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sábado, 16 de marzo de 2019

Trámites y Trabajo por Cuenta Propia: La hidra de la burocracia

Por: Dayamís Sotolongo



Ilustración: Osval

Lo que las autoridades han vaticinado como un trámite de 10 minutos ha multiplicado duraciones y entuertos en la Dirección Municipal de Trabajo y en su homóloga de la ONAT

Parada desde las seis de la mañana en una cola, la espirituana aquella dudó por un instante si mantenerse en pie o desistir. No era una fila para comprar aceite o pan —que sí merecerían el tumulto, en última instancia—, sino para actualizar su documentación como trabajadora por cuenta propia.

Antes había venido desde la oficina de la Dirección Municipal de Trabajo hasta la de su homóloga de la ONAT para reinscribirse en el afamado registro de contribuyentes. Debía ser el último paso, o el penúltimo. Debía estar todo dispuesto para que fuera un trámite simple, sin angustias. Debía.

A mano alzada llenaron sus papeles para insertarlos en un sistema digital que ha fallado no pocas veces; tanto, que aún permanece con un mes de atraso. Y de ahí para la Dirección de Trabajo para sacar, definitivamente, el carné de trabajador por cuenta propia y antes pasar por la Oficina de Multas para certificar que no existen cuentas pendientes. Y esperar.

Desde que en la Gaceta Oficial No. 35, que se puso en vigor en diciembre pasado, se anunciara la obligatoriedad de todos los trabajadores por cuenta propia de actualizar sus registros, podría vaticinarse lo que se sufre hoy: locales abarrotados de personas y dependencias de la ONAT sin dar abasto.

Porque los más de 25 000 trabajadores por cuenta propia de la provincia, antes de junio, deberán poner todos sus papeles en regla y a ello se suman quienes se estrenan en el sector no estatal. Más contribuyentes con la misma cantidad, o menos, de personal en las dependencias de la ONAT.

Era una cuestión de pura lógica, creo yo. Si desde el pasado año se sabía lo que podría avecinarse, ¿por qué no prever una garantía de otras condiciones?, ¿por qué no buscar alternativas como horarios extendidos u otras?, ¿por qué acentuar malestares ante la obligatoriedad de un proceso? Guerra avisada, ya lo dice el refrán, no debiera matar soldados.

No es solo la ONAT. A las Direcciones de Trabajo y Seguridad Social en cada municipio también ha llegado la avalancha y también han tenido tropiezos. Aunque, para dosificarlo, establecieron ciertas prioridades —las personas que ejercen más de una actividad, las actividades que se modifican o integran, los trabajadores contratados y los conexos del transporte— y hasta montaron un cronograma, todo no ha fluido según el calendario.

En municipios como Trinidad —donde se concentra el mayor porcentaje del sector no estatal en la provincia— varios cuentapropistas revelaron a Escambray de los papeleos, de la invariabilidad de los días establecidos, del pago underground a ciertos coleros para poder “clasificar” en los turnos dados para la jornada.

Incluso en el novel Portal del ciudadano Espirituano algunos internautas se quejaban de similares males en estas gestiones.

Fuentes de la ONAT y de Trabajo confirmaban a este semanario lo complejo que puede tornarse la actualización de los contribuyentes —por el volumen de personas implicadas—, el reto que ha supuesto para su personal, las caídas inoportunas del sistema digital, los atrasos…

Lo que las autoridades han vaticinado como un trámite de 10 minutos ha multiplicado duraciones y entuertos. Será porque los trabajadores por cuenta propia son finalistas —y algunos lo son— o porque las oficinas se han quedado chicas o porque las dilaciones se han vuelto tan rutinarias. Será porque no se puede asumir un proceso de tal envergadura sin las municiones necesarias.

Sucede, y lo creo verdaderamente, porque contra la burocracia no hay plaga que la mine, hasta los días de hoy. Es esa hidra que, por más que se intente arrancar de raíz, renace.

(Tomado de Escambray)

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