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miércoles, 27 de noviembre de 2019

La materia (no tan) extraña de la caña

Katia Siberia ECONOMÍA 21 Noviembre 2019
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Economía Vídeo Infografía Ciego de Ávila




El fondo de tierras de la Empresa Azucarera en Ciego de Ávila es de unas 83 000 ha. Y plantadas solo tienen unas 43 000 ha, alrededor de la mitad. Foto: Pastor Batista. Infografía: Sayli Sosa

Mucho antes del pitazo hay una “molienda” silenciosa, pero no menos estruendosa, que este año expone a las 32 400 hectáreas de caña que serán convertidas en azúcar. De esos granos, todavía sembrados, quisimos contar ahora. Ya el dulzor final nos llevará a nuevos reportajes
Por esos giros empecinados de la historia, la Ilusión alguna vez ha pretendido ser Desengaño, el nombre que antes tuvo esa franja de tierra donde 25 años han sido tiempo suficiente para que Alfredo Oropesa Díaz se resista a volver al pasado… por más que los rendimientos cañeros pretendan quitarle la razón.
Desengañarse lo llevaría, como corresponde, de un extremo a otro, de 276 toneladas por hectárea (t/ha) a 42; números obtenidos en tiempos y condiciones tan diferentes que la comparación solo serviría para recordarle lo que ya sabe de memoria: “cuando a la caña se le hace lo que lleva…”
Pues puede pasar esto: 276 t/ha en una pequeña parcela que sigue siendo el referente nacional porque sigue siendo, hasta hoy, el récord histórico del país. Así lo contaba en 2010 la revista de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC) aludiendo, incluso, a cañas de casi seis metros de altura. “Ilusión convertida en realidad”, lo titulaban entonces, pero otro podría ser el nombre si intentáramos el reporte actual.
Revista, zafra
“Lo que quedó sin cortar sirvió para hacer historia”, rememora el Presidente de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Ilusión, mientras narra el contexto de 2008, cuando se obtuvo el récord, y el de 2018, cuando las 42 t/ha pudieran explicarse desde los camiones llegando a Acopio con igual volumen y menos peso, con cañas cortadas en diciembre y potasio (importantísimo para el peso) arribando en junio; enrolladores parados por transformadores, y riego paralizado en dos de sus tres máquinas; cañas que sobrevivieron a la extrema sequía y al ciclón Irma y dan lo poco que les queda ya antes de ser demolidas…
Bastaría la prolijidad de Alfredo para entender la primera acepción de la palabra desengaño, según el Diccionario de la Lengua Española: “conocimiento de la verdad”.
Sin embargo, otros nombres no le hacen honor a la verdad de una provincia que exhibió en su última contienda rendimientos promedios de 41 t/ha. Jorge Montero Cerezo, director de Atención al Productor Agropecuario (APA) en la Empresa Azucarera Ciego de Ávila, admite que son bajísimos y que, bajo sistemas de riego, se rozan apenas las 50 t/ha, mientras otras provincias alcanzan tal cifra en condiciones de secano.
La confirmación llegaría, también, durante el último balance económico, efectuado el pasado mes de octubre, donde se le puso “color” a tal desempeño con medallas de oro (2), plata (1) y bronce (4) a las siete unidades productivas que alcanzaron rendimientos por encima de las 70, 60 y 50 t/ha, respectivamente: apenas siete de las 60 que en Ciego de Ávila se dedican al cultivo de la gramínea; siete, de las 79 que en el país sobrepasan esa meta.
Y si un dato faltaba para tasar con exactitud la “molienda” que enfrenta el sector avileño, que carga sobre sus hombros 21 unidades con rendimientos por debajo de 33 t/ha —y Montero refiere que por debajo de 30 el criterio a considerar es extinción—, ahí está el dato de las que sobreviven: a juzgar por el balance de octubre, solo 17 unidades pudieron distribuir utilidades; al resto… la cuenta, no les da, o les da apretá’.
Hombres, campoEsta brigada pertenece a la mejor UBPC de la provincia, Comandante Guevara, y cada hombre, por norma, se lleva 15.00 pesos a casa cada día. Hay quien logra un poquito más. Foto: Nohema Díaz Muñoz
Las culpas excederían con creces los cinco millones de pesos que AzCuba admitió haber pagado al cierre de la pasada zafra por una caña que no era tal. Materia extraña le dicen a eso, a todo lo que llega al basculador del central y no se traduce luego en azúcar. Especies invasoras, hojas, cogollos, tierra, piedras…
Mas antes de que la caña sea entrenudos a las puertas de la industria, habría que “desnudar” primero, mucho de lo que hoy extraña a pocos.

Si esto dicen los que saben…

Entre el ocuje y el roble hay una diferencia que nada tiene que ver con la belleza, y solo uno de los 21 hombres de la brigada integral que surca la caña de la UBPC Comandante Guevara lo sabe con exactitud, porque su guataca es la más ligera. El roble lo cansa menos y al final lo caro le sale barato; una inversión contraria a la que experimenta su UBPC, por más que se haya alzado con el oro de 71 t/ha en el medallero de la caña. Se jactarán frente a otros, aunque contra sí no pueden, y Rodobaldo Marrero Aguiar, el jefe de Producción, lo esboza.
“Eso de que la inversión de la caña se paga a los cuatro cortes y todos los que hagas después ya son ganancia… está siendo cada vez más difícil, sobre todo desde que los autobasculantes empezaron a meterse en el campo. No hay caña de calidad después que esos bichos tan pesados le pasan varias veces por arriba a la cepa, aquí estamos que no queremos ni verlos”, dice en un medio tono que amplifica el presidente de la UBPC, Rigoberto Rodríguez Pérez.
Vea un autobasculante en faenas en los campos del Escambray espirituano
“Aquí dijimos que no entran más, llevamos como cuatro años denunciándolo y no nos hacen caso, y ya esto tiene otro nivel, porque estamos pagándolo muy caro. Nos dijeron que por Matanzas esas carretas tenían otro diseño, que el ancho era otro y las gomas no caían encima de los surcos; sin embargo, las de aquí arrasan y es mucha la caña que botan al descargar en los camiones de noche, a oscuras en medio del campo…”, explica Rigoberto.
Se suponía que esa especie de alzadora con varias toneladas de peso iba a facilitar el trasiego dentro del campo. Se suponía… solo que ahora el trasiego del corte se ha convertido en un problema para el retoño. Campos que antes admitían hasta 10 cortes con rendimientos que lo justificaban, ahora... “¿ahora? No, hija, no, ahora no se puede pensar a largo plazo y pa’ colmo todo se nos encarece cuando vamos a preparar la tierra donde demolimos”.
El “todo” yace en una larguísima lista de productos y servicios que subieron cuando la tonelada de caña ascendió de 150.00 pesos a 175.00. Israel Fardale Díaz, económico de la unidad, la muestra con sus excesos, pues la proporción no fue pareja. Mientras la tonelada de caña aumentó en 25.00 pesos, hubo productos que se multiplicaron por 10, 20, 30…
Reunión, zafraEn un debate de Invasor con la mejor UBPC de la provincia, se expone sin tapujos toda la “maleza” que les impide crecer más. Foto: Nohema Díaz Muñoz
Por esa fecha se reestructuró el sector azucarero y surgió “el APA”, como le llaman todos, que no es otra cosa que una Unidad Empresarial de Base (UEB) de Atención al Productor Agropecuario (APA) que presta servicios a todas las unidades cañeras. Insumos y servicios se dispararon “a tono con el mercado internacional”, y en el surco solo se dispararon las opiniones. La norma diaria de los hombres de la Integral 21 es de 15.00 pesos y casi nadie logra doblarla y llevarse 30.00 pesos a casa. “Pregunta cuánto cobra un chofer de un jefe allí en la APA, ¿dale?”, instiga uno de ellos y todos lo secundan.
Yunier Cruz Romero, jefe del grupo de Caña y Riego de la UEB APA Ecuador, en el municipio de Baraguá, admite algo de la polémica: “La idea está muy bien, porque no hay maquinaria específica para cada cooperativa, pero es cierto que nuestros servicios son carísimos comparado con lo que se genera en las unidades”.
Por eso Rigoberto Rodríguez nunca va a entender semejante distorsión, sobre todo porque creía que la moderna maquinaria abarataría los costos y no que los llevaría a cuenta de lápiz, con márgenes cada vez más estrechos. Y es de ese equilibrio en las finanzas del que se desprenden las posibilidades reales de atender la caña. Y, al menos en la Comandante Guevara, con todo el prestigio que les da su oro, creen que a la vuelta de unos cinco años no quedará unidad cañera en Ciego de Ávila con utilidades. “Nos están exprimiendo”, confiesa el económico Fardale.
Es entonces cuando cumplir lo pactado con la industria se convierte en una camisa de (doble) fuerza, pues las relaciones contractuales con el ingenio establecen que si la unidad no entrega la caña que aseguró entregaría, debe pagarle a la industria el valor de las toneladas dejadas de moler. Así comienzan a pujar lo estimado y lo real. ¿Y quién gana?
Pero la pregunta a Jorge Montero Cerezo, director de Atención al Productor Agropecuario (APA) en la Empresa Azucarera no fue esa, fue más directa:
—¿Se corta caña de la que no debería (el famoso “dejar quedar”) para cumplir con los estimados y con los planes?
—Sí —dice entrecortado, sin renunciar, obviamente, a una explicación que se convierte también en pregunta—. ¿Y qué es peor, parar el central por falta de caña, porque no llegó la que se dijo, o cortar un campo que estaba programado para la campaña venidera?
Desde su punto de vista, y de acuerdo con los análisis que, asegura, se hacen en la Empresa, el “mal menor” de una práctica que no estimulan, le toca al campo. En cambio, la visión en la Comandante Guevara es “demoledora”.
Allí sacan la cuenta de cuánto tendrían que pagarle al central por haberse quedado por debajo del estimado y cuánto dejarían de ganar por cortar una caña que no está en el rendimiento máximo, mas puede aprovecharse un porcentaje.
Con esa diferencia “te tapas” y a la larga, cuando cumples, puedes pagarle la divisa a los trabajadores y no afectar las finanzas de ese año, distribuir utilidades… poder seguir viviendo; de lo contrario, ni presente ni futuro.
En esencia, esas son las operaciones que justifican hipotecar el porvenir, aunque la Comandante Guevara tiene caña para corto y largo plazos. Allí solo debaten los procederes a los que han tenido que acudir alguna vez, presionados por los números y el cumplimiento moral.
Lo ideal, advierten, es respetar la estrategia de corte, y sobre todo, hacer un estimado real, objetivo.

Otras “impurezas” que tampoco dan guarapo

¿Y cómo se estima?, pregunta Invasor a Alexis Martí Iglesia, especialista en la Empresa Azucarera que atiende Programación y Estimado. La respuesta es el deber ser, advierte el entendido, quien adelanta que las bases productivas son la responsables (presidentes, administradores, jefe de Producción, de Maquinaria, técnicos, jefes de Lote…) de llenar una base de datos donde los números responden al potencial de esa variedad, la cepa, los cortes que ya tiene, el riego que recibió…
“Es el consenso el que tiene la palabra”, destaca, mientras ilustra en una extensa lista todas las bases productivas de Ciego de Ávila con sus estimados y reales. “Donde veas las grandes diferencias puede significar que lo hicieron a dedo, detrás de un buró, y después son las cosas… “
Una de esas cosas detectó, hace dos años, unas 1 600 ha que, desde la UEB Primero de Enero, se reportaron en papeles y en la práctica nunca estuvieron sembradas. Mientras “tocaban con la mano” los estimados, descubrieron el fraude y el escándalo fue la confirmación de la imperiosidad de apegarse a la tierra.
Sin embargo, el incumplimiento de la pasada zafra que dejó a esta provincia con unos 30 millones de dólares menos que no entraron por concepto de exportación de azúcar, no se debió a falta de caña o a estimaciones poco objetivas, asegura Alexis. “El problema es que hubo que entregar más caña al central para lograr el azúcar que se necesitaba y ni así fue posible. La caña no rindió lo esperado”.
No obstante, ninguno de los entrevistados habla, en primera instancia, de crecimientos horizontales, aun cuando la Empresa Azucarera reconozca un total de 30 000 ha vacías de las 83 000 ha que tiene en su fondo de tierra y el decrecimiento en sus áreas plantadas de unos 10 000 ha en los últimos cuatro años. La realidad, inobjetable, es que tenemos menos caña y casi ya una Bioeléctrica que necesita más del doble de la que hoy procesa el central Ciro Redondo.
Aunque otra, no menos evidente, como lo atestigua Iván Jiménez Darias, director adjunto de la Empresa Azucarera, es que debemos ir sembrando unas 14 000 ha para irnos recuperando y no hemos podido.
Los datos ofrecidos por el Departamento de Programación y Estimado muestran que las áreas plantadas cada año no alcanzan esas cifras (sin contar el porcentaje de pérdidas, que luego las reduce más) y en la Plenaria de Zafra, efectuada la semana pasada, se ubicaba a Ciego de Ávila entre las tres peores provincias en el acápite de siembra.
Jorge Montero admite que “no podemos sembrar más caña de la que podemos atender”, si bien las estadísticas del Departamento de Recursos Humanos no muestran a un sector con decrecimientos considerables en el último quinquenio. “Nos falta, sí, gente preparada, directivos en la base que sepan y sean líderes”.
Víctor Diéguez Ogando, jefe del Grupo de Riego y Drenaje, lo ilustra: “Regar no es echar agua, y eso es lo que muchos hacen. Obvian, incluso, que los suelos ferralíticos rojos, que son la mayoría, no retienen la humedad y creen que porque llovió no necesitan riego, por solo ponerte un ejemplo”, aclara.
En la actualidad, el 25 por ciento del total de caña posee riego (ya sea con máquina, goteo o enrolladores), y el 70 por ciento se caracteriza como eficiente; de ahí que Víctor no encuentra otra justificación, a no ser “el actuar del hombre”, para entender por qué, bajo semejantes condiciones, los rendimientos promedian las 50 t/ha, y no se acerquen a las 80 o 90 que, dice, deberían tener.
Sucede que, mientras fertilizantes y herbicidas sigan desfasados o ausentes —y la causa nos lleva otra vez a serias restricciones financieras— se hará muy difícil tasar el peso que corresponde a cada golpe que recibe la gramínea, pues se le propinan desde varios lados.
Hombre, tractorLos sistemas de riego se hacen incompatibles, tornillos de viejas máquinas no sirven a las nuevas y se dificultan las reparaciones. Foto: Nohema Díaz Muñoz
Durante el recorrido de Invasor por varias unidades, confirmamos lo que ya nos habían adelantado en la Empresa Azucarera. Muchos fertilizantes se aplicaron tarde o no se aplicaron porque no entraron. Ni siquiera Alexander de la Peña Rodríguez, el productor de más alto rendimiento del país en la pasada zafra, pudo confirmarnos en su finca de Baraguá que tiene “el paquete necesario” para esta contienda. Su cúspide “peligra” ahora.
Fuimos testigos de cómo en la UBPC Miguel Fadraga Hernández se batían con la ausencia de transformadores para poner en marcha sus máquinas de riego, o con qué ironía José Domínguez Bernal, en la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Carlos Rodríguez Careaga, nos pedía dos tardes, al menos, con el fin de ver si el tiempo le alcanzaba a decir todo lo mal que andaba por allá la caña. Nos sorprendíamos en la CCS Protesta de Baraguá, la mayor de las cañeras, por las plantaciones programadas para cortar en diciembre y cortadas definitivamente en abril, “¿estrategia?”, se preguntaban allí.
El rosario de opiniones emitidas en el balance económico de octubre —conforme al acta a la que este semanario tuvo acceso— exponía, asimismo, no pocas incongruencias que se sumaban al atraso considerable de la siembra que ya padecíamos antes de que la escasez de combustible frenara tal propósito.
Y si bien los directivos aseguran que desde hace tres años se ha mejorado la maquinaria de cultivo y siembra, hasta ahora todo indica que son los hombres quienes siguen cosechándoles los mayores escollos a la caña, y esa materia (humana) le es tan inherente que ya ni extraña. Se muele con ella.

( Tomado del Invasor)

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