayores, con la consecuente sobrecarga para ellas y los efectos nocivos para su desarrollo personal, profesional y social.
«Semanalmente la mujer trabaja 14 horas más que el hombre, dedicadas a las tareas del hogar y al cuidado, el cuidado tiene cara de mujer. Por cada hombre que tiene que abandonar su puesto de trabajo para dedicarse al cuidado lo hacemos siete mujeres. Y todo esto repercute en nuestra salud. Vivimos más, pero con peor calidad de vida, de acuerdo con las investigaciones», explicó Anays Montequín, de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.
Otros elementos como la existencia de concepciones que contribuyen a sustentar y reproducir la violencia por razones de género, el no reconocimiento de una parte de la población de los derechos sexuales y reproductivos de las personas y del derecho a constituir familia con independencia de la orientación sexual e identidad de género; y el no respeto a los derechos relacionados con las personas adultas mayores, así como la insuficiente mirada de género al proceso de envejecimiento, fueron otros de los elementos mencionados.
El papel transformador de los medios resultó un elemento crucial en el debate, ante las intervenciones que aludieron desde la falta de historias que reflejen a las mujeres en su diversidad, hasta la urgencia de reflexionar sobre mensajes sexistas que denigran la imagen de las mujeres, y que aparecen con frecuencia en productos comunicativos como videoclips o las propias letras de las canciones. «Estos temas no pueden ser solo objeto de campañas por el 8 de marzo», reflexionó Mariela Carballo, de Guantánamo.
Víctor Gaute, miembro del secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, expresó que la FMC es una organización viva, que contribuye, crea espacio, no abandona y coloca a la mujer en un rol fundamental en nuestra sociedad. La fortaleza no está en la masividad, sino en la acción y la disposición, afirmó.

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