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miércoles, 20 de marzo de 2019

La Fed debe comprar seguro contra la recesión


BERKELEY – Puede que la próxima recesión mundial aún esté un algo lejana. Las posibilidades de que el Atlántico del Norte en su totalidad entre en recesión dentro de un período de un año han disminuido a aproximadamente una en cuatro. El crecimiento de Alemania podría ser positivo este trimestre, a la vez de que China pudiese también recuperarse. Y, a pesar de que el crecimiento estadounidense definitivamente está en desaceleración – se situará en un 1% o menos este trimestre – esto aún pudiese llegar a ser algo temporal.

Ojalá sea así. Ya que si la próxima desaceleración realmente se avecina, los bancos centrales del Atlántico del Norte no tienen espacio en el ámbito de la aplicación de políticas para combatirla de manera efectiva. Si llegara una recesión, lo ideal sería que la Reserva Federal de Estados Unidos redujera las tasas de interés en cinco puntos porcentuales, como es habitual en tales situaciones. Pero, ya que las tasas de interés seguras de corto plazo en la actualidad se encuentran en el 2.4%, no puede hacer lo antedicho. Y, debido a que las tasas de interés en euros y yenes aún se encuentran rondando el cero, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón tampoco podrían ser de mucha ayuda.

La respuesta lógica a tal riesgo asimétrico es, o debería ser, comprar un seguro para cubrirlo. Sin embargo, lo preocupante es que la Reserva Federal no contrata ningún seguro para sus políticas frente a una posible recesión, a pesar de tener al menos tres opciones posibles entre las cuales puede elegir.

Por lo tanto, de cara al futuro, el gran riesgo no es que la inflación comience a subir en espiral ascendente, sin que la Fed pueda elevar las tasas de interés lo suficientemente rápido como para estabilizar la economía. Más bien, es un riesgo a la baja sobre que dentro de un año, el Atlántico Norte entraría en recesión, los gobiernos no proporcionarán el estímulo fiscal suficiente y la Fed no podrá reducir las tasas de interés lo suficiente, quedando esta institución casi indefensa, incluso para intentar estabilizar la economía.

Para empezar, la Fed podría elevar las tasas de interés aún más, creando más espacio para recortes de las tasas, en caso de que la economía estadounidense posteriormente vaya a caer en una recesión. Sin embargo, parece que el presidente de la Fed, Jerome Powell ha descartado esta opción por el momento.

En una reciente entrevista, Powell dijo que la tasa de política de la Fed “está en un lugar apropiado" en vista de la “silenciosa” inflación estadounidense y la creciente evidencia de que la economía mundial se está desacelerando. “Vamos a esperar y ver cómo evolucionan esas condiciones antes de realizar cambios en nuestra política de tasas de interés”, dijo. 

Alternativamente, la Reserva Federal podría recortar las tasas de interés hoy para tratar de compensar su incapacidad para reducir las tasas lo suficiente en una futura recesión. Si el crecimiento se recupera y fortalece – como es muy probable que ocurra – no habrá ningún daño. Las expectativas de inflación en Estados Unidos están bien ancladas, por lo que la Fed podría compensar de manera plena y barata la política monetaria más flexible de hoy con una postura más estricta más adelante.

Pero, si el crecimiento no repunta, y el Atlántico Norte cae en recesión, la Fed tendrá que reducir las tasas de interés frenéticamente a fines de este año. Y, lamentará enormemente que no se haya adelantado a la curva al reducir preventivamente las tasas actuales.

La tercera opción de la Reserva Federal es dejar las tasas de interés sin cambios por ahora, pero explicar clara y agresivamente cómo podría combatir una recesión de manera efectiva, en caso de que una crisis llegue en el transcurso del próximo año. Al hacerlo, la Fed tendría que ser mucho más convincente de lo que fue a partir del año 2010, cuando la economía de Estados Unidos estaba luchando por recuperarse de la crisis financiera del 2008.

En esa ocasión, la política monetaria del entonces presidente de la Fed, Ben Bernanke, así como sus súplicas a los legisladores republicanos y a los halcones de la austeridad para poner el interés nacional por delante de ganar puntos partidistas y apoyar el estímulo fiscal agresivo, fueron completamente ineficaces para generar un crecimiento por encima de las tasas de tendencia anteriores. Como resultado, la recuperación de Estados Unidos fue anémica e insatisfactoria.

Un plan de la Fed más creíble para luchar contra una posible recesión en el 2020, 2021, o años posteriores a los mismos, podría impulsar la confianza empresarial y hacer que las políticas del banco central sean más efectivas. Como mínimo, tranquilizaría a las compañías e inversionistas las cuales, por temor a que la demanda agregada de Estados Unidos sea débil en el año 2020, podrían comenzar a retirarse. Sin embargo, esta tercera opción requeriría de un agresivo esfuerzo intelectual y de comunicación por parte de la Reserva Federal, y hoy en día no existe evidencia del mismo.

Si Estados Unidos cae en recesión durante el próximo año o el subsiguiente, es posible que la Reserva Federal tenga muy poco margen para flexibilizar la política. Y, sin embargo, esta institución no está tomando ninguna medida para cubrir dicho riesgo. Eso es imprudente. A menos que la Reserva Federal compre pronto un seguro de recesión, Estados Unidos – y el mundo – pueden enfrentar problemas de mayor tamaño más adelante.

Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.


J. BRADFORD DELONG is Professor of Economics at the University of California at Berkeley and a research associate at the National Bureau of Economic Research. He was Deputy Assistant US Treasury Secretary during the Clinton Administration, where he was heavily involved in budget and trade negotiations. His role in designing the bailout of Mexico during the 1994 peso crisis placed him at the forefront of Latin America’s transformation into a region of open economies, and cemented his stature as a leading voice in economic-policy debates.

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