Al
tomar posesión como presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump,
el 20 de enero de 2017, comienza una extraña y chocante MANÍA del mandatario al
dispararle una SANCIÓN a cualquiera que tuviera el atrevimiento de no pensar
como él.
Como
todo el mundo conoce, en cualquier diccionario SANCIÓN se define como un
castigo, pena, prohibición, expulsión; y SANCIONAR es aplicar estos castigos.
Pero
no satisfecho con esas definiciones, me apresuré a consultar un excelente
diccionario en idioma inglés: Longman Dictionary of “AMERICAN ENGLISH”. O sea
algo increíble por lo menos para mí,
INGLÉS AMERICANO.
Y me
sorprendió una definición ADICIONAL a las normales antes mencionadas, con la
palabra SANCTIONS (con S final), como sigue:
·
Official
orders or laws stopping trade, communications, etc, with another country, as a
way of forcing its leaders to make political changes.
O
sea, en un léxico excelente de AMERICAN ENGLISH, ya se incluye una explicación
de lo que son las famosas SANCIONES (SANCTIONS), las cuales no solo se han cansado de pregonar,
sino de EJECUTAR con estricto rigor
y crueldad durante sus dos siglos y medio de ser independientes.
Por
otro lado, además de los peligros que está representando las decisiones tan
controvertidas, desmesuradas, absurdas e ilegales del actual gobierno de los
Estados Unidos, nos encontramos en pleno siglo XXI, repleto de un desarrollo
incontenible en todas las ramas del saber, y un avance destacado en progreso
intelectual, espiritual y material de los seres humanos.
Y a
la vez, un siglo XXI en que también
fuerzas oscuras por tiempo agazapadas, están siendo alentadas con cierto éxito,
por una élite de nuevo signo, con poderes omnímodos; surgiendo peligrosamente
lo que estamos observando a partir del 20 de enero de 2017, inicio de la
presidencia del imprevisto multimillonario Donald Trump y su séquito de
neofascistas, racistas, xenófobos, guerreristas y mentirosos psicópatas, en que
el Presidente ocupa el primer lugar.
Entonces,
como es natural, a muchos pudiera haberles llamado la atención el viraje tan
drástico de ese gobierno de turno, en una nación tan poderosa, como si
estuviéramos ante un caso insólito, que necesitara de un seguimiento que nos
indicara su posible derrotero.
PERO
NO ES ASÍ. Si revisamos la historia de nuestra Patria, a veces olvidada y postergada por los
imperativos de la dura vida diaria, nos daríamos cuenta con simplicidad, en un
primer intento, el por qué el presidente Barack Obama, con insistencia nos
ACONSEJABA OLVIDARLA.
Y es
que, sustancialmente, en todo el largo trayecto de la independencia de esa
nación, han existido persistentemente, los TRUMPS, LOS POMPEOS, LOS BOLTONS,
LOS PENCES, LOS ADAMS, ETC., con los mismos atavíos, las mismas apetencias, los
mismos vicios, desvaríos y locuras, como si fueran seres clonados. En fin, no
es nada extraño ni extraordinario encontrarnos en este siglo XXI con esta
pandilla de facinerosos.
Si
no veamos a continuación algunos ejemplos escogidos en distintas épocas, de los
criterios y las conductas de estos señores, reafirmando la tesis de la relación
entre el genoma de estos últimos con el fenotipo de los fascistas que gobiernan
actualmente a los Estados Unidos:
- En el contexto de los
acuerdos con Inglaterra y España (…) el presidente de los Estados Unidos,
Zachary Taylor, publicó una proclama en que calificó como “CRIMINALES EN ALTO
GRADO”, a todos los que apoyaran las luchas por la independencia de Cuba frente
al colonialismo español. (1849)
- · El senador por Michigan,
Zachariah Chandler, el 17 feb. 1859, expresó a sus colegas: “de mi
convencimiento personal, pasé un invierno en
Cuba. Son un millón de residuos de la tierra. Son ignorantes, viciosos e
infestados de sacerdotes. La gente es supersticiosa y son también intolerantes.
Están ansiosos por saquear. El verdadero patriotismo no existe en la Isla.
- · El presidente Grant en 1891,
dictó una proclama en la que calificaba a los revolucionarios cubanos de la
guerra de independencia, y a cuantos los auxiliaran en su empresa de independizar
a Cuba, como “delincuentes y distorsionadores de la verdad.
- · El senador de Dakota del Sur,
Richard Pattigrew, en 1888, ofreció una solución: “la Isla no tendrá un valor
para nosotros, a menos que sea hundida por 24 horas para librarla de su actual
población.
- · El presidente de los Estados
Unidos, Grover Cleveland en 1895, reiteró su aversión a una Cuba independiente.
Dispuso la incautación de todo lo ocupado en el Plan Fernandina que organizó
José Martí (…) y calificó a los cubanos “como los más inhumanos cortadores de
cabeza del mundo”.
- · El 7 de diciembre de 1896, el
presidente Grover Cleveland lanzó su último mensaje, y sobre Cuba expuso: “El
reconocimiento de la independencia de Cuba lo juzga imposible por no convenir a
los intereses de los Estados Unidos”.
- · Durante el gobierno de
William Mc-Kingley en 1896, este declaró que no sería reconocido el derecho de
beligerancia ni la independencia de Cuba, dado que el “llamado gobierno de
Cuba” carecía de los requisitos suficientes”.
- · El subsecretario del Dpto.de
la Guerra de los Estados Unidos, J.C. Breckenridge, instruyó al General en Jefe
del Ejército N.A. Miles en 1897, la siguiente política a seguir, entre otras:
“En cuanto a Cuba se le incitaba al sistemático exterminio de la población
civil cubana, y en especial a las Fuerzas del Ejército Libertador, al cual
debían encomendarle todas las empresas peligrosas y desesperadas.
- · Las bases de nuestra autoridad en Cuba, proclamaba el presidente Mc.Kingley, en diciembre 1898, es la ley del derecho del beligerante sobre los territorios conquistados.
- El General norteamericano Young calificó a los combatientes cubanos que peleaban por la independencia de Cuba en 1898, como un montón de degenerados carentes de absoluto honor y gratitud; salvajes incapaces de auto-gobernarse.
- · El disgusto del presidente Theodoro Roosevelt provocó que despotricara el 13 de septiembre de 1906: “Estoy tan enojado con esa infernal pequeña república cubana, que me gustaría borrar a su pueblo de la faz de la tierra”.
La
Habana, 29 de julio de 2019, Año 61 de la Revolución.
Julio
S. Alcorta Fernández
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