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jueves, 28 de marzo de 2019

#TrashChallenge en Cuba: mira lo que hacemos con Internet

 

LA HABANA. El artículo hablaba sobre el Reto de la Basura o #TrashChallenge, la iniciativa que desde las redes sociales ha convocado a limpiar zonas contaminadas en varios países. Amanda Terrero, estudiante de Ciencias de la Información, lo compartió en Facebook y etiquetó algunos amigos.
Al rato ya varios se estaban poniendo de acuerdo para realizar su propio reto, o sea, ir a recoger basura. “Podíamos haberlo organizado mejor, pero quisimos aprovechar la espontaneidad de la gente”, señala Amanda.
Finalmente acudieron unas 15 personas, menos de los que se habían anunciado. Cuando llegaron a la desembocadura del río Quibú vieron que el agua arrastra demasiados desperdicios, los cuales llegan a convertirse en islas flotantes. Allí no podrían conseguir un cambio notable, por eso se trasladaron hacia la cercana playa La Concha.
En un tramo de costa mucho menos concurrido que otros en la ciudad, no debería haber tantas latas, botellas, papeles… Pero en pocas horas los muchachos llenaron 10 grandes bolsas de basura. Sin que nadie los mandara, sin pasar la lista. “Fue una primera intervención muy básica, pero yo me sentí bien, porque realmente la playa quedó limpia, que era lo importante”, asegura Amanda.
Hasta ayer en Cuba parecía impensable una movilización sin convocatoria oficial. De prisa y corriendo vamos superando la fase lúdica de las redes sociales, y usamos la 3G para algo más. Primero fue socorrer a las víctimas del tornado de enero, y ahora, para dejar más presentable la naturaleza que ensuciamos.
Ese mismo sábado por la mañana, otro grupo limpiaba en el Almendares, en la zona conocida como Isla Josefina, famosa por sus cortinas de enredaderas. A su vez, el domingo anterior había sucedido otra edición criolla del TrashChallenge en la desembocadura del río. Y ya hay acciones previstas para el 31 de marzo y el 22 de abril.
Con una palanca y un punto de apoyo Arquímedes pretendía mover el mundo. Hoy, donde dice “palanca” escriban “Internet”, “redes sociales”, “datos móviles”…
El cambio empieza por uno

La organización comenzó un par de semanas antes. Alejandro Palmarola, presidente de la Sociedad Cubana de Botánica y coordinador de la Iniciativa Planta!, contactó a las autoridades del Parque Metropolitano y al gobierno provincial. La dirección de Comunales facilitó un contenedor metálico para recoger los desechos.
En Fábrica de Arte quedaban algunas bolsas, de las que se usaron en los donativos de la recuperación tras el tornado. La cafetería Juanky’s Pan aportó meriendas para los voluntarios. También se sumaron miembros de los Jóvenes Ambientalistas Cubanos, de Protección a Animales de la Ciudad (PAC), y otras agrupaciones. Sin embargo el sábado 23 de marzo no importaba de dónde venía cada cual, porque todos actuaban desde su condición de ciudadanos, desde su deseo y su conciencia.
De hecho, el resultado habla por sí mismo: 680 kilogramos de desechos sacados de la rivera del Almendares. “No es solo recoger basura, se trata de que quede un mensaje después de esto –precisa Alejandro–. Si fueron 50 personas y recogieron media tonelada, ¿cuánto podemos hacer si vamos 150?”.
Los desechos se clasificaron por tipo de material: plástico, metal, vidrio y basura mixta. Aunque no pudieron reciclarlos como habían pensado, el proyecto comunitario D’ Akokan recibirá el cristal y los metales para reutilizarlos.
Por supuesto que el activismo ambiental existía en Cuba antes de la 3G, pero una mayor conectividad muestra a la luz eso que ya estaba, más el universo de posibilidades por surgir. Sin dejar que el entusiasmo se enfriara, Juliette Díaz, gestora de programas y proyectos de la Agencia de Medio Ambiente creó en WhatsApp el grupo Acción por la naturaleza.
“Es un espacio para poder convocar e impulsar estas iniciativas. No tiene que ver solo con las 53 personas que estamos ahí; el objetivo es que todos entren, todos interactúen”, destaca la especialista.
La Iniciativa Planta! llevó posturas, y al acabar la jornada del sábado anterior, los niños que participaron en el grupo sembraron a la vera del río cinco árboles de especies amenazadas. A las cosas que son feas –dice la canción–, se les pone un poco de amor.
Qué aprendimos hoy
Sí se puede. Cada vez más, sí. “Luego del tornado ha habido como una explosión de personas con deseos de hacer, sin que necesariamente alguien toque tu puerta y te lo indique”, afirma Juliette.
A pesar de tanta burocracia y lentitud, las instituciones también tienen oídos receptivos. Esta experiencia lo demuestra. Por ejemplo, hacían falta picos y palas, y la brigada de saneamiento del Parque Metropolitano llevó los suyos. “Esas personas que trabajan recogiendo basura se sintieron revalorizadas, porque a ellos nadie lo mira, y de pronto vinieron una pila de muchachos a ayudarlos. Estaban súper contentos”, recuerda Alejandro.
Si bien a corto o mediano plazo las iniciativas del #TrashChallenge pudieran fenecer, esa energía potencial de mucha gente –recuérdenlo– nos va a sorprender. “Las personas que están motivadas no se cansan; lo que cambia son los motivos”, subraya el biólogo.
Aquel discurso sobre la apatía y la desidia popular conserva parte de razón. Pero solo parte. “A todo el mundo no le puede interesar todo. Hay que ir tocando a la gente con lo que le mueve en especial”, comenta Amanda. Las pequeñas/grandes acciones no solo se vuelven más visibles, sino más democráticas. “Si otro estudiante hubiera compartido la noticia y etiquetado a sus tres amigos, probablemente hubiera pasado lo mismo”.
Será necesaria mucha educación para que dentro de un mes esos lugares no vuelvan a inundarse de basura. Por lo pronto, Alejandro vaticina vientos positivos. “Estoy seguro que quienes fueron a recoger y vieron lo que había, cuando pasen por el puente Almendares no van a tirar un papel”.
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