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martes, 1 de octubre de 2019

Una pregunta para el Banco Central: ¿Existe política monetaria en Cuba?

Por Pedro Monreal



Lo más interesante de la Mesa Redonda del 25 de septiembre fue la manera en que se rehuyó hablar de los dos problemas más candentes que se supone que deba aclarar el Banco Central de Cuba (BCC): la inflación y la unificación monetaria/cambiaria.

Se ha dicho oficialmente que son dos temas priorizados en Cuba y los dos son principalmente la responsabilidad del Banco Central, que es el organismo central del Estado que debe diseñar, aplicar, controlar y evaluar la política monetaria del país.

Durante años, se ha repetido que la unificación es una urgencia, mientras que en meses recientes el espectro de la inflación pareció ser el gran reto de la política económica en 2019. Con tal escenario, lo lógico era asumir que el Banco Central abordase esos temas.

En la Mesa Redonda se dijo que el BCC “tiene como misión promover la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional”. Eso de “estabilidad del poder adquisitivo” depende -en alto grado- del crecimiento de los precios y de la tasa de cambio, pero de eso no se habló.

El BCC -como todo banco central- gestiona la liquidez monetaria y al hacerlo debe caminar sobre una cuerda floja consistente, por una parte, en favorecer el crecimiento económico, y por otra, de evitar la inflación.

Con una importante fuente “externa” de liquidez (remesas) difícil regular, un reciente incremento de salarios y pensiones, un déficit fiscal alto, y con una tasa oficial muy distorsionada, es difícil imaginar otra entidad económica estatal con mayores retos que el BCC.

Mi preocupación está sintetizada en el siguiente gráfico con las proporciones de 3 variables en relación el PIB. Sabemos que para 2019 se estima un déficit algo menor, pero que todavía es grande, y es probable que el % de la remuneración de trabajadores en el PIB crezca.




La pregunta sería: ¿cómo manejaría el BCC la liquidez monetaria (que ha crecido sin parar respecto al PIB)? Existe el riesgo de que si se queda “corta” afectaría el mínimo crecimiento del PIB al que oficialmente se sigue aspirando. Si se “pasa”, pudiera ocurrir una inflación.

Parece existir hoy en Cuba una paradoja que quizás el Banco Central debería interesarse en discutir abiertamente. Por una parte, la racionalidad utilizada a raíz del alza de salarios y pensiones ha sido considerar que el dinero es un factor causal de inflación.

Se asumió abiertamente que el incremento del dinero en circulación tiende a afectar precios y no el nivel del producto. Así, toda la intensa discusión del verano sobre precios colocó al dinero en el lugar central de la política económica cubana.

Sin embargo, por otra parte, de la política monetaria casi ni se habla. Las acciones de política económica se concentraron en los controles administrativos de precios, como si no existiera en Cuba la esfera de la política monetaria.
Siempre cabe hacer la pregunta -todavía estamos a tiempo- acerca de si la gestión económica de la liquidez no sería más efectiva -en el plano antinflacionario- que la extendida utilización de los topes administrativos de precios.

¿Debe ser el Banco Central quien asegure -principalmente- la estabilidad del poder de compra de la moneda nacional, o deben cumplir fundamentalmente esa función el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) y los Consejos de Administración Provincial (CAP)?

No es una pregunta “académica”. Es muy práctica. El Banco Central tiene mejores instrumentos económicos para gestionar la liquidez -mediante mecanismos económicos- en comparación con cualquier otra entidad estatal, pero eso no es lo que ha sucedido.

La estabilidad de precios en Cuba parece estar regulada hoy principalmente por el MFP, por los CAP y hasta por algo a lo que se le ha denominado Observatorio de Precios. Es un debate interesante, pero no queda claro si es un tema que desea discutirse a fondo.


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