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martes, 20 de agosto de 2019

METAMORFOSIS USA.


Sé conoce que el comienzo de la historia de los Estados Unidos de América se remonta al año 1607, cuando tres naves procedentes de Inglaterra, echaron ancla en la Bahía de Chesapeaks, al este del continente, con la finalidad de fundar una colonia.

Los colonizadores –solo hombres- eran caballeros arruinados, ex –presidiarios y gente que no tenían nada que perder y apenas pudieron sobrevivir durante los primeros años.

Posteriormente, en 1620, la nave “Mayflower” con cien colonizadores procedentes de Holanda, desembarcaron algo más al norte. Eran grupos de filiación religiosa de rígida militancia                   pertenecientes a la Secta Puritana implacablemente perseguidos en Inglaterra tuvieron que emigrar a Holanda, donde florecía la libertad de cultos.

Diez años después, en 1630, otro contingente de la misma Secta, compuesto por mil emigrantes, arribó al continente y fundaron Boston.

Durante el proceso de colonización se formaron 13 colonias, con una superficie aproximada de 500 mil kilómetros cuadrados y una población de 2 millones 500 mil habitantes, de los cuales medio millón eran negros, incluyendo a los indios, a quienes se veía por todas partes, pero no habían sido contados.
En 1775, el terreno estaba preparado y se daban ya los elementos y las condiciones para la independencia de Inglaterra.

Y es así, que el 4 de julio de 1776, Thomas Jefferson redactó el Acta adoptando la histórica “DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA”; y con ella el inicio de la guerra contra el Imperio inglés, hasta la paz definitiva y el reconocimiento formal por Inglaterra de la independencia, el 3 de septiembre de 1783.

La Declaración de Independencia, anterior a los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa,  proclamaba que TODOS LOS HOMBRES NACEN IGUALES Y A TODOS LES CONFIERE SU CREADOR CIERTOS DERECHOS INALIENABLES, aunque no incluía la condena al comercio de esclavos y la abolición  definitiva de la esclavitud en todas sus formas. No solo anunció el nacimiento de una nación, sino que el camino inaugurado se convirtió en una monumental fuerza dinámica en todo el mundo sojuzgado.

Por último, el 17 de septiembre de 1787, se sancionó la Constitución.

Esta Carta Magna fue ratificada en 1789. Los indígenas estaban de facto excluidos. La Corte Suprema en 1883, ratificó que un Indio Americano es por nacimientos un “extranjero y un dependiente”.

Ya no se trataba de un documento enarbolado en un momento enardecido en que los hombres se disponen a morir por una causa libertaria, sino de una obra elaborada por diestros abogados y caudalosos negociantes, aristocráticos, limitando al máximo la intervención del Poder Central, estableciendo en el derecho de propiedad el fundamento de la sociedad civil.

Por otro lado, una parte de los principios enunciados en la Declaración de Independencia, se mostró limitado en lo que las teorías más avanzadas de la época fueron prácticamente ignoradas.

El propio George Washington declaró que la Constitución se sancionaba “para evitar el peligro que era la democracia”. Para Benjamín Franklin, primer filósofo social norteamericano y uno de los próceres más notables, la Constitución “era un instrumento demasiado monárquico”.

En la Reflexión del compañero Fidel: “La política cínica del imperio”, se expone lo siguiente:

“Los Estados Unidos de hoy no tienen nada que ver con la Declaración de Principios de Filadelfia formulada por las 13 colonias que se rebelaron contra el colonialismo inglés. Hoy constituyen un gigantesco imperio, que no pasaba en aquel momento por la mente de sus fundadores. Nada cambió sin embargo para los indios y los esclavos. Los primeros fueron exterminados a medida que la nación se extendía; los segundos continuaron siendo objeto de subasta en los mercados – hombres, mujeres y niños- durante casi un siglo, a pesar  de que “todos los hombres nacen libres e iguales”, como afirma la Declaración. Las condiciones objetivas en el planeta favorecieron el desarrollo de ese sistema.”

Independientemente de las ideas y concepciones de los próceres que participaron en estos monumentales acontecimientos de los siglos XVII y XVIII, lo que se registra en la historia y se ha ratificado en la práctica; no es muy difícil comprender como se fueron tergiversando esos principios hasta llegar al despreciable posicionamiento de los elementos que dominaban en todas las ramas a esa sociedad, muchos de los cuales padecían de desarreglos biológicos y fatídicos ADN, inoculados de sus predecesores de la otra parte del Atlántico.

Veamos  de aquí en adelante como esa nación se ha ido convirtiendo en un poderoso imperio, trasgresor de leyes, expansionista a costa de países débiles, imponiendo a la fuerza su hegemonía, creando conflictos militares, apoyando a regímenes dictatoriales, derrocando gobiernos y obligando a la humanidad a seguir un sistema egoísta, consumista y neoliberal, que niega precisamente los principios originales sobre los que fue creada esa nación.

·       1801. Siendo presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, indicó: “Aunque nuestros actuales intereses nos restrinjan dentro de nuestros límites, es imposible dejar de prever lo que vendrá cuando nuestra rápida multiplicación se extienda más allá de los límites, hasta cubrir por entero el Continente del Norte, sino es que también el del Sur, con gente hablando el mismo idioma, gobernada en forma similar y con leyes iguales.

·       1806. El mismo Jefferson le negó apoyo a uno de los precursores de la independencia latinoamericana, el venezolano Francisco de Miranda, a pesar de la inestimable ayuda que éste le había prestado a la independencia de las Trece Colonias. Fiel al criterio expresado en 1786, reiteró que: “no  veía con mucho entusiasmo “la idea de la emancipación de los pueblos hispanoamericanos del dominio colonial español.

·       1823. El 2 de diciembre de 1823, como secretario de Estado, John Quincy Adams, leyó mensaje al Congreso exponiendo los postulados que acuñaron la primera doctrina concreta norteamericana en materia de relaciones exteriores, la DOCTRINA MONROE. En esta fórmula no había el reconocimiento implícito del derecho de las naciones hemisféricas para declararse independientes de sus metrópolis, ni para reclamar una parte proporcional en la defensa solidaria contra la amenaza de cualquier fuerza extra-continental.

·       1831. Un buque de guerra de los Estados Unidos desalojó a las autoridades de las Islas Malvinas, como represalia por la captura de tres embarcaciones de su país que habían violado las disposiciones de Buenos Aires. Ante las demandas inglesas, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Louis McLane  otorgó garantía de que los Estados Unidos reconocerían los presuntos derechos soberanos de S. M. Británica sobre esas islas.

·       1837.  Lo que habrán de ser los norteamericanos a partir de la guerra de Texas, fue advertido por William E. Channing en carta dirigida  al Secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Clay. El previó cual sería el verdadero papel de los Estados Unidos en el mundo: “Su caída moral, inversa al poderío alcanzado; la contradicción entre sus leyes y su política; el desacuerdo entre la apropiación de países y los principios democráticos obsesivamente propalados. La nación no sería la imaginada en la Declaración de Independencia, sino la formada por las medidas de Jefferson y continuadas, fielmente por otros gobernantes: desalojar a los indios, esclavizar a los negros, expoliar a México”.

·       1848. La victoria miliar estadounidense contra México, obligó al gobierno de ese país, entonces presidido por José Joaquín Herrera a firmar el ominoso tratado Guadalupe-Hidalgo, en virtud del cual esa nación fue despojada de 2 millones 263 866 km2, mas de la mitad de su territorio original. México cedió las actuales demarcaciones de California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, parte de Colorado y Wyoming, una enorme superficie igual a Portugal, España, Francia, Italia y Alemania juntas. El presidente Polk  anotó en su diario: “Yo pediría más territorios”.

·       1853. El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce proclamó que las conquistas y la expansión eran compatibles con las instituciones de los Estados Unidos. También indicó que la adquisición de ciertas posesiones en el hemisferio occidental que “aún no estaban bajo la  bandera norteamericana, era sumamente importante para la seguridad nacional y quizás esencial para la preservación del comercio y la paz del mundo”.

·       1857. Al llegar James Buchanan a la presidencia de los Estados Unidos, las expediciones de filibusteros, cuyo objetivo era conquistar el norte de México y Centroamérica,  fueron autorizadas oficialmente. Un año después, Buchanan pronunció solemnemente el vaticinio de que, con el tiempo, “la marcha de los acontecimientos convertirá la América Central en parte de los Estados Unidos”.

·       1871.  El 12 de octubre de 1871, se emitió una proclama por el presidente Grant de los Estados Unidos, alegando que las actividades de los revolucionarios cubanos violaban las leyes norteamericanas, los amenazó con estas palabras: “por cuyo motivo están sujetos a recibir castigo, serán perseguidos con todo rigor sin que les sea posible esperar clemencia de parte del Ejecutivo, para salvarse de las consecuencias de sus delitos, caso de ser sentenciados”.

·       1895.  El presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland declaró: “Desde el Rio Grande hasta el Océano Ártico, no debe haber más que un país y una bandera. En interés de nuestro comercio (…) deberíamos construir el canal de Nicaragua (…) y cuando el canal esté listo, Cuba será una necesidad”.

·       1896. El 7 de diciembre de 1896, el presidente Cleveland lanza su mencionado último mensaje, y sobre Cuba expuso además: “El reconocimiento de la independencia de Cuba lo juzga imposible, por no convenir a los intereses de los Estados Unidos.   

ESTA REAL INFAME HISTORIA NOS AYUDA A COMPRENDER CON CLARIDAD MERIDIANA EL POR QUÉ SE ENGENDRA EN ESA PODEROSA NACIÓN GOBERNANTES  Y GOBIERNOS COMO LOS ACTUALES.

NO HABRÁ SOLUCIÓN ALGUNA SI SU PUEBLO NO SE PERCATA QUE ESTAMOS EN UNA ENCRUCIJADA QUE PUEDE LLEVAR A LA HUMANIDAD A UN HOLOCAUSTO.

La Habana, 19 de agosto de 2019. “Año 61 de la Revolución”

Julio Sergio Alcorta Fernández
Fuentes: Rafael San Martín (Tomo I)

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